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Campo de refugiados de Kalandia,

entre Jerusalén y Ramallah

El sobre estaba esperando a Yunis Abu Jish cuando despertó al amanecer, deslizado bajo la puerta de su casa, si bien no tenía ni idea de quién lo había entregado, ni cómo ni cuándo. Dentro había una sencilla nota mecanografiada en la cual se le informaba de que su martirio tendría lugar al cabo de seis días. A las cinco en punto de la tarde de aquel día debía hallarse ante la cabina de la esquina entre las calles Abu Taleb e Ibn Jaldún de Jerusalén Oriental, donde recibiría las órdenes definitivas.

Leyó la nota tres veces y después, tal como se le indicaba, salió a la sucia y estrecha callejuela que había detrás de la casa y la quemó. Mientras el papel se retorcía, ennegrecía y transformaba en cenizas, experimentó unas náuseas repentinas. Se puso a gatas y empezó a vomitar.