Duelo electoral

Con los extraordinarios resultados obtenidos en septiembre de 1930, Hitler había dado un gran paso en su objetivo final e irrenunciable: ser nombrado canciller. Sin embargo, esa meta todavía quedaba lejos. El 14 de octubre de 1931 se concertó una reunión entre Hitler y el presidente Hindenburg. En esta primera toma de contacto, Hitler se sintió visiblemente intranquilo y sus largos comentarios llegarían a irritar al veterano mariscal, quien no podía dejar de ver en él a un simple cabo. Tras la reunión, Hindenburg aseguró que lo máximo a lo que Hitler podía aspirar era a ministro de Correos.

En 1932 expiraba el mandato del presidente Hindenburg. En enero, el canciller Brüning pidió a Hitler su apoyo para introducir el cambio en la Constitución que permitiese postergar las elecciones a la presidencia de la República hasta la muerte natural de Hindenburg. Pero Hitler, cuyo apoyo era imprescindible para alcanzar la mayoría parlamentaria cualificada, no accedió a ello, dispuesto a aprovechar en su beneficio la inestabilidad inherente a la apertura de un proceso electoral. Así, Hindenburg se vio forzado a presentarse a la reelección, lo que anunció en febrero. Por su parte, Hitler era remiso a presentarse para el cargo de presidente, ya que su objetivo era ser canciller y además era previsible una victoria de Hindenburg, pero ante la falta de un candidato carismático entre sus filas accedió finalmente a competir en las urnas con el mítico mariscal. Para poder presentarse, antes tuvo que obtener la ciudadanía alemana, un trámite para el que se utilizó un subterfugio legal: su nombramiento como consejero de Braunschweig por las autoridades nazis locales.

Aunque Hitler se vio arropado por una innovadora y potente campaña electoral dirigida por Goebbels, Hindenburg ganó con holgura las elecciones del 13 de marzo de 1932. El mariscal le aventajó en más de siete millones de votos, pero apenas 170.000 votos le separaron de la mayoría necesaria para ser proclamado presidente, por lo que fue necesario acudir a una segunda vuelta, a celebrar el 10 de abril. Para estos comicios, Hitler contó con un avión alquilado adornado con la consigna de «El führer sobre Alemania». Hitler, volando de ciudad en ciudad, consiguió pronunciar veinte discursos importantes en apenas diez días de campaña, reuniendo en total cerca de un millón de personas; hasta ese momento, no se había visto en Alemania nada igual. Esta vez, Hindenburg sí obtuvo la mayoría, pero Hitler cosechó dos millones de votos más que en la primera vuelta. Pese a haber sido derrotado en ese duelo electoral, las elecciones presidenciales habían supuesto una nueva demostración de fuerza del partido nazi y un nuevo paso hacia el poder.


Cartel de propaganda de Hindenburg para las elecciones presidenciales de 1932. El veterano mariscal acabaría ganando su duelo con Hitler, quien estaba más interesado en el cargo de canciller.

El tercer compromiso electoral del año llegaría el 24 de abril de 1932, con una serie de elecciones regionales que incluían a Prusia o Baviera, lo que las convertía prácticamente en unos comicios nacionales. Hitler llevó a cabo el segundo «Vuelo sobre Alemania» (Deutschlandflug) entre el 16 y el 24 de abril, en el que pronunció veinticinco discursos. A donde Hitler tenía previsto llegar, se creaba una increíble expectación; miles de personas soportaron largas esperas, a veces bajo la lluvia, para poder escuchar a Hitler. Los resultados fueron similares a los obtenidos en la segunda vuelta de las presidenciales, registrando alrededor de un tercio de los votos en las distintas regiones, lo que se consideró una «victoria fantástica», en palabras de Goebbels. En Prusia, el ascenso del NSDAP fue espectacular, pasando de 6 a 162 escaños, convirtiéndose en el primer partido.