—¿Te ha dicho algo? —preguntó Courteney.
—No recuerdo haber mantenido una conversación tan larga con Danna en años.
Brandon cruzó la cocina y observó el jardín trasero tras la ventana de paneles fijos. Courteney se acercó por detrás y lo agarró por la cintura. Apoyó el mentón en uno de sus hombros antes de hablarle al oído.
—Nunca me has hablado mucho de ella.
—Es que no ha habido mucho que decir —respondió Brandon con ojos soñadores—. Créeme, no es fácil relacionarse con Danna.
—¿Ha discutido con su marido?
—Eso parece. Me ha dicho que necesita estar sola. Sola y lejos de Carnival Falls.
—Es lógico. —Courteney suspiró—. ¿Te ha dicho hasta cuándo piensa quedarse?
Brandon se volvió.
—No creo que sea ésa una cuestión para analizar ahora.
—Brandon, no lo he dicho con ese sentido. Ha sido sólo una pregunta.
Él no contestó y ella se limitó a abrazarlo por la espalda.
—¿No te enfadas si te hago una pregunta? —Courteney habló despacio.
—Quien te oyera pensaría que soy un ogro.
—Es que… Hay algo que no entiendo. Es poco lo que sé acerca de tu hermana, apenas lo que tú me has dicho; pero si deseaba estar sola y lejos de la ciudad, ¿por qué no ha ido a un hotel? —Courteney no podía ver el rostro de Brandon, por lo que se apresuró a agregar—: Si tu relación con ella no ha sido buena en el pasado, supongo que no debió de resultarle sencillo encararse contigo ahí arriba. Venir a un sitio donde hay una persona que prácticamente no conoce…
Brandon giró ciento ochenta grados dentro de los brazos de Courteney y la besó.
—Muchas actitudes de mi hermana me han resultado incomprensibles a lo largo del tiempo, créeme. Ésta no será la primera ni la última.
—Lo mejor que puedes hacer es no pensar demasiado —dijo ella mientras le acariciaba el cabello—. Salir te despejará.
—Amor, creo que debo quedarme…
Brandon sintió cómo el cuerpo de Courteney se tensaba junto al suyo.
—Pensé que había dicho que quería estar sola.
—Eso dijo, pero no me sentiré bien si me marcho así sin más.
—¿Qué puedes hacer al respecto?
—No lo sé. Tú puedes ir con los Orlson, no tienes necesidad de quedarte.
—Brandon, sabes que no haré semejante cosa. —Courteney procuró apartarse, pero Brandon la retuvo. Ella cedió, pero apartó la vista hacia un lado.
—Es mi hermana.
—Sé que es tu hermana. Tu hermana a la que prácticamente no ves desde que nos casamos y que de buenas a primeras aparece en nuestra casa. Te ha dicho que quiere estar sola, Brandon, no veo por qué tienes que cancelar nuestros planes.
Courteney volvió la vista al rostro de Brandon. La mirada con la que se encontró fue muy diferente a la que esperaba. Parecía haber visto un fantasma…
Pero no había visto a un fantasma, sino a Danna, de pie en el umbral de la puerta de la cocina. Courteney se volvió, justo a tiempo para escuchar las palabras de la recién llegada.
—Creí que ya habíamos discutido eso, hermano. No dejes de ir a jugar al golf con tu mujer.
Courteney se sintió mareada. Se soltó de los brazos de Brandon, dio media vuelta y retrocedió hasta chocar con la encimera. Fijó la vista en el suelo, incapaz de hacer otra cosa. Sintió una profunda vergüenza por lo que acababa de decir.
—He venido a buscar algo de beber —dijo Danna, sabiendo que nadie hablaría si ella no lo hacía.
Brandon dio dos zancadas en dirección a la nevera.
—Una Pepsi estará bien —agregó Danna.
Él le tendió una lata.
—Gracias.
Danna se marchó.
—Pudiste haberme avisado —dijo Courteney mientras apartaba a Brandon con el brazo.
Media hora más tarde salían en silencio por la puerta principal con sus equipos de golf. Danna los observó desde la habitación de invitados del segundo piso. Esbozaba una sonrisa. Cuando el coche se perdió en la lejanía, regresó a la sala y desconectó el teléfono.
No había mentido en una cosa: necesitaba tranquilidad para lo que tenía en mente.