CAPÍTULO 15

Las consecuencias de Teruel:
las ofensivas de Aragón y Levante

Teruel: balance inmediato

La batalla de Teruel concluyó con pérdidas cuantiosas para ambas partes. De hecho, el desgaste resultó tan considerable que uno de los generales de Franco, Aranda, llegó a considerar que la misma había concluido en tablas.[16] Para desgracia del Frente popular no había sido así. De hecho, la derrota en Teruel tuvo para el mismo unos efectos desastrosos. El número exacto de bajas no se puede establecer con certeza, pero, posiblemente, se acercó a los quince mil muertos. No fueron tampoco escasas las pérdidas materiales. En ese contexto no puede extrañar que semejante derrota tuviera consecuencias políticas importantes de las cuales la menor no fue precisamente la caída poco después de Prieto —que dejó de creer en Teruel en la posibilidad de una victoria del Frente popular en el campo de batalla— y un nuevo peldaño en el ascenso de la influencia comunista. Esta última circunstancia, de hecho, daría pábulo a las acusaciones dirigidas contra los comunistas de haber consentido la pérdida de Teruel por bastardos intereses partidistas. Las mismas, por otro lado, procedieron no pocas veces de antiguos miembros del PCE.[17] Con todo, lo peor fue que durante las siguientes semanas el Ejército popular se vio incapacitado de resistir con una mínima eficacia a las fuerzas nacionales, dotadas ahora de una notable superioridad material.

La batalla de Aragón: la España del Frente popular partida en dos[18]

La recuperación final de Teruel, unida a la concentración de tropas en el frente de Aragón, llevó a Franco a desistir de la ofensiva sobre Madrid que se había proyectado para finales de 1937 y aprovechar la agrupación de fuerzas para lanzar un ataque en dirección al Mediterráneo que concluyera con la división en dos de la España controlada por el Frente popular. La operación, trazada meticulosamente por el general Vigón, fue expuesta el 24 de febrero de 1938 por el Generalísimo ante una reunión de jefes militares.

El avance transcurriría en tres etapas. En el curso de la primera, debía batirse al adversario al sur del Ebro, entre Fuentes de Ebro y Vivel del Río, adelantando las líneas hasta el Guadalope. Durante la segunda, el ataque se realizaría al norte del Ebro con intención de alcanzar el Cinca y, quizá, el Segre. En la última, por el sur del Ebro, se produciría un avance dirigido hacia el Mediterráneo.

El mando supremo de la ofensiva se confió a Dávila. Para llevarla a cabo se contaba con doscientos mil hombres que estaban agrupados desde los Pirineos al Ebro en los Cuerpos de Ejército de Navarra (Solchaga) y de Aragón (Moscardó), y desde el Ebro al sector de Teruel en los Cuerpos de Ejército marroquí (Yagüe), CTV (Berti), Galicia (Aranda) y Castilla (Varela). En conjunto, se trataba de 25 divisiones de Infantería y una de Caballería. Frente a ellos, el Mando del Ejército popular tenía desplegado en cuatro quintas partes del frente al XII Cuerpo y el resto estaba cubierto por parte del XXI. A retaguardia se encontraba el XVIII Cuerpo en reorganización y nueve Brigadas que constituían las reservas locales del Ejército del Este.[19] En conjunto, las quince divisiones de Franco —catorce de Infantería y una de Caballería— se enfrentarían con los restos de seis divisiones republicanas. La superioridad numérica de los atacantes era, por lo tanto, considerable.

El 9 de marzo, el mismo día en que se aprobó en la España de Franco el Fuero del Trabajo y tres después del hundimiento del Baleares,[20] se inició el ataque. El objetivo de esta primera fase de la ofensiva consistía en fijar al enemigo al norte del Ebro y en el frente de Teruel. El Cuerpo de Ejército marroquí (Yagüe)[21] debía provocar la ruptura del frente por Villanueva de Huerva y continuar después por Belchite, Azaila, Escatrón y Caspe. El CTV italiano (Berti)[22] debía penetrar por Rudilla y avanzar sobre Alcañiz, por Muniesa, Oliete, Albalate del Arzobispo e Híjar. Finalmente, el Cuerpo de Ejército de Galicia (Aranda),[23] debía provocar una ruptura por Vivel del Río y confrontar con el anterior en Alcañiz, avanzando por la carretera que atraviesa, en dirección a esta localidad, Montalbán, Alcorisa y Calanda. Entre las tropas de Yagüe y el CTV italiano debía actuar un destacamento de enlace (García Valíño),[24] que rompiera el frente por Bádenas y avanzara por Moyuela, Moneva, Ventas de Muniesa y Lécera. Finalmente, como reserva quedaría la División 105.

Se trataba de una operación dirigida contra un frente discontinuo con líneas de contención no muy sólida, contando con una considerable superioridad material. Semejante combinación de circunstancias debía ser suficiente para asegurar el éxito de la ofensiva. La intención del Ejército nacional era que el frente saltara en pedazos y, efectivamente, así sucedió. Incluso no faltaron las escenas de pánico en las unidades del Ejército popular. En contra de lo que se ha afirmado en ocasiones, a este triunfo no contribuyó de manera ni fundamental ni decisiva la utilización de los tanques alemanes. De hecho, Franco era extraordinariamente conservador en cuanto al uso de blindados e insistió en que éstos, como en la primera guerra mundial, se centraran en apoyar a la Infantería. No obstante, a escala muy reducida, los alemanes experimentaron los rudimentos de lo que luego en la segunda guerra mundial sería conocido como blitzkrieg o guerra relámpago. Concentrados en puntos concretos, perforaron el frente, se adelantaron para apoderarse de los nudos de comunicación, embolsaron a las fuerzas republicanas y después dispararon sobre ellas cuando intentaban la retirada. La rapidez del avance tuvo además como otra consecuencia importante que las reservas del Ejército popular no pudieran desplazarse con la celeridad suficiente como para prestar una ayuda efectiva.

En la segunda jornada de la ofensiva, la División 5 del Cuerpo de Ejército marroquí reconquistó las ruinas de Belchite por las que tan encarnizadamente se había combatido tan sólo unos meses atrás. El 11, tomado de revés, el frente al sur de Zaragoza, entre Fuentes de Ebro y el vértice Sillero, se desplomaba y las fuerzas de la 1 División (García Valiflo) y del Cuerpo de Ejército marroquí (Yagüe) se conectaban en Lécera. De las diferentes masas de maniobra que llevaban a cabo la ofensiva, sólo el Cuerpo de Ejército de Galicia (Aranda) se encontraba con dificultades para poder avanzar.

El 13, las fuerzas del Cuerpo de Ejército marroquí, entre las que se encontraban los blindados alemanes, volvieron a protagonizar un avance de importancia —verdaderamente extraordinario porque fue de treinta y cinco kilómetros— dejando embolsados a sus oponentes, y enlazando en Híjar y La Puebla de Híjar con la División de García Valiño. El CTV, mientras tanto, había conseguido avanzar hasta Ariño y el Cuerpo de Ejército de Galicia (Aranda) se apoderaba de Montalbán. El 14, los italianos, que habían ocupado Calanda, enlazaban en Alcañiz con García Valiño. Yagüe avanzaba sobre Caspe, mientras la División de Caballería se situaba en Sástago para proteger el flanco izquierdo y la retaguardia al sur del Ebro. El día 15, entre Caspe y Ca-landa, el Ejército popular no contaba con una sola unidad organizada y además no existía el más mínimo enlace entre el Ejército del Este y el de Maniobra.

El éxito, verdaderamente espectacular, de la ofensiva del Ejército nacional llevó a Franco a comprender que el avance se podía prolongar de manera casi indefinida. El 15 de marzo dictó una directiva en la que se preveían dos operaciones. La principal, llevada a cabo por García Valiño, el CTV y el Cuerpo de Ejército de Galicia (Aranda), debía transcurrir al sur del Ebro con la finalidad de explotar el éxito avanzando hacia el mar. La complementaria, a cargo de los Cuerpos de Ejército de Navarra,[25] Aragón[26] y Marroquí,[27] debía tener como escenario el norte del río e intentar progresar hasta el Cinca o, si fuera posible, el Segre. Un avance del frente hasta esa línea permitiría contar con una base de partida para la entrada del Ejército nacional en Cataluña lo que, previsiblemente, podía tener como consecuencia la conclusión en breve de la guerra.

Fue a estas alturas de la ofensiva, cuando la misma experimentó una breve pausa motivada por la resistencia de las fuerzas republicanas en Caspe. Allí se libró una encarnizada batalla que obligó al Cuerpo de Ejército marroquí y a la 1 División a combatir hasta el día 17 para poder entrar en la localidad. El hecho de que el Cuerpo de Ejército de Galicia hubiera ya tomado la sierra de San Just, Alcoriza y Ejulve, permitió que el frente al sur del Ebro quedara establecido sobre el curso del Guadalope hasta Calanda y, siguiendo por el Guadalopillo, hasta Son del puerto. En algo más de una semana, las tropas de Franco habían avanzado en una profundidad de 120 kilómetros, conquistando unos siete mil kilómetros cuadrados. Se trataba de una victoria extraordinaria porque a lo anterior se añadía que, frente a las fuerzas nacionales, las unidades del Ejército popular se hallaban enormemente debilitadas. De hecho, les faltaban hombres en no menos del 30% y armamento en una proporción no inferior al 40%.[28]

En paralelo, se produjo un episodio que iba a causarle algún quebradero de cabeza a Franco. El día 16, Mussolini ordenó a su aviación que bombardeara Barcelona. La ciudad no era, como se ha afirmado ocasionalmente, una «ciudad abierta», sino que constituía un objetivo militar de primer orden. En su interior existían numerosas fábricas de material de guerra, polvorines, depósitos, parques y cuarteles. Por si fuera poco, su puerto era muy importante y lo mismo podía decirse de sus carreteras y vías férreas, ya que a través de ellas llegaba buena parte del material de guerra extranjero destinado al Frente popular. No resulta, por lo tanto, extraño que su defensa costera y antiaérea resultara muy potente. Sin embargo, el bombardeo llevado a cabo por la aviación italiana irritó enormemente a Franco. Ciano atribuiría en su diario esa reacción al hecho de que no se le hubiera informado previamente. Pudieron pesar también sobre su ánimo el hecho de que se bombardearan algunos objetivos no deseados y también las protestas formuladas por monseñor Antoniutti, el representante del Vaticano en España, y por lord Perth, embajador británico en Italia. Comprensiblemente, Franco no podía ver con agrado que dos potencias que tanto habían hecho, en mayor o menor medida, por favorecer su causa se manifestaran ahora molestas por los métodos utilizados.

Cuando el 22 de marzo dio inicio el conjunto de operaciones contempladas en la directiva dictada por Franco una semana antes, no pudo producirse bajo mejores auspicios. Se pretendía aprovechar el despliegue en ángulo entre el Gallego y el Ebro para lanzar sobre el Ejército popular una serie de ataques que fueran envolviendo sus posiciones al occidente del Cinca impidiéndole, a la vez, la retirada. El Cuerpo de Ejército de Navarra debía fijar al enemigo entre Jaca y Bolea y romper el frente al Norte y al sur de Huesca, envolviendo sus posiciones y avanzando hacia Barbastro. El Cuerpo de Ejército de Aragón debía también fijar a las fuerzas del Ejército popular, romper el frente al sur de Huesca y avanzar hacia Albalate de Cinca por Sangarrén, Grañén y Sariñena. Finalmente, el Cuerpo de Ejército marroquí (Yagüe) tenía que cruzar el Ebro al oeste de Sástago, avanzar hacia Bujaraloz y Candasnos y proseguir después hacia Fraga.

Con la finalidad de frenar a sus adversarios al sur del Ebro, el Mando del Ejército popular prácticamente había desguarnecido el área situada al norte del río. Esa circunstancia facilitó que las nacionales pudieran romper el frente y que sólo encontraran una cierta resistencia en torno a Huesca. Durante la tercera jornada de la ofensiva, las fuerzas del Cuerpo de Ejército de Navarra cruzaron el Flumen y las del Cuerpo de Ejército de Aragón avanzaron por Farlete, Alcubierre y Almuniente. Ambos Cuerpos enlazarían en Sangarrén y, dos días después, alcanzaban el Alcanadre en Pertusa y Sariñena.

El Cuerpo de Ejército marroquí, que había cruzado el Ebro por Gelsa, ocupó el 25 Bujaraloz. El 27 cruzó el Cinca y tomó Fraga, mientras su caballería avanzaba por la orilla derecha del río hasta Ballobar. Ese mismo día, el Cuerpo de Ejército de Navarra consiguió a su vez lograr una ruptura del frente en el sector de Sabiñánigo, prosiguiendo el avance sobre Broto y Boltaña. Quedaba embolsada la región de Los Monegros y las fuerzas del Ejército popular, que eran conscientes de la posibilidad de verse separadas de sus líneas en Cataluña, se vieron obligadas a cruzar el Cinca. El día 28, los Cuerpos de Ejército de Aragón y Navarra llegaban a la altura de este río en Albalate, Monzón y Barbastro.

El Cinca no pudo mantenerse como línea de defensa. Desbordada su línea por Yagüe, la voladura de puentes realizada por las fuerzas del Ejército popular no impidió que fuera cruzado durante los días 29 y 30 por las tropas de Moscardó y Solchaga, entre Albalate y Chalamera y cerca de El Grado. El 3 de abril, las tropas de Yagüe tomaron Lérida. Para conseguirlo tuvieron que enfrentarse con la resistencia de algunas fuerzas a las órdenes del Campesino.[29] Al final, los soldados del Ejército popular se retiraron al otro lado del Segre y el Cuerpo de Ejército marroquí se situó en la orilla derecha del Segre hasta Mequinenza, aunque estableció en Serós una cabeza de puente en la margen contraria.

El 6 de abril, el Cuerpo de Ejército de Aragón, que había alcanzado el Noguera Ribagorzana en Alfarrás, tomó Balaguer, al norte de Lérida, estableciendo también una cabeza de puente en la otra orilla del río. Las fuerzas de Moscardó se desplegaron por la margen derecha, desde Corbín a la confluencia con el Noguera Pallaresa, donde consiguieron apoderarse de las centrales eléctricas de Camarasa y San Lorenzo.

El 7 de abril, el Cuerpo de Ejército de Navarra tomó Tremp y Pobla de Segur. Se trataba de un logro importante porque allí estaban las instalaciones hidroeléctricas que suministraban electricidad a Barcelona y a sus industrias. Al norte del eje principal seguido por las fuerzas de Solchaga quedaron embolsadas en algunos valles —del Cinca, del Esera, del Noguera Ribagorzana, del Flamisell y del Noguera Pallaresa— diversas unidades del Ejército popular sobre las que el Cuerpo de Ejército de Navarra iría realizando diversas operaciones de limpieza cuya finalidad era aniquilar a las fuerzas enemigas u obligarlas a pasar a Francia. Sólo fue capaz de resistir algún tiempo la bolsa de Bielsa, situada en torno a esta localidad del Alto Cinca y defendida por la División 43.[30]

Al sur del Ebro, las operaciones de las fuerzas nacionales tenían como finalidad aniquilar de manera simultánea a las tropas del Ejército popular que se replegaban sobre Gandesa y Morelia. Con tal finalidad, se constituyeron cuatro agrupaciones. La primera, formada por una Brigada de la División de Caballería y otra de la 105 División, debía ocupar la margen derecha del Ebro desde Mequinenza a Cherta vigilando sus pasos más importantes. La segunda, formada por la División 1 (García Valiño), una Brigada de Caballería y otra de la División 105, debía desbordar por el Norte Gandesa, intentando además cortar las comunicaciones con Tortosa. La tercera, formada por el CTV italiano, la División 15 y una Brigada de Caballería, tenía que asaltar Gandesa por el oeste y el Sur, impulsando al enemigo en dirección a Tortosa. Finalmente, la cuarta, formada por el Cuerpo de Ejército de Galicia, debía lanzarse contra Morella con la intención de conquistarla.

Frente a este dispositivo, el Mando del Ejército popular había reagrupado y situado sus escasas reservas en la zona sur del Ebro apoyadas en improvisadas fortificaciones situadas entre los ríos Guadalope y Matarraña. Contra lo que se podría haber esperado, la resistencia de estas unidades provocó la práctica paralización de la ofensiva durante una semana. Sólo el 30 de marzo consiguieron las fuerzas atacantes avanzar con más rapidez, mientras la Agrupación de Caballería se extendía por la curva del Ebro entre Mequinenza y Fayón.

El 2 de abril, la Agrupación García Valiño[31] desbordó por el Norte las defensas de Gandesa y enlazó en esta localidad con el CTV italiano. En los siguientes días, la Agrupación García Valiño y el CTV terminaron de ocupar la curva del Ebro situada entre Fayón y Cherta, pero su avance se vio frenado en las inmediaciones de Tortosa y, más al Oeste, entre los puertos de Beceite y la sierra de Montenegrelo.

También el día 24 de marzo había comenzado su avance, partiendo de Alcorisa, el Cuerpo de Ejército de Galicia (Aranda).[32] La lucha en el Maestrazgo —antiguo escenario de enfrentamientos militares durante la primera guerra carlista— demostró ser especialmente difícil tanto por la voluntad de resistencia de las fuerzas del Ejército popular como por el carácter geográfico de la zona. Morella no cayó en manos de las tropas de Aranda hasta el día 4 de abril y aún se necesitaron cuatro días más para rebasar el Maestrazgo y quedarse detenido en el monte Turmell, a unos 35 kilómetros de la costa mediterránea. A esas alturas, resultaba obvio que Franco tenía como objetivo llegar al mar y así dividir en dos el territorio controlado por el Frente popular.

Con la finalidad de romper el frente en dirección Morella-Vinaroz y, dirigiéndose luego al Norte, tomar de revés a las fuerzas republicanas que habían detenido el progreso del CTV italiano, se trasladó a la Agrupación García Valiño a la zona de Morella. Su misión consistía en atacar en dirección a Chert-Santa Bárbara y envolver por el Este la sierra de Montenegrelo, mientras el Cuerpo de Ejército de Galicia arrollaba las fuerzas del Ejército popular que tenía frente a sí y, de esta manera, llegaba al Mediterráneo.

Tras conseguir ensanchar la base de partida, al Norte y al sur del monte Turmell, el 14 se produjo la ruptura del frente republicano. El 15, el Mediterráneo era alcanzado en tres lugares a la vez por las tropas de Franco: en Benicarló (Martín Alonso), en Vinaroz (Alonso Vega) y en Alcanar (García Valiño). Cataluña quedaba así separada del resto de la España controlada por el Frente popular y ésta dividida en dos zonas. Tres días después, la Agrupación García Valiño concluyó su conversión hacia el Norte y enlazó en los suburbios de Tortosa con las tropas legionarias. Resultó así obvio que las tropas del Ejército popular situadas en la orilla derecha del Ebro iban a verse embolsadas y para escapar de esa desastrosa eventualidad, cruzaron el río. El 19, toda la vertiente sur del Ebro estaba en manos de las tropas nacionales y concluía la ofensiva de Aragón.[33] En el curso de la misma —quizá la más brillante de las desencadenadas por Franco aunque, en realidad, hubiera sido planeada por Vigón— se había aprovechado el triunfo previo de Teruel, se había procedido a la conquista de una extensión considerable de territorio, se había logrado la aniquilación de un número importante de fuerzas enemigas y se había conseguido la ruptura de la España controlada por el Frente popular en dos. La respuesta del gobierno del Frente popular fue aumentar el poder de los comunistas en el ejército. De manera bien significativa, la creación de la Agrupación Autónoma del Ebro destinada a la defensa meridional de Cataluña tendría como jefe al comunista Modesto y como efectivos a los V y XV Cuerpos a las órdenes respectivamente de los también comunistas Líster y Tagüeña. Sin embargo, el pesimismo en la España del Frente popular era, justificadamente, innegable. El presidente de la República, Manuel Azaña, se entrevistó en esas fechas con Negrín. Pretendía mostrar al político socialista la terrible verdad, pero Negrín no estaba dispuesto a escucharla. Con amargura, Azaña le advirtió: «Algún día tendrá que pedir la paz».[34]

Levante: la discutida elección de Franco[35]

El quebranto sufrido por el Ejército popular de la República era tan considerable y la ubicación del Ejército nacional tan favorable que se pudo pensar en un final muy cercano de la guerra. A posteriori, se ha discutido si, caso de haber atacado Franco Cataluña en esos momentos quizá el conflicto hubiera podido terminar en breve.[36] Se ha alegado, al respecto, que esta región no hubiera podido defenderse ni recibir auxilio de la otra zona sujeta al Gobierno del Frente popular. Además, la caída de Cataluña habría significado que la frontera quedara definitivamente cerrada y que la poca industria con que aún contaba la República hubiera pasado a manos de Franco. Debe señalarse que la opción citada resultaba tan tentadora que en ese sentido se expresaron Yagüe, Vigón y Kindelán.[37] No sólo ellos lo veían así. El ministro de la Guerra alemán transmitió instrucciones al general Hellmuth Volkmann, comandante de la Legión Cóndor,[38] para que convenciera a Franco de que la ofensiva debía continuar en dirección a Cataluña.

Sin embargo, pese a todos estos factores, Franco decidió no atacar Cataluña sino proseguir el avance en Levante. Las razones para esa decisión[39] no fueron de escasa importancia. Por ejemplo, la caída de Cataluña hubiera dejado importantes contingentes del Ejército popular en el Centro y el Sur, e incluso hubiera podido provocar una reacción internacional. Ciertamente, las potencias occidentales no se habían movilizado ante la invasión de Austria por Hitler a inicios de marzo —ni lo harían meses después ante la desmembración de Checoslovaquia— y, quizá, no lo habrían hecho a causa de la caída de Cataluña. Así, el 22 de marzo de 1938, Keitel comunicaba a Weizsaecker que había llegado a esa misma conclusión.[40] Posteriormente, sus adversarios Azaña y Rojo también considerarían que Franco había cometido un error al no desencadenar una ofensiva sobre Cataluña. Sin embargo, Franco consideró más prudente evitar cualquier riesgo de reacción contraria de un gobierno como el francés que había dado repetidas muestras de simpatía hacia el del Frente popular y que seguiría comportándose de manera semejante en el futuro.

El objetivo del nuevo avance del Ejército nacional consistió en alcanzar la línea Teruel-Sagunto que constituye el límite natural del Maestrazgo. Para ello, el Cuerpo de Ejército de Castilla debía conseguir una base de partida mediante el envolvimiento de la región de Aliaga por los altos valles del Alfambra y del Guadalope. Después, este mismo Cuerpo de Ejército de Castilla tendría la misión de establecer la comunicación directa por ferrocarril y carretera entre Teruel y Segorbe y al Cuerpo de Ejército de Galicia la prolongación de tal comunicación desde Segorbe a Sagunto.

La fase inicial de la ofensiva que debía llevar a cabo el Cuerpo de Ejército de Castilla se vio extraordinariamente entorpecida por la resistencia del Ejército popular, a la que ayudó el mal tiempo, y la recepción de armas facilitada por la apertura de la frontera con Francia el 17 de marzo. Del 23 al 28 de abril consiguió avanzar dificultosamente hasta la línea Escorihuela-Jorcas-Aliaga-Ladruñán. En paralelo, el Cuerpo de Ejército de Galicia fue progresando, también con enorme dificultad, hasta una línea Alcocebre-Alcalá de Chivert-Cuevas de Vinromá-Albocácer-Catí. A finales de abril, el avance nacional se vio de nuevo detenido por la combinación de la resistencia militar enemiga y del temporal de lluvias. En paralelo, el Destacamento de Enlace García Valiño se concentró en el sector de Morella para avanzar hacia Mosqueruela y así apoyar el avance del Cuerpo de Ejército de Castilla.

A inicios de mayo, resultaba obvio que la ofensiva nacional se había estancado. Hacia el día 26 de ese mes, Kindelán escribió a Franco para rogarle que diera por terminada una operación que estaba costando un considerable número de bajas y teniendo muy escasos resultados. Franco no accedió,[41] y los acontecimientos le dieron la razón. Las tropas situadas entre Teruel y Morella habían conseguido avanzar hasta la línea Castralvo-Formicha Alto-Alcalá de la Selva-Mosqueruela-Villafranca del Cid-norte de Ares del Maestre hasta el mismo día en que Kindelán dirigió su misiva a Franco. La situación del Cuerpo de Ejército de Galicia era todavía peor ya que se había estrellado contra las fuerzas del Ejército popular situadas al norte de Albocácer y Cuevas de Vinromá y al sur de Alcocebar. Ciertamente, la ofensiva había entrado en crisis. Para salir de esa situación, el Mando nacional tomó la decisión de intentar fijar a las fuerzas del Ejército popular en ese sector, a la vez que desencadenaba un ataque sobre su flanco izquierdo desde Ares del Maestre a Vistabella, dando sobre la costa situada al sur de la ciudad de Castellón. Con la finalidad de alcanzar esos objetivos, el Cuerpo de Ejército de Galicia fue dividido en dos grupos de divisiones. El primero, bajo el mando de Alonso Vega, se situó entre Castellfort y Villafranca del Cid. El segundo, a las órdenes de Martín Alonso, tenía la misión de cubrir la zona de la costa. Por último, García Valiño, que había recibido importantes refuerzos, debía avanzar contra Vistabella, Adzaneta y Alcora de tal manera que fueran envueltas las posiciones del Ejército popular situadas al norte del río Mijares.

La maniobra —que se desarrolló entre los días 26 de mayo y 15 de junio— provocó el colapso del frente y la caída de Castellón quedando las líneas establecidas al sur del Mijares por la parte de Villarreal. De manera simultánea, el Cuerpo de Ejército de Castilla había ido progresando a lo largo de la carretera Teruel-Sagunto tomando el puerto de Escandón y la Puebla de Valverde. Por el sur de Castellón, fueron cayendo las poblaciones de Onda, Burriana y Nules. El avance resultó casi paralelo a un nuevo cierre de la frontera con Francia[42] y a un nuevo envío de tropas italianas. Entre junio y julio, Franco recibiría cerca de seis mil soldados italianos más y un número considerable de aviones.[43]

Posiblemente, una de las áreas donde la colaboración germano-italiana resultó especialmente valiosa en esos días fue en el del control marítimo. Deseoso de impedir cualquier posible comunicación entre las dos zonas de la España controlada por el Frente popular, Franco ordenó a la Legión Cóndor y a la Aviazione Legionaria que bombardearan las ciudades costeras de especial importancia militar así como los buques mercantes. Valencia, Alicante y Barcelona —todas ellas objetivos militares de primerísimo orden y no ciudades abiertas como se ha afirmado en ocasiones— sufrieron así bombardeos aéreos.

A inicios del mes de julio, las líneas alcanzadas por las tropas nacionales iban desde la sierra de Javalambre al sur de Nules, pasando por el oeste de Sarrión y Mora de Rubielos, sur de Linares de Mora y Lucena del Cid, oeste de Onda y sierra del Espadán. Llegado a este punto, Franco decidió concluir la ofensiva de Levante con una maniobra que fuera coronada por la toma de Valencia. Los Cuerpos de Ejército de Castilla, del Turia (Solchaga) y el CTV italiano debían establecer escalonadamente un flanco defensivo que discurriera desde la sierra de Javalambre y el Vértice Salada hasta Chiva y Carlet, pasando por Villar del Arzobispo. Al mismo tiempo el Cuerpo de Ejército de Galicia y el Destacamento García Valiño debían maniobrar desde la carretera de Sagunto que discurre en torno a Valencia para cortar a las fuerzas del Ejército popular la posibilidad de retirada al sur del Júcar.

Tras conseguir el Cuerpo de Ejército del Turia ampliar sus posiciones al sur de Teruel siguiendo la línea Valdecuenca-Villel-CublaCamarena-Manzanera, se produjo la ruptura del frente el 13 de julio por el sector de Sarrión. El día 20, dos días después de que Franco fuera exaltado a la dignidad de Capitán General del Ejército y la Armada por el Gobierno, las fuerzas atacantes habían llegado a las cercanías de Viver y enlazaban en Caudiel con las posiciones de la sierra del Espadán. Se cerraba así la bolsa de Mora de Rubielos. La actividad de la aviación de Franco resultó intensísima y, de hecho, las posiciones republicanas se vieron sometidas a una sucesión de bombardeos. Sin embargo, el avance se detuvo ahí. Los días 21, 22 y 23, las tropas nacionales no pudieron doblegar la resistencia del Ejército popular en Viver aunque se encontraban ya a menos de cuarenta kilómetros de Valencia. Así, por ejemplo, en la ermita de San Blas, en un frente de tres kilómetros, los sucesivos bombardeos de aviación y artillería y los continuados ataques de infantería no consiguieron desalojar a los soldados del Ejército popular de unas posiciones que estaban materialmente deshechas.[44]

El 24 se produjo un cese de los ataques con la intención de que el 25 se iniciara la ofensiva que debía tomar Valencia. No sería así. Ese mismo día, el Ejército popular de la República cruzaba el Ebro y daba inicio la batalla más prolongada de la guerra. Sin embargo, antes de abordar su examen, tenemos que referirnos a otra ofensiva que derivó también de la victoria nacional en Teruel y que debe inscribirse en el marco de sus consecuencias. Nos referimos a la ofensiva de Extremadura.[45]

Las últimas consecuencias de Teruel: las ofensivas de Andalucía y Extremadura

El duro golpe que significó para el Ejército popular de la República la derrota de Teruel no sólo permitió al Mando nacional continuar la explotación de esa victoria sino también ejecutar una serie de ofensivas de ámbito mucho más reducido con fines estratégicos secundarios. Totalmente absorbidas en la tarea de intentar contener las ofensivas de Aragón y Levante, las fuerzas republicanas poco podían hacer para enfrentarse a estas operaciones.

La primera de estas ofensivas tuvo como escenario la región andaluza. Así del 14 al 18 de junio, el Ejército del Sur (Queipo de Llano) rectificó a vanguardia sus líneas en los sectores de Fuenteovejuna y Granja de Torrehermosa, tomando la sierra Trapera y los pueblos de Peraleda del Zaucejo, Los Blázquez, La Granjuela y Valsequillo. Esta rectificación creaba la base para posibles operaciones posteriores.

La segunda, de más importancia, se produjo en Extremadura. En esta región, las posiciones del Ejército popular formaban un saliente en la zona de Mérida que, presumiblemente, podía ser utilizado para interferir las comunicaciones por ferrocarril y carretera que unían Andalucía con el resto de la España enemiga. Para liquidar este saliente —lo que tendría como consecuencia la expulsión de las fuerzas del Ejército popular del área de Mérida y la conquista de la comarca de la Serena— el Mando nacional decidió el 2 de julio el desencadenamiento de una ofensiva. Ésta debía ser llevada a cabo por dos agrupaciones de tropas. La primera, perteneciente al Ejército del Centro (Saliquet) debía avanzar desde Madrigalejo a Orellana la Vieja donde cruzaría el Guadiana. La segunda, procedente del Ejército del Sur (Queipo de Llano) debería atacar hacia Monterrubio-Castuera. En este sector se produciría el enlace entre ambas agrupaciones con lo que se acabaría con el saliente enemigo. Una vez alcanzado ese objetivo, las dos agrupaciones deberían proseguir su avance hacia el Este, procediendo a la conquista de Talarrubias, La Puebla de Alcocer y Cabeza del Buey.

La ofensiva comenzó, finalmente, el 20 de julio. Al Norte, actuó la Agrupación de Divisiones del Guadiana (Mégica), flanqueada por el Este por una brigada de Caballería. Al Sur, la acción fue llevada a cabo por un Cuerpo de Ejército de Maniobra (Solans), reforzado por diversas unidades entre las que se encontraba una Brigada de Caballería.

El avance fue desigual. Mientras que las fuerzas del Ejército del Norte progresaron con cierta rapidez, las del Sur chocaron con una resistencia mayor. Con todo, el día 24 ambas agrupaciones enlazaban en Campanario con lo que la bolsa de Mérida quedaba cerrada. En los días siguientes fueron tomadas Medellín, Mengabril, Magacela, La Coronada, Don Benito y Villanueva de la Serena. Sin embargo, el 25 había cruzado el Ebro el Ejército popular y las operaciones tuvieron que ser, momentáneamente, interrumpidas.

La derrota de Teruel: balance final

Los efectos finales de la ofensiva del Ejército popular sobre Teruel sólo pueden ser comprendidos plenamente cuando se examina lo que fueron las ofensivas posteriores lanzadas por Franco sobre Aragón y Levante y, en mucho menor medida, cuando nos referimos a las ofensivas de Andalucía y Extremadura. Especialmente quebrantado, el Ejército popular de la República se vio enfrentado a una descarga prácticamente ininterrumpida de golpes certeros y bien planeados que en apenas unas semanas situó a sus adversarios en el Mediterráneo —lo que significó la división geográfica en dos de la España controlada por el Frente popular— y a las puertas de Cataluña. Franco hubiera podido continuar hacia Cataluña, pero optó, prudentemente, por proseguir su avance por Levante. Las fuerzas del Ejército popular se fueron replegando, pero sin dejar de combatir y entonces, cuando Franco se preparaba para un nuevo asalto contra Valencia que, a su juicio, hubiera precipitado el final de la guerra, se produjo el paso del Ebro y la situación experimentó un cambio radical.