Lo miro alejarse despacio hacia la parte alta de la urbanización. Sus pasos resuenan como viejos truenos, y oigo los ruidos de las cosas que se rompen; ha debido de pisar un coche mal aparcado.

Las farolas parecen lámparas de mesa que se hubieran plantado en la acera. Es abiertamente de día, pero aún están encendidas. En cambio, las estrellas y la luna se fueron.

Mientras Jack desaparece por las estribaciones de Vercors, yo me pongo a canturrear: «Giant Jack is on my back, I was trembling like a bird with no feather on the skin, I had gasoline all over my wings, he looks like a storm with a solid body, he looks like a storm, Giant Jack is on my back». Sujeto entre los dedos el relojito roto.

A lo lejos, lo oigo responder como un cañón, con su voz apetardada de cantante melódico-Boeing: «I’m on your back man, cold like ice, but I will Project you well… hey it’s too large for a “little me”».

El sonido de su voz se atenúa, poco a poco, hasta el silencio. Una última sacudida de su risa. Hacer cosquillas a un contrabajo viviente haría exactamente el mismo ruido. Y después nada más. Último eco y silencio total.