Ricciardi debe dar las gracias a algunas personas por el hecho de estar aquí.
En primer lugar a Francesco Pinto y Domenico Procacci, por su inteligencia lúcida y temeraria.
A Rosaria Carpinelli, porque su mano atenta está presente de la primera a la última palabra del texto; a Aldo Putignano, porque sabe volar manteniendo los pies bien firmes en la tierra.
Debe dar las gracias a Michele por su constante ayuda, a Giovanni y Roberto, porque le dan sentido a todo.
Por lo que a mí respecta, y no sólo por Ricciardi, vaya mi más profundo agradecimiento a mi dulcísima Paola.