Si hoy en día un hombre quisiera seguir las enseñanzas del Viejo Testamento, sería un criminal. Si siguiera estrictamente las enseñanzas del Nuevo, estaría loco.
El inventor del arado hizo más bien que el que hizo el primer rosario, porque, se diga lo que se diga, arar es mejor que rezar.
Con jabón, el bautismo es una buena cosa.
En la naturaleza no hay premios ni castigos. Hay consecuencias.
Sí. Si un hombre cree de verdad que Dios defendió la esclavitud, que capitaneó soldados para matar a mujeres y niños, que creía en la poligamia, que persiguió a personas por sus opiniones, que nos castigará en la eternidad y que odia al no creyente, todo esto me lleva a tener la peor opinión. Estas ideas siempre han sido malas. Estas ideas levantaron las mazmorras de la Inquisición. Estas ideas hicieron que los puritanos asesinaran a los cuáqueros.
Pocas naciones han sido tan pobres como para tener un solo dios. Hacer dioses es muy fácil, y la materia prima cuesta tan poco que, por lo general, el mercado de dioses está saturado, y el cielo a rebosar de esos fantasmas.
Si el fundador del cristianismo hubiera dicho sencillamente: «No hay que creer para obtener la salvación; sólo es necesario hacer el bien y quien realmente ame a su prójimo, quien sea amable, honrado, justo y caritativo, tendrá mi bendición para siempre». Si sólo hubiera dicho esto, probablemente habría habido muy pocas persecuciones.
La vieja doctrina de que… Dios premia al virtuoso y castiga al malvado se esfuma si reflexionamos. Sabemos que algunos de los peores hombres tienen lo que se llama éxito. Sabemos que algunos de los mejores hombres duermen en la paja del fracaso. Sabemos que los honrados pasan hambre, mientras que los ladrones se dan el banquete. Sabemos que los viciosos tienen todas las comodidades, mientras que el virtuoso va vestido con andrajos.
El miedo cree. El valor duda. El miedo se abate sobre la tierra y reza. El valor se yergue y piensa. El miedo se retira. El valor avanza. El miedo es bárbaro. El valor, la civilización. El miedo cree en brujerías, demonios y fantasmas. El miedo es la religión. El valor, la ciencia.
Las manos que ayudan son mucho mejor que los labios que rezan.
Las Iglesias no confían entre sí. ¿Por qué? Porque se conocen bien unas a otras.
La idea de que la fe en Cristo será recompensada en una eternidad llena de gozos —aunque la razón, la observación y la experiencia apunten a un castigo eterno— es demasiado absurda para refutarla y sólo puede ser perdonada por la desgraciada mezcla de locura e ignorancia que llamamos «fe».
El trabajo es la única oración a la que responde la Naturaleza. Es la única oración que se merece una respuesta. El bueno, honesto y noble trabajo.
La Biblia sirve de inspiración dependiendo de la ignorancia de quien la lee.
Puede ser que los sacerdotes realmente piensen que sus rezos hacen el bien, y puede ser que las ranas imaginen que su croar trae la primavera.
Yo sé que los curas saben que ellos saben que no saben.
El cristianismo desprecia tanto la naturaleza humana que realmente no cree que el hombre pueda abrazar la verdad a menos que se le atemorice con la idea de creer en Dios. Jamás nadie tuvo una opinión tan baja de la raza humana.
No veo por qué debemos esperar que un Dios infinito haga las cosas mejor en otro mundo de lo que las ha hecho en éste.
Una investigación honesta es completamente imposible en relación con ninguna Iglesia, por la sencilla razón de que si uno cree que la Iglesia está en lo cierto, no investiga, y si uno cree que está equivocada, la Iglesia te investigará a ti.
En la medida en que una pregunta se responde con la palabra «dios», la investigación científica es simplemente imposible.
Tengo muy poca confianza en cualquier empresa, negocio o inversión que prometa dividendos sólo después de que se mueran los accionistas.