Gracias a Ken Scott, sin cuya ayuda este libro no se habría escrito, y a su mujer Hayley, su hija Emily y su hijo Callum. Les agradezco su interés tan entusiasta; ahora se cuentan entre nuestros amigos más íntimos. Sin olvidar al maravilloso equipo editorial de Libros International y a mi editora Maureen Moss.
Para Brenda