[Skempton]: Ahora se siente mejor… puede decirnos qué pasó después…
[Robert]: Mi madre regresó con Marcia al día siguiente… Mi padre le dice que me he escapado de casa y ella se echa a llorar de inmediato. Pregunta si he estado fuera toda la noche y él le dice que sí, asintiendo con la cabeza. Mi madre tiene los ojos vidriosos… Mi padre dice que irá a buscarme, que me encontrará… Asegura que puedo estar en casa de mi nuevo amigo… él ni siquiera sabe su nombre… Sale de casa y ella se queda sola…
[Cinco segundos de silencio]
[Robert]: Yo… estoy confundido… no sé exactamente qué ha ocurrido… Quiero recordar pero los únicos recuerdos que tengo son fragmentados… No sé ni siquiera si he dormido… Es como tratar de recordar un sueño, y puede incluso que lo haya sido… los recuerdos se desintegran cuando me enfoco en ellos… Mi madre llora y siento que es por mi culpa… ¿por qué hice llorar a mi madre?
[Dos segundos de silencio]
[Robert]: Ella se dirige a su habitación… se sienta al borde de la cama y extrae algo de su mesilla de noche… lo extiende… su rosario cuelga de su mano… luego lo enrosca en sus dedos y lo aferra al pecho… No deja de llorar, se balancea como hace Marcia casi siempre… Reza… mientras sus lágrimas caen en el regazo… su voz es apenas un susurro mientras recita el padre nuestro… Luego observa la imagen de Jesús en la cruz que tiene sobre la cabecera de la cama… le habla sin dejar de aferrar el rosario con fuerza… dice…
[Sollozos]
[Robert]: Ruega por mí… por que no me haya pasado nada… que esté bien… Reza porque quiere volver a tenerme con ella… dice… que… ella no podrá soportarlo de nuevo… dice que no podría vivir el mismo infierno dos veces… dice que… se volvería loca…
[Dos segundos de silencio]
[Robert]: A cada segundo me es más difícil entender por qué mi madre llora… ¿Había pensado en huir de mi casa? ¿Por qué? No lo sé… no me importa… quiero estar con mi madre… ella… me quiere…
[Sollozos]
[Skempton]: Tranquilo… está usted cómodamente instalado frente a la pantalla gigante… De hecho observa cómo progresan las imágenes y luego se alejan… cada vez más rápido… Las imágenes buscan el instante que nos ocupa… en la guardería… usted está esperando que algo suceda… ahora puede verse… con toda claridad… ¿puede verse?
[Robert]: Sí.
[Skempton]: Perfecto.
[Interrupción violenta de audio]
—Mike, abrázame por favor.
Mike Dawson enlazó su espalda con un brazo y la cabeza con el otro.
—Es horrible —dijo Allison, moviendo sus labios sobre el cuello de Mike.
Él no respondió. Observaba la casa vacía. Las ventanas eran ojos ennegrecidos reflejando el interior. A su derecha, una abertura casi completa en la pared servía de acceso al comedor. Los laterales estaban revestidos en madera y de la parte superior, en las esquinas, colgaban dos carillones de tubos, lógicamente estáticos en la quietud de la casa. Mike lo recorrió todo con los ojos abiertos como platos. Allison tenía razón, era horrible, pero había algo más…
—Traeré más café —anunció Allison—, pero sólo si me acompañas a la cocina.
Mike la apartó ligeramente y le sonrió. Supuso que el terror que se dibujaba en las facciones de la mujer no debía de diferir del que exhibían las suyas. Tomó su rostro con ambas manos, deslizando sus dedos por debajo de las orejas, y le apartó ligeramente el cabello. Acarició suavemente sus mejillas con los pulgares, moldeando la piel hasta que logró dibujar una sonrisa. Una sonrisa espléndida, pensó Mike, mientras también se obligaba a esbozar una.
—Vayamos en busca de ese café —dijo.
Allison posó los labios sobre los de él, agradecida por la cálida efusión de ternura, y se dio la vuelta rápidamente, como una niña avergonzada que acaba de besar a un chico cuando se suponía que debía ocurrir a la inversa. Se encaminó a la cocina, pero antes cogió a Mike de la mano y lo arrastró detrás de ella.
Allison vertió parte del contenido de la cafetera en dos tazas limpias y las depositó sobre la mesa de la cocina. Sin decirlo en voz alta, ambos habían estado de acuerdo en alejarse de la sala, como si ésta se hubiera impregnado de la acompasada voz de Robert describiendo los horrores de su infancia.
—Es comprensible que Robert haya olvidado lo ocurrido ese día —reflexionó ella mientras se sentaba.
—De haberlo sabido ni siquiera se lo hubiese mencionado —concluyó Mike.
—Resulta escalofriante que un niño tan pequeño deba presenciar semejantes cosas… —Allison pensaba en Tom, cuya edad debía ser similar a la de Robert en ese entonces. Un escalofrío la recorrió.
—Allison…
Una idea asaltó a Mike: Robert se había escondido de su padre y, en el estado de ebriedad de Ralph, le había resultado sencillo no ser visto. Sin embargo…
¡Durante la sesión de hipnosis Robert había relatado incidentes ocurridos en casi toda la casa! ¿Qué escondite le proporcionaría semejante ventaja?
Repasando mentalmente el contenido de las cintas, Mike reconoció al menos tres ubicaciones mencionadas por su amigo: el comedor, el cuarto de Marcia y el de Debbie. Lo cual significaba que…
—Él pudo verlo todo —dijo Mike fascinado—. Desde donde estaba… podía ver toda la casa.
—¿La casa de los Green tiene sótano o ático? —preguntó Allison.
Mike se había adelantado mentalmente a la pregunta. Conocía la casa de Robert casi tanto como la suya. Proyectó imágenes mentales de la casa, una tras otra: de cada habitación, de cada vista exterior. Nunca supo de la existencia de un sótano o un ático; sin embargo, el tejado de la casa tenía pendiente. Observando la casa desde fuera, era similar a cualquiera de la zona: su tejado contaba con una pendiente suficiente para que la nieve se deslizara. Pero por dentro… (Mike proyectaba las habitaciones como si se tratara de diapositivas, pasando de una a otra con un clic de su cerebro)… por dentro los techos eran planos… lo cual no dejaba otra posibilidad que…
—Un desván —concluyó—. Estoy casi seguro.
Mike sintió la siguiente pregunta resonando en su cabeza con la potencia de un trueno. Cuando Allison la formuló en voz alta, el eco ya reverberaba en las cavidades de su cabeza, vibrando y haciendo que sus pensamientos se concentraran en las posibles respuestas.
—¿Crees que Ben puede estar allí escondido?
Mike creía que sí. Por alguna razón pensaba que tal cosa podía ser perfectamente posible. Costaba imaginar un motivo por el cual Ben permanecería tanto tiempo escondido, pero si había estado allí todo el tiempo, entonces lo que había dicho Michael Brunell…
De pronto las piezas encajaban, aunque lo que se formaba arrojaba nuevos interrogantes cada vez más aterradores.
Hombre y mujer se miraban, asimilando la idea. ¿Debían llamar a casa de los Green? Mike creía que sería mejor ir directamente allí. Lo que sospechaban era demasiado descabellado para hablarlo por teléfono. Sería mejor ir y evaluar la manera más conveniente de actuar. Podrían llegar en pocos minutos si se daban prisa.
Mike estaba a punto de exponer en voz alta sus pensamientos cuando un sonido lo interrumpió.
El timbre del teléfono comenzó a sonar insistentemente en la sala.
¿Quién sería a esas horas?
Allison descolgó la extensión de la cocina.
—¿Hola? —dijo. Su voz fue apenas un susurro.