Nota del editor estadounidense. Epílogo

Cuando oímos «Peyton Place» se nos vienen a la cabeza ciertas imágenes: el libertinaje en las pequeñas ciudades de Estados Unidos, las represiones ocultas tras cada puerta y los escándalos sensacionalistas. Prohibido en muchos países, denunciado como «porquería moral», codiciado por los adolescentes y oculto bajo la almohada de amas de casa desesperadas, el libro Peyton Place, de Grace Metalious, supuso una bomba para la época en la que se publicó, 1956. Su fuerza provocadora impregna desde entonces nuestra cultura, y afecta a todos los aspectos de la vida, desde el arte y la política hasta la relaciones entre los dos sexos y el papel de la mujer en la sociedad. Aún notamos su influencia hoy en día. Tal como dice el director de cine John Water, Peyton Place fue «el primer libro verde que leyó la generación del boom de natalidad, el bombazo del que nunca llegaron a recuperarse».

Pero al principio hubo dificultades para lanzar la bomba. Rechazado por cinco editoriales, el libro al fin fue defendido por Kitty Messner, acérrima feminista y una de las pocas mujeres que dirigían una editorial importante. Messner sabía distinguir lo bueno de lo malo.

Con una tirada inicial de un millón de ejemplares, algo sin precedentes, la novela llegó a vender más de diez millones de ejemplares y pasó a ser el mayor éxito de ventas de la época. Por mucho que el departamento policial de lucha contra la obscenidad intentó impedirle el paso, el libro avasalló, para delicia y entusiasmo de sus incontables lectores. Pero Peyton Place fue mucho más que un simple libro «verde». Supuso una auténtica revolución.

No me cabe duda de que Sinclair Lewis habría considerado a Grace Metalious compañera de armas en lucha contra las falsedades y las pretensiones burguesas de las comunidades supuestamente respetables.

CARLOS BAKER, The New York Times Book Review

La autora del libro, Grace Metalious, era una mujer de treinta y dos años, de las que se pasan el día en casa y madre de tres hijos. Mujer realmente desesperada, escribió Peyton Place con la esperanza de que la libraría de «la jaula de pobreza y mediocridad» en la que se sentía atrapada. Vehemente y apasionada, desatendía sus deberes de madre y esposa para escribir diez horas al día, se le amontonaban los platos en el fregadero y el polvo en su destartalada casa. Independiente y decidida, no era la típica mujer de su época.

En la famosa foto que le hicieron en 1956, Metalious aparece con vaqueros, camisa de franela de hombre y zapatillas de deporte. Lleva el pelo recogido en una cola de caballo, sin más ni más, hay un cigarrillo en el cenicero, y enfrente está la máquina de escribir, a la espera de que ella teclee la siguiente escena tórrida que salga de su mente sin prejuicios. El pie de foto, «Pandora con pantalones vaqueros», es muy apropiado. Como su homónimo mitológico, Metalious destapó la caja de la represiva sociedad de los años cincuenta, dejó sueltos los demonios del adulterio, el aborto, el incesto, la violación y los desenfrenados deseos de la sexualidad femenina. Personaje controvertido, por decirlo de alguna manera, alcanzó la fama inmediatamente. Unos la aplaudían, otros la vilipendiaban; unos la inundaban de cartas de admiración, mientras otros prácticamente le tiraban piedras y le dirigían todo tipo de obscenidades. Durante cierto tiempo fue la mujer sobre la que más se cotilleó en Estados Unidos. Al poco tiempo, la presión de la fama pudo con ella, y se dio a la bebida, perdió todo su dinero e incluso su vida antes de cumplir los cuarenta.

Hoy en día, si bien ya se ha calmado el escándalo sobre Metalious, se la sigue considerando una de las primeras mujeres liberadas y valientes, predecesora del movimiento feminista. Sea como sea, recordada como heroína del pueblo o como escritora pornográfica, hay algo innegable: que una esposa y madre de los años cincuenta tenía que tener mucho valor para escribir y publicar un libro como Peyton Place.

Un relato vibrante y vigoroso sobre una pequeña ciudad y un examen certero de la vida de sus habitantes, de sus deseos y sus vicios, de sus ambiciones y fracasos, de su pasividad y su violencia, de las esperanzas secretas y de las delicadezas, de lo que los unen y lo que los separan, de sus enfrentamientos y del valor del que hacen gala en muchas ocasiones.

Boston Herald

El relato comienza en una pintoresca ciudad de Nueva Inglaterra, en el momento en el que el veranillo de San Martín caldea el paisaje otoñal.

«El veranillo de San Martín —dice Metalious en la famosa primera frase del libro— es como una mujer. Madura, apasionada pero veleidosa, va y viene a su gusto de modo que nadie sabe si realmente aparecerá, ni cuánto tiempo se quedará». La autora nos lleva por las calles de un barrio, en apariencia muy tranquilo, y nos va mostrando a los actores de su obra. Por un lado, están el ricachón Leslie Harrington y el mimado de su hijo, Rodney, así como el bondadoso doctor Matthew Swain. Por otro, la joven Selena Cross con su desgraciada familia, que viven en una chabola. La clase media está representada por dos personajes fundamentales, Constance MacKenzie, madre soltera, y su hija quinceañera, Allison.

A primera vista, Peyton Place parece un sitio ideal, pero tal y como lo expresa Metalious, «en cuanto escarbas un poco es como cuando le pegas una patada a una piedra. Salen un montón de cosas raras». Y eso es precisamente lo que hace Metalious: le pega una patada a esa piedra y deja libres todas las oscuras verdades de la América profunda.

Allison MacKenzie, una chica superprotegida y necesitada de amigos, hace amistad con Selena Cross, tan deseosa como ella de librarse de las garras de su padrastro, Lucas, que es violento y abusa de ella sexualmente. Selena trabaja en la tienda de ropa de Constance MacKenzie, en busca de amor maternal, mientras que Allison rechaza a su propia madre. Rígida y distante, Constance le prohíbe a su hija que vaya con chicos, sobre todo con chicos como Rodney Harrington, que ha dejado preñada a la chica mala del pueblo. A Constance, que había sido mala chica, le aterroriza que Allison acabe como ella: madre soltera y teniendo que esconder el escándalo de no haberse casado. La verdad sobre el nacimiento de su hija es su gran secreto hasta que Constance empieza a derretirse en los brazos del nuevo director del colegio, Tom Makris. En una discusión con Allison, desvela aquel secreto tan bien guardado, con lo que su hija se siente herida y huye del pueblo con la intención de ser escritora en Nueva York.

Al cabo de cuatro años, resentida por una relación desastrosa con su agente literario, Allison vuelve a Peyton Place para asistir al juicio por asesinato de su vieja amiga, Selena Cross. La chica reconoce haber matado a su padrastro en defensa propia y haberlo enterrado en el corral, pero no aclara contra qué se estaba defendiendo, por vergüenza y miedo a perder a su prometido, Ted Carter. El juicio cambia de rumbo cuando el doctor Swain testifica que le ha practicado un aborto ilegal a Selena, a quien su padrastro había violado. Con este testimonio, todo Peyton Place se viene abajo. Incapaces de ocultar sus secretos por más tiempo, la gente del pueblo se ve obligada a salir a la luz de la verdad. Para Constance y Allison, dos mujeres tremendamente independientes que luchan por hacerse un hueco en un mundo de hombres, esto significa la reconciliación y una sensación de paz.

Recoge una sensación real del ritmo, la textura y las tensiones de la anatomía social de un pueblo.

Time

Tras su publicación, el éxito de Peyton Place continuó imparable; la película basada en el libro fue seleccionada para los Oscar, hubo una continuación de la novela, que también fue un best seller, así como una serie de televisión de enorme aceptación popular. Con Ryan O’Neal y Mia Farrow como protagonistas, esta serie fue la primera telenovela de gran audiencia, que abrió camino para futuros éxitos como Dallas, Twin Peaks, y más recientemente, Mujeres desesperadas, donde Wisteria Lane es una continuación de Elm y Maple, las calles que se entrecruzaban en Peyton Place.

Cuando le preguntaron a Grace Metalious en una entrevista en la televisión si pensaba que su obra sería recordada, respondió sin dudarlo un momento: «Lo dudo mucho». Por suerte para todos nosotros, Grace se equivocaba. Medio siglo después de su publicación, Peyton Place sigue vivo, influyendo en la cultura popular. En 2006, cuando está cercano el quincuagésimo aniversario de su publicación, se ha renovado el interés por el libro y por su autora, pionera en este terreno. La actriz Sandra Bullock tiene en proyecto una película basada en la biografía de Grace Metalious, y algunos escritores, como Barbara Delinski, siguen inspirándose en su obra. Según Delinski, Metalious «era una librepensadora que se adelantó a su tiempo en lo referente a la situación de las mujeres; aún más, en cuanto a los derechos de las mujeres». En Regreso a Middle River, Delinski hace un homenaje creativo a esta heroína casi olvidada, la Pandora que contribuyó a liberar los deseos ocultos y las penas domésticas de las mujeres, a librarlos de la oscuridad y sacarlos a la luz, donde no hay lugar para la vergüenza. Para Grace Metalious, era algo que simplemente tenía que hacer. «No sé a qué viene tanto lío —dijo en una entrevista poco después de la publicación del libro—. Peyton Place no tiene nada que ver con el sexo. El sexo es algo con lo que todo el mundo vive… ¿Por qué darle tanta importancia?».