En el sueño de Kyle Barlowe, él estaba siendo víctima de un asesinato; un adversario sin rostro le apuñalaba repetidas veces. Él sabía que estaba muriendo; sin embargo no experimentaba dolor ni se sentía atemorizado. Tampoco intentaba defenderse. Se rendía. Y, en esa aquiescencia, descubría una profunda sensación de paz jamás sentida. Aunque le estuvieran matando, era un sueño grato, no una pesadilla, y por alguna razón inexplicable, sabía que no se daba muerte a todo su ser sino a una parte de él, a su lado malo, sólo al notorio Kyle, tan odiado del mundo, y cuando esa parte de él feneciera, sería como cualquier otro, que era lo único que él había deseado de verdad en la vida. Ser igual que los demás…
El teléfono le despertó. Lo buscó a tientas en la oscuridad.
—¿Diga?
—¿Kyle?
Era madre Grace.
Se despejó al instante.
—Sí, soy yo. Han estado sucediendo muchas cosas —le comunicó ella.
Él miró las cifras fosforescentes del reloj. Eran las cuatro y seis minutos de la madrugada.
—¿Qué? —inquirió—. ¿Qué ha sucedido?
—Hemos estado quemando a los infieles.
Yo quería estar presente cuando sucediera algo.
—Los hemos quemado y hemos cubierto de sal la tierra para que ellos no puedan volver —continuó alzando la voz.
—Me lo prometiste. Yo quería haber estado allí.
—No te he necesitado… hasta ahora —dijo madre Grace.
El hombretón echó a un lado las sábanas y se sentó en el borde de la cama sonriendo a la oscuridad.
—¿Qué quieres que haga?
—Ellos se han llevado al muchacho. Están intentando ocultarlo de nosotros hasta que su poder se acreciente, hasta que sea intocable.
¿A dónde se lo han llevado?
—No lo sé con seguridad. Por lo pronto a Ventura. Eso sí lo sé. Estoy esperando más noticias o alguna visión que me esclarezca la situación. Entretanto, nosotros iremos hacia el norte.
—¿Quiénes?
—Tú, yo, Edna y seis u ocho de los demás.
—¿En persecución del muchacho?
—Sí. Prepara la maleta con alguna ropa y ven a la iglesia. Saldremos dentro de una hora.
—Estaré allí en un instante.
—Dios te bendiga.
Barlowe sintió miedo. Recordó el sueño, evocó lo bien que se había sentido en ese sueño, y creyó conocer su significado: él estaba perdiendo el gusto por la violencia, comenzaba a desaparecer su sed de sangre. Pero eso no era bueno ahora; pues, por primera vez en su vida, se le ofrecía la oportunidad de utilizar su talento para la violencia por una buena causa. En definitiva, su salvación dependía de ello.
Él debía matar al muchacho. Era lo indicado. No le convenía perder por completo ese odio amargo que le había animado durante toda su existencia.
Se le estaba haciendo tarde; el Crepúsculo se acercaba. Y ahora Grace le necesitaba para que actuara como el martillo de Dios.