LE MATIN SE HA DIRIGIDO a las más distinguidas artistas parisienses consultándolas sobre una cuestión de estética masculina: «Los hombres ¿deben usar bigote o barba, o bien deben afeitarse completamente?».
Si en Francia hubiera todavía espíritu nacional, si este no fuera un país que se deshace, las artistas francesas hubieran votado a coro por los bigotes borgoñones, por las barbas en punta, por las moscas y por las perillas. Todos estos aditamentos capilares representan el carácter de la raza. Votar en contra es como entregarse en brazos del extranjero.
Hace algunos años, otro periódico planteó la misma cuestión, y casi todas las artistas consultadas se abstuvieron de responder, o respondieron evasivamente. Una de ellas explicó esta reserva ante el redactor que la acosaba:
«La mayoría de nosotras —le dijo— tenemos un amigo serio, sin pelos en la cabeza, pero con una barba muy larga, y otro amigo que no es serio, con una cabellera rizada y con la cara afeitada a la moda. No podemos pronunciarnos por la barba ni en contra de ella…».
Hoy todas las barbas han caído, aun las más graves, y las artistas consultadas por Le Matin pueden opinar francamente. Así, todas ellas opinan en contra de la barba, con excepción de una sola, según la cual hay muchos hombres que debieran dejarse la barba. En la cabeza.
Para Le Matin esto es una cuestión de estética. Para mí es casi una cuestión política. Es la decadencia de Francia y el triunfo de América. Es el fracaso de la exuberancia y de la fanfarronería francesas. Se ve que los fieros bigotes borgoñones y las rizadas perillas gasconas no harán ya más conquistas en el mundo. No conquistarán pueblos, así como no conquistan artistas de varietés.
La decadencia del bigote francés se ha operado en poquísimo tiempo. El reciente estreno del Bel Ami en el teatro del Vaudeville lo demuestra. Supongo que todos ustedes conocen al protagonista de la novela de Maupassant, aquel «Bel Ami» de altivos bigotes que seducía a todas las mujeres. Pues Noziéres, el autor de la adaptación teatral, nos lo presenta en el Vaudeville sin pelo de bigote. «Le he afeitado —declaró Noziéres en el Excelsior— porque actualmente un seductor con bigotes es incomprensible en París».
Los bigotes han fracasado en la misma Francia. ¿Cómo van a triunfar en el mundo? Las artistas francesas se pronuncian por los rostros a la americana. La Francia entera se hace afeitar, y a mí esta operación de barbería me parece así como la que ejecuta el verdugo con el reo antes de quitarle la cabeza.