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Ben comprendió que algo había sucedido, aunque no supo exactamente qué.

En el desván, el efecto acústico provocado por la lluvia era un gorjeo constante, similar al quejido de un televisor gigante que ha perdido la señal. Ben apenas pudo distinguir el sonido del timbre de la casa. Al acercarse a la rejilla, vio a Mike. Junto a él estaba Andrea. Había venido a recogerlas, tanto a ella como a Danna, pero no fue muy preciso respecto a qué había ocurrido en las últimas horas.

Danna anunció que se cambiaría la blusa y que estaría lista en un par de minutos. Mike asintió y permaneció con Andrea en la sala. Ben examinó sus rostros: el de Andrea, esperanzado; el de Mike, triste, como si estuviera sumido en un sueño.

Ben se apartó de la rejilla. Se dirigió a la habitación de Danna con rapidez; se desplazó por la parte baja del desván valiéndose de ágiles movimientos de las piernas y del apoyo ocasional de las manos. No supo por qué, pero buscó un orificio y la observó. La lámpara de su mesilla de noche proyectaba una luz naranja, similar a la de una buena cantidad de velas.

Cuando Danna comenzó a desabrocharse la blusa, Ben alzó la vista. Instintivamente buscó a su amiga, la rata XL que hasta hacía un momento lo había mantenido alerta, pero el roedor había desaparecido.

Obsérvala

La voz habló dentro de su cabeza… y se sintió incapaz de desobedecerla. Colocó una vez más el ojo en el orificio y vio a Danna, esta vez con el torso desnudo, vistiendo únicamente un sujetador blanco. No pudo evitar evocar la imagen de Andrea, recostada en su cama. En aquella ocasión se había dicho que no volvería a espiarla; se había prometido no volver a hacer una cosa así nunca. Nunca más. Sin embargo, ahora, mientras Danna elegía una blusa y se la ponía, en comunión con aquella voz cerebral se dijo que había una diferencia con el episodio de Andrea. Esta vez no sintió remordimiento. Disfrutó el modo en que los pechos de Danna, más grandes que los de su hija, se abrían ligeramente hacia los lados y sus pezones oscuros se dibujaban a través de la tela traslúcida del sujetador.

Siguió observando…

Todo envuelto en aquella luz anaranjada. Como en un sueño.