El mariscal de campo Model estaba todavía agitado cuando llegó al Cuartel General de Bittrich, en Doetinchem. Normalmente no habría tardado más de media hora en recorrer la distancia, pero en ese momento, como había hecho numerosas paradas durante el camino para dar la alerta a los comandantes de zona sobre el ataque aerotransportado, el viaje había durado una hora larga. Aunque el mariscal de campo parecía tranquilo, el general Bittrich recordaría posteriormente que «las primeras palabras que me dijo fueron: “¡Casi me cogen! Venían por el Cuartel General. ¡Imagine! ¡Casi me cogen!”».
Inmediatamente, Bittrich puso a Model al corriente de la última información recibida por el II Cuerpo Panzer de las SS. No se distinguía aún una imagen clara de lo que se proponían los Aliados, pero Bittrich expuso a Model su propia teoría: que el asalto iba dirigido a contener al Decimoquinto Ejército, mientras el Segundo Ejército británico avanzaba hacia el Ruhr. Para ello, los Aliados necesitarían capturar los puentes de Nimega y Arnhem. Model discrepó por completo. El puente de Arnhem no era el objetivo, dijo. Aquellas tropas aerotransportadas cambiarían de rumbo y seguirían una dirección nordeste hacia el Ruhr. La situación, creía Model, era todavía demasiado oscura para extraer conclusiones definitivas. Le desconcertaba la cuestión de por qué habían desembarcado fuerzas aerotransportadas en la zona de Nimega. Sin embargo, dio su aprobación a las medidas que Bittrich ya había tomado.
Bittrich insistió sobre la cuestión de los puentes. «Herr mariscal, solicito enérgicamente que los puentes de Nimega y Arnhem sean inmediatamente destruidos», dijo. Model le miró asombrado. «No serán destruidos —le dijo a Bittrich con firmeza—. Cualquiera que sea el plan inglés, esos puentes pueden ser defendidos. No. Decididamente, no. Los puentes no serán volados». Luego, cambiando de tema, Model dijo: «Estoy buscando un nuevo cuartel general, Bittrich». Antes de que éste pudiera responder, Model volvió a decir pensativamente: «¿Sabe? Casi me cogen».
En su Cuartel General de Vught, el coronel general Kurt Student se veía enfrentado a un dilema: su Primer Ejército Paracaidista había quedado dividido en dos partes por el asalto aerotransportado. Sin comunicaciones telefónicas y dependiendo exclusivamente de la radio, le era imposible dirigir a su dividido ejército. Por el momento, las unidades combatían por propia iniciativa sin ninguna dirección aglutinante. Entonces, por un trascendental y fantástico golpe de suerte, le entregaron una cartera de mano encontrada en un planeador Waco derribado cerca de su Cuartel General.
«Era increíble —dijo Student—. En la cartera estaba todo el plan de operaciones enemigo». Student y sus oficiales de Estado Mayor examinaron los planes capturados. «Nos mostraban todo, las zonas de lanzamiento, el corredor, los objetivos, incluso los nombres de las divisiones que participaban. ¡Todo! Inmediatamente, pudimos ver las implicaciones estratégicas. Tenían que apoderarse de los puentes antes de que nosotros pudiéramos destruirlos. Todo lo que se me ocurrió fue: “Esto es justa compensación. ¡Compensación! La Historia se está repitiendo”. Durante nuestra operación aerotransportada en Holanda en 1940, uno de mis oficiales, contraviniendo las rigurosas órdenes, había llevado a la batalla documentos que detallaban todo nuestro ataque, y los documentos habían caído en manos del enemigo. Ahora, la rueda había descrito un círculo completo. Yo sabía exactamente lo que tenía que hacer[51]».
Model no lo sabía aún. Student nunca se había sentido tan frustrado. Debido al fallo de sus sistemas de comunicación, pasarían cerca de diez horas antes de que le fuera posible poner en poder de Model el secreto de Market-Garden. El secreto era que el puente de Arnhem revestía una importancia crucial. Los planes capturados ponían claramente de manifiesto que era la ruta de Montgomery hacia el Ruhr.
Ésta era la clase de batalla que más le gustaba a Model: una que exigía improvisación, audacia y, sobre todo, rapidez. Desde el Cuartel General de Bittrich, Model telefoneó al OB West, Von Rundstedt. Con su característica brusquedad describió la situación y pidió refuerzos inmediatos. «La única forma en que se puede desbaratar este asalto aerotransportado es golpear con fuerza en las primeras 24 horas», le dijo a Von Rundstedt. Model pidió unidades antiaéreas, cañones autopropulsados, carros de combate e infantería; y quería que estuviesen en marcha hacia Arnhem antes del anochecer. Von Rundstedt le dijo que esos refuerzos se pondrían en camino en cuanto estuvieran disponibles. Volviéndose hacia Bittrich, Model dijo con tono triunfante: «¡Ahora vamos a recibir refuerzos!». Model había decidido operar desde Doetinchem; pero, aunque aparentemente se había recuperado del sobresalto de su apresurada salida de Oosterbeek, esta vez no estaba dispuesto a correr el riesgo de que se le cogiera desprevenido. Rehusó instalarse en el castillo. Dirigiría la batalla desde la casita del jardinero.
La perspicacia de Bittrich estaba ya dando sus frutos. Secciones de la División Hohenstaufen de Harzer se dirigían rápidamente hacia la zona de la batalla. La División Frundsberg de Harmel —se esperaba que el propio Harmel regresara durante la noche de Alemania— se hallaba también en marcha. Bittrich había ordenado a Harzer instalar su Cuartel General en una escuela situada en los suburbios septentrionales de Arnhem, desde donde se dominaba la ciudad, y se estaba efectuando el traslado. Pero Harzer hervía de impaciencia. Los vehículos blindados que tenían que haber salido para Alemania a primera hora de la tarde estaban todavía siendo acondicionados con orugas y cañones. Harzer había situado ya las unidades cerca de las zonas británicas de lanzamiento y aterrizaje, bloqueando el camino al oeste de Arnhem. Por el momento, sólo tenía unos cuantos vehículos blindados, varios cañones autopropulsados, algunos carros y unos pocos soldados de infantería. Sin embargo, Harzer esperaba que, mediante una táctica de ataques rápidos y dispersos, podría detener y desorientar a las tropas británicas hasta que el grueso de su división se hallara de nuevo en disposición de combate.
Curiosamente, Harzer ni siquiera sabía que en aquellos momentos se encontraba en la zona el Batallón de Reserva y Entrenamiento de Granaderos Panzer de las SS del comandante Sepp Krafft, la única unidad que se interponía en el avance de las fuerzas aerotransportadas británicas. Harzer concentró su propia fuerza en las dos carreteras principales que conducían a Arnhem: la carretera Ede-Arnhem y la Utrecht-Arnhem. Seguro de que las tropas aerotransportadas utilizarían estas arterias principales, situó a sus unidades en un semicírculo que bloqueaba las dos carreteras. Por descuido, o quizás porque carecía de fuerzas suficientes en ese momento, Harzer no situó ningún grupo a lo largo de una tranquila carretera secundaria que corría paralela a la orilla septentrional del Rin. Era la única ruta no protegida que los británicos podían seguir para llegar al puente de Arnhem.