Doy las gracias a Harriet McNeal, Burdette Palmberg, mi mujer (Martha Ineichen Smith), y mi madre (Shirley Underwood), por leer el primer borrador de esta novela. Sus incomparables perspectivas y sus ánimos continuos me ayudaron mucho durante el proceso de reescritura. También debo dar gracias a mis viejos amigos Matthew Jockers y Britta Luher, a Matt por ayudarme con los fragmentos montañosos de la historia y a Britta por enseñarme Hamburgo. Muchas gracias también a todos los que, a lo largo de los años, habéis compartido conmigo vuestros recursos cuando más los necesitaba: Herbert Ineichen, Doug y María Smith, Don Jennermann, y Rick Williams.
Finalmente, desearía dedicar un agradecimiento especial a mi editor, Ed Handyside, y a mi agente, Jeffrey Simmons. Este libro no habría sido posible sin su fe inquebrantable y su esfuerzo.