Maneras de ser español

UN SEÑOR DE SOMBRERO CORDOBÉS y americana torera.

El gerente me pidió permiso para instalarlo a mi mesa, y yo comencé a hablar con él.

—¿Es usted español? —le pregunté.

—No, señor. Yo soy danés.

—Pues el gerente me ha dicho que es usted español.

—Verá usted —exclamó el hombre después de una pausa—. Yo creo que eso de ser español, más que una cuestión de nacionalidad, es una cuestión de temperamento. A lo menos en estas latitudes, de Suiza hacia el Norte, se es español como se es sanguíneo, o linfático, o bilioso. Cuando una mujer dice que un hombre tiene un tipo muy español está muy lejos de pensar que ese hombre haya nacido en España. «Ese hombre tiene un tipo muy español» equivale a decir:

»—Ese hombre debe de ser apasionado, violento y celoso.

»Claro que lo probable es que el temperamento español abunde en España más que en ningún otro país; pero esto no significa el que todos los españoles tengan un temperamento español. Yo he conocido en Copenhague a un español del que decían algunas mujeres:

»—Pues no me ha resultado tan español como yo creía.

»Y es que esas mujeres confundían el temperamento con la nacionalidad. En cambio, de mí hay quien dice que soy muy español. Se puede ser más o menos español por temperamento, mientras que por nacionalidad no hay manera de ser más o menos de España, sino que se es de España o no. Yo soy danés de nacionalidad y español de temperamento. Ahora bien; así como los patriotas quieren clasificar a los hombres por países y los socialistas por oficios, yo creo que es más lógico clasificarlos por temperamentos. Por eso yo me he clasificado como español en vez de clasificarme como danés. Yo llevo mi españolismo en la sangre, en los nervios, en el hígado. Para ser un español completo, usted cree que me falta haber nacido en España; pero yo no le doy importancia ninguna a este pequeño detalle. Por lo demás, nadie se la da tampoco, excepto ustedes, los españoles de origen. Ustedes tienen todos los inconvenientes de ser españoles, y a veces no tienen ustedes ninguna de las ventajas de que goza en Europa el español. Yo tengo las ventajas sin los inconvenientes. Yo no hablo castellano, es cierto; pero hablo alemán, francés, inglés… Hablo los idiomas de los países en donde se cotiza el temperamente español…

Mi vecino de mesa continuó así durante largo rato. Yo me sentía achicado frente a él. Luego pagó su consumición y se fue de una manera torera.