Escuelas de españolismo

EL ESPAÑOL DE PARÍS es completamente distinto del español de Londres. No es que el español de París esté afrancesado ni el de Londres inglesizado. Probablemente, los españoles de París y Londres serán mucho más españoles que los españoles de Madrid.

En Madrid viste mucho tener un aire parisién o londinense, mientras que en París o en Londres vale mucho más tener un aire español. El español de París y el de Londres son ambos perfectamente españoles; pero cada uno cultiva el españolismo que puede tener más éxito en el medio donde vive. En París hay una idea acerca de España, y en Londres hay otra. Con vivir más lejos de nosotros que los franceses y con tener una lengua mucho más distinta de la nuestra, los ingleses nos conocen mucho mejor. Los franceses no nos han conocido nunca, y las francesas, tampoco. Los franceses se figuran al español como una cosa mixta entre fraile y torero; como un hombre muy sombrío, que fusila a todo el que se le pone por delante, y como un hombre muy jacarandoso, que se pasa la vida tocando las castañuelas y bailando el garrotín.

Y como uno acaba por ser lo que la gente cree que es, el español de París resulta un tipo extraordinario. Aquí se aficiona uno a los toros. Aquí, muchos muchachos catalanes y gallegos adquieren el acento andaluz. Aquí, en el Tabarin, en el Bullier, en el Elisée Montmartre y en el Moulin de la Galette, aprende uno a bailar flamenco. Aquí se han puesto muchos españoles la primera capa y el primer sombrero cordobés.

El español de Londres habla de Bilbao, de Barcelona, de Valencia. El español de París habla de Sevilla, de Málaga, de Granada. El de Londres habla del Rey. El de París habla de Ferrer. El de Londres estudia estadísticas. El de París torea los automóviles en pleno boulevard… Que no me hablen a mí de europeización. El español se europeíza en España y se españoliza en el extranjero. Su españolismo es distinto según se desarrolle en Londres o en París; pero no su europeísmo.

En España, ustedes tienen también una idea distinta acerca del español que se ha venido a París y acerca del que se ha ido a Londres. Al que está en París se lo figuran ustedes en una juerga continua, con mujeres pintadas, música y champagne. Es la idea que ustedes tienen de París. De Londres tienen ustedes una idea de sastrería: gabanes muy gordos, chaquetas muy amplias, impermeables magníficos. Así, al español de Londres se lo figuran ustedes vestido como un rey.

El español de Londres es serio, y cuando viene a París siente una gran indignación contra la vida parisién. El de París no puede pasar más de dos días en Londres. Parece que el español de Londres está muy acostumbrado a Londres, y que el de París se encuentra muy bien en París. Nada de eso. Como ambos son españoles, ambos se pasan la vida protestando: el de París contra Francia, y el de Londres contra Inglaterra. Mientras tanto, ustedes, los españoles que no han abandonado España, protestan contra ella.