El Petit Journal

UN PERIÓDICO MUY FRANCÉS, el Petit Journal, ha celebrado ayer su cincuentenario. Ha hecho venir a París las grandes carrozas del Carnaval de Niza, las ha reconstruido bajo una inmensa bóveda del Metro y ha organizado un cortejo que recorrió las principales calles de la ciudad.

El Petit Journal es un pequeño gran diario, un gran diario para los guardias de Seguridad, para las porteras, para los tenderos de comestibles, para las modistillas y para los provincianos. Es el más provinciano de todos los periódicos de París. Las grandes virtudes que se exaltan en el Petit Journal son el ahorro, el orden, el trabajo y la resignación. El Petit Journal es el periódico francés por excelencia. Ríanse ustedes del Matin y del Gil Blas y de todos los periódicos muy parisienses, porque París no es Francia. Al francés del pueblo le desagrada la ironía, y los redactores del Petit Journal no pueden hacerla. En el Petit Journal está prohibido escribir las palabras: Province, paysan, amant y maitresse. Recientemente, el Consejo del Petit Journal se reunió para deliberar sobre si era conveniente escribir con todas sus letras el nombre de M. Cochon, secretario del Sindicato de Inquilinos.

Se dice que el público español es muy mojigato, y se habla de esta Francia libre, tolerante y emancipada. Francia es emancipada en la plaza Pigalle a las cuatro de la mañana. En provincias es el pueblo más burgués del mundo.

El Petit Journal ha sido fundado hace cincuenta años, cuando la Prensa francesa vivía bajo un régimen de tremenda restricción. Desde su primer número no publicó más que informaciones, noticias y novelas. Fue un precursor. Los periodistas se emanciparon de la política en el Petit Journal, y comenzaron a hacer el primer periódico francés de información y de entretenimiento. A los tres meses el Petit Journal tiraba doscientos mil ejemplares. Luego se encargó de dirigirlo Emilio de Girardin, quien lo hizo llegar a una venta de quinientos mil. Marinoni, después, inventó para el Petit Journal la máquina rotativa. Montepin, Richebourg, Paul Feval, publicaron sus folletines en el Petit Journal con un éxito inmenso.

La Prensa moderna le debe mucho al Petit Journal. Le debe la rotativa y le debe la emancipación política: un gran progreso material y un gran progreso moral. Utilizando estos dos progresos se han fundado en París periódicos muy superiores al Petit Journal; pero el Petit Journal sigue vendiéndose más que ninguno. El verdadero público francés es el mismo que hace cincuenta años.