Apéndice

Nota para el lector

La conjura contra América es una obra de ficción. La finalidad de este apéndice es la de servir como referencia a los lectores interesados en conocer dónde finalizan los hechos históricos y dónde comienza la parte ficticia de la narración. Los hechos presentados más adelante proceden de las siguientes fuentes: John Thomas Anderson, Senator Burton K. Wheeler and United States Foreign Relations (tesis presentada en la facultad de posgrado, Universidad de Virginia), 1982; Neil Baldwin, Henry Ford and the Jews: The Mass Production of Hate, 2001; A. Scott Berg, Lindbergh, 1998; Biography Resource Center, Newark Evening News y Newark Star-Ledger; Allen Bodner, When Boxing Was a Jewish Sport, 1997; William Bridgwater y Seymour Kurtz, eds., The Columbia Encyclopedia, 1963; James MacGregor Burns, Roosevelt: The Soldier of Freedom, 1970, y Roosevelt: The Lion and the Fox, 1984; Wayne S. Cole, America First: The Battle Against Intervention, 19401941, 1953; Sander A. Diamond, The Nazi Movement in the United States, 1924-1941, 1974; John Drexel, ed., The Facts on File Encyclopedia of the Twentieth Century, 1991; Henry Ford, The International Jew: The World's Foremost Problem, vol. 3, Jewish Influences in American Life, 1920-1922; Neal Gabler, Winchell: Gossip, Power, and the Culture of Celebrity, 1994; Gale Group Publishing, Contemporary Authors, vol. 182, 2000; John A. Garraty y Mark C. Carnes, eds., American National Biography, 1999; Susan Hertog, Anne Morrow Lindbergh: Her Life, 1999; Richard Hofstadter y Beatrice K. Hofstadter, eds., Great Issues in American History: From Reconstruction to the Present Day, 18641981, vol. 3, 1982; Joseph G. E. Hopkins, ed., Dictionary of American Biography, suplementos 3-9, 1974-1994; Joseph K. Howard, «The Decline and Fall of Burton K. Wheeler», Harper's Magazine, marzo de 1947; Harold L. Ickes, The Secret Diary of Harold L. Ickes, 1939-1941, 1974; Thomas Kessner, Fiorello H. La Guardia and the Making of Modern New York, 1989; Herman Klurfeld, Winchell: His Life and Times, 1976; Anne Morrow Lindbergh, The Wave of the Future: A Confession of Faith, 1940; Albert S. Lindemann, The Jew Accused: Three Anti-Semitic Affairs (Dreyfus, Beilis, Frank), 1894-1915, 1991; Arthur Mann, La Guardia: A Fighter Against His Times, 1882-1933, 1959; Samuel Eliot Morrison y Henry Steele Commager, The Growth of the American Republic, vol. 2, 1962; Charles Moritz, ed., Current Biography Yearbook, 1988, 1988; John Morrison y Catherine Wright Morrison, Mavericks: The Lives and Battles of Montana's Political Legends, 1997; Random House Dictionary of the English Language, 1983; Arthur M. Schlesinger, Jr., The Corning of the New Deal, 1933-1935, 1958, y The Politics of Upheaval, 1935-1936, 1960 (vols. 2 y 3 de The Age of Roosevelt); Peter Teed, A Dictionary of Twentieth-Century History, 1914-1990, 1992; Walter Yust, ed., Britannica Book of the Year Omnibus, 193 7-1942 y Britannica Book of the Year, 1943; y Ben D. Zevin, ed., Nothing to Fear: The Selected Addresses of Franklin D. Roosevelt, 1932-1945, 1961.

Cronología real de los personajes principales

FRANKLIN DELANO ROOSEVELT (1882-1945).

NOVIEMBRE DE 1920. Tras servir como secretario adjunto de la marina a las órdenes de Wilson, Roosevelt es candidato a la vicepresidencia en la lista demócrata con el gobernador James M. Cox de Ohio. Derrota de los demócratas y victoria arrolladora de Harding.

AGOSTO DE 1921. Contrae la poliomielitis, que le deja paralítico de por vida.

NOVIEMBRE DE 1928. Elegido para el primero de dos mandatos de dos años como gobernador demócrata de Nueva York, mientras la lista nacional, encabezada por el exgobernador Alfred E. Smith, es derrotada por Herbert Hoover. Como gobernador, Roosevelt se afianza como liberal progresista que aboga por la ayuda del gobierno a las víctimas de la Depresión, incluido el seguro de desempleo, y contrario a la Prohibición. Tras la aplastante victoria en las elecciones a gobernador de 1930, se convierte en el candidato demócrata favorito en las presidenciales.

JULIO-NOVIEMBRE DE 1932. Seleccionado como candidato presidencial por los demócratas en la convención de julio; en noviembre derrota al presidente Hoover con el 57,4% de los votos, y los demócratas barren en ambas cámaras del Congreso.

MARZO DE 1933. El 4 de marzo es investido como presidente; con el país paralizado por la Depresión, en su discurso de investidura afirma que «lo único que hemos de temer es al mismo miedo». Rápidamente propone la legislación del New Deal para la recuperación de la agricultura, la industria, el empleo y los negocios, así como programas de ayuda para las personas con hipotecas y los desempleados. En el gabinete figuran Harold L. Ickes, secretario del Interior; Henry A. Wallace, secretario de Agricultura: Frances Perkins (primera mujer nombrada para un gabinete presidencial), secretaria de Trabajo, y Henry Morgenthau, Jr. hijo (el segundo judío del país que llegó a ser miembro del gabinete), secretario del Tesoro (para sustituir por enfermedad al antiguo secretario, William Woodin, el 17 de noviembre de 1933). Inicia breves retransmisiones radiofónicas de alcance nacional desde la Casa Blanca, conocidas como charlas junto a la chimenea, y hace intervenir a los reporteros en conferencias de prensa informativas.

NOVIEMBRE DE 1933-DICIEMBRE DE 1934. Reconoce a la Unión Soviética y pronto empieza a reconstruir la flota norteamericana, debido en parte a las actividades japonesas en Extremo Oriente. Para 1934, los votantes negros habían cambiado su apoyo político, pasando del Partido Republicano de Lincoln al Partido Demócrata de Roosevelt, como reacción a los programas del presidente para los menos privilegiados.

1933. Una oleada de iniciativas de reforma, conocidas como «el segundo New Deal», tiene como resultado la Ley de Seguridad Social, la Ley Nacional de Relaciones Laborales, así como la WPA (Administración para el Progreso del Trabajo), que proporciona empleo a dos millones de trabajadores al mes. Firma la primera de varias medidas de neutralidad como respuesta a la agitada situación europea.

NOVIEMBRE DE 1936. Derrota al gobernador republicano de Kansas, Alfred M. Landon, y gana en todos los estados excepto Maine y Vermont; los demócratas amplían su presencia en el Congreso. En su discurso de investidura afirma: «He aquí un desafío a nuestra democracia… Veo a la tercera parte de la nación con una mala vivienda, mal vestida y mal nutrida». En 1937 la recuperación económica está bastante avanzada, pero se produce una crisis económica que, junto con el malestar entre los trabajadores, conduce a las victorias republicanas en el Congreso en 1938.

SEPTIEMBRE-NOVIEMBRE DE 1938. Preocupado por las intenciones de Hitler en Europa, hace un llamamiento al líder nazi para que acepte un acuerdo negociado en la disputa con Checoslovaquia. El 30 de septiembre, en la conferencia de Munich, Gran Bretaña y Francia capitulan a la exigencia alemana de los Sudetes checos y el desmembramiento de Checoslovaquia; tropas alemanas, encabezadas por Hitler, entran en octubre (y al cabo de cinco meses conquistan todo el país, garantizando a Eslovaquia la independencia como república fascista apoyada por los alemanes). En noviembre Roosevelt ordena un enorme incremento en la producción de aviones de combate.

ABRIL. DE 1939. Pide a Hitler y Mussolini que accedan a abstenerse de atacar durante un período de diez años a las naciones europeas más débiles. En un discurso pronunciado en el Reichstag, Hitler replica menospreciando a Roosevelt y jactándose del poderío militar alemán.

AGOSTO-SEPTIEMBRE DE 1939. Telegrafía a Hitler pidiéndole negociar un acuerdo con Polonia con respecto a la disputa territorial; Hitler responde invadiendo Polonia el 1 de septiembre. Inglaterra y Francia declaran la guerra a Hitler, y comienza la Segunda Guerra Mundial.

SEPTIEMBRE DE 1939. La guerra europea lleva a Roosevelt a introducir cambios en la Ley de Neutralidad para proporcionar a Gran Bretaña y Francia armamento de Estados Unidos. Cuando Hitler invade Dinamarca, Noruega, Bélgica, los Países Bajos, Luxemburgo y Francia en la primera mitad de 1940, Roosevelt aumenta de modo considerable la producción de armas.

MAYO DE 1940. Establece el Consejo de Defensa Nacional y, más adelante, la Oficina de Gestión de la Producción, a fin de preparar a la industria y las fuerzas armadas para una posible guerra.

SEPTIEMBRE DE 1940. Japón, en guerra con China y tras invadir la Indochina francesa (y haberse anexionado ya Corea en 1910 y ocupado Manchuria en 1931), firma la Triple Alianza con Italia y Alemania en Berlín. A instancias de Roosevelt, el Congreso aprueba el primer proyecto de ley de servicio militar obligatorio en tiempo de paz en la historia de Estados Unidos, que exige que todos los hombres entre los veintiuno y los treinta y cinco años se registren para el llamamiento a filas y dispone el reclutamiento en los servicios armados de ochocientos mil hombres.

NOVIEMBRE DE 1940. Denunciado por los republicanos de derechas por «belicista», y mostrándose en campaña como un enemigo declarado de Hitler y el fascismo comprometido a hacer todo lo posible por mantener a Norteamérica al margen de la guerra europea, Roosevelt obtiene un tercer mandato, algo sin precedentes, por 449 a 82 votos electorales, derrotando al republicano Wendell L. Willkie en unas elecciones en las que la defensa nacional y la relación de Estados Unidos con la guerra son las grandes cuestiones. Willkie solo gana en Maine, Vermont y el Medio Oeste aislacionista.

ENERO-MARZO DE 1941. Investido presidente el 20 de enero. En marzo, el Congreso aprueba su Ley de Préstamo y Arriendo, que autoriza al presidente a «vender, transferir, prestar, arrendar» armamento, alimentos y servicios a países cuya defensa juzgue vital para la defensa de Estados Unidos.

ABRIL-JUNIO DE 1941. Después de que el ejército alemán haya invadido Yugoslavia y luego Grecia, Hitler rompe el Pacto de No Agresión e invade Rusia. En abril, Estados Unidos toma Groenlandia bajo su protección; en junio, Roosevelt autoriza el desembarco de fuerzas norteamericanas en Islandia y extiende a Rusia la Ley de Préstamo y Arriendo.

AGOSTO DE 1941. Roosevelt y Churchill se reúnen en alta mar y redactan la Carta Atlántica de «principios comunes», que contiene una declaración en ocho puntos de sus propósitos de paz.

SEPTIEMBRE DE 1941. Anuncia que se ha ordenado a la armada destruir todo submarino alemán o italiano que penetre en las aguas jurisdiccionales de Estados Unidos y amenace la defensa del país; pide a Japón que inicie la evacuación militar de China e Indochina, pero el ministro de la Guerra, el general Tojo, se niega a hacerlo.

OCTUBRE DE 1941. Pide al Congreso que rectifique la Ley de Neutralidad para permitir que se arme a los buques mercantes norteamericanos y posibilitarles la entrada en zonas de combate.

NOVIEMBRE DE 1941. Una enorme fuerza de ataque japonesa se concentra secretamente en el Pacífico, mientras las negociaciones con Estados Unidos sobre asuntos militares y económicos parecen continuar con la llegada a Norteamérica de enviados especiales para celebrar «conversaciones de paz».

DICIEMBRE DE 1941. Japón lanza un ataque por sorpresa contra las posesiones estadounidenses del Pacífico y las posesiones de Gran Bretaña en Extremo Oriente; tras un discurso de emergencia del presidente, al día siguiente el Congreso aprueba por unanimidad declarar la guerra a Japón. El 11 de diciembre, Alemania e Italia declaran la guerra a Estados Unidos; el Congreso responde declarando la guerra a Alemania e Italia. (Cifras de bajas del ataque japonés contra Pearl Harbor: 2403 marineros, soldados, marines y civiles norteamericanos muertos; 1178 heridos).

1942. Dirigir el conflicto bélico y los esfuerzos de la población civil ocupan al presidente casi por completo. En su mensaje anual al Congreso, hace hincapié en el incremento de la producción de armamento y declara que «nuestros objetivos están claros: aplastar el militarismo impuesto por los señores de la guerra a sus pueblos esclavizados». Propone un presupuesto récord de 58 927 000 000 dólares para hacer frente a los gastos de la guerra. Anuncia con Churchill la creación de un mando militar unificado en el sudeste asiático. La conferencia sobre estrategia celebrada con Churchill en junio tiene como resultado la invasión en noviembre del norte de África francés, llevada a cabo por tropas aliadas al mando del general Dwight D. Eisenhower (siete meses después expulsan de África al ejército alemán); el presidente asegura a Francia, Portugal y España que los Aliados no albergan ninguna intención respecto a sus territorios. En junio pide al Congreso que reconozca la existencia del estado de guerra contra los regímenes fascistas de Rumania, Bulgaria y Hungría, aliados con las potencias del Eje. En julio nombra una comisión para juzgar a ocho saboteadores nazis detenidos por agentes federales tras desembarcar en las costas estadounidenses desde un submarino enemigo; tras el juicio secreto, dos son encarcelados y seis ejecutados en Washington. En septiembre, Stalin recibe en Moscú al emisario presidencial Wendell Willkie, que insiste en la apertura de un segundo frente militar en Europa occidental. En octubre, el presidente realiza una gira secreta de dos semanas por las instalaciones de producción bélica y anuncia que se están cumpliendo los objetivos. Pide al Congreso que extienda el llamamiento a filas a los jóvenes de dieciocho y diecinueve años.

ENERO DE 1943-AGOSTO DE 1945 La guerra europea (y la simultánea matanza de los judíos europeos y la expropiación de sus propiedades por parte de Hitler) se prolonga hasta 1945. En abril, partisanos italianos ejecutan a Mussolini, e Italia se rinde. Alemania se rinde incondicionalmente el 7 de mayo, una semana después del suicidio de Hitler en su búnker de Berlín y menos de un mes después de la muerte repentina, a causa de una hemorragia cerebral, del presidente Roosevelt —entonces en el primer año de su cuarto mandato presidencial— y el juramento de su sucesor, el vicepresidente Harry S. Truman. La guerra finaliza en Extremo Oriente cuando Japón se rinde incondicionalmente el 14 de agosto. La Segunda Guerra Mundial ha terminado.

CHARLES A. LINDBERGH (1902-1974).

MAYO DE 1927. Charles A. Lindbergh, de veinticinco años, natural de Minnesota, aviador acrobático y piloto de correo aéreo, vuela en el monoplano Spirit of Saint Louis desde Nueva York a París en treinta y tres horas y treinta minutos. Haber completado el primer vuelo transatlántico sin escalas le convierte en una celebridad mundial. El presidente Coolidge concede a Lindbergh la Cruz Distinguida del Aire y lo nombra coronel en reserva del Cuerpo Aéreo del Ejército de Estados Unidos.

MAYO DE 1929. Lindbergh se casa con Anne Morrow, de veintitrés años, hija del embajador norteamericano en México.

JUNIO DE 1930. Nace en Nueva Jersey Charles A. Lindbergh, hijo de Charles y Anne Lindbergh.

MARZO-MAYO DE 1932. Secuestran a Charles hijo en la aislada casa familiar, situada en un terreno de unas doscientas hectáreas en la población rural de Hopewell, Nueva Jersey; unas diez semanas después se descubre casualmente en un bosque cercano el cadáver en descomposición de un bebé.

SEPTIEMBRE DE 1934-MARZO DE 1935. Un pobre inmigrante alemán, carpintero de profesión y expresidiario, Bruno R. Hauptmann, detenido en el Bronx, Nueva York, por el secuestro y asesinato del bebé de los Lindbergh. Juicio durante un mes y medio en Flemington, Nueva York, considerado por la prensa como «el juicio del siglo». Hauptmann declarado culpable y ejecutado en la silla eléctrica en abril de 1936.

ABRIL. DE 1935. Anne Morrow Lindbergh publica su primer libro, North to the Orient, un relato de sus aventuras aéreas en 1931 con Lindbergh. La obra se convierte en un bestseller y recibe el Premio Nacional de los Libreros concedido a la obra de no ficción más distinguida del año.

DICIEMBRE DE 1935-DICIEMBRE DE 1936. En busca de intimidad, los Lindbergh abandonan Estados Unidos con sus dos hijos pequeños y, hasta su regreso en la primavera de 1939, residen principalmente en un pueblecito de Kent, Inglaterra. A invitación del ejército norteamericano, Lindbergh viaja a Alemania para informar sobre el desarrollo de la aviación nazi; en el transcurso de los tres años siguientes realiza varias visitas con esa finalidad. Asiste a los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, y más adelante escribe a un amigo acerca de Hitler: «Indudablemente es un gran hombre, y creo que ha hecho mucho por el pueblo alemán». Anne Morrow Lindbergh acompaña a su marido a Alemania y luego escribe en un tono crítico sobre «la estricta visión puritana que tenemos en nuestro país de que las dictaduras son malas por necesidad, malignas, inestables, y que de ellas no puede salir nada bueno, combinada con nuestra visión caricaturesca de Hitler como un payaso, combinada con la fortísima propaganda judía (naturalmente) en los periódicos propiedad de judíos».

OCTUBRE DE 1938. «Por orden del Führer», el mariscal Hermann Goering impone a Lindbergh, durante una cena en la embajada norteamericana en Berlín, la Cruz de Servicio del Águila Alemana, un medallón de oro con cuatro pequeñas esvásticas, concedida a extranjeros por servicios prestados al Reich. Anne Morrow Lindbergh publica un segundo volumen de sus aventuras como piloto, Listen!, the Wind, un bestséller de no ficción pese a la creciente impopularidad de su marido entre los antifascistas norteamericanos y el rechazo de algunos libreros judíos a vender la obra.

ABRIL DE 1939. Después de que Hitler invada Checoslovaquia, Lindbergh anota en su diario: «Por mucho que desapruebe numerosas acciones de Alemania, creo que ha seguido la única política consecuente en Europa en los años recientes». A petición del jefe del Cuerpo Aéreo, el general «Hap». Arnold, y con la aprobación del presidente Roosevelt —a quien no le gusta Lindbergh y desconfía de él—, sigue en servicio activo como coronel del Cuerpo Aéreo del Ejército de Estados Unidos.

SEPTIEMBRE DE 1939. En anotaciones de diario posteriores a la invasión alemana de Polonia, el 1 de septiembre Lindbergh expresa la necesidad de «protegernos contra el ataque de ejércitos enemigos, el debilitamiento a causa de las razas extranjeras… y la infiltración de sangre inferior». La aviación, escribe, es «una de esas posesiones inestimables que permiten a la raza blanca vivir en un mar proceloso de amarillos, rojos y morenos». En una fecha anterior de ese mismo año se refiere a una conversación privada con un miembro de alto rango del Comité Nacional Republicano y el periodista conservador Fulton Lewis, Jr.: «Estamos muy preocupados por el efecto de la influencia judía en nuestra prensa, radio e industria del cine… Es una lástima, porque creo que unos pocos judíos de la clase apropiada son un bien para cualquier país». En una anotación de diario correspondiente a abril de 1939 (omitida en la edición de sus Wartime Journals publicada en 1970), escribe: «Ya hay demasiados judíos en lugares como Nueva York. Unos pocos aportan fuerza y carácter a un país, pero demasiados crean caos. Y ya tenemos demasiados». En abril de 1940, ante los micrófonos de Columbia Broadcasting System, dice: «La única razón de que corramos peligro de involucrarnos en esta guerra es que hay en Estados Unidos poderosos elementos que desean nuestra intervención. Representan una pequeña minoría del pueblo norteamericano, pero controlan gran parte de la maquinaria de influencia y propaganda. Aprovechan cada oportunidad para empujarnos más al borde». Cuando el senador republicano por Idaho William E. Borah alienta a Lindbergh a presentarse como candidato a la presidencia, Lindbergh replica que prefiere tomar posiciones políticas como ciudadano particular.

OCTUBRE DE 1940. En primavera se funda en la facultad de derecho de la Universidad de Yale el comité América Primero para oponerse a las políticas intervencionistas y promover el aislacionismo norteamericano; en octubre, Lindbergh habla ante unas tres mil personas en Yale, abogando por que Norteamérica reconozca a «las nuevas potencias de Europa». Anne Morrow Lindbergh publica su tercer libro, The Wave of the Future, un opúsculo antiintervencionista subtitulado «Una profesión de fe», que provoca una enorme controversia y se convierte de inmediato en la obra de no ficción más vendida, a pesar de la denuncia por parte del secretario del Interior Harold Ickes de que es «la Biblia de todo nazi norteamericano».

ABRIL-AGOSTO DE 1941. Se dirige a una concentración de diez mil personas organizada por el comité América Primero en Chicago, y otras diez mil en Nueva York, lo cual hace que su enconado enemigo, el secretario Ickes, le llame «el compañero de viaje de los nazis número uno de Estados Unidos». Cuando Lindbergh escribe al presidente Roosevelt quejándose de los ataques de que es objeto por parte de Ickes, en especial por haber aceptado la medalla alemana, Ickes escribe: «Si el señor Lindbergh se siente humillado cuando se refieren correctamente a él como un caballero del Águila Alemana, ¿por qué no devuelve la deshonrosa condecoración y zanja así el asunto?». (Con anterioridad, Lindbergh había rechazado la devolución de la medalla, aduciendo que eso constituiría «un insulto innecesario» a los dirigentes nazis). El presidente cuestiona abiertamente la lealtad de Lindbergh, lo cual impulsa a este a presentar su renuncia como coronel del ejército al secretario de la Guerra de Roosevelt. Ickes observa que, mientras Lindbergh se apresura a renunciar a su grado militar, sigue manteniéndose firme en su decisión de no devolver la medalla recibida de la Alemania nazi. En mayo, junto con el senador Burton K. Wheeler, de Montana, que está sentado en el estrado junto a Anne Morrow Lindbergh, el famoso aviador se dirige a unos veinticinco mil seguidores de América Primero en el Madison Square Garden. Su aparición es saludada con gritos de «¡Nuestro próximo presidente!», y su discurso es seguido por una ovación de cuatro minutos. En primavera y verano vuelve a hablar contra la intervención norteamericana en la guerra europea ante grandes audiencias de todo el país.

SEPTIEMBRE-DICIEMBRE DE 1941. El 11 de septiembre pronuncia su discurso radiofónico «¿Quiénes son los agitadores belicistas?», en una concentración de América Primero en Des Moines. El público formado por ocho mil personas le vitorea cuando cita a «la raza judía» entre los elementos más poderosos y efectivos que empujan a Estados Unidos, «por razones que no son norteamericanas», hacia la involucración en la guerra. Añade que «no podemos culparles de defender lo que creen que son sus propios intereses, pero también debemos defender los nuestros. No podemos permitir que las pasiones naturales y los prejuicios de otros pueblos lleven a nuestro país a la destrucción». Al día siguiente, tanto demócratas como republicanos atacan el discurso de Des Moines, pero el senador Gerald P Nye, republicano por Dakota del Norte y acérrimo seguidor de América Primero, defiende a Lindbergh de las críticas y reitera las acusaciones contra los judíos, al igual que otros partidarios. Lindbergh cancela el discurso del 10 de diciembre, previsto para la concentración de América Primero en Boston, tras el ataque japonés contra Pearl Harbor y la declaración de guerra a Japón, Alemania e Italia. La dirección pone fin a las actividades del comité América Primero y la organización se disuelve.

ENERO-DICIEMBRE DE 1942. Viaja a Washington en un intento de volver a ser admitido en el Cuerpo Aéreo, pero miembros clave del gabinete de Roosevelt se oponen con firmeza, al igual que gran parte de la prensa, y el presidente rechaza su petición. Repetidos intentos de encontrar un puesto en la industria de la aviación también fracasan, a pesar de una lucrativa asociación durante los últimos años veinte y primeros treinta con Transcontinental Air Transport («la línea de Lindbergh») y a su cargo de asesor muy bien remunerado de Pan American Airways. Finalmente, en primavera encuentra trabajo, con la aprobación del gobierno, como asesor del programa de desarrollo de bombarderos de Ford, en Willow Run, en las afueras de Detroit, y la familia se traslada a un barrio residencial de Detroit. (La tarde de septiembre que el presidente Roosevelt visita Willow Run para inspeccionar los proyectos de producción bélica, Lindbergh se las ingenia para estar ausente). Participa en experimentos en el laboratorio aeromédico de la clínica Mayo para reducir los riesgos físicos del vuelo a gran altura; más adelante participa como piloto de pruebas en experimentos con equipo de oxígeno a grandes altitudes.

DICIEMBRE DE 1942-JULIO DE 1943. Interviene activamente en el adiestramiento de pilotos para el Corsair de la Armada y el Cuerpo de Marines, un caza que él ayuda a desarrollar para United Aircraft en Connecticut.

AGOSTO DE 1943. Anne Morrow Lindbergh, ahora madre de cuatro hijos, publica The Steep Ascent, una novela corta sobre una peligrosa aventura en el aire. Es su primer fracaso editorial, debido en gran parte a la hostilidad de los críticos y los lectores hacia la política de la familia Lindbergh antes de la guerra.

ENERO-SEPTIEMBRE DE 1944. Tras una temporada en Florida probando varios aviones de combate, incluido el nuevo bombardero Boeing B-29, obtiene permiso del gobierno para viajar al Pacífico Sur y estudiar los Corsair en acción. Una vez allí, empieza a intervenir en acciones de combate y bombardeos contra blancos japoneses desde una base de Nueva Guinea, al principio como observador, pero pronto, y con gran éxito, como entusiasta participante. Enseña a los pilotos a aumentar la autonomía de combate conservando combustible en vuelo. Tras volar en cincuenta misiones y derribar un caza japonés, en septiembre regresa a Estados Unidos para seguir trabajando en el programa de cazas de United Aircraft, y la familia se traslada desde Michigan a Westport, Connecticut.

FIORELLO H. LA GUARDIA (1882-1947).

NOVIEMBRE DE 1922. Tras varios mandatos en el Congreso como representante del Lower East Side de Manhattan justo antes y después de la Primera Guerra Mundial, La Guardia vuelve al Congreso y, durante cinco mandatos sucesivos, ejerce como representante republicano de los votantes italianos y judíos de East Harlem. Encabeza en la Cámara la oposición al impuesto sobre las ventas del presidente Hoover y denuncia el fracaso de las políticas de este para remediar los sufrimientos causados por la Depresión. También se opone a la Prohibición.

NOVIEMBRE DE 1924. En las elecciones presidenciales, apoya abiertamente al candidato del Partido Progresista, Robert M. La Follette, en lugar de al presidente republicano Coolidge.

ENERO DE 1931. El gobernador de Nueva York, Franklin D. Roosevelt convoca una conferencia de gobernadores para afrontar los problemas de desempleo causados por la Depresión. La Guardia le alaba por promover planteamientos que conduzcan a una legislación acerca del trabajo y el desempleo, sobre la que él mismo ha insistido sin éxito al presidente Hoover.

1932. Como republicano disidente y congresista no reelegido en los últimos meses de su mandato, Roosevelt, el presidente electo, recurre a él para introducir la legislación del New Deal en el Congreso número setenta y dos, carente de poder tras la aplastante victoria de los demócratas en 1932.

NOVIEMBRE DE 1933. Se presenta como candidato contrario al grupo Tammany, es elegido, como miembro del grupo llamado de Fusión republicano (y más tarde, además, el Partido Laborista Americano), alcalde de Nueva York en el primero de tres mandatos consecutivos. Como alcalde activista, se propone conseguir la recuperación económica de Nueva York bajo la Depresión fomentando proyectos de obras públicas, creando nuevos servicios públicos y ampliando los existentes. Denuncia el fascismo y a los nazis norteamericanos; como respuesta a la etiqueta que le ponen los nazis, «el alcalde judío de Nueva York», bromea: «Nunca había pensado que tuviera suficiente sangre judía en las venas que justificara alardear de ello».

SEPTIEMBRE DE 1938. Después del desmembramiento de Checoslovaquia por parte de Hitler, La Guardia ataca a los aislacionistas republicanos y se pone al lado de FDR en la creciente controversia acerca de la intervención.

SEPTIEMBRE DE 1940. Aunque se dice que Wendell Willkie está pensando en él como candidato a la vicepresidencia, La Guardia abandona de nuevo a los republicanos, como lo hiciera en 1924, y, junto con el senador George Norris, forma el grupo Independientes por Roosevelt y hace abiertamente campaña a favor del tercer mandato de Roosevelt.

AGOSTO-NOVIEMBRE DE 1940. Con el Conflicto bélico en perspectiva, Roosevelt se inclina por La Guardia como secretario de la Guerra, pero finalmente elige al republicano Henry Stimson y nombra a La Guardia presidente por parte norteamericana en la Junta de Defensa Estadounidense-Canadiense.

ABRIL DE 1941. Acepta un puesto no remunerado como director de FDR de la defensa civil, mientras sigue ejerciendo el cargo de alcalde de Nueva York.

FEBRERO-ABRIL DE 1943. Insiste a Roosevelt para que le permita volver al ejército como general de brigada, pero Roosevelt, que no le ha concedido un puesto en el gabinete ni le ha considerado como candidato a la vicepresidencia, se niega, aconsejado por personas de su círculo más próximo, íntimos a quienes La Guardia les parece demasiado provocador. El decepcionado alcalde vuelve a ponerse su «uniforme de barrendero».

AGOSTO DE 1943. El conflicto racial en tiempo de guerra que anteriormente había asolado Beaumont, Mobile, Los Ángeles y Detroit, donde se producen treinta y cuatro muertes en los veintiún disturbios de junio, estalla en el Harlem de Nueva York. Después de casi tres días de vandalismo, saqueos y derramamiento de sangre, los dirigentes negros alaban a La Guardia por su liderazgo fuerte y solidario durante los disturbios que dejan seis muertos y ciento ochenta y cinco heridos, y que cuestan cinco millones de dólares en daños y perjuicios.

MAYO DE 1945. Pasado un mes desde la muerte de FDR, anuncia que no se presentará a un cuarto mandato. Antes de retirarse, obtiene gran reconocimiento público al leer por la radio las tiras cómicas a los niños de Nueva York durante una huelga de periódicos. Tras abandonar el cargo, acepta dirigir la UNRRA (Administración para Ayuda y Rehabilitación de las Naciones Unidas).

WALTER WINCHELL (1897-1972).

1924. El exactor de vodevil Walter Winchell es contratado por el New York Evening Graphic y pronto se hace popular como reportero de Broadway y columnista.

JUNIO DE 1929. Se incorpora como columnista al New York Daily Mirror de William Randolph Hearst, un empleo que conservará durante más de treinta años. King Features de Hearst distribuye los artículos de Winchell a diarios de todo el país, y finalmente aparece en más de dos mil periódicos. Inventor de la moderna columna de cotilleos, se convierte lógicamente en asiduo del Stork Club, un club nocturno frecuentado por celebridades.

MAYO DE 1930. Hace su debut radiofónico como locutor de sociedad de Broadway. Alcanza una gran popularidad con el programa Lucky Strike Dance Hour y, en diciembre de 1932, los domingos a las nueve de la noche, el programa para Loción Jergens en la NBC Blue Network. El cuarto de hora semanal de Winchell sobre cotilleos de primera mano y noticias generales se convierte pronto en líder de audiencia radiofónica, y su frase de presentación («Buenas noches, señor y señora América y todos los barcos en el mar. ¡Vayamos a la prensa!»), pasa a formar parte del lenguaje coloquial norteamericano.

MARZO DE 1932. Empieza a cubrir informativamente el rapto del hijo de Lindbergh, ayudado por informaciones que le proporciona J. Edgar Hoover, el director del FBI; sigue cubriendo el caso hasta la detención de Bruno Hauptmann en 1934 y el juicio en 1935.

FEBRERO DE 1933. Prácticamente el único entre los comentaristas públicos y entre los judíos populares, inicia un ataque público contra Hitler y los nazis norteamericanos, incluido Fritz Kuhn, el dirigente del Bund; prosigue su ataque por la radio y en la prensa hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial; acuña los neologismos razis y swastinkers para ridiculizar al movimiento nazi.

ENERO-MARZO DE 1935. J. Edgar Hoover elogia su cobertura del caso Hauptman. Posteriormente, Hoover y Winchell intercambian información sobre los nazis norteamericanos, unos datos que acaban en la columna de Winchell.

1937. El apoyo que presta en sus artículos a Roosevelt y el New Deal conduce a una invitación en mayo a la Casa Blanca y a una comunicación regular entre el presidente y Winchell. Se produce un enfrentamiento entre Hearst y Winchell por el apoyo público que este presta a FDR. Winchell entabla amistad con su conciudadano neoyorquino, el mafioso Frank Costello.

1940. La audiencia total de Winchell, entre lectores de prensa y radioyentes, se calcula en cincuenta millones de personas, más de la tercera parte de la población estadounidense. Su salario anual de ochocientos mil dólares lo coloca entre los norteamericanos mejor pagados. Winchell redobla sus ataques contra las actividades pronazis con artículos como «La columna de Winchell contra la Quinta Columna». Refrenda con firmeza a FDR para un tercer mandato sin precedentes; después de que Hearst censure las críticas de Winchell al candidato republicano Willkie en el Daily Mirror, escribe artículos bajo seudónimo para PM, en los que sigue atacando a Willkie.

ABRIL-MAYO DE 1941. Ataca a Lindbergh por su aislacionismo y sus manifestaciones a favor de Alemania; advierte al ministro de Asuntos Exteriores Von Ribbentrop de que Estados Unidos está dispuesto a luchar, y después recibe el ataque del senador Burton K. Wheeler por «utilizar la táctica de la guerra relámpago para meter al pueblo norteamericano en esta guerra».

SEPTIEMBRE DE 1941. Tras el discurso de Lindbergh en Des Moines acusando a los judíos de empujar a Estados Unidos hacia la guerra, escribe que «el halo de Lindbergh se ha convertido en su nudo corredizo» y ataca repetidamente a Lindbergh así como a los senadores Wheeler, Nye y Rankin entre otros, a los que identifica como pronazis.

DICIEMBRE DE 1941-FEBRERO DE 1972. Tras la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, las emisiones radiofónicas y los artículos de Winchell se ocupan predominantemente de noticias de la guerra; como capitán de corbeta en la reserva naval, insiste a FDR. para participar en el conflicto y es llamado al servicio activo en noviembre de 1942. Al finalizar la guerra, da un giro hacia la extrema derecha, se convierte en enemigo encarnizado de la Unión Soviética y en anticomunista que apoya al senador Joseph McCarthy. A mediados de los años cincuenta se hunde casi por completo en el olvido, y cuando muere, en 1972, solo su hija asiste al funeral.

BURTON K. WHEELER (1882-1975).

NOVIEMBRE DE 1920-NOVIEMBRE DE 1922. Tras desafiar al poderoso gigante de Montana, la Anaconda Mining Company, como legislador del Estado, y tras oponerse a las violaciones de los derechos humanos cometidos durante el «Pánico Rojo» de la posguerra, Wheeler sufre una estrepitosa derrota en las elecciones a gobernador de 1920, pero en 1922 es elegido senador demócrata para el primero de cuatro mandatos, con un fuerte apoyo de los agricultores y los obreros. Con el tiempo, convierte el gobierno estatal de Montana en el aparato bipartidista de Wheeler.

FEBRERO-NOVIEMBRE DE 1924. Elegido para encabezar la investigación senatorial en el escándalo de corrupción de Teapot Dome, que conduce a la dimisión del fiscal general del presidente Coolidge, Harry M. Dougherty, y a la humillación de su Departamento de Justicia. Abandona a los demócratas —y la lista demócrata encabezada por John W. Davis— para ser candidato a la vicepresidencia en la lista del Partido Progresista con el senador de Wisconsin Robert M. La Follete. Coolidge derrota abrumadoramente a demócratas y progresistas, aunque este último partido obtiene seis millones de votos en todo el país y casi el cuarenta por ciento del voto en Montana.

1932-1937. Antes de la Convención Demócrata de 1932, visita dieciséis estados para promover la nominación de Roosevelt. Pese a que es la primera figura conocida a nivel nacional que aprueba al candidato demócrata y en general simpatiza con la reforma social del New Deal, en 1937 Wheeler se opone tajantemente al presidente por su proyecto de ley para ampliar el Tribunal Supremo y «llenarlo» de defensores del New Deal; al encabezar la oposición que finalmente logra, de forma controvertida, que no prospere el proyecto de ley, se agrava la enemistad personal entre él y el presidente.

1938. El aparato de Wheeler en Montana se pone en marcha para debilitar a su rival demócrata, el congresista Jerry O'Connell, y ayudar a que sea elegido para la Cámara Jacob Thorkelson, un republicano de derechas calificado por Walter Winchell como «el portavoz del movimiento nazi en el Congreso». Thorkelson llama a Winchell «vilipendiador judío» y entabla una demanda contra él cuando Winchell incluye a Thorkelson en la serie de artículos publicada por la revista Liberty titulada «Norteamericanos de los que podemos prescindir». El congresista O'Connell, al comentar las actividades electorales de los demócratas de Wheeler, describe a este como un «Benedict Arnold para su partido y un traidor para su presidente».

1940-1941. Se constituye en Montana el club Wheeler para Presidente, formado por demócratas influyentes. En su estado natal y en otros lugares se le considera un formidable aspirante a la nominación demócrata hasta que Roosevelt anuncia su candidatura a un tercer mandato. En el Senado, Wheeler se alinea cada vez más con los republicanos y los demócratas sureños contrarios al ala liberal rooseveltiana del Partido Demócrata. Se opone ruidosamente a la intervención norteamericana en la guerra europea. En junio de 1940 amenaza con abandonar el Partido Demócrata «si va a ser un partido belicista». Ese mes, y a fin de trazar planes «para contrarrestar la agitación y la propaganda bélicas», se reúne con Charles A. Lindbergh y un grupo de senadores aislacionistas. En el Senado defiende a Lindbergh contra las acusaciones de ser pronazi, y al cabo de unos meses, después de que Roosevelt comparase públicamente a Lindbergh con un copperhead de la guerra civil (norteños que simpatizaban con el Sur), dice de esa observación que es «escandalosa y consterna a todo norteamericano con dos dedos de frente». A través de la emisora de radio NBC, presenta una propuesta de paz en ocho puntos para negociar con Hitler, y Lindbergh le envía un telegrama de felicitación. Se reúne con estudiantes de Yale que planean organizar el comité América Primero y adopta el papel de asesor no oficial. Junto con Lindbergh, se convierte en el orador más popular en las concentraciones de América Primero. Se manifesta contrario al servicio militar obligatorio y dice que la propuesta efectuada por Roosevelt de llamamiento a filas en tiempo de paz es «un paso hacia el totalitarismo». En el Senado, argumentando en contra del proyecto de Ley de Préstamo y Arriendo, dice que «si el pueblo norteamericano quiere una dictadura, si quiere una forma de gobierno totalitaria y quiere la guerra, este proyecto de ley debe ser aprobado por el Congreso, aplastando a la oposición, como suele hacer el presidente Roosevelt», haciendo que Roosevelt califique la observación de Wheeler como «lo más falso… lo más ruin, lo más antipatriótico… que se ha dicho en la vida pública en mi generación». También de forma pública —y prematura—, revela que Estados Unidos está enviando tropas a Islandia; la Casa Blanca, junto con el primer ministro Churchill, acusan a Wheeler de poner en peligro vidas de norteamericanos y británicos. Vuelve a la carga con secretos militares comprometedores cuando, en noviembre de 1941, filtra al aislacionista Chicago Tribune un documento clasificado del Departamento de la Guerra, que revela la estrategia norteamericana en caso de entrar en el conflicto.

DICIEMBRE DE 1941-DICIEMBRE DE 1946. Después de Pearl Harbor, apoya los esfuerzos colectivos para sostener la guerra, aunque argumenta que la alianza de Estados Unidos con la Unión Soviética ayuda a la supervivencia del gobierno comunista. En 1944, tras afirmar que «los comunistas están detrás de la MVA», se pone en contra de los liberales y a favor de la Montana Power Company y la Anaconda Copper Company para contribuir a derrotar a la Missouri Valley Authority, la contrapartida de la Tennesse Valley Authority (TVA). Posteriormente pierde los últimos apoyos que tenía en Montana y, en 1946, es derrotado en la campaña de las primarias para el Senado por el joven liberal de Montana Leif Erickson.

DÉCADA DE 1950. Ejerce como abogado en Washington, D. C. Se alía ideológica y políticamente con el senador Joseph McCarthy.

HENRY FORD (1863-1947).

1903-1905. El primer automóvil Ford, el modelo A, de dos cilindros y ocho caballos de vapor, diseñado por Henry Ford y fabricado por su recién constituida Ford Motor Company, aparece en 1903 a un precio de ochocientos cincuenta dólares. Modelos más caros aparecen en los años siguientes.

1908. Diseñado para la América rural, se presenta el modelo T y, hasta 1927, es el único modelo producido por la empresa. Ford se convierte en el principal fabricante de coches del país, realizando su plan de «construir un vehículo a motor para el gran público».

1910-1916. Con sus asociados en la industria de la automoción, establece un sistema de producción secuencial cuyo desarrollo es la cadena de montaje en movimiento continuo, considerada el gran avance industrial desde el advenimiento de la revolución industrial, que conduce a la producción en masa del modelo T. En 1914, Ford anuncia un salario base de cinco dólares por jornada de ocho horas, si bien, en realidad, la oferta solo abarca a una parte de sus trabajadores. Sin embargo, su defensa de «la jornada de cinco dólares» le vale muchas alabanzas y fama de hombre de negocios ilustrado, que no de pensador ilustrado. «No me gusta leer libros —explica—. Me desordenan la mente». Afirma que «la historia consiste básicamente en bobadas».

1916-1919. Su nombre es presentado a la nominación para la presidencia en la Convención Nacional Republicana, y obtiene treinta y dos votos en la primera votación. Logra ejercer un control absoluto sobre todas las empresas Ford. En 1916, la empresa fabrica dos mil vehículos al día, con una producción total hasta la fecha de un millón de unidades del modelo T. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial se convierte en un pacifista activo contrario a la guerra, y ataca la especulación de guerra. En una reunión de dirigentes de la Ford, anuncia: «Sé quién ha causado la guerra. Los banqueros alemanes judíos. Tengo las pruebas aquí. Los hechos. Los banqueros judíos alemanes han sido los causantes de la guerra». Con la entrada de Norteamérica en la guerra se compromete a «trabajar sin un centavo de beneficio» para cumplir con los contratos del gobierno, pero no lo hace. A instancias del presidente Wilson, se presenta al Senado como demócrata, aunque anteriormente se identificaba como republicano, y es derrotado en unas elecciones muy reñidas. Atribuye su derrota a los «intereses» de Wall Street y a «los judíos».

1920. En mayo, el Dearborn Independent, un semanario local adquirido por Ford en 1918, publica el primero de noventa y un detallados artículos dedicados a desenmascarar a «El judío internacional: el problema del mundo»; en números posteriores, publica el texto de los fraudulentos Protocolos de los sabios de Sión, mientras afirma que el documento, y su revelación de un plan judío para la dominación del mundo, es auténtico. Al segundo año de su publicación, la tirada de la revista asciende a trescientos mil ejemplares; a los trabajadores de los concesionarios de Ford se les obliga a suscribirse a la revista como un producto de la empresa, y los artículos fuertemente antisemitas se reúnen en una edición de cuatro volúmenes, The International Jew: The World's Foremost Problem.

DÉCADA DE 1920. En 1921 se producen cinco millones de vehículos Ford; más de la mitad de los coches vendidos en Norteamérica son del modelo T. Construye una enorme fábrica en River Rouge y una ciudad industrial en Dearborn. Adquiere bosques, minas de hierro y minas de carbón para proporcionar materias primas a la empresa automovilística. Diversifica la línea de automóviles Ford. Su autobiografía, My Life and Work, publicada en 1921, es un bestséller entre las obras de no ficción, y el nombre y la leyenda de Ford se hacen conocidos en todo el mundo. Las encuestas demuestran que su popularidad es mayor que la del presidente Harding, y se habla de él como potencial candidato republicano. En el otoño de 1922 considera la posibilidad de presentarse a las elecciones presidenciales. En 1923, Adolf Hitler dice en una entrevista: «Consideramos a Heinrich Ford el líder del movimiento fascista en América». A mediados de los años veinte, una demanda de difamación interpuesta contra él por un abogado judío de Chicago se soluciona extrajudicialmente, y en 1927 se retracta de sus ataques contra los judíos, accede a suspender las publicaciones antisemitas y cierra el Dearborn Independent, una empresa deficitaria que le ha costado cerca de cinco millones de dólares. Cuando Lindbergh pilota el Spirit of Saint Louis hasta Detroit, en agosto de 1927, se reúne con homónimo en el aeropuerto Ford y lo lleva en el famoso aeroplano durante su primer vuelo. Lindbergh hace que Ford se interese por la fabricación de aviones. Los dos se reúnen luego en numerosas ocasiones y, en una entrevista concedida en 1941 en Detroit, Ford explica: «Cuando Charles viene aquí, solo hablamos de los judíos».

1931-1937. La competencia de Chevrolet y Plymouth y el impacto de la Depresión ocasionan grandes pérdidas a la empresa, a pesar de la innovación que representa el motor Ford V-8. Malas relaciones laborales en la planta de River Rouge, causadas por el acelerado ritmo de trabajo, la inseguridad del empleo y el espionaje laboral. Los esfuerzos del sindicato United Auto Workers por organizar el trabajo en la Ford, así como en General Motors y Chrysler, topan con actos de violencia e intimidación por parte de Ford; grupos parapoliciales de Detroit golpean a sindicalistas en River Rouge. La política laboral de la Ford Company condenada por la Junta Nacional de Relaciones Laborales, consideradas como la peor en la industria automovilística.

1938. En julio, el día que cumple setenta y cinco años, acepta la Cruz de Servicio del Águila Alemana que le impone el gobierno nazi de Hitler, en una cena de aniversario ofrecida en Detroit a mil quinientos ciudadanos destacados (la misma medalla concedida a Lindbergh durante una ceremonia celebrada en octubre en Alemania, lo cual hace que el secretario del Interior, Ickes, manifieste durante un encuentro de la Sociedad Sionista de Cleveland que tiene lugar en diciembre: «Henry Ford y Charles A. Lindbergh son los dos únicos ciudadanos libres de un país libre que han aceptado servilmente símbolos de distinción despreciable en una época en que quien los concede considera un día perdido aquel en el que no puede cometer nuevos crímenes contra la humanidad»). Sufre el primero de dos ataques de apoplejía.

1939-1940. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se une a su amigo Lindbergh en el apoyo al aislacionismo y al comité América Primero. Poco después de que Ford sea nombrado miembro del comité ejecutivo de América Primero, Lessing J. Rosenwald, director judío de Sears, Roebuck and Company, dimite debido a la reputación antisemita de Ford. Durante algún tiempo se reúne de manera regular con el sacerdote antisemita que tiene un programa de radio, el padre Coughlin, cuyas actividades Roosevelt y Ickes creen que son financiadas por Ford. Presta apoyo financiero al demagogo antisemita Gerald L. K. Smith para su emisión de radio semanal y su manutención. (Unos años después, Smith reimprime The International Jen de Ford en una nueva edición y, en los años sesenta, sostiene que Ford «jamás ha cambiado de opinión acerca de los judíos»).

1941-1947. Sufre el segundo ataque de apoplejía. La empresa se transforma para la producción de material bélico a medida que se aproxima la guerra. Durante el conflicto, produce el bombardero B-24 en las enormes instalaciones de Willow Run, donde contrata a Lindbergh como asesor. Debido a su enfermedad, Ford ya no puede dirigir la empresa y renuncia en 1945. Muere en abril de 1947, y cien mil personas desfilan ante el cadáver. Su inmensa fortuna en acciones de la empresa va a parar principalmente a la Fundación Ford, que no tarda en ser la fundación privada más rica del mundo.

Otros personajes históricos que aparecen en la obra

BERNARD BARUCH (1870-1965). Financiero y asesor del gobierno. Como director de la Junta de Industrias de Guerra bajo Woodrow Wilson, movilizó los recursos industriales de la nación para la Primera Guerra Mundial. Miembro del círculo de la Casa Blanca durante las administraciones de Roosevelt. Nombrado por Truman, en 1946, representante estadounidense de la Comisión de la Energía Atómica de las Naciones Unidas.

GUGGIERO «RITCHIE LA BOTA». BOIARDO (1890-1994). Personaje de la escena criminal de Newark y rival local del mafioso Longy Zwillman; su influencia era más fuerte en el distrito primero italiano de la ciudad, donde poseía un popular restaurante.

LOUIS D. BRANDEIS (1856-1941). Nacido en Louisville, Kentucky, en el seno de una culta familia de inmigrantes judíos procedente de Praga. Abogado de intereses públicos y laboralista en Boston. Uno de los primeros organizadores del movimiento sionista en Norteamérica. Nombrado por el presidente Wilson juez adjunto del Tribunal Supremo, aunque tras una fuerte controversia que se prolongó durante cuatro meses en el Comité Judicial del Senado y alrededor del país, y que Brandeis atribuyó al hecho de ser el primer judío nombrado para el cargo. Lo ejerció durante veintitrés años, hasta 1939.

CHARLES E. COUGHLIN (1891-1979). Sacerdote católico romano y pastor del Santuario de la Pequeña Flor en Royal Oak, Michigan. Consideraba a Roosevelt comunista y admiraba fervientemente a Lindbergh. En la década de 1930 difundió vigorosamente ideas antisemitas en una emisión de radio semanal que llegaba a todo el país y en su publicación Social Justice, que fue prohibida en el Servicio Postal de Estados Unidos durante la guerra porque violaba la Ley de Espionaje, y que dejó de publicarse en 1942.

AMELIA EARHART (1897-1937). En 1932 estableció el récord transatlántico de vuelo en catorce horas y cincuenta y seis minutos, desde Terranova a Irlanda. La primera mujer que efectuó vuelos en solitario a través del Atlántico y el Pacífico desde Honolulú a California. En 1937, cuando intentaba dar la vuelta al mundo con el copiloto Frederick J. Noonan, su avión se perdió en algún lugar del Pacífico.

MEYER ELLENSTEIN (1885-1963). Tras haber sido dentista y abogado, elegido por los comisionados municipales de Newark en 1933 como alcalde de la ciudad. El primero y único alcalde judío de Newark, tuvo dos mandatos, 1933-1941.

EDWARD FLANAGAN (1886-1948). En 1904 emigró desde Irlanda a Estados Unidos, donde empezó a estudiar en el seminario; ordenado en 1912. En 1917, a fin de aportar protección a muchachos sin hogar de todas las razas y religiones, fundó el Hogar para Muchachos del Padre Flanagan en Omaha. En 1938 se convirtió en una figura nacional gracias a la popular película sobre la Ciudad de los Muchachos, protagonizada por Spencer Tracy en el papel del padre Flanagan.

LEO FRANK (1884-1915). Gerente de una fábrica de lápices en Atlanta, declarado culpable del asesinato de Mary Phagan, empleada de trece años, el 26 de abril de 1913; atacado con un cuchillo mientras estaba en prisión y, más adelante, en agosto de 1915, ciudadanos locales lo sacaron por la fuerza de la cárcel y lo lincharon. Se cree que el antisemitismo desempeñó un papel importante en la dudosa condena.

FELIX FRANKFURTER (1882-1965). Juez adjunto del Tribunal Supremo de Estados Unidos nombrado por Roosevelt, 1939-1962.

JOSEPH GOEBBELS (1897-1945). Uno de los primeros miembros del Partido Nazi, en 1933 se convierte en ministro de propaganda de Hitler y zar de la cultura, responsable de supervisar la prensa, la radio, las películas y el teatro y de montar espectáculos públicos tales como desfiles y concentraciones de masas. Uno de los cómplices de Hitler más fervientes y brutales. En abril de 1945, con Alemania destruida y los rusos entrando en Berlín, él y su mujer mataron a sus seis hijos pequeños y después se suicidaron juntos.

HERMANN GOERING (1893-1946). Fundador y primer jefe de la Destapo, la policía secreta, y responsable de la creación de la fuerza aérea alemana. En 1940, Hitler lo nombró su sucesor, pero lo descartó cerca del final de la guerra. Condenado en Nuremberg por crímenes de guerra y sentenciado a muerte, se suicidó dos horas antes de la ejecución.

HENRY (HANK). GREENBERG (1911-1986). Primera base y gran bateador de los Tigers de Detroit en los años treinta y cuarenta. Se quedó a dos home-runs del récord que Babe Ruth estableció en 1938. Héroe de los hinchas de béisbol judíos, fue el primero de los dos jugadores judíos elegidos para figurar en el Salón de la Fama del béisbol.

WILLIAM RANDOLPH HEARST (1863-1911). Editor norteamericano, considerado el principal defensor del «periodismo amarillo» sensacionalista y patriotero, dirigido a un público masivo. Su imperio periodístico floreció en la década de 1930. Inicialmente alineado con los populistas demócratas, fue volviéndose cada vez más derechista y enconado enemigo de FDR.

HEINRICH HIMMLER (1900-1945). Dirigente nazi, comandante de las SS, que controlaban los campos de concentración, y jefe de la Gestapo. Encargado de los programas de «purificación» racial, solo superado en poder por Hitler. Se envenenó y murió antes de ser capturado por las tropas británicas en mayo de 1945.

J(OHN). EDGAR HOOVER (1895-1972). Director del FBI (Federal Bureau of Investigation, originalmente el Bureau of Investigation, auxiliar del Departamento de Justicia), 1924-1972.

HAROLD L. ICKES (1874-1952). Republicano progresista convertido en demócrata, fue durante casi trece años secretario del Interior de Roosevelt, siendo de todos los miembros de gabinete de Roosevelt el segundo en estar más tiempo en el cargo. Ferviente conservador y activo enemigo del fascismo.

FRITZ KUHN (1886-1951). Veterano de la Primera Guerra Mundial, de origen alemán, que emigró a Estados Unidos en 1927 y, en 1938, como Bundesleiter que se consideraba a sí mismo el Führer norteamericano, fundó el Bund germanoamericano, el grupo nazi más poderoso, activo y rico de Estados Unidos, con veinte mil afiliados. Acusado de robo en 1939, desnaturalizado en 1943, deportado a Alemania en 1945. En 1948, acusado por el tribunal de desnazificación alemán de intento de trasplantar el nazismo a Estados Unidos y de mantener estrechos vínculos con Hitler, sentenciado a diez años de trabajos forzados.

HERBERT H. LEHMAN (1878-1963). Socio de Lehman Brothers, casa de banca fundada por su familia. Lugarteniente del gobernador de Nueva York Roosevelt, sucedió a este en el cargo, 1932-1942. Defensor del New Deal y enérgico intervencionista. Como senador demócrata por Nueva York (1949-1957), uno de los primeros opositores al senador Joseph McCarthy.

JOHN L. LEWIS (1880-1969). Líder de los trabajadores norteamericanos. En 1935, como presidente de Trabajadores Mineros Unidos (UMV), rompió con la Federación Americana del Trabajo (AFL) para formar el nuevo Comité de Organizaciones Industriales, que se convirtió en el Congreso de Organizaciones Industriales (C10) en 1938. Inicialmente defendió a Roosevelt, apoyó al republicano Willkie en las elecciones de 1940 y, tras la derrota de Willkie, presentó su dimisión como presidente del CIO. Las huelgas convocadas por el UMW durante la guerra contribuyeron a aumentar la enemistad entre Lewis y la administración.

ANNE SPENCER MORROW LINDBERGH (1906-2001). Escritora y aviadora norteamericana. Nacida en el seno de una familia rica y privilegiada en Englewood, Nueva Jersey. Su padre, Dwight Morrow, socio de la firma de inversiones J. P. Morgan and Co., fue embajador en México durante la administración Hoover y senador republicano por Nueva Jersey; su madre, Elizabeth Reeve Cutter Morrow, escritora, educadora y, durante un breve período, presidenta en funciones del Smith College, donde Morrow se licenció en literatura en 1928. El año anterior le habían presentado a Charles Lindbergh, mientras visitaba a su familia en la residencia del embajador en Ciudad de México. Para detalles sobre la vida de Morrow tras su encuentro, véase «Cronología real», Charles A. Lindbergh.

HENRY MORGENTHAU, JR. (1891-1967). Secretario del Tesoro nombrado por Roosevelt, 1934-1945.

VINCENT MURPHY (1888-1976). Sucesor de Meyer Ellenstein como alcalde de Newark, 1941-1949. Nombrado en 1943 candidato demócrata a gobernador de Nueva Jersey y figura dominante del mundo laboral de dicho estado durante treinta y cinco años, después de su elección en 1933 como tesorero y secretario de la Federación del Trabajo estatal.

WESTBROOK PEGLER (1894-1969). Periodista de derechas cuya columna, «Tal como Pegler lo ve», apareció en los periódicos de Hearst entre 1944 y 1962. En 1941 ganó el premio Pulitzer por sus revelaciones sobre el crimen organizado en el mundo laboral. Crítico feroz de los Roosevelt y el New Deal, que consideraba de inspiración comunista, y abiertamente hostil hacia los judíos. Acérrimo defensor y amigo del senador Joseph McCarthy, y asesor de su comité de investigación.

JOACHIM PRINZ (1902-1988). Rabino, escritor y activista de los derechos civiles, fue rabino del templo B'nai Abraham, Newark, 1939-1977.

GERALD P. NYE (1892-1971). Senador republicano por Dakota del Norte, 1925-1945, ferviente aislacionista.

M VON RIBBENTROP (1893-1946). Principal asesor de Hitler en política extranjera y ministro de Asuntos Exteriores, 1938-1945. En 1939 firmó con Molotov, el ministro soviético de Asuntos Exteriores, un pacto de no agresión que incluía el acuerdo secreto de repartirse Polonia. El pacto abrió el camino a la Segunda Guerra Mundial. Declarado culpable de crímenes de guerra en Nuremberg, el 16 de octubre de 1946, se convirtió en el primer condenado nazi en ser ahorcado.

ELEANOR ROOSEVELT (18894-1962). Sobrina de Theodore Roosevelt, esposa de su primo lejano FDR y madre de su hija y cinco hijos varones. Como primera dama, pronunció discursos liberales a favor de causas de contenido social, dio conferencias sobre la situación de las minorías, los desfavorecidos y las mujeres, se manifestó en contra del fascismo, escribió una columna que se publicaba diariamente en sesenta periódicos y, durante la Segunda Guerra Mundial, fue copresidenta de la Oficina de Defensa Civil. Como delegada de las Naciones Unidas nombrada por el presidente Truman, apoyó el establecimiento de un Estado judío, y en 1952 y 1956 hizo campaña por el candidato presidencial Adlai Stevenson. Nombrada de nuevo delegada de las Nacionales Unidas por el presidente Kennedy, a cuya invasión de Bahía de Cochinos se opuso.

LEVERETT SALTONSTALL (1892-1979). Descendiente de sir Richard Saltonstall, miembro original de la Compañía de la Bahía de Massachusetts que llegó a Norteamérica en 1630. Gobernador republicano de Massachusetts, 1939-1944; senador republicano, 1944-1967.

GERALD L. K. SMITH (1898-1976). Pastor y orador famoso, aliado primero con Huey Long y más adelante con el padre Coughlin y Henry Ford, los cuales le apoyaban en su implacable odio a los judíos. Su revista antisemita, 'The Cross and the Flag, culpaba a los judíos de ser los causantes de la Depresión y de la Segunda Guerra Mundial. En 1942, obtuvo cien mil votos en Michigan como candidato republicano al Senado. Sostenía que Roosevelt era judío, que Los Protocolos de los sabios de Sión era un documento auténtico y, después de la guerra, que el Holocausto no había existido.

ALLIE STOLZ (1918-2000). Boxeador de peso ligero natural de la Newark judía. Venció en setenta y tres de ochenta y cinco combates, y en la década de 1940 perdió dos combates por el título, el primero, controvertido, tras quince asaltos y por puntos, con el campeón Sammy Angott; el segundo, que condujo a su retirada en 1946, noqueado en el decimotercer asalto, con el campeón Bob Montgomery.

DOROTHY THOMPSON (1893-1961). Periodista, activista política y columnista cuyos artículos se publicaron en ciento setenta periódicos durante la década de 1930. Una de las primeras enemigas del nazismo y de Hitler, y muy crítica acerca de la política de Lindbergh. Casada con el novelista Sinclair Lewis en 1928 y divorciada en 1942. Contraria al sionismo, apoyó a los árabes palestinos en las décadas de 1940 y 1950.

DAVID T. WILENTZ (18994-1988). Fiscal general de Nueva Jersey (19341944), cuya labor como acusación en el caso del secuestro del hijo de Lindbergh llevó a la condena y ejecución de Bruno Hauptmann. Más adelante influyó en la organización del Partido Demócrata en Nueva Jersey y fue asesor de tres gobernadores demócratas del estado.

ABNER «LONGY». ZWILLMAN (1904-1959). Contrabandista en la época de la Prohibición, nacido en Newark, que dirigió la mafia de Nueva Jersey desde la década de 1920 a la de 1940. Miembro del grupo de crimen organizado de la Costa Este conocido como «Los Seis Grandes», entre ellos Lucky Luciano, Mayer Lansky y Frank Costello. Las sesiones televisadas del juicio a que fue sometido en 1951 por el Comité de Delitos del Senado sacaron a la luz su dilatado historial delictivo. Se suicidó ocho años después.

Algunos documentos

Discurso de Charles Lindbergh, «¿Quiénes son los agitadores belicistas?», pronunciado en la concentración del comité América Primero en Des Moines el 11 de septiembre de 1941. El texto que sigue aparece en www.pbs.org/wgbh/amex/lindbergh/filmmore/reference/primary/desmoinesspeech.html.

Han pasado dos años desde que comenzó la última guerra europea. Desde aquel día de septiembre de 1939 hasta el momento presente, se ha hecho un esfuerzo creciente por provocar a Estados Unidos para que intervenga en el conflicto.

Ese esfuerzo ha corrido a cargo de intereses extranjeros y de una pequeña minoría de nuestra propia gente, pero su éxito ha sido tan grande que hoy nuestro país se encuentra al borde de la guerra.

En estos momentos, cuando la guerra está a punto de entrar en su tercer invierno, parece apropiado revisar las circunstancias que nos han conducido a nuestra posición actual. ¿Por qué estamos al borde de la guerra? ¿Era necesario que nos involucráramos tanto? ¿Quién es responsable del cambio de nuestra política nacional, que ha pasado de la neutralidad y la independencia a inmiscuirnos en los asuntos europeos?

Personalmente, creo que no existe mejor argumento contra nuestra intervención que un estudio de las causas y la evolución de la guerra actual. He sostenido con frecuencia que, si se presentaran al pueblo americano los hechos y los asuntos verdaderos, no habría peligro alguno de que nos involucráramos.

En este punto, quisiera señalaros una diferencia fundamental entre los grupos que abogan por la guerra extranjera y los que creen en un destino independiente para América.

Si repasáis los documentos que reflejan nuestra trayectoria, observaréis que quienes se oponen a la intervención han tratado constantemente de clarificar los hechos y los asuntos, mientras que los intervencionistas han tratado de ocultar los hechos y confundir los asuntos.

Os pedimos que leáis lo que decíamos el mes pasado, el año pasado e incluso antes de que comenzara la guerra. Nuestra trayectoria es franca y clara, y estamos orgullosos de ella.

No os hemos engatusado mediante el subterfugio y la propaganda. No hemos recurrido a dar pequeños pasos de ningún tipo, a fin de llevar al pueblo norteamericano a donde no quería ir.

Lo que decíamos antes de las elecciones, lo decimos hoy una y otra vez. Y mañana no os diremos que se trataba tan solo de oratoria propia de la campaña electoral. ¿Habéis oído alguna vez a un intervencionista o a un agente británico o a un miembro de la administración en Washington pediros que examinéis lo que han dicho desde el comienzo de la guerra? ¿Están dispuestos sus defensores de la democracia, nombrados por sí mismos, a someter a la votación de nuestro pueblo la cuestión de la guerra? ¿Encontráis a esos cruzados por la libertad de expresión extranjera, o la eliminación de la censura aquí en nuestro propio país?

El subterfugio y la propaganda que existen en nuestro país son evidentes en cada lado. Esta noche trataré de penetrar parcialmente en ellos para llegar a los hechos desnudos que se encuentran debajo.

Cuando esta guerra comenzó en Europa, estaba claro que el pueblo americano se oponía firmemente a entrar en ella. ¿Por qué no habríamos de hacerlo? Teníamos la mejor posición defensiva del mundo; teníamos una tradición de independencia de Europa, y la única vez que participamos en una guerra europea, esta dejó los problemas de Europa sin resolver y las deudas contraídas con Norteamérica sin pagar.

Las encuestas nacionales demostraron que, en 1939, cuando Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania, menos del diez por ciento de nuestra población estaba de acuerdo en que Estados Unidos siguiera un rumbo similar.

Pero hay varios grupos de personas, aquí y en el extranjero, cuyos intereses y creencias exigían la involucración de Estados Unidos en la guerra. Esta noche voy a mencionar algunos de tales grupos y bosquejar sus métodos de actuación. Al hacer esto, debo hablar con la máxima franqueza, pues, a fin de contrarrestar sus esfuerzos, debemos saber exactamente quiénes son.

Los tres grupos más importantes que han estado empujando a este país hacia la guerra son los británicos, los judíos y la administración Roosevelt.

Detrás de estos grupos, pero con una importancia menor, hay una serie de capitalistas, anglófilos e intelectuales que creen que el futuro de la humanidad depende del dominio del Imperio británico. Añadidles los grupos comunistas que se oponían a la intervención hasta hace unas pocas semanas y creo haber nombrado a los grandes agitadores belicistas de este país.

Me refiero tan solo a los agitadores belicistas, no a los hombres y mujeres sinceros pero equivocados que, confundidos por la información errónea y asustados por la propaganda, siguen la iniciativa de los agitadores belicistas.

Como he dicho, estos agitadores belicistas constituyen solamente una pequeña minoría de nuestro pueblo, pero tienen una enorme influencia. Han organizado el poder de su propaganda, su dinero y su influencia política contra la determinación del pueblo americano de mantenerse al margen de la guerra.

Consideremos a estos grupos, uno por uno.

Primero, los británicos: es evidente y perfectamente comprensible que Gran Bretaña desee que Estados Unidos participe en la guerra a su lado. Inglaterra se encuentra ahora en una situación desesperada.

No tiene una población lo bastante amplia y sus ejércitos no son lo bastante fuertes para invadir el continente europeo y ganar la guerra declarada contra Alemania.

Su posición geográfica es tal que no puede ganar la guerra solo con el uso de la aviación, al margen del número de aparatos que le enviemos. Incluso si Norteamérica entrara en la guerra, es improbable que los ejércitos aliados pudieran invadir Europa y arrollar a las potencias del Eje. Pero una cosa es cierta: si Inglaterra es capaz de arrastrar a este país a la guerra, podrá cargar sobre nuestros hombros gran parte de la responsabilidad de librarla y de pagar sus costes.

Como todos sabéis, nos quedamos con las deudas sin saldar de la última guerra europea, y, a menos que seamos más cautos en el futuro de lo que lo hemos sido en el pasado, en el caso que nos ocupa nos quedaremos con las deudas sin saldar. De no ser por la esperanza de que asumamos la responsabilidad de la guerra tanto financiera como militarmente, creo que Inglaterra habría negociado la paz en Europa meses atrás, y se encontraría ahora en una situación mejor.

Inglaterra ha dedicado y seguirá dedicando todos los esfuerzos a meternos en la guerra. Sabemos que, durante el conflicto anterior, gastó enormes sumas de dinero en este país para involucramos. Los ingleses han escrito libros acerca del inteligente uso que hicieron de esa financiación.

Sabemos que, durante la guerra actual, Inglaterra está gastando en Norteamérica grandes sumas de dinero en propaganda. Si nosotros fuésemos ingleses, haríamos lo mismo. Pero nuestros intereses están primero en Norteamérica y, como americanos, es esencial que nos demos cuenta de los esfuerzos que están haciendo los intereses británicos para arrastrarnos a su guerra.

El segundo gran grupo que he mencionado es el de los judíos.

No es difícil comprender por qué razón el pueblo judío desea la derrota de la Alemania nazi. La persecución que han sufrido en Alemania bastaría para convertir a cualquier raza en implacables enemigos.

Ninguna persona con sentido de la dignidad humana puede aprobar la persecución de la raza judía en Alemania. Pero ninguna persona honesta y con visión de futuro puede considerar aquí y ahora su política a favor de la guerra sin ver los peligros que entraña tanto para nosotros como para ellos. En vez de agitar las conciencias para entrar en guerra, los grupos judíos de este país deberían oponerse de todas las maneras posibles, pues ellos figurarán entre los primeros en sufrir sus consecuencias.

La tolerancia es una virtud que depende de la paz y la fortaleza. La historia demuestra que no puede sobrevivir a la guerra y la devastación. Unos pocos judíos clarividentes se percatan de ello y se oponen a la intervención, pero la mayoría siguen sin hacerlo.

El mayor peligro que representan para este país reside en el alcance de sus posesiones y su influencia en nuestra industria cinematográfica, nuestra prensa, nuestra radio y nuestro gobierno.

No estoy atacando ni a los judíos ni al pueblo británico. Admiro a ambas razas, pero digo que los dirigentes de las razas británica y judía, por razones que son tan comprensibles desde sus puntos de vista como desaconsejables desde el nuestro, por razones que no son americanas, desean involucramos en la guerra.

No podemos culparles de que salgan en defensa de aquello que estiman sus propios intereses, pero nosotros también debemos defender los nuestros. No podemos permitir que las pasiones y los prejuicios naturales de otros pueblos lleven a nuestro país a la destrucción.

La administración Roosevelt es el tercer grupo poderoso que ha estado llevando a este país hacia la guerra. Sus miembros han utilizado la situación de emergencia bélica para obtener un tercer mandato presidencial por primera vez en la historia norteamericana. Han utilizado la guerra para añadir una cantidad ilimitada de miles de millones a una deuda que ya era la más alta que hemos conocido jamás. Y han utilizado la guerra para justificar la restricción del poder del Congreso y la asunción de procedimientos dictatoriales por parte del presidente y los miembros de su gabinete.

El poder de la administración Roosevelt depende del mantenimiento de una situación de emergencia en tiempo de guerra. El prestigio de la administración Roosevelt depende del éxito de Gran Bretaña, a la que el presidente unió su futuro político en una época en que la mayoría de la gente pensaba que Inglaterra y Francia ganarían fácilmente la guerra. El peligro de la administración Roosevelt radica en su subterfugio. Mientras sus miembros nos han prometido paz, nos han conducido a la guerra sin hacer caso del programa por el que fueron elegidos.

Al seleccionar a estos tres grupos como los principales agitadores belicistas, he incluido solo a aquellos cuyo apoyo es esencial para quienes desean entrar en guerra. Si cualquiera de estos tres grupos —los británicos, los judíos o la administración— deja de agitar en pro de la guerra, creo que correremos poco peligro de involucrarnos.

No creo que dos de ellos sean lo bastante poderosos para llevar a este país a la guerra sin el apoyo del tercero. Y comparados con esos tres, como he dicho, todos los demás grupos belicistas tienen una importancia secundaria.

En 1939, cuando comenzaron las hostilidades en Europa, esos grupos comprendieron que el pueblo americano no tenía intención de entrar en la guerra. Sabían que seria peor que inútil pedirnos una declaración de guerra en aquel momento, pero creyeron que sería posible involucrar a este país en la guerra de una manera muy parecida a la de nuestra intervención en el conflicto anterior.

Lo planearon así: primero, preparar a Estados Unidos para la guerra extranjera so capa de defensa norteamericana; en segundo lugar, involucrarnos en la guerra, paso a paso, sin que nos demos cuenta; en tercer lugar, crear una serie de incidentes que nos obliguen a intervenir en el conflicto actual. Por supuesto, estos planes debían ser encubiertos y ayudados por el pleno poder de su propaganda.

Nuestros teatros pronto se llenaron de obras que escenificaban la gloria de la guerra. Los noticiarios cinematográficos perdieron todo asomo de objetividad. Periódicos y revistas empezaron a perder publicidad si publicaban artículos contrarios a la intervención. Se instituyó una campaña de desprestigio contra los individuos que se oponían a la intervención. Sin cesar se calificaba con los términos «quintacolumnista», «traidor», «nazi», «antisemita» a cualquiera que se atreviese a sugerir que entrar en la guerra no convenía a Estados Unidos. Los hombres perdían sus empleos si se mostraban francamente antibelicistas. Otros muchos ya no se atrevían a hablar.

No pasó mucho tiempo antes de que las salas de conferencias que estaban abiertas para los defensores de la guerra estuvieran cerradas para los oradores que se oponían a ella. Se inició una campaña de miedo. Nos dijeron que la aviación, que ha mantenido a la flota británica alejada del continente europeo, hacía a Estados Unidos más vulnerable que nunca a una invasión. La propaganda estaba en su apogeo.

No había dificultad para obtener armamento por valor de miles de millones de dólares con el pretexto de defender Norteamérica. Nuestro pueblo estaba unido en un programa de defensa. El Congreso aprobaba una asignación tras otra para adquirir armas, aviones y buques de guerra, con la aceptación de una abrumadora mayoría de nuestros ciudadanos. Que una parte considerable de esas asignaciones se utilizaba para fabricar armamento con destino a Europa, no lo supimos hasta más adelante. Ese fue otro paso.

Por poner un ejemplo concreto: en 1939 se nos dijo que debíamos aumentar los efectivos de nuestro cuerpo aéreo hasta un total de cinco mil aviones. El Congreso aprobó la legislación necesaria. Al cabo de unos meses, la administración nos dijo que Estados Unidos debería contar por lo menos con cincuenta mil aviones para nuestra defensa nacional. Pero casi con tanta rapidez como los cazas salían de las fábricas, eran enviados al extranjero, a pesar de que nuestro propio cuerpo aéreo tenía una mayor necesidad de nuevo equipo; así, pues, hoy, dos años después del comienzo de la guerra, el ejército norteamericano tiene unos pocos centenares de bombarderos y cazas rigurosamente modernos; de hecho, menos de los que Alemania es capaz de producir en un solo mes.

Desde sus inicios, nuestro programa de armamento ha sido trazado con el objetivo de continuar la guerra en Europa, mucho más que con el objetivo de construir una adecuada defensa de Norteamérica.

Ahora bien, al mismo tiempo que nos preparábamos para una guerra extranjera, era necesario, como he dicho, involucrarnos en la guerra. Esto se consiguió bajo la ya famosa frase «pequeños pasos, excepto el de la guerra».

Se nos dijo que Inglaterra y Francia vencerían con solo que Estados Unidos retirase el embargo de armas y les vendiéramos municiones. Y entonces empezó a sonar un estribillo familiar, un estribillo que marcó durante muchos meses cada paso que dábamos hacia la guerra: «la mejor manera de defender a América y mantenernos al margen de la guerra», nos decían, era «ayudar a los aliados».

Primero, aceptamos vender armas a Europa; a continuación, aceptamos prestar armas a Europa; luego, aceptamos patrullar el océano por Europa; después, ocupamos una isla europea en zona de guerra. Ahora, hemos llegado al borde de la guerra.

Los grupos belicistas han triunfado en los dos primeros de sus tres pasos principales hacia la guerra. El mayor programa de armamento en nuestra historia está en marcha.

Nos hemos involucrado en la guerra desde prácticamente todos los puntos de vista, excepto el de combatir directamente. Lo único que queda por hacer es la creación de suficientes «incidentes», y podéis ver que el primero de ellos ya está teniendo lugar, de acuerdo con lo planeado, un plan que jamás se presentó al pueblo americano para su aprobación.

Hombres y mujeres de Iowa: hoy en día, una sola cosa mantiene a este país al margen de la guerra, y es la creciente oposición del pueblo americano. Hoy nuestro sistema de democracia y nuestro gobierno representativo están sometidos a prueba como nunca lo habían estado antes. Nos hallamos al borde de una guerra en la que el único vencedor sería el caos y la postración.

Nos hallamos al borde de una guerra para la que aún no estamos preparados y para la que nadie ha ofrecido un plan de victoria factible, una guerra que no se puede ganar sin enviar a nuestros soldados al otro lado del océano para forzar el desembarco en una costa hostil contra ejércitos más fuertes que el nuestro.

Nos encontramos al borde de una guerra, pero aún no es demasiado tarde para permanecer al margen. No es demasiado tarde para demostrar que ninguna cantidad de dinero ni propaganda ni influencia política pueden obligar a un pueblo libre e independiente a ir a la guerra contra su voluntad. Todavía no es demasiado tarde para recuperar y mantener el destino norteamericano independiente que nuestros antepasados establecieron en este nuevo mundo.

Todo el futuro descansa sobre nuestros hombros. Depende de nuestra acción, nuestro valor y nuestra inteligencia. Si estáis en contra de nuestra intervención en la guerra, ahora es el momento de hacer oír vuestra voz.

Ayudadnos a organizar estas reuniones, y escribid a vuestros representantes en Washington. Os digo que el último bastión de la democracia y el gobierno representativo en este país se encuentra en nuestra Cámara de Representantes y en nuestro Senado.

Allí todavía podemos hacer valer nuestra voluntad. Y si nosotros, el pueblo americano, hacemos eso, la independencia y la libertad seguirán vivas entre nosotros, y no habrá ninguna guerra extranjera.

De Lindbergh, de A. Scott Berg, 1998

Lindbergh creía que la paz solo podía existir mientras «nos unamos para preservar esa posesión inestimable, nuestra herencia de sangre europea, solo mientras nos protejamos contra los ataques de ejércitos enemigos y la dilución ocasionada por las razas extranjeras». Consideraba la aviación como «un don del cielo para las naciones occidentales que ya eran los líderes de su tiempo… una herramienta hecha especialmente para manos occidentales, un arte científico que otros solo pueden copiar de una manera mediocre, otra barrera entre la ingente población asiática y la herencia griega europea, una de esas inestimables posesiones que permiten a la raza blanca vivir en un mar proceloso de amarillos, negros y morenos».

Lindbergh creía que la Unión Soviética se había convertido en el imperio más maligno de la Tierra y que la civilización occidental dependía de repeler tanto a ella como a las potencias asiáticas que se encontraban más allá de sus fronteras, «el mongol, el persa y el moro». Escribió que también dependía de «una fuerza unificada entre nosotros mismos, una fuerza demasiado grande para que las potencias extranjeras la desafíen; de una Muralla Occidental de raza y armas que pueda frenar tanto a Genghis Khan como a una infiltración de sangre inferior…».