El hijo de la gran Mula

por Mola vino a las malas.

Como no tuvo soldados,

los hizo con las sotanas.

De lejos, el traidor Franco

sólo promesas le manda,

y tomándolo por mulo

le anuncia tropas mulatas.

Ya están pidiendo madrinas

las tropas de las mejalas.

La media luna ya tiene

protección de las beatas.

¡Cómo curan sus heridas,

cómo el moro les regala

sangrientos ramos de flores,

llenos de orejas cortadas!

En mulas van hacia Mola

pidiendo a gritos la paga.

Mola los muele con «marcos»,

ya caducos, de Alemania.

De todas partes, por radio

llegan las voces cascadas

de generales borrachos

diciendo botaratadas.

JOSÉ BERGAMÍN, «El mulo Mola»

Vientos del pueblo me llevan,

vientos del pueblo me arrastran,

me esparcen el corazón

y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,

impotentemente mansa,

delante de los castigos:

los leones la levantan

y al mismo tiempo castigan

con su clamorosa zarpa. (…)

Si me muero, que me muera

con la cabeza muy alta.

Muerto y veinte veces muerto,

la boca contra la grama,

tendré apretados los dientes

y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,

que hay ruiseñores que cantan

encima de los fusiles

y en medio de las batallas.

MIGUEL HERNÁNDEZ,
«Vientos del pueblo me llevan»