Empecemos por la extracción, que es una palabra elegante para decir explotación de los recursos naturales, que también es una palabra elegante para decir destrucción del planeta.
Lo que vemos es que cortamos los árboles,
volamos las montañas para extraer los metales que hay dentro,
agotamos todo el agua
y eliminamos a los animales.
Así que aquí nos topamos con el primer límite. Se nos están acabando los recursos[8].
Estamos usando demasiadas cosas. Sé que puede ser difícil escuchar esto, pero es la verdad y tenemos que enfrentarnos a ella. Tan sólo en las tres últimas décadas, se ha consumido un tercio de los recursos naturales del planeta[9]. Ha desaparecido.
Estamos talando, minando, agujereando y destrozando el entorno tan rápido que estamos minando la propia capacidad del planeta para hacer que podamos vivir aquí[10].
Donde vivo yo, en Estados Unidos, sólo nos queda menos del 4% de los bosques primarios[11].
El cuarenta por ciento de los cursos de agua ya no son aptos para beber[12]. Y nuestro problema no es sólo que usamos demasiadas cosas, sino que usamos más de lo que nos corresponde.
Nosotros [Estados Unidos] tenemos el 5% de la población mundial, pero usamos el 30% de los recursos del planeta[13] y generamos el 30% de los desechos del mundo[14].
Si todos consumiéramos al ritmo de Estados Unidos, necesitaríamos de 3 a 5 planetas[15]. Y ¿sabéis qué? Sólo tenemos uno.
Bien, la respuesta de mi país a esta limitación es simplemente ¡ir y tomar los recursos de otros! Es decir, del Tercer Mundo, que –dirían algunos– es otra expresión para referirse a cosas nuestras que de alguna forma se encuentran en tierras de otros[16].
Así que, ¿cuál es el panorama?
El mismo: la destrucción del entorno.
¿Y qué sucede con la gente que vive allí? Bien, según estos individuos, no son dueños de esos recursos aunque hayan vivido allí durante generaciones, no poseen los medios de producción y no compran muchas cosas. Y en este sistema, si no posees o compras muchas cosas, no vales nada[20].