El hecho de rezar, al menos entre los cuerdos, nunca ha logrado más que los esfuerzos concretos para obtener el objetivo deseado.
Siempre puedo decirme que mi ateísmo, como el de Spinoza, es auténtica piedad hacia el universo y que sólo niega los dioses creados por los hombres conforme a su propia imagen, para ser siervos de sus intereses mundanos.
El fanatismo consiste en redoblar los esfuerzos cuando has olvidado tu objetivo principal.
Las religiones son los mayores cuentos de hadas de la conciencia.
Que un miedo primigenio creó los dioses es tal vez tan cierto como que nada tan pequeño se ha erigido en algo tan grande.
Toda religión, por muy querida que sea por aquellos cuyas vidas santifica y por mucho que cumpla una función necesaria en la sociedad que la ha adoptado, necesariamente contradice todas las demás religiones y probablemente se contradice a sí misma.
La idea de Jesucristo es mucho más vieja que el cristianismo.
La religión es la reacción natural de la imaginación cuando se ve confrontada ante las dificultades de un mundo agresivo.
Tener fe en lo sobrenatural es la apuesta desesperada que hace el hombre cuando su suerte está en horas bajas.