El cambio de siglo llegó a la familia Hitler de la peor manera posible; el 2 de febrero de 1900 fallecía el pequeño Edmund de cinco años, a causa del sarampión. Esa cuarta muerte debió resultar casi insoportable para Klara. Pero, por otro lado, esa desgracia agravaría la relación de Adolf con su padre. Como Alois hijo se había marchado de casa y Edmund había fallecido, todas las esperanzas de Alois de que uno de sus hijos varones siguiese sus pasos se centraban ya únicamente en Adolf. Aunque por entonces él ya mostraba vocación artística, prefirió guardar para sí esos proyectos y aceptar por el momento los planes de su padre.
Así, Alois decidió inscribirlo en una escuela profesional en Linz, una Realschule, en vez de en un Gymnasium, que daba más importancia a los estudios tradicionales y se preparaba al estudiante para la universidad. Aunque esos no eran los estudios habituales para un futuro funcionario, por tratarse de una enseñanza más técnica y científica, esa seguía siendo la aspiración de Alois respecto a su hijo. Tal vez valoró que en la Realschule también se estudiaba dibujo, la asignatura en la que su hijo más destacaba. Adolf acabó el último curso de la Volksschule de Leonding con las habituales buenas notas y, tras disfrutar de las vacaciones de verano, se dispuso a ingresar en la Realschule de Linz.
En esta fotografía de su clase en la escuela de Linz, Hitler ya no destaca como en la anterior. Sus problemas de adaptación influyeron en su mediocre rendimiento.
Con el comienzo del nuevo curso, el rendimiento escolar de Hitler, que hasta entonces había sido excelente, comenzó a bajar. Al inconveniente de que la escuela se encontraba a una hora de camino de Leonding, se unía su falta de integración en el nuevo ambiente. La escuela se hallaba en una sombría construcción de cuatro plantas en una calle estrecha, un concepto alejado de las alegres escuelas rurales a las que hasta entonces había asistido. El trato de los profesores era distante e impersonal y sus compañeros no le prestaban la atención que sí le habían mostrado sus amigos de la escuela de Leonding. Además, los otros estudiantes, residentes en la ciudad, tendían a despreciar a los que procedían del campo, como él.