Capítulo VII

Comparación de las especies orientales y occidentales — Antigüedad de las especies orientales — Razas nativas conocidas de los Imperios chino y japonés — Características distintivas del Imperial — Nota sobre el Celestial.

[…] Los secretos del programa de cría del Imperial se guardan con tanto celo como los tesoros nacionales. Sin duda lo son, y se transmiten exclusivamente de forma oral entre gente de confianza y a través de documentos codificados con cifrados muy bien protegidos. Es muy poco lo que se sabe en Occidente sobre estas razas y lo cierto es que apenas ha trascendido nada fuera de los límites de la capital imperial.

Algunas observaciones por parte de los viajeros han permitido reunir apenas un puñado de detalles incompletos; sabemos que las razas Imperial y Celestial se distinguen por el número de garras en sus zarpas, cinco, mientras que casi todo el resto de razas de dragones suelen tener cuatro; del mismo modo, sus alas tienen seis nervaduras, a diferencia de las cinco habituales en otras especies asiáticas. En Oriente, a estas razas se les supone una inteligencia claramente superior y retienen en la madurez esa destacable facilidad de memoria y desempeño lingüístico que los dragones suelen perder de forma temprana en sus vidas.

Tenemos un testigo reciente de la veracidad de esta aseveración, además de fiable: el señor conde de la Perouse se encontró con un dragón Imperial en la corte coreana, a la que se le había concedido a veces el privilegio de un huevo de Imperial, debido a sus estrechas relaciones con la corte china. Al ser el primer francés presente en la corte coreana en tiempos recientes, se le pidió que le impartiera algunas lecciones de su lengua, y según contó luego, el dragón, a pesar de ser ya adulto cuando llegó el momento de su partida, fue perfectamente capaz de mantener una conversación, apenas un mes después, un logro digno de alabanza incluso para el más dotado lingüista […].

Las escasas ilustraciones obtenidas en Occidente nos permiten deducir una estrecha relación existente entre los Celestiales y los Imperiales, aunque se sabe muy poco más de ellos. El «viento divino», la habilidad más misteriosa de los dragones, nos resulta conocida sólo por referencias vagas, lo que nos ha hecho creer que los Celestiales son capaces de producir terremotos o tormentas o incluso arrasar una ciudad hasta los cimientos. Es evidente que los efectos han sido claramente exagerados, aunque hay un respeto considerable en la práctica por esta habilidad entre las naciones orientales, lo cual hace necesario tomar con precaución cualquier concepción clara de este don como pura fantasía […].