La remilitarización de Renania

Tras los éxitos obtenidos en la escena internacional y la constatación de que nadie movería un dedo en defensa de los judíos alemanes, Hitler se tomó un respiro para pergeñar su siguiente golpe: ocupar la zona desmilitarizada de Renania. El Tratado de Versalles había establecido que las tropas aliadas ocupasen esa rica región minera e industrial, que comprendía todo el territorio alemán al oeste del Rin y una franja de cincuenta kilómetros al este de dicho río. Esa ocupación se mantuvo hasta 1925, tras la firma de los Tratados de Locarno, por los que se acordó la salida de dichas fuerzas, prohibiendo sin embargo al ejército alemán penetrar en la zona.

A mediados de enero de 1936, Hitler se sintió preparado para emprender la remilitarización de Renania, en una acción denominada inocentemente «Operación Ejercicio de Invierno». Los preparativos culminaron el 7 de marzo de 1936, otro sábado, cuando tres batallones del ejército alemán entraron en Renania.


Imagen propagandística de Hitler en Núremberg, la ciudad preferida por los nazis para organizar sus exhibiciones de poder.

La operación entrañaba un enorme riesgo, ya que por entonces la superioridad militar francesa era aplastante. Hitler, que no había podido pegar ojo la noche anterior, había dado órdenes de iniciar una retirada escalonada si las tropas francesas les atacaban.

Pero no sería necesario ordenar ninguna retirada; los soldados fueron aclamados a su paso por una enfervorecida población, sin que los ejércitos aliados hicieran gesto alguno para oponerse a la llegada de las tropas germanas. Ese mismo día, el ministro de Asuntos Exteriores germano, Konstantin von Neurath, comunicó a los embajadores de Italia, Gran Bretaña y Francia que los Tratados de Locarno quedaban anulados. Como en los casos anteriores, ante esa política de hechos consumados apenas se registró alguna tímida protesta diplomática. Para capitalizar la ocupación de Renania y certificar su legitimidad moral, Hitler sometió su política a un plebiscito, que tendría lugar el 29 de marzo de 1936, en el que obtendría el 98,8 por 100 de los votos. Este nuevo éxito de Hitler le animó a continuar adelante con sus planes de recuperación de los territorios que el Tratado de Versalles había arrebatado a Alemania en 1919.