He pasado la noche en blanco, pero hoy no me volveré a acostar. Ya veremos mañana por la noche. Ya no me queda más que una pequeñita sombra de chico como la de todo el mundo. Lo compruebo en la pared del pasillo, estoy bastante contento de haberla recuperado, ligera y yo ligero dentro de ella. Fácil de manejar, casi invisible: los reflejos naturales vuelven rápido.
Tengo un poco de frío, sin duda, por la falta de sueño. Me llega un olor a chocolate caliente que procede de la cocina. Para una vez que me levanto temprano, iré a desayunar con papá.