Notas

[1] Aquí el autor da como simples merodeadores del mar Caribe y del golfo de México a los corsarios de Inglaterra, Holanda, etc., que hacían el corso con anuencia de sus respectivas naciones. Esos filibusteros los lanzaban las naciones enemigas de España; pero no eran simples particulares. Estos tenían muy buen cuidado de no ponerse a tiro. <<

[2] Don Fadrique Toledo, que es el almirante a que se refiere el autor, además de arrojar a los holandeses del puerto de San Salvador en el Brasil y de realizar otros muchos hechos de armas admirables, en donde hizo prisioneros a más de mil filibusteros ingleses, franceses y holandeses, dio por entonces una batida a los corsarios de las Nieves y las Tortugas, apoderándose de gran número de barcos, de ciento cuarenta y tres cañones, cuarenta y dos pedreros y algunos miles de fusiles, y envió prisioneros a Europa dos mil trescientos corsarios, sin contar los que perecieron en los combates ni los que fueron ajusticiados en las Antillas. (N. del T.) <<

[3] No existían en Maracaibo, población casi insignificante entonces. (N. del T.) <<

[4] Así andan los escritores extranjeros respecto de conocimientos de la historia. Como no ignoran los lectores, Flandes y Holanda eran Estados dependientes de España por virtud del casamiento de Felipe El Hermoso con doña Juana La Loca. El duque de Alba fue un mandatario de Felipe II, enviado para restablecer la unidad religiosa y reprimir la insurrección que esto motivó. (N. del T.) <<

[5] Los botánicos designan esta planta con el nombre de hura crepitans. <<

[6] Por los días de filibusterismo se imprimían en Holanda, Francia e Inglaterra, historias semejantes a las que relatan los hechos de José María y otros bandoleros célebres. Claro es que dichas historias no tenían mayor veracidad que la de la fantasía de los que las escribieron. (N. del T.) <<

[7] Nunca los tuvo Gibraltar, que apenas si figuró entre las poblaciones importantes de Venezuela. (N. del T.) <<