Notas

[1] «How Franco Financed His War, Part II», ponencia leída en la conferencia de la Society for Spanish and Portuguese Hístorical Studies, La Jolla, California, marzo de 1974. <<

[2] En Español en el original. <<

[3] En Español en el original. <<

[4] En Español en el original. <<

[5] En español, en el original. <<

[6] Conde de Romanones, Las últimas horas de una Monarquía, Madrid, 1931,pp, 81 y ss. <<

[7] Emilio Mola y Vidal, Lo que yo supe en Obras completas, Valladolid, 1940. El general Mola fue el último director general de Seguridad de la Monarquía. <<

[8] Luis de Zulueta, El Sol 14 de abril de 1935; artículo conmemorando la proclamación de la República. <<

[9] ABC, 16 de abril de 1931; El Sol, 16 de febrero de 1935. La referencia del último añade la declaración de González Peña sobre este incidente en el juicio sumarísimo que se le siguió tras la revolución de Asturias. <<

[10] Miguel Maura, que fue ministro de la Gobernación en el gobierno provisional y con el cual sostuve una detenida conversación en abril de 1961 referente a los primeros meses del régimen, elogió mucho la conducta de Companys con respecto a Madrid. <<

[11] Francisco Madrid, Ocho meses y un día en el Gobierno civil de Barcelona, Barcelona, 1932, p. 133. <<

[12] New York Times, 26 de mayo de 1931; Rhea Marsh Smith, The Day of the Liberals in Spain, Filadelfía, 1938, p. 90. <<

[13] Joaquín Arrarás, Historia de la segunda República española, Madrid, 1956, I, 77. pp. 96-97. Esta obra abarca tan sólo los dos primeros años de la República. Es especialmente útil por sus relatos detallados de los conflictos sociales y de la sublevación de Sanjurjo. Su selección de datos y su énfasis refleja fuertemente la preocupación derechista por el orden público y la reputación de los militares. <<

[14] Con respecto al número de iglesias incendiadas, he aceptado las cifras dadas por El Sol y el New York Times en sus reportajes durante la semana que siguió al 10 de mayo. Antonio Montero Moreno, en su Historia de la persecución religiosa en España, Madrid, 1961 p. 25, enumera unos 119 ataques. Ante tales discrepancias el historiador sólo puede admitir que la justeza numérica es imposible. Al mismo tiempo, sería una solución muy fácil el escoger un número intermedio entre los informes de la época y el dado por los investigadores católicos; pero eso tampoco sería verídico. Habiendo hablado con muchos sacerdotes y seglares católicos en España en 1960, estoy convencido de que sufren del más exagerado complejo de persecución y que, con toda sinceridad, los sacerdotes que estudiaron los sucesos de mayo en los últimos años han enumerado iglesias que fueron «saqueadas», simplemente con que un testigo de los acontecimientos de hacía 30 años dijera que había oído que tal o cual edificio fue atacado. Es muy posible que a los periodistas de la época se les escaparan algunos incidentes; pero noticias tan sensacionales no es verosímil que fueran minimizadas por El Sol o el New York Times; periódicos celosos de su reputación de fidelidad y juego limpio. Por lo tanto he basado mi número en sus reportajes. <<

[15] El Sol 14 de mayo de 1931, y también su reportaje del 16 de junio de un discurso de Miguel Maura en Zamora. <<

[16] F. Madrid, Ocho meses, pp. 146-148. <<

[17] J. Arrarás, Historia, I, pp. 102-105; The Times, Londres, 16 junio de 1931. <<

[18] Luís Jiménez de Asúa, La constitución de la democracia española y el problema regional, Buenos Aires, I946, pp. 57-58. <<

[19] Juan Ventosa y Calvell, La situación política y los problemas económicos de España, Barcelona, 1932, pp, 10-14, sobre la baja de la peseta; pp. 142-149 sobre el préstamo Morgan. <<

[20] New York Times, 31 de mayo de 193L Sobre el problema de la fuga de capitales véase La peseta et l’économie espagnole depuis 1928, de Charles Lefaucheux, París, 1935, pp. 54-56, y El derecho arancelario español, de Elli Lindner, Barcelona, 1934, Lindner acepta la estimación de la Banca Soler y Torra Hermanos, de Barcelona, de que unos 250 000 000 de pesetas fueron exportados ilegalmente de marzo a diciembre ele 1931. <<

[21] Deliberadamente he redondeado las cifras. La dificultad de etiquetar a los partidos e individuos se puede apreciar comparando los esfuerzos de varios eruditos al analizar la composición de las Cortes Constituyentes. Véase R, M. Smith, The Day of the Liberals, pp. 116-117; E. Allison Peers, The Spanish Tragedy, 1930-1936, Nueva York, 1936, p. 61; Frank E. Manuel, The Politics of Modem Spain, Nueva York, 1938, p+ 66, y Gerald Brenan, The Spanish Labyrinth, Cambridge, 1943, pp, 232-234. Estando en España, discutí el problema con varios exdiputados a Cortes, todos los cuales convinieron en que aquéllas estuvieron compuestas de numerosos grupos más bien personalistas que no políticos en el sentido británico y aun francés del vocablo. <<

[22] El Socialista, 13 de junio de 1931. La acusación se repitió luego en julio y agosto. <<

[23] J. Arrarás, Historia, I, 125-126; New York Times, 7 de julio de 1931; El Sol, 23-30 de julio de 1931 <<

[24] L. Jiménez de Asúa, La constitución de la democracia española y el problema regional, da el texto completo de la Constitución y contiene un análisis crítico. Véase R. M. Smith. The Day of the Liberáls, con la crónica diaria de las de liberaciones del 14 de julio al 9 de diciembre. Para los debates, el Diario de sesiones de las Cortes Constituyentes, 1931-1933, 25 volúmenes, Madrid, 1933. El diario está disponible en la Biblioteca del Congreso. Hay extractos muy útiles y de más fácil consulta, editados por Arturo Morí, Crónica de las Cortes Constituyentes de la segunda República española, 12 volúmenes, Madrid, 1931 y 1934. <<

[25] Frank Kluckhohn en New York Times, 21 y 22 de agosto de 1931. <<

[26] Juan de Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, 2 vols. Vienne (Francia), 1955 y 1960, I, pp. 339-343. <<

[27] Manuel Azaña, Una política, Madrid, 1932, contiene el texto ligeramente corregido de su discurso en las Cortes el 13 de octubre. Los debates sobre el artículo 26 a que he aludido aparecen en el vol. III de la Crónica de Mori y en los vols. 5 y 6 del Diario. <<

[28] New York Times. 14 y 16 de octubre de 1931. <<

[29] El Sol, 15 de octubre de 1931, para la entrevista de Maura, El Debate, 15 y 16 de octubre, para la reacción de Gil Robles. <<

[30] José Ortega y Gasset, Rectificación de la República, Madrid, 1931. <<

[31] Conversación con Miguel Maura, abril de 1961 <<

[32] Montero, Historia de la persecución religiosa, pp. 34-35. <<

[33] Rodolfo Llopis, Hacia una escuela más humana, Madrid, 1934, pp. 26-30. <<

[34] Alfonso Iniesta Corredor, Educación española, Madrid, 1942, pp. 31-40,68-69, en donde se refieren de modo apasionado y sucinto las preocupaciones de la Iglesia por la secularización de la vida española bajo la Monarquía y la República. Hay muchas referencias similares en los discursos de Gil Robles ante las Cortes y en la obra de Antonio de Pildain y Zapiain, En defensa de la iglesia y la libertad de enseñanza, Madrid, 1935. Esta última es una colección de discursos ante las Cortes de un sacerdote vasco que luego llegó a ser obispo de las islas Canarias. <<

[35] Alfredo Mendizábal, Aux origines d’ une tragédie, París, 1937, p. 168. Esta obra, publicada en inglés con el título de The Martyrdom of Spain, Londres, 1937, ofrece un punto de vista católico liberal del problema entre la Iglesia y el Estado bajo la República. Mendizábal era un profesor de derecho. <<

[36] Isa y Arturo Barea, Spain in the Postwar World, Londres, 1945, p. 14, Como agente de patentes antes de la guerra civil, Barea conocía bastante la estructura bancaria e industrial. Sin embargo, de acuerdo con un cuidadoso análisis sociológico del mundo español de los negocios que ahora está siendo preparado por Juan Linz, parece ser que los graduados jesuitas no ocupaban un número desproporcionado de las direcciones de la industria privada española. Debo esta información a la amabilidad del profesor Linz. <<

[37] Con respecto a la riqueza de los jesuitas y sus medios de disimularla, me he basado en las siguientes fuentes: J. Torrubiano Ripoll, Beatería y religión, Madrid, 1930; Álvaro de Albornoz, La política religiosa de la República, Madrid, 1935, particularmente el apéndice, que contiene varias cartas ilustrando algunas técnicas de disimulo: artículos en El Liberal de Madrid de 1 y 12 de junio de 1935 y en Política del 15 de agosto de 1935, Torrubiano Ripoll cuyo libro consiste en una compilación de artículos que aparecieron en El Liberal en la década de los veinte, era miembro del partido de Alcalá-Zamora. Albornoz era uno de los dirigentes del partido radical-socialista y tuvo una parte muy destacada en la pugna parlamentaria en favor del artículo 26. He comprobado todo el material arriba citado con varios sacerdotes y abogados en España, todos los cuales me confirmaron los hechos. En estas conversaciones, ciertamente, tuve la impresión de que muchos sacerdotes y seglares católicos sentían más enemistad hacia la Compañía de Jesús que el propio Gobierno Azaña. <<

[38] The Times, Londres, 27 y 28 de enero y 6 de febrero de 1932; Indalecio Prieto en El Socialista, Toulouse, 13 de diciembre de 1951. <<

[39] Mi estudio de las escuelas primarias se basa en las siguientes fuentes: Fernando de los Ríos, discurso ante la Cortes, publicado en El Sol de 1.º de marzo de 1932; un estudio aparecido en un editorial de El Sol, 27 de diciembre de 1932; Rodolfo Llopis, La revolución en la escuela, Madrid, 1933, y también su artículo en Leviatán, julio, 1934, n.º 3; E. Allison Peers, Spain, the Ckurch and the Orders, Londres, 1939, pp. 150-152; Alfredo Mendizábal, Aux Origines, pp. 170-171. También pude beneficiarme de conversaciones personales con el señor Llopis y con cuatro exmaestros de escuelas primarias de Madrid y Sevilla. <<

[40] Manuel Azaña, Una política, pp. 142 y ss., una discusión que en esencia repite su discurso ante las Cortes el 2 de diciembre de 1931, presentando el nuevo cuerpo. <<

[41] El Sol, 25 de febrero de 1932. <<

[42] Diario de las Cortes, 25 de febrero, l.º de marzo de 1932. Las intervenciones de Azaña se dan también en Una política. <<

[43] Un artículo de Mildred Adams, publicado en el New York Times del 25 de junio de 1933, resume su punto de vista favorable a las distintas reformas. Para análisis más técnicos y críticos, véase Emilio Mola, Obras, pp. 1078-1089, y en general toda la parte: «El pasado, Azaña, y el porvenir». También aproveché varias conversaciones con un general de Estado Mayor retirado, que fue diputado conservador del partido de Alcalá-Zamora y uno de los autores de la legislación. <<

[44] Mi relato de los sucesos de Castilblanco está basado en las actas de la acusación y la defensa, citadas extensamente, aunque no en su totalidad, por Luís Jiménez de Asúa en Castilblanco, Madrid, 1933. <<

[45] El Sol, 4 y 7 de agosto de 1931, dio detalles de los resultados electorales. <<

[46] Diario de las Cortes de junio-septiembre de 1932. El curso del debate está muy bien extractado en el Bulletin of Spanish Studies, octubre de 1932, y enero de 1933. El editor, profesor E Allison Peers, de la Universidad de Liverpool, estaba particularmente interesado en la política y la cultura catalanas. <<

[47] 16. J. Arrarás, Historia, I, cap. 18-20 para los hechos positivos. Mi punto de vista sobre los motivos de Sanjurjo está basado más en conversaciones con oficiales que lo conocieron y civiles relacionados con su proceso. Véase también entrevista en El Sol, 29 de noviembre de 1931, y en Revue Hehdomadaire, 9 de abril de 1932. <<

[48] Marcelino Domingo, La experiencia del poder, Madrid, 1934, pp. 218-255. <<

[49] Anuario español de política social, Madrid, 1934, pp. 112-114. El Anuario proporciona no sólo las cifras anuales sobre el volumen de la Federación de Trabajadores de la Tierra, sino también los textos de las importantes leyes agrarias, laborales y de seguridad social de la Monarquía y de la República. Gerald Brenan, The Spanish Labyrinth, pp. 273 y ss., estudia la expansión de la UGT. Véanse también Jules Moch y Germaine Picard-Moch, L’ Espagne républicaine, París, 1933, pp. 228-230, 281 y ss., para los puntos de vista del Partido Socialista sobre las cuestiones de la organización rural y la reforma agraria. Los autores visitaron España en el verano de 1932 y como socialistas franceses gozaron de la confianza de sus colegas españoles. <<

[50] En español, en el original. <<

[51] El Sol, 9 de julio de 1933 <<

[52] Brenan, The Spanish Labyrinth, pp. 336-340, y J. Langdon-Davies, Behind the Spanish Barricades, Londres, 1936, pp. 66-68, 78-80, estudian varias colectividades tradicionales españolas. La obra pionera y monumental sobre el tema es la de Joaquín Costa, Colectivismo agrario en España, Madrid, 1898 <<

[53] El estudio más completo y objetivo, que abarca las condiciones geográficas y sociales, y resume los anteriores planes de reforma, es la obra de Pascual Carrión, Los latifundios en España. Madrid. 1932. Fue la fuente de datos para muchos diputados de puntos de vista muy diferentes. <<

[54] Agrarian Reform in Spain, Londres, 1937, p. 29. <<

[55] El Sol, 30 de agosto y 20 de septiembre de 1933. <<

[56] El Sol, 1 de septiembre de 1933, para el texto de la ley propuesta. <<

[57] En español, en el original. <<

[58] M. Domingo, La experiencia del poder, pp. 237-252. El Sol, 30 de enero, 12 de junio, 7 de julio de 1932 y 18 de febrero de 1933. <<

[59] Los aspectos técnicos y sociales del problema del carbón están tratados en los artículos aparecidos en El Sol el 22 de octubre, el 15 y el 19 de noviembre de 1932. Sobre el problema de la calidad del carbón, véase la obra de Manuel Fuentes Irurozqui, Síntesis de la economía española, Madrid, 1946, p. 38. <<

[60] El Sol, 12 de octubre de 1932, 11 y 20 de abril de 1933. <<

[61] El Sol, 7 y 10 de enero de 1934, publicó artículos analizando el complicado problema ferroviario desde el principio de la década de los 20. Un editorial del 9 de junio de 1934 recordaba la honesta conducta de Prieto ante las demandas de los trabajadores en el verano de 1931. <<

[62] Mi información sobre las realizaciones en obras hidráulicas proviene principalmente de los documentos privados del finado Manuel Lorenzo Pardo, en cuya oficina sostuve valiosísimas conversaciones. El testimonio del señor Lorenzo Pardo sobre la eficacia de la administración de Prieto es mucho más impresionante, ya que él era de ideas políticas muy conservadoras, y un gran admirador de Salazar, el dictador portugués. Con referencia a las Obras del Cíjara, luego denominadas Plan Badajoz, véanse los artículos de Manuel Díaz Marta en El Socialista, Toulouse, 21 de marzo y 29 de agosto de 1957. El señor Díaz Marta fue uno de los ingenieros hidráulicos que trabajaron en el equipo original del proyecto. <<

[63] A finales de marzo de 1935, en el curso de un debate de altura en las Cortes sobre el régimen de Azaña, José María Cid, de la CEDA, y Rafael Guerra del Río, del Partido Radical, que se sucedieron en el Ministerio de Obras Públicas, hicieron grandes elogios del programa de Prieto. Véase Política, 28 de marzo y 11 de abril de 1935. <<

[64] Prieto, en El Socialista, 27 de mayo de 1954 <<

[65] Mis informes referentes a los aspectos favorables de la situación económica están tomados de los datos estadísticos sobre salarios, precios y producción de la obra Síntesis de la economía española de Fuentes Irurozqui, informes que luego discutí con varios economistas que ahora trabajan para bancos de Madrid. Con respecto a los déficit presupuestarios de la Dictadura y de la República, el 18 de mayo de 1934 hubo un detallado debate sobre la cuestión entre José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda con Primo de Rivera, e Indalecio Prieto, que defendía la actuación del Gobierno Azaña. En este debate los radicales, los mauristas y la Lliga Catalana apoyaron el análisis de Prieto, sobre el cual están basadas mis conclusiones. <<

[66] Las páginas financieras de La Vanguardia de Barcelona, así como la mayoría de las fuentes estadísticas, apoyan la afirmación general de que 1933 fue el año peor de la depresión. Sin embargo, en un análisis muy competente de Antonio de Miguel en Economía Española, octubre de 1933, pp. 81-88, se arguye que las industrias mineras mejoraron su situación después de 1932 y que el promedio de nuevas inversiones estaba aumentando. Como las estadísticas españolas son poco de fiar y hay una gran variedad de condiciones locales, es imposible afirmar con certeza lo grave que llegó a ser la depresión en España. <<

[67] Casimir Martí, Jordi Nadal y Jaume Vicens i Vives, «El moviment obrer a Espanya de 1929 a 1936 en relació amb la crisi econòmica», Serra d’Or, febrero de 1961. En este excelente estudio de los tres especialistas, el análisis de las huelgas es del padre Martí, que amablemente me permitió examinar material suyo aún no publicado, y del cual pude extraer los datos estadísticos que he dado más arriba. La parte preparada por el fallecido Jaume Vicens i Vives refuerza las conclusiones a que llegué antes sobre que los conflictos sociales de la época republicana tuvieron un origen más político y pasional que económico. <<

[68] El Sol, 10, 21 y 22 de enero de 1932. <<

[69] F. G. Bruguera, Histoire contemporaine de l’Espagne, París, 1953, pp. 400-401. Véase también la entrevista de Casares Quiroga con el New York Times, 18 de enero de 1932. <<

[70] J. Arrarás, Historia, I, pp. 333-334. <<

[71] El Sol, 3 de noviembre de 1932. <<

[72] Artículo en El Sol, 10 de enero de 1933, resumiendo las detenciones de finales de 1932. <<

[73] Ramón J. Sender, Viaje a la aldea del crimen, Madrid, 1934, cuenta la historia con detalle y cita en abundancia las declaraciones hechas después por los campesinos a los investigadores parlamentarios. <<

[74] Véase el apéndice B para un detallado examen de las acusaciones del capitán Rojas. <<

[75] El Sol, 27 de enero de 1933. <<

[76] Economía Española, marzo de 1933, pp. 63-65. <<

[77] El Sol, 19 de julio de 1933. En varios reportajes de periódicos se expresó el convencimiento de que la Unión Económica y otras asociaciones funcionaban como importantes grupos de presión en la política española. Sin embargo, no he podido obtener información en ninguno de los periódicos disponibles del número de sus miembros, su riqueza, etcétera. <<

[78] Los datos sobre el número de escuelas secundarias de la Iglesia y de sus facultades proceden de la obra de Mendizábal, Aux origines d’une tragédie, p. 171. Una discusión más interesante del papel histórico de estas escuelas apareció con la firma de Américo Castro en El Sol, 13 de agosto de 1933. <<

[79] El New York Times del 11 de junio y el 30 de julio de 1933 llevaba excelentes artículos de Frank L. Kluckhohn acerca del significado del debate sobre la ley de Congregaciones y la reacción de la Iglesia ante el mismo. <<

[80] Mi examen de las divisiones internas de la jerarquía eclesiástica con respecto a la República está basado en la obra de Juan de Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, I, pp. 313-354. Ésta es la obra de un sacerdote vasco exilado cuyo seudónimo «Iturralde» significa «cercano a la fuente», y cuya documentación incluye, entre otras cosas, cartas y memorándums de los cardenales Segura y Goma. Los eclesiásticos españoles trataron de persuadir al autor de que no publicara el libro; pero no han podido poner en entredicho su autenticidad. También he comprobado la interpretación que da Iturralde de las memorias de personas de Madrid que conocieron a la vez al nuncio y a los prelados. <<

[81] Patronato de misiones pedagógicas, 2 volúmenes, Madrid, 1934 y 1935, contiene numerosas fotografías y relatos personales detallados. G. Somolinos d’Ardois, Las misiones pedagógicas de España (1931-1936), Cuadernos Americanos, septiembre-octubre de 1953, resume los antecedentes y propósitos. Véase también Juan Guixé, Le vrai visage de la république espagnole, París, 1938, páginas 122 y ss., y las entrevistas con estudiantes que participaron. El Sol, 6 de agosto de 1932. <<

[82] David T. Cattell, Communism and the Spanish Civil War, Berkeley, 1955, p. 20. <<

[83] El Sol, 4, 6 y 15 de agosto de 1933, publicaba artículos especiales sobre las rivalidades de los sindicatos y la violencia portuaria en Sevilla. En 1961 tuve en Sevilla la oportunidad de discutir el contenido de dichos artículos, así como de enterarme de los primeros esfuerzos del «Comité de Reconstrucción», conversando con dos antiguos funcionarios municipales. <<

[84] El número de incendios fue muy exagerado en el debate. El año 1933 fue agrícolamente más pobre que los años 1932 y 1934, pero las estadísticas de Fuentes Irurozqui en Síntesis de la economía indican que las cosechas en Extremadura y Andalucía fueron proporcionalmente tan buenas como las de ambas Castillas. <<

[85] El Sol, 19 de abril y 27 de julio de 1933. <<

[86] 19. Santiago Galindo Herrero, Los partidos monárquicos bajo la segunda República, 2.ª ed., Madrid, 1956, pp. 167-220. Al contar la historia de los partidos monárquicos, el autor, que es profundamente monárquico, analiza las relaciones entre estos partidos y la CEDA. <<

[87] Charles Foltz, Masquerade in Spain, Boston, 1948, pp. 61-65, y Stanley G. Payne, Falange, a History of Spanish Fascism, Stanford, 1961, pp. 11-16. <<

[88] Payne, Falange, p. 45. <<

[89] New York Times, 13 de noviembre de 1933 <<

[90] Véase apéndice C para un detallado examen del significado de ambas Cortes y las elecciones locales durante la República. <<

[91] En español, en el original. <<

[92] Economía Española, diciembre de 1933, pp. 11 y ss. <<

[93] Alejandro Lerroux, La pequeña historia, Buenos Aires, 1945. Este libro es extremadamente valioso para el estudio de los sentimientos personales de Lerroux y para los detalles de maniobras políticas dentro de los gabinetes de 1934 y 1935. <<

[94] Brenan, Spanish Labyrinth, pp. 274-275. En una conversación que tuve en Nueva York 1960 con el señor Maurín, éste no recordaba el entusiasmo que le era atribuido en éste de la obra de Brenan. Habló de la Alianza como desbaratada desde el principio por la antipatía que reinaba entre Largo Caballero y los catalanes. Tampoco El Socialista de la primavera y el verano de 1934 da la impresión de que el nuevo movimiento fuera muy importante. <<

[95] En El Sol, 17 de enero de 1934, el doctor Marañón elogiaba por ejemplar la conducta de Martínez Barrio tanto en el manejo, de las elecciones de noviembre de 1933 como de los levantamientos anarquistas de diciembre. <<

[96] Los detalles dados en los párrafos anteriores, y que parecerán increíbles, están sacados de conversaciones que sostuve en 1961 en Zaragoza con varios propietarios de pequeños negocios, que habían tenido continuo trato con hombres de la CNT y la FAI en la década de los años veinte y principio de la de los treinta. <<

[97] El Sol y La Vanguardia, marzo y abril de 1934. Un interesante artículo sobre la evacuación de los niños apareció en La Humanitat (Barcelona), 9 de mayo de 1934. <<

[98] Galindo Herrero, Partidos monárquicos, pp. 212-217, ilustra el tipo de presión que hacían los monárquicos reaccionarios sobre Gil Robles. El profesor católico liberal Alfredo Mendizábal, por otra parte, le critica duramente por no haber hecho una declaración de lealtad a la República. Véase Aux Origines, pp. 190, 195. <<

[99] Payne, Falange, pp. 48-57. <<

[100] Véase El Debate del 24 de abril de 1934, para el texto del discurso de Gil Robles y La Vanguardia, para la descripción de la muchedumbre reunida en El Escorial y de la huelga general de Madrid. <<

[101] Lerroux, La pequeña historia, pp. 248-252. <<

[102] El Sol del 25 de abril, da el texto del mensaje del presidente. El Sol del 25-29 de abril y El Debate del 26-27 de abril sobre la crisis del Gabinete. <<

[103] Brenan, Spanish Labyrinth, pp. 277-278. <<

[104] La Vanguardia, 22 de abril de 1934. André Lubac, Le tribunal espagnol des garanties constitutionnelles, Montpellier, 1936, pp. 83-96. El volumen de Lubac es una tesis doctoral en derecho y proporciona un claro informe del complejo papel del tribunal. <<

[105] La Vanguardia, 9 y 10 de Junio de 1934. Manuel Azaña, Mi rebelión en Barcelona, Madrid, 1935, p. 235. <<

[106] El Sol, 26 y 27 de mayo, 1, 3, 6 y 18 de junio de 1934. <<

[107] Rafael Salazar Alonso, Bajo el signo de la revolución, Madrid, 1935, pp. 142-144, 151-153 y passim. <<

[108] El Sol, 23 de junio de 1934. <<

[109] El Sol, 11 de junio, para el incidente, 20 y 21 de agosto para el juicio. El 26 de septiembre se informó que un abogado había comunicado al Tribunal Supremo que amigos de Merry del Val le ofrecieron una indemnización si desistía de sus esfuerzos para reanudar el juicio. Falangistas y socialistas que vivían en Madrid en aquella época me han informado de este incidente en idénticos términos. Véase también Payne, Falange, pp. 49-50, para un relato que incluye la admisión por Merry del Val de su culpabilidad, por David Jato, del Sindicato Español Universitario, la organización estudiantil de Falange. <<

[110] El Sol y El Socialista, 4 de julio de 1934, para el debate en las Cortes sobre las detenciones de diputados. <<

[111] Mi relato sobre el conflicto acerca del artículo 10 y de las elecciones municipales está basado en El Sol, agosto de 1934. Un excelente artículo sobre el tema apareció en Current History, noviembre de 1934. Sobre la cuestión vasca en su conjunto véase Le clergé basque, París, 1938. Datos importantes sobre la división lingüística de las cuatro provincias y su estructura municipal aparecieron en la obra editada por Arnold Toynbee, Survey of International Affairs, 1937, vol. II, Londres, 1938, p. 41. <<

[112] El Sol, 10 de julio de 1934. <<

[113]Ibid., 4 de agosto de 1934. <<

[114] La Vanguardia y El Debate, 10 de septiembre de 1934 <<

[115] Prieto en El Socialista (Toulouse), 15 de octubre de 1953. J. Álvarez del Vayo, The Last Optimist, Nueva York, 1949, pp. 261-262. <<

[116] Las cifras son de Salazar Alonso, Bajo el signo, pp. 259-262. Para información sobre otras pequeñas aprehensiones de armas escondidas, véase La Vanguardia, 20 de septiembre de 1934, y Economía Española, septiembre de 1934, p. 111. <<

[117] El Sol, 11 y 12 de septiembre de 1934. <<

[118] Ibid., 18 de septiembre de 1934 <<

[119] La Vanguardia, 1 de junio de 1935. Diversos diarios se refirieron al discurso. Su citación directa por Ángel Ossorio y Gallardo formó parte de la defensa del Gobierno catalán, cuando éste fue juzgado en mayo de 1935 por los acontecimientos del 6 de octubre de 1934. <<

[120] La verdad relativa a las sublevaciones de Cataluña y Asturias es extremadamente difícil de averiguar. Las pasiones políticas impidieron a la mayoría de los observadores reconocer las verdades desagradables con respecto al bando con el cual simpatizaban. La censura de prensa duró a lo largo de todo el año 1935. Varios agentes del ejército, la guardia civil y la guardia de asalto fueron la ley en sí mismos en las investigaciones tras los sucesos. Los liberales españoles, franceses e ingleses que se conmovieron por la suerte de los mineros, a menudo sabían muy poco de lo que realmente ocurrió. Las fuerzas de la represión reaccionaron violentamente ante cualquier interrogatorio civil acerca de su conducta. La censura fue levantada a principios de 1936; pero los comentarios periodísticos en aquella época ya se hacían en función de la campaña electoral. Después de la guerra civil, en España sólo ha podido documentarse la versión del bando victorioso. No hace falta decir que los millares de izquierdistas enterados que huyeron de España al término de la guerra civil no llevaban documentos en su equipaje. Teniendo en cuenta estos hechos, he tratado en todo lo posible de basar mi relato en el periodismo más competente desde el punto de vista profesional de la época, y en el testimonio directo de participantes, particularmente cuando ese testimonio viene de investigadores oficiales y de procesos en los cuales los testigos estaban bajo promesa de decir verdad y podían ser sometidos a confrontación. <<

[121] El Sol, 29 de marzo y primero de julio de 1933, artículos sobre los problemas surgidos respecto a la transferencia de poderes, por el historiador catalán moderado A. Rovira i Virgili. También Jesús Pérez Salas, Guerra en España, México, D. F., 1947, pp. 59-60. El autor comandó la guardia municipal de Barcelona durante parte de 1933. <<

[122] New York Times, 23 y 26 de octubre, 6 de noviembre de 1933; 29 de abril y 30 de septiembre de 1934. Lawrence Fernsworth, corresponsal del NYT en Barcelona, estaba particularmente bien informado. Para comprender el tremendo ímpetu del sentimiento nacionalista catalán, véase E. Allison Peers, Catalonia Infelix, Londres, 1937, Antón Sieberer, Katalonien gegen Kastilien, Viena, 1936, y Brenan, Spanish Labyrinth, cap. 2. <<

[123] Enrique de Ángulo, Diez horas de Estat Català, Barcelona, 1935, pp. 30-33. Esta obra es un detallado relato de un competente periodista barcelonés que no simpatizaba con el nacionalismo catalán. <<

[124] E. de Ángulo, op. cit., pp. 36-41. También el testimonio de Companys y de Rafael Sánchez Guerra, secretario del presidente Alcalá-Zamora, en el proceso a la Generalitat en 1935, El Sol, 29 de mayo de 1935. <<

[125] Diego Hidalgo, ¿Por qué fui lanzado del ministerio de la Guerra?, Madrid, 1934, pp. 67-68. <<

[126] Ángulo, Diez horas, passim, y el testimonio del general Batet y de los miembros de la Generalitat, dado completo por La Vanguardia del 28 de mayo de 1935. El proceso está bien extractado, desde un punto de vista simpatizante, por Alardo Prats, El Gobierno de la Generalidad en el banquillo, Madrid, 1935. <<

[127] El ministro de la Guerra habló de 20-30 000 revolucionarios, y el profesor Mendizábal, que vivía en Oviedo, habla en Aux origines d’une tragédie, pp. 201-204, de 20 000 militantes socialistas y 6000 comunistas. Tanto Mendizábal como otro testigo presencial, un comunista alemán emigrado, Hans Theodore Joel, que escribió en Living Age, febrero, 1935, pp. 493 y ss., habla de 8000 militantes que se abrieron camino luchando hasta Oviedo. En vista de estas cifras, me inclino a pensar que Brenan, en The Spanish Labyrinth, exagera cuando habla de 70 000 sublevados. Sin embargo, éste es uno de los muchos factores que durante tanto tiempo fue ocultado al público por la censura y la propaganda que aseguró que jamás se pueda disponer de cifras. <<

[128] Excepto donde se especifica lo contrario, el siguiente relato de los días 5-13 de octubre está basado en la obra de Manuel Grossi, La insurrección de Asturias, Barcelona, 1935, y de José Cartel (seud.), Octubre rojo en Asturias, Madrid, 1935. La primera es un trabajo de un veterano minero de treinta años, que perteneció al Bloque Obrero y Campesino (comunistas no estalinistas), y que fue miembro del comité de Oviedo. Escribe sin floreos literarios y con evidente candor. La segunda es la obra de un periodista experimentado, claramente admirador de los socialistas moderados Teodomiro Menéndez y Julián Besteiro. Ambos relatos son bastante consistentes y completamente congruentes con los detalles que yo utilicé. <<

[129] Mendizábal, Aux origines, pp. 207-209. <<

[130] El Sol, 23, 28 y 30 de octubre, para los informes sobre el terror y la prevención del terror entre los revolucionarios. <<

[131] Hidalgo, op. cit., pp. 83-88. <<

[132] Fernando Solano Palacio, La tragedia del Norte, Barcelona, 1938, p. 90. <<

[133] Le Populaire, 5 y 6 de enero de 1935. El diario socialista francés hizo una entrevista a Tomás en la prisión donde esperaba su proceso, en un tiempo en que la censura impedía la discusión en la prensa española. <<

[134] lbid. y Brenan, Spanish Labyrinth, pp. 287-289. <<

[135] Lerroux, La pequeña historia, pp. 330-336, 362-364. <<

[136] El Sol, 30 de diciembre de 1934, para el informe sobre el intento de suicidio. Le Populaire, 13 de enero de 1935, para el informe de De los Ríos sobre su visita a la enfermería de la prisión. <<

[137] El Sol y Le Populaire, 10 de febrero de 1935. <<

[138] El Sol, 16 de febrero de 1935. <<

[139] Le Populaire, 11 y 16 de febrero de 1935. Sucesos no mencionados en la prensa española. <<

[140] Lerroux, op. cit., pp. 372-375. Véase también el tributo a los motivos de Lerroux, por Indalecio Prieto, en El Socialista (Toulouse), 10 de mayo de 1956. <<

[141] Manuel Azaña, Mi rebelión en Barcelona, Madrid, 1935, pp. 5-6, para el texto de la carta, pp. 90-125 y passim para su conversación con Lluhí y su detención. Véase también Frank Sedwick, The tragedy of Manuel Azaña, Columbus, Ohio, 1963, pp. 137-139 y 251-260 para detalles sobre el encarcelamiento de Azaña, incluyendo una carta, no publicada hasta ahora, de Ángel Ossorio, abogado defensor de Azaña. <<

[142] La Vanguardia, 21, 22 y 26 de marzo de 1935. Política (órgano de Izquierda Republicana), 28 de marzo de 1935. <<

[143] El Sol, 20 de abril de 1935. <<

[144] New York Times, 2 de marzo y 27 de octubre de 1935. El Sol, primero de diciembre de 1935, en donde «un agricultor» ofrecía un análisis técnico —de una página— de los efectos de las tres leyes agrarias de 1935. <<

[145] El Sol, 8 de octubre de 1935. Economía Española, septiembre de 1935, pp. 60-62. <<

[146] Américo Castro en El Sol, 30 de junio de 1934, y Claudio Sánchez Albornoz en Política, 17 de octubre de 1935. <<

[147] El Sol, 30 de noviembre de 1935. <<

[148] El Liberal, Madrid, 25 y 30 de mayo, 1-12 de junio de 1935. New York Times, 8 de septiembre de 1935. <<

[149] En el curso de mis investigaciones en España, pregunté al señor Gil Robles acerca de los repetidos rumores de que él consideró la posibilidad de un golpe de estado, mientras fue ministro de la Guerra entre el 8 de mayo y el 14 de diciembre de 1934. Negó terminantemente todos estos rumores, y yo acepto su negativa en lo que se refiere a él. Sin embargo, hice las mismas preguntas independientemente a varios de sus colaboradores particulares y del partido, y todos creían que él verdaderamente había considerado la posibilidad de un golpe de estado, dándome nombres y fechas para apoyar sus aserciones. Es innecesario decir que en estos casos las personas entrevistadas habrían aprobado, o al menos «comprendido», tal golpe. Véanse también las desfavorables interpretaciones de Gil Robles como ministro de la Guerra en la obra de Mendizábal, Aux origines, pp. 214-222, y de Brenan, Spanish Labyrinth, pp. 291-293. Salvador de Madariaga, en Spain, Nueva York, 1958, lo defiende en cambio, indicando el gran número de oportunidades que tuvo de haber querido. <<

[150] Galindo Herrero, Los partidos monárquicos, pp. 230-234. <<

[151] Ibid., 246-265. <<

[152] El Socialista, 16 de septiembre de 1934, citó al promotor Strauss, y habló de la licencia que había obtenido a través del sobrino y del hijo de una personalidad que ocupaba un alto cargo. La referencia indirecta a Lerroux era clara, así que el escándalo ya se había iniciado aun antes de la revolución de Octubre. <<

[153] Lerroux, op. cit., pp. 419-422, 445-455. <<

[154] Economía Española, diciembre de 1935, pp. 45-46. <<

[155] Payne, Falange, caps. 3 y 4. Felipe Ximénez de Sandoval, José Antonio, Barcelona, 1941, passim. El primero es un estudio erudito, el segundo una biografía sentimental y anecdótica, valiosa, sin embargo, precisamente porque muestra la adoración creada en torno a su personalidad. Véase también la obra de Gumersindo Montes Agudo, Vieja guardia, Madrid, 1939, por las excelentes fotos de los jefes originales de Falange y de las JONS. <<

[156] Claridad, 21 de diciembre de 1935. <<

[157] El Sol, 22 de diciembre de 1935 <<

[158] José Venegas, Las elecciones del Frente Popular, Buenos Aires, 1942, pp. 68-69. <<

[159] El Sol, 17 y 18 de febrero de 1936. Mendizábal, Aux origines, pp. 233-238. <<

[160] Todas las cifras utilizadas en los párrafos anteriores proceden de Venegas, op. cit., pp. 31-32, 46-47, 65 y passim. Son las cifras de las juntas, no adulteradas por las polémicas post-electorales. Brenan, en Spanish Labyrinth, utiliza también estas cifras como las hoy disponibles de más confianza. Mendizábal, op. cit., p. 239, emplea las cifras de El Debate, el cual, agrandando el significado de centro, da al centro-derecha un total de 4 910 000 contra 4 356 000 que reconoce como votos legítimos del Frente Popular. Madariaga, Spain (ed. 1958), pp. 445-446, limita el Frente Popular a 4 206 000 votos, negándose a concederle los votos de la segunda vuelta, de que se informó el 20 de febrero. Dado que estos votos fueron contados por juntas nombradas bajo Portela, y que todas las quejas registradas en aquel tiempo referentes a fraude y terror procedieron de las izquierdas, su proceder parece un poco arbitrario para minimizar el total de votos de las izquierdas. <<

[161] Brenan, op. cit., p. 300, informa del discurso de Portela ante las Cortes en Valencia el primero de octubre de 1937, acusando a Gil Robles y a Franco de proponer un golpe militar. Véase también José María Iribarren, Con el general Mola, Zaragoza, 1937, pp. 9-13, para una versión de la iniciativa de Franco. Gil Robles dijo a Stanley Payne en Madrid, en 1959, que «políticos conservadores asustados» apremiaron a Franco y otros generales a actuar; pero que Franco rehusó (Falange, p. 94). Yo no sé si Gil Robles pensaba incluirse en dicha categoría; pero me aseguró en 1961 que siempre se había opuesto a los golpes militares. Varios oficiales que lucharon en el bando nacionalista durante la guerra civil creían, por razones que a mí me parecen convincentes, que Franco era demasiado frío e inteligente para dejarse arrastrar por un movimiento de pánico. Tal conclusión contradice el relato de Iribarren; pero es más aceptable por el hecho notorio de la larga vacilación de Franco antes de sumarse a la conspiración militar en la primavera de 1936. <<

[162] Mi versión de la transferencia de poderes se basa en un artículo de Diego Martínez Barrio, publicado en la edición madrileña del ABC del 23 de febrero de 1937. Este artículo me fue recomendado por su absoluta corrección, por un miembro del Gobierno Portela que estuvo presente en la oficina de Portela todo el día 18, y que leyó el artículo estando en la cárcel de Madrid, donde pasó los años de la guerra civil. Sin mencionar el artículo, pregunté una vez al señor Martínez Barrio en París sobre este incidente. Su versión oral se correspondía completamente con la que él escribió 23 años atrás. Tranquilizado por la evidencia de tan buena memoria y por tal honestidad, recurrí a él para otros muchos detalles a los que no he puesto nota al pie separadamente. <<

[163] El New York Times y el Times de Londres fueron mis principales fuentes de información día a día, con respecto a la violencia callejera a principios de la primavera de 1936. Para informes más detallados e incidentes más importantes, véase el New York Times del 21 de febrero, 2, 12-17, 19 y 25 de marzo; 4 y 8 de abril; The Times, Londres, 16 de marzo. Don Amós Salvador me explicó en Madrid en 1960 las dificultades habidas ante la ineficacia de una policía no siempre leal. <<

[164] La numerosa literatura polémica sobre la guerra civil puede hacer creer fácilmente a los lectores que las luchas callejeras formaban verdaderamente parte de un complot fascista o comunista coherente. Yo llegué a la conclusión contraria basándome en numerosas conversaciones con hombres que fueron miembros de la Falange, la JAP o la JSU en la primavera de 1936. En cuanto al número de víctimas, Payne, en Falange, p. 104, ha estimado, basándose en un cuidadoso examen de los informes de Falange, que en los tres meses siguientes a las elecciones de febrero fueron asesinados unos 40 falangistas y «más» de 50 izquierdistas, así como varios conservadores. Las técnicas de la violencia falangista anterior a la guerra civil, no siempre aprobadas por José Antonio, pueden ser vistas en la obra de Luis Moure-Mariño, Galicia en la guerra, Madrid, 1939, pp. 202-227; y también en el artículo titulado «Las cruzadas de España», publicado en Living Age, octubre de 1936, por un joven inglés que perteneció a una patrulla terrorista en Valencia poco después de las elecciones de febrero. <<

[165] El Sol, 4 de abril de 1936. <<

[166] Esta explicación me la dio un antiguo diputado «nicetista», amigo íntimo del presidente. <<

[167] El Sol, 16 de abril de 1936. <<

[168] El Sol, 25 de abril y 6 de mayo de 1936. <<

[169] El Sol, 28 de abril, y José Venegas, Las elecciones del frente popular, p. 50. El Sol, 3 de junio de 1936, para el debate retrospectivo final en las Cortes sobre las elecciones en Cuenca. <<

[170] Venegas, op. cit., pp. 70-71. <<

[171] Claridad, 18 y 30 de enero de 1936. <<

[172] Cattell, Communism and the Spanish Civil War, pp. 31-33. <<

[173] Mi análisis está basado principalmente en Claridad. Véase también la entrevista concedida por Luis Araquistáin a Frederick Birchall, New York Times, 26 de junio de 1936. <<

[174] Cattell, op. cit., p. 33. <<

[175] El Socialista, 4 de enero de 1936. <<

[176] El Sol, 4 de marzo y 12 de abril de 1936. <<

[177] El Sol, 9 de julio de 1936. <<

[178] Economía Española, marzo, 1936, pp. 323-337. <<

[179] The Times, Londres, 29 de mayo de 1936. <<

[180] El Sol, 17 de enero de 1936. <<

[181] The Times, Londres, 11 y 13 de abril de 1936. <<

[182] Ibid., 22 de mayo de 1936. <<

[183] Información dada por el señor Giménez Fernández. <<

[184] El Sol, 14 de mayo de 1936 <<

[185] El Sol, 17 y 18 de junio de 1936. <<

[186] New York Times, 9 de julio de 1936. <<

[187] El Sol, 3 y 12 de junio de 1936. El Socialista, Claridad y Mundo Obrero criticaron estas tácticas como «provocaciones anarquistas». El 23 de junio Solidaridad Obrera dijo en un editorial que la acumulación de huelgas perjudicaba los intereses de la clase trabajadora, y que los obreros debían buscar una baja de los precios antes que una subida de salarios. <<

[188] El Sol, 24 de junio. <<

[189] El Sol, 7 de julio. <<

[190] El Sol, 1 y 2 de julio, informó de los votos tal como fueron relacionados por el comité ejecutivo (prietista), y por las agrupaciones (secciones locales, fuertemente caballeristas). Sumando ambos informes se obtiene un margen de 6 a 5 para el ejecutivo. <<

[191] El cuadro que he hecho de la situación en Extremadura está basado en dos artículos de Pedro Perdomo publicados en El Sol los días 16 y 17 de julio de 1936; y en conversaciones con amigos del entonces ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes. <<

[192] A menos que lo especifique, he dependido, al resumir la conspiración, de dos biografías muy bien documentadas de los principales generales, escritas por oficiales que colaboraron con ellos: Jorge Vigón, General Mola, Barcelona, 1957, y Emilio Esteban-Infantes, General Sanjurjo, Barcelona, 1958. Hay muchos detalles fascinantes en las memorias de personajes secundarios, pero muy activos, tales como Antonio Lizarza y Juan Antonio Ansaldo. Se deben aceptar con más cautela las afirmaciones de ciertos carlistas, falangistas y miembros de la UME que afirman apasionadamente haber sido los «verdaderos» iniciadores del Movimiento. Basándome en mis lecturas y conversaciones, estoy convencido de que los planes más importantes fueron hechos por los oficiales, encabezados por Mola; que muchas de las pretensiones de personajes derechistas sólo reflejan su rabia porque los militares no les otorgaron su plena confianza y su frustración por los resultados políticos de la guerra civil, de la que habían esperado algo muy diferente de la dictadura del general Franco. <<

[193] Según Manuel Goded, Un faccioso cien por cien, Zaragoza, 1939, pp. 26-27, el general Goded, José Antonio y Gil Robles también asistieron a las reuniones de Madrid. Esta afirmación ilustra la imposibilidad que hay, a estas alturas, de saber por completo la verdad. Él escribió su libro para justificar a su padre, que fue muy criticado por haberse rendido en Barcelona el 19 de julio. De ahí su interés en pretender para él un papel importante en los preparativos preliminares. Ni Vigón ni Esteban-Infantes hablan de Goded como uno de los dirigentes de la conspiración; pero esto puede ser explicado muy bien por el hecho de que Goded cayó oficialmente en semidesgracia desde su muerte. El mencionar a José Antonio ayudaría al autor a asociar la memoria de su padre con el santo patrón del Movimiento. Y en cuanto a Gil Robles, ésta es simplemente una referencia más a él, referencias todas que él negó por su parte. No se dan detalles de lugares ni fechas. Nadie puede probar quién asistió y quién no asistió. <<

[194] J. M. Iribarren, Con el general Mola, p. 15. <<

[195] A. de Lizarra (seud. de Andrés María de Irujo), Los vascos y la República española, Buenos Aires, 1944, pp. 33-36. <<

[196] Jesús Pérez Salas, Guerra en España, pp. 75-76, 79, pretende, en contraste con todos los otros escritores, que Azaña y Casares Quiroga estaban al tanto de la conspiración militar. Él era un leal republicano catalán y oficial de carrera que gozaba de la confianza personal de Azaña. Sin embargo, sus conversaciones con Azaña y ton amigos de Casares Quiroga tuvieron lugar a finales de marzo. Esto puede constituir, por tanto, una pieza más de evidencia indirecta de que, hacia julio, Azaña y Casares Quiroga pensaban que el peligro había pasado. <<

[197] El Sol, 17 de julio de 1936. Prácticamente casi todo el número estaba dedicado al debate en las Cortes referente al asesinato de Calvo Sotelo. <<

[198] Vígón, Mola, pp. 98-103. <<

[199] Antonio Lizarza Iribarren, Memorias de la conspiración, 1931-1936, Pamplona. 19543, pp. 104-111. El señor Lizarza era el correo entre ambos generales. Véase también Hugh Thomas, The Spanish Civil War, Nueva York, 1961, pp. 118-119, versión concordada en documentación carlista perteneciente a Fal Conde. <<

[200] Reynolds y Eleanor Packard, Balcony Empire, Nueva York, 1942, pp. 38-40. <<

[201] Pierre Broué y Émile Témime, La révolution et la guerre d’Espagne, París, 1961, pp. 82 84. Este libro realmente admirable traza excelentes bosquejos de lo ocurrido en muchas partes de España (pp. 82-102), detalles de los cuales he incorporado en los párrafos siguientes sin hacer notas adicionales. <<

[202] El texto de la alocución por radio se publicó en la obra de Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, II, pp. 22-26. <<

[203] Vigón, Mola, pp. 121-127, para el rápido éxito en el norte de España. También tuve la oportunidad de interrogar en Zaragoza, Valladolid y Salamanca a varias personas que vivían allí desde hacía muchos años y que conocieron los primeros días de la guerra en dichas ciudades. <<

[204] Vigón, Mola, pp. 108-109. <<

[205] Antonio Ruiz Vilaplana, Burgos Justice, Nueva York, 1938, pp. 17-24. El autor era abogado y funcionario judicial en Burgos en la época del alzamiento. Emigró a Francia en junio de 1937; la edición original de este libro se titulaba Doy Fe. <<

[206] Francisco de Cossío, Manolo, Valladolid, 1939, pp. 115-128, da un cuadro vivido de las emociones y actos de los jóvenes falangistas en la toma de Valladolid. El libro, en su conjunto, es un relato literario y emotivo de las reacciones de la clase media conservadora de Castilla la Vieja hacia la República. <<

[207] Vigón, Mola, pp. 141 y ss., para los primeros días en Andalucía y Extremadura. También sostuve conversaciones con oficiales nacionalistas que tomaron parte en las acciones de Algeciras y Cádiz. <<

[208] Antonio Bahamonde, Memoirs of a Spanish Nationalist, Londres, 1939, pp. 27-31; Harold Cardozo, March of a Natíon, Londres, 1937, pp. 11-15. Bahamonde fue un funcionario civil a las órdenes de Queipo de Llano y emigró en 1938. Sus memorias están señaladas por la premura y su repugnancia ante los hechos que había vivido, pero sus detalles fueron ampliamente confirmados por mis entrevistas en Sevilla. Cardozo era un periodista inglés favorable a los insurgentes desde el principio. <<

[209] En lo referente a Madrid, he dependido de la obra de Vigón, Mola; de Julián Zugazagoitia, pp. 42 y ss., y de los recuerdos de muchos madrileños. Zugazagoitia era el director de El Socialista y conoció personalmente a todos los principales personajes izquierdistas que intervinieron en el drama del cuartel de la Montaña. <<

[210] J. Pérez Salas, Guerra en España, pp. 83-84, detalla los cambios en los mandos de la policía y la tropa hechos por la Generalitat en junio de 1936. Pérez fue uno de los que aconsejó tales cambios, y cree que fueron un importante factor en el triunfo republicano en Barcelona. <<

[211] Manuel Goded, Un faccioso cien por cien, pp. 37-49, para los detalles del papel del general. «Remembrança, 19 de julio del 1936», Butlletí d’informacio, s. f. (Órgano en mimeógrafo de la Generalitat en el exilio), y Jesús Pérez Salas, Guerra en España, pp. 97-101 para los acontecimientos de Barcelona. Las palabras que yo atribuyo al general Goded están tomadas de Un faccioso, pp. 58-59. La versión dada en «Remembrança» es prácticamente la misma, exceptuando la frase adicional: «para evitar un inútil derramamiento de sangre». La rendición de Goded es un punto delicado en las me morías españolas. Muchos nacionalistas lo tienen por cobarde y traidor, mientras que los veteranos republicanos creen que lamentó el alzamiento desde el momento en que se dio cuenta del escaso apoyo popular con que contaba. Su hijo explica la alocución por radio como la única cosa que podía hacer su padre, para evitar que de la sublevada Palma salieran más fuerzas aéreas y navales en dirección a Barcelona, ciudad esta última en la que habrían sido capturadas, sin que afectaran para nada al resultado final de la lucha. <<

[212] G. L. Steer, The Tree of Gernika, Londres, 1938, pp. 68-70; A. de Lizarra, Los vascos y la República española, Buenos Aires, 1944, pp. 20-26, 41-57. Lizarra era un diputado nacionalista vasco, y en su libro utiliza abundantemente las memorias no publicadas de su primo y colega, Manuel de Irujo. <<

[213] Óscar Pérez Solís, Sitio y defensa de Oviedo, Valladolid, 1938, pp. 39-41; G. Carrascal, Asturias, Valladolid, 1938, pp. 50-54. Ambas obras son relatos altamente laudatorios del mando del coronel Aranda. Pérez Solís era un excomunista y durante la guerra civil se convirtió en uno de los principales ideólogos del Movimiento. Véase también Fernando Solano Palacio, La tragedia del Norte, Barcelona, 1938, pp. 23-33, para la versión anarquista de los primeros días en Asturias. <<

[214] Lo que han hecho en Galicia, París, 1938, pp. 11-28, 160-175; Luis Moure-Mariño, Galicia en la guerra, Madrid, 1939, pp. 34-37. El primero es un relato detallado de dos refugiados; el segundo, la obra de uno de los fundadores de la Falange en Galicia. Sus descripciones de los primeros días concuerdan entre sí. <<

[215] Esta información me la dio Miguel Maura en una conversación. <<

[216] Véase el artículo de Indalecio Prieto en El Socialista, el 19 de julio de 1956. En una carta que me dirigió, Prieto añadió que el propio marqués había confirmado sus informes en 1948, y citó dos estadistas extranjeros que oyeron la misma versión del incidente. Un amigo íntimo de Azaña me describió la recepción por el presidente del mensaje por teletipo, pues estaba con él en aquella ocasión. <<

[217] Lizarza, Memorias de la conspiración, pp. 24-27, 35 <<

[218] Hugh Thomas, The Spanish Civil War, p. 101 <<

[219] Información recibida en una entrevista con el general Kindelán, Madrid, 1960. <<

[220] Charles Foltz, Jr., The Masquerade in Spain, Boston, 1948, pp. 46-48. <<

[221] Werner Beumelberg, Kampf um Spanien, Berlín, 1940, pp. 22-26. Esta obra es una historia no oficial de la Legión Cóndor. Los datos que publica fueron luego todos confirmados por documentos del ministerio alemán de Asuntos Exteriores publicados tras la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, al referirme a la intervención alemana, he contado con su verosimilitud general. <<

[222] Pierre Cot, The Triumph of Treason, Nueva York, 1941, pp. 341-342. <<

[223] Beumelberg, Kampf, pp. 28-29, y Guido Mattioli, L’aviazione legionaria in Spagna, Roma, 1940, pp. 14-24. También Georges Oudard, Chemises noires, brunes, vertes en Espagne, París, 1938, pp. 190-194. Oudard era un periodista veterano de la primera guerra mundial, en general favorable a los nacionalistas; pero muy moderado y positivo en su reportaje. <<

[224] F. Jay Taylor, The United States and the Spanish Civil War, Nueva York, 1956, p. 66. Robert Garland Colodny, The Struggle for Madrid, Nueva York, 1958, pp. 150-151. <<

[225] Beumelberg, Kampf, p. 28. Toynbee, Survey of International Affairs, 1937, II, p. 231. <<

[226] Herbert Feis, The Spanish Story, Nueva York, 1948, p. 269. <<

[227] Pierre Cot, The Triumph of Treason, pp. 338-355; y el testimonio de Léon Blum durante la investigación de la Cámara de diputados francesa sobre las relaciones exteriores en el período 1933-1945, testimonio del 27 de julio de 1947. <<

[228] Taylor, op. cit., p. 57 y ss. <<

[229] Mattioli, L’aviazione legionaria y Hellmut H. Führing, Wir funken für Franco, Breslau, 1941, passim. <<

[230] Cattell, Communism and the Spanish Civil War, pp. 70-71. <<

[231] P. A. M. Van der Esch, Prelude to War, La Haya, 1951, p. 44, basada en las memorias del general Krivitski. Prelude da el mejor relato general disponible de la diplomacia y la intervención extranjera en la guerra civil. <<

[232] Lois Elwyn Smith, México and the Spanish Republicans, Berkeley, 1955, pp. 190-191. <<

[233] Foltz, Masquerade in Spain, pp. 43-44; Vigón, Mola, pp. 200-201. <<

[234] José Martín Blázquez, I Helped to Build an Army, Londres, 1939, pp. 175-182, y Pietro Nenni, La guerre d’Espagne, París, 1960, passim, contienen mucho material interesante sobre las operaciones militares en la sierra. Martín Blázquez era un oficial de carrera simpatizante con la República. Pietro Nenni, el socialista italiano de izquierda, figuró entre los primeros emigrados antifascistas que entraron en España, y se convirtió en uno de los jefes de las Brigadas Internacionales. <<

[235] Información obtenida en conversaciones sostenidas en Valencia, 1960. <<

[236] Vigón, Mola, pp. 161-163. Broué y Témime, La révolution et la guerre d’Espagne, páginas 100-101 y 116-120. <<

[237] G. Carrascal, Asturias, pp. 66-67. Solano Palacio, La tragedia del Norte, pp. 41 y passim. <<

[238] Con referencia al avance del ejército de África, he dependido principalmente de Harold Cardozo, March of a Nation, Londres, 1937; H. R. Knickerbocker, The Siege of the Alcázar, Filadelfia, 1936, y Cecil Gerahty, The Road to Madrid, Londres, 1937. Cardozo y Knickerbocker fueron excelentes periodistas que ya eran corresponsales de guerra veteranos antes de 1936. El libro de Knickerbocker, a pesar de su título, es en gran parte un diario de sus experiencias con las columnas victoriosas en Andalucía y Extremadura. Gerahty no era tan buen corresponsal; pero tenía muchas relaciones sociales, que le permitieron observar más libremente que la mayoría de los extranjeros. Aunque sean incompletas, he confiado en estas fuentes más que en los varios volúmenes de la historia oficial llamada Cruzada o en la Historia militar de la guerra de España, Madrid, 1940, de Manuel Aznar. Esta última contiene muchos mapas esquemáticos excelentes, y mucha información sobre el orden de las batallas; pero enumera tan sólo las bajas de los «rojos»; la tercera edición, de 1938, es casi idéntica a la primera en los puntos más importantes, que yo comprobé con la esperanza de que el acceso de Aznar a los archivos haría que, veinte años después, contara la verdadera historia. Algunos oficiales que lucharon en bandos opuestos en la guerra civil consideran al libro de Aznar como propagandístico, mientras que confirmaron la información que yo obtuve de Cardozo y Knickerbocker. Puesto que nadie más que Aznar y sus colaboradores han visto los archivos, y puesto que Cruzada está deformado por su evidente intento propagandístico, el material periodístico de la época sigue siendo la mejor fuente de información. <<

[239] Los reportajes de los periodistas franceses y portugueses son citados ampliamente por Arthur Koestler en su obra, L’Espagneensanglantée, París, 1937. El despacho de Jay Allen del 25 de agosto al Tribune de Chicago fue publicado en muchos periódicos y folletos. El New York Times del 16 de septiembre de 1936 publicaba la historia del fotógrafo francés René Bru, que filmó a unos mil prisioneros que esperaban la ejecución en la plaza de toros de Anandaleja, así como pilas de cadáveres siendo quemados. Fue detenido y encarcelado en Sevilla. Dos semanas más tarde fue puesto en libertad en Tánger; pero tuvo que dejar sus películas a las autoridades insurgentes. Véase también J. T. Whitaker, «Prelude to War. A Witness from Spain», Foreign Affairs, octubre, 1942, pp. 104-106; para varias francas declaraciones del terror de masas hechas por oficiales españoles y por el capitán alemán Ronald von Strunk, que acompañaba al ejército de África. Véase H. Thomas, The Spanish Civil War, p. 247, para un punto de vista escéptico sobre lo que el autor llama la masacre de Badajoz. <<

[240] Arthur Koestler, Spanish Testament, Londres, 1937, pp. 149-157, incluyendo declaraciones juradas prestadas por personas que escaparon del Alcázar. <<

[241] Aurelio Núñez Morgado, Los sucesos de España vistos por un diplomático, Buenos Aires, 1941, pp. 214-221, para el relato del embajador. The Red domination in Spain, Madrid, 1946, pp. 325-337 para el relato del coronel Moscardó. <<

[242] Una versión muy completa de «La verdad sobre la ejecución de Luis Moscardó», hijo del coronel, puede hallarse en el libro de Herbert R. Southworth El mito de la cruzada de Franco, París, 1963. (N. del E.). <<

[243] H. Thomas, op. cit., p. 203, da detalles convincentes que apoyan la autenticidad de la historia. <<

[244] Con referencia a la caída de Irún y de San Sebastián, he dependido principalmente de G. L. Steer, The Tree of Gernika, Londres, 1938, pp. 32-58. Steer gozaba de la confianza de los nacionalistas vascos. En su libro demuestra conocer poco al resto de España; pero es altamente informativo de los aspectos militares y políticos de la guerra, tal como eran vistos por los vascos. <<

[245] Carlos M. Rama, La crisis española del siglo XX, México, 1960, pp. 249-250, basada en un artículo de García Oliver en Solidaridad Obrera, 18 de julio de 1937. Aunque lo cite en este caso por su información sobre la guerra civil, este libro es un estudio detallado y muy reflexivo de las modalidades políticas y el pensamiento político subyacente en la guerra civil. <<

[246] El problema del vocabulario presenta grandes dificultades al hablar de la guerra civil. He rechazado términos generales como «rojos» y «blancos», «fascistas» y «marxistas», no por sus asociaciones emotivas, sino porque no son términos exactos para una buena proporción de las fuerzas en presencia. «Rebeldes» y «leales» son un poco más exactos; pero si se utilizan para denominar ambos bandos suponen un cierto grado de deliberación legal que no creo fuera importante en el momento de la elección de bando hecha por la mayoría de aquéllos que pudieron elegir. Durante los primeros 3 o 4 meses de la guerra, el Gobierno de Madrid gozaba tan sólo de una autoridad nominal en su zona. Por lo tanto, me ha parecido que llamarla «zona del Frente Popular» es un término muy apropiado para calificar al territorio que se declaraba leal al Gobierno republicano. Igualmente, durante el mismo período, la junta de Burgos no había alcanzado una organización interna completa ni el reconocimiento internacional. Así que el término «insurgentes» me pareció razonablemente adecuado y neutral para las fuerzas mandadas por los generales Franco, Mola y Queipo de Llano. Después de noviembre de 1936, el gobierno de Largo Caballero primero, y luego el de Negrín, impusieron su autoridad cada vez más en la zona republicana, y el general Franco fue estableciendo sin cesar su autoridad personal y la categoría internacional de su Gobierno. En estas condiciones, los términos «republicanos» y «nacionalistas» me parecen los mejores. «Republicanos» se justifica por el hecho de que las fuerzas revolucionarías estaban en franca retirada, mientras que el Gobierno afirmaba repetidamente los fines y el programa de República reformista y liberal. «Nacionalistas» se justifica por el hecho de que el Gobierno de Burgos afirmó rápidamente la primacía de Castilla sobre todas las regiones, y gobernó con la ayuda de las fuerzas religiosas y económicas más conservadoras de España. No hace falta decir que en las complejas circunstancias de la revolución y la guerra civil, cualquier término simple aplicado a cualquiera de ambos bandos puede ser fácilmente objetado. <<

[247] New York Times, 17 de septiembre de 1936. <<

[248] Mis principales fuentes de información sobre la revolución en Cataluña, Levante y Castilla fueron: H. E. Kaminski, Ceux de Barcelone, París, 1937; Anton Sieberer, Katalonien gegen Kastilien, Viena, 1936; Franz Borkenau, The Spanish Cockpit, Londres, 1937, y José Peirats, La CNT en la revolución española, 3 volúmenes, Toulouse, 1951-1952. Asimismo me he basado en Rama, op. cit., cap. 5; Broué y Témime, La révolution et la guerre d’Espagne, part. I, caps. 5 y 6; y José Martín Blázquez, I Helped to Build an Army, Londres, 1939. Tuve la oportunidad de hablar en Zaragoza, Barcelona y Valencia con varias personas que conocieron personalmente los experimentos sociales y el terror revolucionario. <<

[249] Solano Palacio, La tragedia del Norte, pp. 73-87. Hay muy poca información impresa con referencia a las zonas dominadas por los republicanos en Asturias en 1936-37, ya que dicha zona quedó aislada del resto de la zona republicana. Solano Palacio era anarquista, y he confiado en lo que él dice con respecto a las colectivizaciones, puesto que sus informes sobre las acciones militares coinciden con los de los corresponsales extranjeros y los historiadores nacionalistas. <<

[250] Joaquín Costa, en su obra monumental Colectivismo agrario, reavivó el interés de los españoles a finales del siglo XIX hacia las variadas tradiciones colectivistas de la Península. J. Langdon-Davies, Behind the Spanish Barricades, Londres, 1936, describe las colectividades de los pescadores catalanes. Yo he analizado la relación de estas tradiciones de origen medieval con la revolución de 1936 en mi artículo: «The Origins of Spanish Anarchism», The Southwestern Social Science Quarterly, septiembre de 1955, pp. 135-147. <<

[251] Gerald Brenan, The Spanish Labyrinth, Cambridge, 1943, p. 275; y Claridad, 13 de julio, 17 de agosto y 14 de septiembre de 1935, así como 7 de abril de 1936. <<

[252] Kaminski, op. cit., pp. 68-74, para la entrevista con Federica Montseny. <<

[253] Borkenau, op. cit., pp. 125 y ss. <<

[254] Toynbee, Survey, 1937, II, pp. 86-87. <<

[255] G. L. Steer, The Tree of Gernika, p. 139. Javier Ybarra y Bergé, Mi diario de la guerra de España, Bilbao, 1941, pp. 31-48. <<

[256] A. Montero, La persecución religiosa, pp. 762-764 para cifras detalladas. <<

[257] Jesús de Galíndez, Los vascos en el Madrid sitiado, Buenos Aires, 1945, pp. 58, 87 y passim. Este libro es la mejor fuente de información acerca de «paseos», prisiones, justicia y la actuación (buena y mala) de los comités revolucionarios de Madrid. Con referencia a la elogiable y valerosa labor del tribunal popular de Valencia, véase The Times, Londres, 15 de octubre de 1936. <<

[258] Red Terror in Madrid, Londres, 1957, es un relato circunstancial anónimo de un refugiado que huyó de la ciudad, y describe en las pp. 59-61 la liberación de un canónigo de la catedral de Madrid y el fusilamiento de la persona que lo denunció falsamente. Oí historias similares tanto en Barcelona como en Madrid, de personas de ideas sociales y políticas conservadoras. <<

[259] Con referencia a la rendición de la iglesia de los carmelitas, véase Megan Laird, «A Diary of Revolution», The Atlantic Monthly, noviembre de 1936, pp. 513-533. <<

[260] Brenan, Spanish Labyrinth, p. 49. <<

[261] Mis relatos sobre el cardenal Vidal i Barraquer y el profesor García Morente están basados en entrevistas que tuve con personas muy relacionadas con ambos, de ideas políticas conservadoras. <<

[262] Borkenau, op. cit., pp. 97-98, habla de las ejecuciones en las zonas rurales de Aragón organizadas por la columna de Durruti; pero en una conversación aparte que tuve con dos terratenientes monárquicos, uno de ellos profesor universitario y el otro abogado, escuché una enérgica defensa de la activa oposición de Durruti a los asesinatos. <<

[263] Alfredo Kindelán, Mis cuadernos de guerra, Madrid, 1945, pp. 47-59. Kindelán era un general monárquico que organizó las fuerzas aéreas españolas bajo Alfonso XIII y que dirigió la aviación nacionalista durante la guerra civil. Con respecto al modo como Franco asumió el título de «jefe del Estado», me he basado en Joaquín Satrústegui, discurso en el hotel Menfis, 29 de enero de 1959. Satrústegui es uno de los principales dirigentes de la oposición monárquica, y copias de su discurso en mimeógrafo circularon abundantemente. <<

[264] Con referencia a Sevilla, he dependido en gran parte de Antonio Bahamonde, Memoirs of a Spanish Nationalist, Londres, 1939; Julio de Ramón-Laca, Cómo fue gobernada Andalucía, Sevilla, 1939, y fragmentos de Arthur Koestler, Spanish Testament, Londres, 1937. Bahamonde sirvió en el equipo de propaganda de Queipo, y escribía como refugiado. El libro de Ramón-Laca es un relato semioficial escrito por un ardiente admirador del general. <<

[265] Lo que conozco sobre la actitud de Unamuno procede principalmente de amigos suyos que aún viven en Salamanca, con detalles suplementarios basados en el artículo de Luis Portillo en Golden Horizon, Londres, 1953. <<

[266] De un reportaje de Anita Brenner en el New York Times Magazine, 8 de octubre de 1933. La interpretación general de su conducta política es mía, basada en el Diario de las Cortes de 1931-33. <<

[267] Mis principales fuentes impresas sobre Castilla y Galicia fueron, respectivamente, Antonio Ruiz Vilaplana, Burgos Justice, Nueva York, 1938, y Lo que han hecho en Galicia, París, 1938, libros ambos ya citados en el cap. 13. Con referencia a las purgas en Sevilla, Salamanca, Valladolid y Galicia, sin embargo, mis notas tomadas de lecturas fueron menos importantes que el testimonio oral de unas quince personas que vivieron los primeros meses de la guerra civil en aquellas provincias. <<

[268] Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, vol. II, I parte, cap. 8; y Marino Ayerra Redín, No me avergoncé del Evangelio, Buenos Aires, 1959. Esta obra, escrita por el anterior cura párroco de Alsasua, apareció primero en 1956 con el título Desde mi parroquia. Igualmente Iñaki de Aberrigoyen, 7 mois el 7 jours dans l’Espagne de Franco, París, 1938, pp. 120-126, diario de un sacerdote nacionalista vasco. <<

[269] Georges Bernanos, Les grands cimetières sous la lune, París, 1938, pp. 138-140, para el incidente de Porto Cristo; passim para otros detalles sobre la represión en Mallorca. <<

[270] Ayerra Redín, pp. 89-90. Véase apéndice D, para el esfuerzo de evaluar el número total de muertes por todas las causas en la guerra civil. <<

[271] Ayerra Redín, op. cit., pp. 138-139. <<

[272] Véase el artículo anónimo publicado en Living Age, octubre de 1936, escrito por un joven inglés que pasó unos meses de aventuras en Valencia con terroristas de extrema derecha, recorriendo las calles en autos de la CNT y la UGT. <<

[273] Documents on Germán Foreign Policy, 1918-1945, series D, vol. III, «Alemania y la guerra civil española», Washington, 1950, p. 53. En notas sucesivas se hace referencia a ellos como DGFP. <<

[274] Foreign Policy Reports (publicados por Foreign Policy Association, Nueva York), número de 1 de diciembre de 1936, e «Hispanicus», Foreign Intervention in Spain, vol. I, Londres, 1937, pp. 200 y ss., y passim para la llegada de los envíos alemanes e italianos. El Foreign Policy Report está basado ampliamente en el New York Times, y el volumen de «Hispanicus» consiste ampliamente en extractos de los principales diarios británicos. Vale la pena hacer notar que la prensa de habla inglesa de la época informó de la ayuda de las potencias del Eje cuando ésta fue confirmada por la publicación de los DGFP y del diario del conde Ciano. <<

[275] Oloff de Wet, Cardboard Crucifix, Londres, 1933, passim. El autor era un piloto mercenario, que tripuló los viejos aparatos franceses Potez para los republicanos en septiembre y octubre de 1936. Su libro contiene muchos detalles interesantes de la actuación de los aviones insurgentes y republicanos durante aquellos meses. <<

[276] Louis Fischer, Men and Politics, Nueva York, 1941, pp. 372-377. Martín Blázquez, I Helped to Build an Army, pp. 214-215. <<

[277] Toynbee, Survey, 1937, II, pp. 246-252, para las primeras reuniones del comité de No-intervención. En éste, así como en los siguientes capítulos, mis fuentes principales sobre el comité son el Survey; P. A. M. Van der Esch, Prelude to War, La Haya, 1951, y los siguientes artículos: N. J. Padelford, «The International Non-Intervention Agreement and the Spanish Civil War», American Journal of International Law, octubre, 1937; y N. J. Padelford y H. G. Seymour, «Some International Problems of the Spanish Civil War», The Political Science Quarterly, septiembre, 1937. <<

[278] Estas cifras han sido tomadas de R. G. Colodny, The Struggle for Madrid, p. 161, que a su vez se basa en los informes del New York Times sobre la llegada de armamento ruso a los puertos españoles. En 1960 pude sostener en Madrid dos conversaciones muy detalladas con funcionarios del Archivo militar con referencia a la intervención rusa y germano-italiana, los cuales insistieron mucho en que todas las estimaciones internacionales eran incorrectas, ya que la intervención rusa era mucho más importante de lo que se decía y la intervención germano italiana mucho menor. Aseguraron que buena parte del material que había en los archivos podían apoyar sus afirmaciones. Sin embargo, en el transcurso de diez meses no pude conseguir permiso para ver tal material, y puesto que mis interlocutores no contradijeron específicamente las fuentes en que he basado mi obra, confío razonablemente en las estimaciones que ofrezco. <<

[279] David T. Cattell, Soviet Diplomacy and the Spanish Civil War, Berlceley, 1957, p. 46. <<

[280] Ha habido muchas discusiones sobre la transferencia del oro. Creo que la más ilustrativa es la que hubo entre Luis Araquistáin e Indalecio Prieto. Comenzó por un artículo de Araquistáin publicado en Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, marzo, 1958, que Prieto comentó en El Socialista el 13 de noviembre de 1958; Araquistáin replicó en el mismo diario el 27 de noviembre; y Prieto hizo un nuevo comentario el 18 de diciembre. He adoptado lo esencial del punto de vista de Araquistáin de que Azaña y Prieto no pudieron desconocer del todo los planes de Largo Caballero y Negrín. Por otra parte, acepto la afirmación de Prieto de que la República no podía, como alega Araquistáin, depositar ese oro en Suiza. Dada la actitud de los diversos gobiernos y grupos financieros en octubre de 1936, el Gobierno republicano no podía contar con más potencias extranjeras que México y Rusia, eso suponiendo que el oro tenía que salir de España. <<

[281] Louis Fischer, Mett and Politics, p, 383, para el incidente de las fotografías. La fascinante cuestión de las identidades es discutida por Fischer, por Walter G. Krivitsky, In Stalin’s Secret Service, Nueva York, 1939, y por varios otros. La contradictoria información es resumida por Colodny, pp. 162-165, con referencia al general comúnmente conocido por Goriev (posiblemente el general Berzin); y pp. 179-180 para Emil Kleber, que Colodny cree que era el general Gregory Stern, del ejército rojo. Tuve la oportunidad de discutir la identificación de este último con dos antiguos oficiales republicanos que conocieron bien a Kleber. Uno de ellos vio que a éste lo trataban con indiferencia en el cuartel general, y el otro estuvo presente cuando los proyectiles disparados por orden de Kleber no estallaron. Ninguno de los dos creyó, ni por un momento, que fuera un general del ejército rojo. Parece haber quedado bien establecido que los mariscales Koniev y Malinovski estuvieron en España y es muy probable que también el propio mariscal Zukov. El problema de la identificación se presenta no sólo por la propensión de los rusos al secreto, sino por el hecho de que muchos de los oficiales que lucharon en España fueron fusilados en las purgas, y que luego todas las biografías oficiales quedaron afectadas por los ascensos o las caídas en desgracia. Probablemente jamás sabremos toda la verdad. Pero, sin embargo, el punto importante, y que está claro, es que muchos oficiales rusos de alta graduación estuvieron en España durante la guerra civil, y que fueron altos consejeros de la mayor capacidad. <<

[282] Las cifras de bajas de las incursiones aéreas de octubre y noviembre varían mucho. Mi «menos de cincuenta» se basa en los informes de la guardia municipal de Madrid, referentes al período de 20 de octubre a 20 de noviembre, que tuve ocasión de examinar. Es muy probable que las cifras de la guardia municipal fueran incompletas. Por otra parte, el número de aviones y el peso de las bombas no podían causar muchas bajas, con la excepción de las incursiones masivas de 17 y 18 de noviembre. <<

[283] Antonio López Fernández, Defensa de Madrid, México, 1945, pp. 135 y ss. Este libro es una biografía de Miaja en tono lisonjero escrita por su antiguo ayudante de campo. Sin embargo, es muy positivo y es un buen correctivo al exagerado énfasis que la mayoría de los libros franceses e ingleses dan al papel de las brigadas internacionales. <<

[284] Para información militar y logística sobre el asalto a Madrid, y también en páginas posteriores sobre las batallas del Jarama y Guadalajara, he dependido principalmente del excelente estudio de Robert G. Colodny, The Struggle for Madrid. Es un material positivo, aunque no su interpretación, siempre comprobada en muchas otras fuentes de información. <<

[285] John T. Whitaker, «Prelude to War. A Witness from Spain», Foreign Affairs, octubre de 1942, p. 115. Whitaker acompañó a los moros hasta las orillas del Manzanares, esperando ser el primer corresponsal que entrara en la ciudad con las tropas de Franco. La batería en el Retiro era popularmente conocida como «el abuelo» y sus disparos como «tosidos». Galíndez, Los vascos, p. 64. Su presencia fue una de las justificaciones de los nacionalistas para su bombardeo de las cercanías del Prado en noviembre. <<

[286] Los historiadores nacionalistas han exagerado el papel de los rusos y las brigadas internacionales en Madrid, en un esfuerzo por explicar, desde su punto de vista, el fracaso de Varela en tomar la ciudad. Los corresponsales extranjeros y los veteranos de las brigadas contribuyeron luego inadvertidamente a esta exageración, porque sus propias emociones y sus intereses políticos estaban unidos a los internacionales. No pretendo ser un historiador militar, y no puedo hacer listas de nombres sin perjudicar a muchos hombres que todavía viven en España. Pero estoy convencido, por la geografía del frente a Madrid (del cual los internacionales mantuvieron una parte muy exigua, aunque vital) y por el número de entrevistas con oficiales republicanos, que unos 30 o 50 profesionales, mandando 40 000 milicianos mal armados, jugaron un papel absolutamente crucial en la batalla de diez días, que detuvo el ejército nacionalista a las puertas de la capital. No eran la clase de hombres que pudieran buscar publicidad en aquel tiempo, y las circunstancias han hecho que el silencio fuera aconsejable desde entonces. <<

[287] La naturaleza del incidente es bien conocida gracias a muchas fuentes informativas; pero la estimación del número de víctimas varía grandemente. He aceptado, como más aproximado, la cifra de 1020 dada por Jesús de Galíndez en Los vascos en el Madrid sitiado, p. 66. <<

[288] Ludwig Renn, Der Spanische Krieg, Berlín, 1956, pp. 70-72 y passim para observaciones sobre el estado del entrenamiento, la moral y la eficiencia de las diversas milicias. Renn, cuyo verdadero nombre era Arnold Friedrich Vieth von Golssenau, era un comunista de origen aristocrático. Fue capitán en el ejército imperial alemán durante la primera guerra mundial, y juzgó a las tropas españolas e internacionales con criterio profesional. De todas las memorias de miembros de las brigadas internacionales, ésta es la más competente, como comentario de los acontecimientos vividos. <<

[289] Kaminski, Ceux de Barcelone, pp. 60-65. Los oradores en el entierro fueron García Oliver, que dos semanas antes se había convertido en el primer anarquista en formar parte del Gobierno, como ministro de Justicia de Largo Caballero; Vladimir A. Antonov-Ovseenko, «viejo bolchevique», cónsul en Barcelona, que luego habría de ser fusilado en las purgas soviéticas durante 1937, y Luis Companys, que habría de ser entregado al Gobierno de Franco por la Gestapo y fusilado en 1940. <<

[290] La cifra de 100 000 soldados italianos transportados procede del periódico naval italiano Forze Ármate. Ha sido citada en muchos relatos y puede que sea la base en que se apoya la pretensión de que 100 000 italianos o más prestaron servicio en España. Dado que el artículo fue publicado en junio de 1939, he dado por supuesto que el autor no se sentía inclinado a minimizar la contribución italiana. Al mismo tiempo, ya es sabido que Mussolini envió 4 divisiones completas con sus equipos y servicios de transportes, así como otras fuerzas auxiliares. Las 4 divisiones ascenderían a unos 60 000 hombres, y considerando esto, y teniendo en cuenta además a los aviadores, tanquistas y personal técnico, yo diría que fueron «unos 70 000». Supongo que el resto hasta los 100 000 serían moros, porque por un lado Forze no quiere decir que todas las tropas fueran italianas y por otra parte varios oficiales de la Legión me dijeron que habían hecho un intenso reclutamiento en África del Norte después de la detención del avance ante Madrid. <<

[291] Beumelberg, Kampf um Spanien, p. 56. Así como las declaraciones del general Jaenecke, que fue jefe del Estado Mayor de Hitler para las operaciones en España, citado en la obra de Colodny, The Struggle for Madrid, pp. 166-167. <<

[292] Eoin O’Duffy, Crusade in Spain, Clanskeagh, 1938, p. 155 para su número, y passim para su papel militar en el frente del Jarama. <<

[293] Ésta era la estimación del general Monasterio, entonces encargado de todas las milicias nacionalistas, y que me fue citada por un oficial falangista que colaboró con el general. <<

[294] E. Allison Peers, Spain in Eclipse, Londres, 1943, pp. 101-106. <<

[295] Douglas Jerrold, en Nineteenth Century, abril de 1937, publicaba un detallado artículo sobre los propósitos civiles y los logros del régimen nacionalista a principios de 1937. Véase también el manual oficial de la Sección Femenina de la Falange, para información sobre comedores y hospitales. <<

[296] DGFP, pp. 124, 137-139, 155-156, 236 y passim. <<

[297] Una gran variedad de fuentes informativas, tanto republicanas como nacionalistas, eleva el número total de los internacionales a 30-40. 000 durante la guerra. Hay mucho desacuerdo sobre el número en acción en un momento dado y el significado de su contribución. Yo he seguido el análisis de su composición que dio Colodny. Había 5 brigadas, numeradas de la 11 a la 15 (una de las causas de la confusión sobre su número total) con fuerzas efectivas en el campo de batalla de 2 a 3000 hombres cada una. Empleadas como fuerzas de choque o para defender posiciones clave, naturalmente sufrieron muchas bajas. Así que es razonable suponer unos 40 000 extranjeros, la mayoría de ellos voluntarios por una causa, y los otros mercenarios, que lucharon en 5 brigadas cuya fuerza variaba entre 10-15. 000 hombres. De la enorme literatura que hay de las brigadas en forma de memorias, hallé especialmente útiles las siguientes: Tom Wintringham, English Captain, Londres, 1939, para información sobre el entrenamiento y la política interna de las brigadas, y su papel en el Jarama; John Sommerfield, Volunteer in Spain, Londres, 1937, obra de un romántico comunista inglés que luchó en noviembre en Madrid; Alvah Bessie, Men in Battle, Nueva York, 1939, concerniente a la desastrosa retirada a principios de 1938 y la batalla del Ebro; Pietro Nenni, La Guerre d’Espagne, París, 1960 (publicada primero en 1958 en Italia con el título de Spagna) para la experiencia e interpretación de un exilado antifascista no comunista, políticamente muy activo. <<

[298] Alvah Bessie, Men in Battle, p. 181. <<

[299] Muchos escritores han tratado de estimar la proporción de miembros del Partido Comunista en las brigadas. En su introducción a la tan leída novela de Gustav Regler, referente a la defensa de Madrid, The Great Crusade, Nueva York, 1940, Ernest Hemingway escribió que la mayoría de los hombres de la 11 brigada eran comunistas (casi todos alemanes), y que en la 12 «algunos eran comunistas, pero que había hombres de todas las creencias políticas». El secreto que guardaba el partido sobre sus miembros y el hecho de que en ciertas circunstancias el partido prefería que ciertas personas no fueran miembros de él, hace imposible el dar cifras exactas. En todo caso, lo más importante es el hecho de que la gran mayoría de los internacionales, y de los componentes de la JSU, actuaron como «compañeros de viaje», por sus razones propias. Vieron a los comunistas como los más eficaces organizadores de la resistencia antifascista en Europa. Cuando en agosto de 1939 se firmó el pacto Hitler-Stalin, los «compañeros de viaje» se apearon del tren; pero eso fue cinco meses después del fin de la guerra civil. <<

[300] Krivitsky, In Stalin’s Secret Service, p. 91 y passim. <<

[301] Por España han circulado historias muy embrolladas con respecto a los esfuerzos para rescatar a José Antonio. Yo era escéptico hasta que me contó lo anterior un profesional evidentemente desengañado, que fue uno de los participantes. <<

[302] Payne, Falange, pp. 132 y ss. Para la evolución hacia la izquierda del pensamiento de José Antonio, compárese el Gobierno que propuso en 1935 (Payne, p. 110) con el Gobierno citado en su testamento (Payne, p. 111). <<

[303] Burnett Bolloten, The Grand Camouflage, Londres, 1961, p. 227, Martín Blázquez, I Helped to Build an Army, pp. 316 y ss. Francisco Largo Caballero, Mis recuerdos, México, 1954, pp. 182 y ss. También conversaciones con Manuel de Irujo, en París, 1961. <<

[304] Sobre las contiendas de junio véase El Sol, 12 de junio de 1936. Sobre el terror en Málaga, véase el New York Times, 26-27 de julio y 19 de septiembre de 1936, y el ABC de Sevilla, 3 y 5 de marzo de 1937. Concerniente a las condiciones generales de la defensa de Málaga, véase la obra de Koestler antes citada, Spanish Testament, pp. 186-199, y Borkenau, The Spanish Cockpit, pp. 216-228. <<

[305] Hay glandes divergencias en la estimación del número y composición de las fuerzas que tomaron Málaga. Reynolds Packard en Balcony Empire habla de 40 000 soldados, la mitad de los cuales, al menos, eran italianos. Rechazo esto porque unas fuerzas tan numerosas para un objetivo tan pequeño, cuando las fuerzas nacionalistas estaban concentradas al máximo cerca de Madrid, no tiene sentido. El general Kindelán en sus Cuadernos habla de 25 000, dos tercios de los cuales eran españoles. Yo dudo de esto por varias razones. En primer lugar, los escritos de Kindelán son muy valiosos por su perspicacia cualitativa en lo referente a estrategia y equipo, pero siempre trató de quitar importancia a la ayuda prestada a los nacionalistas por los alemanes e italianos. Su declaración también significaría que Franco tenía 16 000 soldados españoles sobrantes para destinar a la campaña de Málaga tras el terrible desgaste de la batalla de Madrid, y mientras estaba preparando una ofensiva más importante en el frente del Jarama. Por otra parte, una posible explicación en lo referente a las cifras, que ya he citado en el texto, es que, Kindelán, como muchos oficiales españoles, podía incluir a los moros dentro del término «españoles», dado que desde luego los moros formaban una gran parte del ejército de África. Las cifras que he empleado son las de R. Sencourt, Spain’s Ordeal, Nueva York, 1940, p. 227, obra de un corresponsal británico que simpatizaba con los monárquicos y que conocía de tiempo a España. A mí me parecen las más congruentes con las necesidades logísticas de la campaña y con el tipo de tropas de que habría dispuesto el general Queipo de Llano. Por otra parte, no hay duda de que los italianos pudieron haber contribuido con más de 5000 hombres. El embajador Von Faupel, en un despacho del 18 de enero de 1937, se refería a los 20 000 italianos ya listos para la acción en las cercanías de Sevilla (DGFP, p. 229). Así que no hay certeza numérica, y doy esta detallada nota para ilustrar la clase de adivinanzas repetidamente necesarias al tratar de juzgar las estadísticas militares. <<

[306] Foltz, Masquerade in Spain, pp. 77-78. <<

[307] Roberto Cantalupo, Fu la Spagna, Milán, 1948, pp. 131-137. <<

[308] Sobre la actuación de los aviones rusos en el Jarama y Guadalajara, hay muchos detalles interesantes en un artículo de Eugene Finick titulado, «I fly for Spain», Harper’s, enero de 1938. Los relatos que yo hago de ambas batallas han sido tomados en su conjunto de Colodny y de English Captain, Londres, 1939, de Tom Wintringham. <<

[309] Colodny, Struggle for Madrid, pp. 129-130 y passim. <<

[310] Luigi Longo, Die Internationalen Brigaden in Spanien, Berlín, 1958, pp. 220 y ss., Renn, Der Spanische Krieg, pp. 201-240, valioso no solamente por el papel de las brigadas internacionales, sino por los comentarios sobre táctica militar y los dibujos de mapa. <<

[311] El episodio de los altavoces y su crucial significado para los antifascistas extranjeros, tanto comunistas como no comunistas, está magníficamente evocado en forma de ficción por Gustav Regler, The Great Crusade, pp. 374-378, y en su autobiografía, The Owl of Minerva, Nueva York, 1960, pp. 283-312 y passim. <<

[312] The Italia Invasión of Spain, Washington, 1937. El Gobierno de Madrid publicó asimismo ediciones en francés y español que fueron ampliamente distribuidas en todas las capitales del mundo. <<

[313] Anthony Eden, Facing the Dictators, vol. 2 de Memoirs of Anthony Eden, Boston, 1962, pp. 464-465, 487-490. <<

[314] Además de las obras anteriormente citadas de Toynbee, Survey, y de Van der Esch, Prelude to War, la diplomacia de las grandes potencias es analizada con detalle por David T. Cattell en Soviet Diplomacy and the Spanish Civil War, Berkeley, 1957, y Dante Puzzo, Spain and the Great Powers, 1936-1941, Nueva York, 1960. <<

[315] F. Jay Taylor, The United States and the Spanish Civil War, pp. 76-89, 133 <<

[316] Son varias las versiones sobre la salida de Serrano Súñer: A. de Lizarra dice que el ministro Irujo apoyó su salida de la cárcel cómo enfermo, en lo que coinciden Broué y Témime agregando que logró refugiarse en una legación y el embajador argentino le ayudó a embarcar en el vapor Tucumán con destino a Marsella; Hugh Thomas afirma que fue por gestión del doctor Marañón como lo llevaron a un sanatorio; Junod, delegado de la Cruz Roja, declara que él le ayudó a escapar de Madrid, y Largo Caballero, en su libro Mis recuerdos, p. 208, escribe que «se hizo el canje del señor Serrano Súñer». (N. del E.). <<

[317] Foltz, Masquerade, p. 83. <<

[318] Ramón Serrano Súñer, Entre Hendaya y Gibraltar, Madrid, 1947, pp. 23-29 y passim. Serrano da a entender claramente que las ideas eran suyas, y que moldeó el pensamiento de su cuñado. Puede que él, como otras muchas personas, subestimara la capacidad de Franco para pensar por sí mismo. <<

[319] Payne, Falange, pp. 164-166. <<

[320] Cantalupo, Fu la Spagna, pp. 230-234. <<

[321] Broué y Términe, La révolution et la guerre d’Espagne, pp. 208 y ss. <<

[322] Prieto en El Socialista, Toulouse, 18 de diciembre de 1958 <<

[323] Largo Caballero, Mis recuerdos, pp. 224-226. <<

[324] Burnett Bolloten, The Grand Camouflage, pp. 226 y ss. En todo el presente capítulo me he basado ampliamente en este estudio cuidadosamente documentado del Partido Comunista en 1936-1937. No tiene rival por su análisis de la prensa de tiempo de guerra, de la que Bolloten, que era un corresponsal de la UP en España, formó una gran colección. J. Pérez Salas, Guerra en España, passim, contiene mucho material valioso sobre los nombramientos del Estado Mayor del ejército, en relación con la pugna de los comunistas contra los anticomunistas y de las rivalidades entre los militares de carrera y las milicias. <<

[325] Para el clímax del asunto Asensio, Largo Caballero, Mis recuerdos, p. 193; Julio Álvarez del Vayo, Freedom’s Battle, Nueva York, 1940, p. 126. Los Recuerdos consisten en cartas escritas por Largo Caballero al final de la segunda guerra mundial, sin acceso a documentos. Su extremada amargura, y su dependencia de la memoria, limitan su utilidad cuando habla de las reacciones de otras personas. Sin embargo, ofrecen un punto de vista propio honesto y revelador, y en el caso presente el relato de Álvarez del Vayo concuerda con el de Largo Caballero excepto en los motivos. <<

[326] Martín Blázquez, op. cit., pp. 319-321, considera a Cerón el mejor nombramiento profesional que Largo Caballero podía hacer dadas las circunstancias. <<

[327] Broué y Témime, op. cit., pp. 249-250. <<

[328] A. Núñez Morgado, Los sucesos de España vistos por un diplomático, pp. 285-288, y Galíndez, Los vascos, passim, con referencia a Melchor Rodríguez. El delegado de prisiones de la CNT se hizo legendario entre los presos políticos de Madrid, como tuve ocasión de enterarme gracias a varias personas que me preguntaron qué le había ocurrido después de la guerra. <<

[329] Largo Caballero, op. cit., pp. 223-224. <<

[330] Además del libro de Bolloten anteriormente citado, véase el artículo de Lawrence Fernsworth en Foreign Affairs, julio, 1937, pp. 666 y ss., para la «Columna de Hierro» y otros detalles sobre la reafirmación del poder político del Gobierno. <<

[331] Broué y Témime, op. cit., pp. 258-266, ofrece el mejor relato breve de los sucesos de Barcelona. Pietro Nenni, La guerre d’Espagne, pp. 75, 177, cita un cierto número de víctimas antiestalinistas de nacionalidad española, italiana y rusa. Nenni, en conjunto, se muestra amistoso hacia los comunistas, aunque no deja de hacerles críticas. George Orwell, Homage to Catalonia, Londres, 1938, da un cuadro vivo, de simpatizante, de la situación tal como era vista por las milicias del POUM; pero el lector ha de tener en cuenta, sobre las honestas afirmaciones de Orwell, que él conocía muy poco las complejidades políticas de la pugna. <<

[332] Largo Caballero, op. cit., pp. 218 y ss. <<

[333] Luis Araquistáin, en El comunismo y la guerra de España, Carmaux, Tarn (Francia), 1939, dice que Largo Caballero estuvo preparando la ofensiva de Extremadura «durante meses», y el coronel Segismundo Casado en The Last Days of Madrid, Londres, 1939, pp. 71-74, relata cómo los rusos sabotearon dichos planes y la resistencia de Miaja a la idea de trasladar tropas desde Madrid. En una larga conversación sobre el Gobierno de Largo Caballero, Rodolfo Llopis, que fue su secretario de Gabinete, dio énfasis ante mí a la importancia del plan de una ofensiva en Extremadura, y Julio Just, el republicano de izquierda que fue ministro de Obras Públicas en el Gobierno de Largo Caballero, me dijo que había preparado docenas de puentes portátiles y enviado a Ciudad Real numerosos trenes con suministros. Por otra parte Prieto me dijo lisa y llanamente que al hacerse cargo del Ministerio de Defensa el 17 de mayo no halló en absoluto disposiciones prácticas para una ofensiva en Extremadura, y esta afirmación fue confirmada por un oficial general que ahora vive en España. Así que la evidencia concerniente a la importancia práctica de este asunto es contradictoria, pero su importancia política está clara: la alineación de aquéllos que seguían las directrices rusas contra los que seguían las órdenes de Largo Caballero como jefe del Gobierno y ministro de la Guerra. <<

[334] El modo como los comunistas contribuyeron primero a ensalzar la figura de Largo Caballero y luego a minar su reputación puede ser seguido vívidamente en la autobiografía de Jesús Hernández, publicada simultáneamente como La grande trahison, París, 1953, y Yo fui ministro de Stalin, México, D. F., 1953. Varios escritores de este período se han basado principalmente en Hernández para describir la caída de Largo Caballero. Yo he preferido no confiar en él para datos específicos por varias razones. Hernández, como joven comunista, tomó parte en un intento fracasado para asesinar a Prieto. En 1936-38 fue sucesivamente encargado de destruir la reputación de Asensio, luego la de Largo Caballero, y, finalmente, la de Prieto. Después de la guerra fue expulsado del Partido Comunista español. Sus colegas de Gabinete, Prieto y Manuel de Irujo, con los cuales discutí ciertos puntos de este libro, eran de la opinión de que estaba tratando de decir la verdad. Por lo tanto, utilicé su obra tan sólo para corroborar otras fuentes. El lector debe estar asimismo advertido de una edición española expurgada, mucho más sensacionalista en su tono que la genuina, publicada con el título de Yo, ministro de Stalin en España. <<

[335] Juan de Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, II, pp. 279-289. <<

[336] Ibídem, II, pp. 300-303. <<

[337] Carta del padre Luis Ramírez, enviada desde Vitoria a un sacerdote amigo suyo en Bélgica, 17 de octubre de 1936, citada en la obra de Iturralde, II, pp. 439-440. <<

[338] Ibid., pp. 425-428, para el fusilamiento de sacerdotes vascos. Sobre la situación del clero nacionalista vasco, véase también Iñaki de Aberrigoyen, 7 mois el 7 jours dans l’Espagne de Franco, obra de un sacerdote, miembro de la organización laboral católica Solidaridad de Obreros Vascos. <<

[339] Con referencia al armamento y la política del Gobierno vasco, he dependido principalmente de G. L. Steer, The Tree of Gernika. Para más información sobre los aspectos navales, del Surtey of International Affairs, 1937, II, y de Hugh Thomas, The Spanish Civil War, pp. 407-411. <<

[340] Hellmut H. Führing, Wir funken für Franco, Breslau, 1941, pp. 171-187 y passim. También Reynolds y Eleanor Packard, Balcony Empire, pp. 52-56. <<

[341] Víctor Montserrat, Le drame d’un peuple incompris, París, 1937, pp. 70-75 para el relato de Onaindía; Steer, Tree of Gernika, pp. 246-250 para la evidencia corroboradora de otros periodistas que visitaron la ciudad después de la declaración nacionalista de que los «rojos» la habían incendiado. <<

[342] Steer, op. cit., pp. 278-281. J. Zugazagoitia, Historia de la guerra en España, pp. 254 y passim. <<

[343] Iturralde, II, pp. 425-426. <<

[344] Sobre el fracaso de la defensa de Bilbao véase en particular el artículo del Wing Commander A. W. H. James en The Journal of the United Service Institute de febrero de 1939, así como las observaciones del corresponsal de guerra suizo Eddy Bauer, Rouge et Or, Neuchâtel, 1938, pp. 71-72. <<

[345] F. Jay Taylor, The United States and the Spanish Civil War, Nueva York, 1956. El capítulo 7 trata en detalle la actitud de los católicos de los Estados Unidos hacia la guerra. Véase también el editorial de Commonweal, 18 de junio de 1937. <<

[346] Citado por Iturralde, I, p. 429 <<

[347] Iturralde, I, pp. 403-406. El cardenal Gomá salió de Toledo poco antes del estallido de la guerra civil. Sus papeles y correspondencia fueron finalmente recuperados por los vascos. Estos papeles son la principal fuente documental del primer volumen de Iturralde. <<

[348] Iturralde, II, pp. 264-266, para la alocución por radio; para las pastorales véase Pastorales de la guerra de España, Madrid, 1955, del cardenal Isidro Gomá y Tomás. <<

[349] Aunque Santander era principalmente un objetivo italiano, los pilotos alemanes también ayudaron. Uno de los más vividos testimonios de la acción aérea en las montañas es el del comandante Handrick en la edición de Wulf Bley, Das Buch der Spanienflieger, Leipzig, 1939, pp. 146 y siguientes. <<

[350] R. Cantalupo, Fu la Spagna, pp. 226 y passim. Steer, Tree of Gernika, pp. 386-394. <<

[351] Para muchos detalles de la guerra en el Norte me basé en los relatos de dos excelentes corresponsales que acompañaban a las fuerzas nacionalistas: Georges Oudard, Chemises noires, brunes, vertes en Espagne, París, 1938 y O. Treyvaud, Les deux Espagnes, Lausanne, 1937; también en las memorias muy humanas y no ideológicas de un joven médico argentino que sirvió en el ejército nacionalista en el Norte en 1936-37: Héctor Colmegna, Diario de un médico argentino en la guerra de España, Buenos Aires, 1941; y sobre el positivo relato militar de un periodista italiano: Emilio Faldella, Venti mesi di guerra in Spagna, Florencia, 1939 <<

[352] Arthur Rosenblueth, en Cuadernos Americanos, marzo de 1957, concerniente a la carrera de Negrín. <<

[353] Buch der Spanienflieger, pp. 94-105. <<

[354] Con respecto a las batallas de Brunete y de Teruel, he dependido principalmente de Manuel Aznar, Historia militar de la guerra de España, Madrid, 1940, y de Vicente Rojo, España heroica, Buenos Aires, 1942. La comparación de Aznar en puntos específicos con la obra de periodistas extranjeros y con los DGFP indica que exageró mucho el número y el equipo de los republicanos para ensalzar la valía del ejército nacionalista. Así que no he aceptado las cifras no verificadas cuando escribe, por ejemplo, que los republicanos tenían 128 tanques y 150 aviones en Brunete, que sufrieron más de 25 000 bajas (más de la mitad de la fuerza atacante), etc. Rojo expone las tácticas y la naturaleza de la lucha sin tratar de especificar mucho los números. Con respecto al curso de las batallas, los dos relatos son bastante coincidentes entre sí. También son muy valiosas, por sus observaciones técnicas y la claridad de detalles, las páginas sobre Brunete en la obra de Renn, Der Spanische Krieg, pp. 299-318. <<

[355] Por casualidad, mis conversaciones en España incluyeron entrevistas separadas con una enfermera monárquica, una funcionaría de la Sección Femenina de la Falange, y un médico apolítico que trabajó en los hospitales nacionalistas durante la batalla de Brunete, así como una enfermera y un médico que actuaron en diversos hospitales de Madrid durante el mismo período. <<

[356] Herbert Matthews, Two Wars and More to Come, Nueva York, 1938, pp. 301-310. Rojo, España heroica, pp. 115-127. <<

[357] Información referente a Kleber en Aragón, procedente de uno de los oficiales de su Estado Mayor. <<

[358] Con referencia a la huelga, véase el artículo de Indalecio Prieto en Adelante, México, D. F., 4 de mayo de 1942; sobre la producción de guerra en Cataluña, De Companys a Indalecio Prieto, Buenos Aires, 1939. El texto era una carta escrita en contestación a las críticas sobre el esfuerzo catalán de guerra. Con respecto a la batalla, he utilizado, además de Aznar y Rojo, a Herbert Matthews, The Education of a Correspondent, Nueva York, 1946, pp. 97-117, y su despacho al New York Times del 8 de enero de 1938. También hay un excelente relato basado en reportajes de periódicos británicos y alemanes en el Survey of International Affairs, 1938, I, pp. 260-263. <<

[359] DGFP, p. 615 <<

[360] B. H. Liddell-Hart, The German Generals Talk, Nueva York, 1948, pp. 91-93; y en el informe basado en las observaciones militares inglesas y francesas en The Journal of the United Service Infantry, febrero de 1939, pp. 91-99. <<

[361] Información sobre los tribunales y prisiones tomada de Manuel de Irujo. <<

[362] Survey of International Affairs, 1937, II, pp. 112-113, Cattell, Communism, p. 169; Zugazagoitia, Historia de la guerra en España, passim. Los capítulos de Katharine Duff en el Survey sobre los años 1937 y 1938 son excelentes, especialmente en lo referente al desarrollo interna de las Españas republicana y nacionalista. Su trabajo muestra que un lector de periódicos cuidadoso, con algún conocimiento retrospectivo de España, podría apreciar las principales características y matices mientras se desarrollaba la lucha. <<

[363] Julián Gorkín, Caníbales políticos, México, D. F., 1941, pp. 247-250. Gorkín era un dirigente del POUM, y por su conocimiento personal de los muchos grupos izquierdistas estaba más capacitado que nadie para poder reconstituir la historia de lo ocurrido a Nin. Al mismo tiempo, la prensa socialista y trotskista mundial contó el relato más o menos como se refiere aquí. Los comunistas calificaron el relato de calumnia, y los dirigentes liberales del Frente Popular mantuvieron un embarazoso silencio. La autobiografía de Jesús Hernández, La grande trahison (Yo fui ministro de Stalin), confirmó la historia en detalle. <<

[364] Iliá Ehrenburg, en sus memorias publicadas en forma seriada en Novy Mir (mayo de 1962) y extractadas en el Current Digest of the Soviet Press (5 y 12 de septiembre de 1962), declara sin rodeos que virtualmente todos los rusos enviados a España murieron allí o a su regreso a la Unión Soviética. También es de interés, aunque no cite a Ehrenburg como una autoridad en materia política, que se refiriera al POUM en estas memorias como una fuerza antifascista. <<

[365] José Peirats, La CNT en la revolución española, Toulouse, 1951-52, II, pp. 360-364. Ésta es la historia oficial anarquista de la guerra, pobremente escrita y editada, pero conteniendo valiosos documentos. El presente testimonio de la lenidad del Gobierno viene de un autor que era violentamente antinegrinista. <<

[366] Los deseos contradictorios del Gobierno de silenciar a Largo Caballero sin ofenderlo personalmente se muestran bien a las claras en su relato de los esfuerzos que hizo para mantener su compromiso de hablar en Alicante: Mis recuerdos, pp. 235-238. <<

[367] Indalecio Prieto, Cómo y por qué salí del Ministerio de Defensa Nacional, detallada explicación del autor al Partido Socialista. <<

[368] Galeazzo Ciano, Ciano’s Hidden Díary, Nueva York, 1953, pp. 91-92. <<

[369] H. Matthews, Education of a Correspondent, pp. 122-128; Virginia Cowles, artículo en el New York Times, 16 de marzo de 1938. <<

[370] Sobre la ofensiva de Aragón son particularmente valiosas las observaciones de un periodista suizo favorable a los nacionalistas, pero que no intentó hacer propaganda: Eddy Bauer, Rouge et Or, Neuchâtel, 1938. También me beneficié de conversaciones con dos oficiales nacionalistas. <<

[371] El Epistolario, París, 1939, de Prieto y Negrín da detalles completos de sus diferencias políticas, y muestra la extrema reserva de Negrín acerca de sus sentimientos personales. <<

[372] Zugazagoitia da cuenta de este episodio en Historia de la guerra en España. Esta obra es única para la historia interna de los gobiernos de Negrín y para las relaciones personales entre Azaña, Prieto y Negrín. Zugazagoitia, escribiendo rápidamente y de memoria, pero con años de experiencia como escritor y un largo conocimiento íntimo de los círculos socialistas y republicanos, logró dar un relato más equilibrado de la política de la zona republicana que muchos escritores posteriores. <<

[373] Mi juicio sobre la personalidad de Negrín y de sus diferencias con Prieto se basa principalmente en el Epistolario, suplementario por los puntos de vista de Negrín expresados por los periodistas Louis Fischer, Herbert Matthews y Lawrence Fernsworth, por conversaciones con el ingeniero español socialista en cuyo domicilio se hicieron varios esfuerzos después de la guerra para reconciliar a ambos hombres, y por la obra arriba citada de Julián Zugazagoitia. <<

[374] Julio de Ramón-Laca, Cómo fue gobernada Andalucía, Sevilla, 1939, y ABC, edición de Sevilla. <<

[375] J. R. Hubbard, «How Franco Financed His War», The Journal of Modern History, diciembre de 1935, p. 397 <<

[376] H. Feis, The Spanish Story, p. 281. DGFP, pp. 230, 234 y passim. <<

[377] Hubbard, op. cit., pp. 398-403. También el artículo de J. Berthet, L’Europe Nouvelle (editado por «Pertinax»), 26 de febrero de 1938. <<

[378] Hubbard, op. cit., p. 404 <<

[379] El 50 por ciento estimado ha sido dado por el Royal Institute: Survey of International Affairs, 1938, I, pp. 292-294, sobre las condiciones económicas generales de la zona nacionalista véanse también los artículos de Harold Gallender en el New York Times, 2 de abril, 14 y 15 de mayo de 1938. <<

[380] Véase Javier M. de Bedoya, Siete años de lucha, Valladolid, 1939, para una serie de editoriales reimpresos y tomados de Libertad, el órgano de la Falange de Valladolid. También tuve la oportunidad de discutir la composición y los fines de la Falange del tiempo de la guerra con tres «camisas viejas», dos de los cuales habían sido amigos íntimos de José Antonio y el tercero discípulo de Onésimo Redondo. Véase también el antes citado Payne, Falange. <<

[381] Payne, op. cit., pp. 179, 186-187. <<

[382] Merwin K. Hart, America Looks at Spain, Nueva York, 1939, pp. 103-110. <<

[383] Ramón Serrano Súñer, Entre Hendaya y Gibraltar, Madrid, 1947, pp. 64-65. <<

[384] Con referencia a la legislación véase E. Allison Peers, Spain in Eclipse, 1937-43, Londres, 1943, y Carlos M. Rama, La crisis española del siglo XX, México, D. F., 1960 <<

[385] Iturralde, El catolicismo y la cruzada de Franco, I, pp. 99-104, para el laicismo de Franco y Mola. <<

[386] Georges Bernanos, Les grands cimetières sous la lune, París, 1938, pp. 141-143. <<

[387] Cardenal Gomá, Pastorales de la guerra, pp. 147-190. <<

[388] Las varias fuentes de información dan totales algo diferentes del número de incidentes y de la importancia de los daños. Obviamente es imposible en tiempo de guerra informar con exactitud de todos los ataques contra buques aislados. He tomado estas cifras de N. J. Padelford y H. G. Seymour, «Some International Problems of the Spanish Civil War», The Political Science Quarterly, septiembre de 1937. <<

[389] D. Cattell, Soviet Diplomacy and the Spanish Civil War, pp. 115-116. <<

[390] John C. De Wilde, Foreign Policy Reports, primero de abril de 1938. Anthony E. Facing the Dictators, pp. 515 y s. <<

[391] Survey of International Affairs, 1938, I, pp. 272-274. <<

[392] En la clasificación de las fuerzas nacionalistas he utilizado las cifras de un periodista suizo, O. Tryvaud, Les deux Espagnes, Lausanne, 1937, pp. 161-162. Él realizó una encuesta sobre este tema particular en septiembre, y tanto sus razonamientos como sus totales eran coincidentes con los otros informes esparcidos que yo tenía. El ejército republicano a finales de 1937 era estimado en 600 000 hombres según el generalmente bien informado Times de Londres. <<

[393] DGFP, pp. 657-663 para el extenso análisis hecho por Von Stohrer de la debilidad interna del régimen de Franco. <<

[394] Lawrence Fernsworth, en el New York Times del 2 de enero de 1938, y el testimonio de algunos conservadores catalanes, que ahora viven en Barcelona. <<

[395] Alfonso Camín, España a hierro y fuego, México, 1938, passim. <<

[396] Para las negociaciones con ambos bandos véase Marcel Junod, Le troisième combattant, París, 1947, pp. 83-104. La restante información sobre las condiciones en que trabajó la CRI la obtuve en entrevistas en Ginebra con el fallecido doctor Junod, y otros dos delegados de la época. Sobre el servicio de noticias, condiciones de las prisiones, y el número exacto de intercambios, véase Rapport Général du Comité International de la Croix-Rouge sur son activité d’août 1934 a mars 1938, Ginebra, 1938. Las oficinas de la CRI en Ginebra facilitaron amablemente también un Rapport Complémentaire… relatif a la guerre civile en Espagne… et à ses suites, en ciclostilo, preparado en 1948. <<

[397] José Giral, Año y medio de gestiones de canjes, Barcelona, 1938, pp. 5, 41. El señor Giral era jefe del Gobierno en agosto de 1936, cuando los primeros delegados de la CRI llegaron a España. En marzo de 1937 Largo Caballero le pidió que representara al Gobierno republicano en todas las negociaciones con vistas al intercambio de prisioneros, y continuó con estas funciones bajo Negrín hasta finales de 1938. Año y medio incluye buena parte de la correspondencia relativa a los esfuerzos de intercambio, junto con docenas de historias de casos de negociaciones afortunadas o fracasadas. Estoy en deuda con la familia del señor Giral por una copia en microfilm de fuente tan importante. <<

[398] Ibídem, pp. 55-68. <<

[399] Revue Internationale de la Croix-Rouge, mayo de 1939, p. 435. <<

[400] A. Núñez Morgado, Los sucesos de España, p. 192. También pp. 200-240 para los resúmenes detallados de las discusiones entre los diplomáticos sobre las cuales se han basado los anteriores párrafos. <<

[401] A. Núñez Morgado, op. cit., p. 229. <<

[402] Ibídem, pp. 230-232. J. Álvarez del Vayo, La guerra empezó en España, pp. 241 242. <<

[403] J. de Galíndez, Los vascos, pp. 103, 115, 168-169. <<

[404] Segismundo Casado, The Last Days of Madrid, Londres, 1939, pp. 87-93; artículo sobre las embajadas por Indalecio Prieto en El Socialista, 21 de diciembre de 1951. Hay numerosas referencias a las actividades de la «quinta columna» en el libro de Claude Bowers, Misión en España, 2.a ed., Ed. Grijalbo, México, 1966 <<

[405] Galíndez, op. cit., p. 97. <<

[406] Survey of International Affairs, 1937, II, pp. 388-390. <<

[407] Galíndez, op. cit., p. 101 <<

[408] En relación con ello véase la obra de semificción, pero muy bien documentada sobre la vida en las embajadas y hospitales, No me cuente usted su caso, Madrid, 1955, de Javier Martín Artajo. El autor, que luego sería ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de Franco, pasó una buena parte de la guerra en la embajada mexicana. <<

[409] La estimación del número de refugiados en las embajadas varía de 5000 a 20 000. He seguido los razonamientos de Burnett Bolloten, quien, en The Grand Camouflage, da una estimación aproximada a los 20 000, observando que Núñez Morgado calculaba 15 000, Álvarez del Vayo 20 000, y que sólo la poco importante legación de Noruega llegó a tener 900 en una ocasión. Las estimaciones más bajas pueden muy bien basarse en informes de 1938. Así que acepto como probablemente correcta la cifra de la CRI de 2500 hacia finales de la guerra. <<

[410] Manuel Azaña, Discurso en el Ayuntamiento de Valencia, 21 de enero de 1937 <<

[411] A pesar de que la misión de Besteiro no tuvo consecuencias prácticas, fue un hecho de gran importancia moral, porque determinó de antemano la incomprensión entre Besteiro y Negrín. Mi convicción de que Besteiro pensaba que estaba autorizado para buscar una mediación se basa en conversaciones separadas con tres de sus amigos en Madrid, más el artículo de José del Río en El Socialista, 24 de septiembre de 1959. Debo a don Pablo Azcárate, embajador republicano en Londres, la información de que Besteiro tenía que dar énfasis a la cuestión de la retirada de los voluntarios. La entrevista en el aeropuerto y la irritación de Besteiro tras de su regreso son descritos brevemente por Largo Caballero en Mis recuerdos, pp. 199-200, y también tuve la oportunidad de discutir toda la cuestión con Rodolfo Llopis, que fue subsecretario de la Presidencia con Largo Caballero <<

[412] Prieto en El Socialista, Toulouse, 5 de marzo de 1959. <<

[413] Zugazagoitia, op. cit., pp. 418-423. <<

[414] Un exmiembro de la Junta me describió sus actividades y me mostró, orgulloso, su colección de folletos y carteles escritos en la campaña para educar a los refugiados en los palacios de Madrid. Véase también Galíndez, op. cit., pp. 130-132. <<

[415] Sobre el número de refugiados, y los esfuerzos de los cuáqueros en Cataluña, dependí principalmente de Noah Curtís y Cyril Gilbey, Malnutrition, Londres, 1944, pp. 46-71. El libro contiene una gran cantidad de informes técnicos sobre la organización de los socorros alimenticios, y compara la experiencia cuáquera en Austria, de 1919 a 1924, con la experiencia en Cataluña, 1936-39. Véase también Grace Rhoads, «The Quakers in Spain», The Christian Century, 24 de agosto de 1938; y el artículo de Alfred W. Jones en el New York Times Magazine, 3 de abril de 1938. <<

[416] A. Pedro Pons, Enfermedades por insuficiencia alimenticia observadas en Barcelona durante la guerra, Barcelona, 1940. El autor era profesor de medicina clínica en la Universidad de Barcelona. <<

[417] De modo extraoficial tuve la oportunidad de ver la lista completa de los ataques aéreos republicanos contra territorio insurgente hecha por el Ministerio del Aire nacionalista. <<

[418] Survey of International Affairs, 1938, I, pp. 386-387. <<

[419] Véanse los detallados despachos de William Carney al New York Times, 4 y 5 de abril de 1938. <<

[420] Harold Callender en el New York Times, 5 y 6 de junio de 1938. <<

[421] Survey of International Affairs, 1938, I, p. 394. <<

[422] Vincent Sheean, Not Peace but a Sword, Nueva York, 1939, pp. 140-148. <<

[423] Survey, 1938, I, pp. 314-316. New York Times, 23 y 27 de marzo, 13 y 17 de abril, 19 y 20 de mayo, 21 de junio y 3 de juli6 de 1938. <<

[424] Gabriel Avilés, Tribunales Rojos, Barcelona, 1939, ofrece un sobrio y detallado relato de los tribunales y prisiones del SIM. El autor era un abogado liberal amigo íntimo de Companys. Pertenece al grupo pequeño y poco conocido de abogados que dedicaron todas sus energías y valor a la lucha por el mantenimiento de los procedimientos legales en la España republicana. Véanse también los informativos artículos de Lawrence Fernsworth en el New York Times de 20 y 24 de abril y 25 de mayo de 1938. <<

[425] Para la batalla del Ebro he dependido principalmente de Vicente Rojo, España heroica, Buenos Aires, 1942, pp., 168-190, y Alvah Bessie, Men in Battle, Nueva York, 1939, pp. 275-290. En España tuve la oportunidad de consultar con oficiales tanto del ejército republicano como del nacionalista sobre cuestiones de suministros, tácticas y moral. <<

[426] Zugazagoitia, Historia de la guerra en España, pp. 430-432, 438-440. <<

[427] Sobre la crisis de agosto y su trasfondo, véase Zugazagoitia, op. cit., pp. 430-465 passim y Prieto y Negrín, Epistolario, p. 105. Recibí confirmación de la interpretación que dio Zugazagoitia a las actitudes de Besteiro y Azaña de amigos sobrevivientes de ambos. <<

[428] Alfredo Kindelán, Mis cuadernos de guerra, pp. 150 y ss. <<

[429] Lawrence Fernsworth, en el New York Times, 23 de marzo de 1938, informó de que había descubierto una renovada actividad de los 2000 sacerdotes que se estimaba existían en Barcelona. Por fuentes católicas privadas me enteré de que el SIM protegió a dichos sacerdote. <<

[430] H. Thomas, The Spanish Civil War, p. 554, información basada en los documentos del Departamento de Estado para 1938. Véase también Prieto en El Socialista, Toulouse, 19 de febrero de 1953. <<

[431] Thomas, op. cit., p. 553 <<

[432] Gracias a un amigo íntimo de Negrín me enteré de que el jefe del Gobierno recibió un mensaje personal de Winston Churchill en noviembre de 1938, diciendo, en efecto: «siga haciendo lo que está haciendo». <<

[433] GDFP, pp. 754 y ss. <<

[434] Citado en The Nation, 31 de diciembre de 1938, con la información de que el periódico en cuestión había sido confiscado. <<

[435] Ésta es la estimación de bajas de The Times de Londres, de 19 de noviembre de 1938. Se la sometí al general Rojo y a varios otros oficiales de la época, todos los cuales la hallaron decididamente más razonable que la estimación de 100 000 bajas de los «rojos» dadas por Aznar. El general Rojo incluso pensaba que las cifras del Times podían ser un poco elevadas. <<

[436] GDFP, pp. 769-771. <<

[437] Información procedente de personalidades barcelonesas que intervinieron en las negociaciones. <<

[438] New York Times, 12, 14, 18 y 30 de octubre de 1938. Gorkín, Caníbales políticos, pp. 260 y ss. Gorkín fue uno de los defensores. <<

[439] Para la batalla de Cataluña he dependido de Vicente Rojo, ¡Alerta los pueblos!, Buenos Aires, 1939; del Survey of International Affairs, 1938, 1, pp. 274-278, y Herbert Matthews, The Education of a Correspondent, Nueva York, 1946, pp. 144 y ss. <<

[440] Los periodistas norteamericanos, ingleses y franceses que habían estado destacados en Barcelona marcharon antes de la entrada de los nacionalistas. Mi relato está basado en entrevistas con varios ciudadanos, un oficial republicano encargado del mantenimiento del orden en la retirada, dos oficiales nacionalistas y un médico que entraron con las tropas del general Yagüe, y un delegado de la Cruz Roja Internacional que estaba presente. La cuestión del empleo de la bandera de la Cruz Roja es estudiada en el ya citado informe en mimeógrafo Rapport Complémentaire de 1948 sobre las actividades de la CRI durante la guerra civil española. <<

[441] Survey, 1938, I, p. 301. <<

[442] Zugazagoitia, op. cit., p. 509; Broué y Témime, op. cit., pp. 483, 487-490. Estos últimos autores están particularmente bien informados sobre las actividades republicanas en suelo francés durante las últimas semanas de la guerra. <<

[443] Mis cifras sobre el número de refugiados y de soldados que regresaron a España proceden del Rapport Complémentaire de 1948 referente a las actividades de la CRI en la guerra civil española. <<

[444] Zugazagoitia, op. cit., p. 522. <<

[445] Mis fuentes de información principales sobre la reunión de Los Llanos, y luego sobre el golpe de Estado de Casado, fueron Segismundo Casado, The Last Days of Madrid, Londres, 1939, y Edmundo Domínguez, Los vencedores de Negrín, México, D. F., 1940. Ambos son relatos muy detallados, pero he tratado de limitar mi resumen a puntos que están corroborados por otras fuentes. La obra de Casado estuvo motivada por un deseo casi histérico de autojustificación. Domínguez escribió la suya en Oran durante la primavera de 1939, período en el cual estuvo apasionadamente convencido de que la guerra no se había perdido militarmente y de que Negrín había sido «traicionado». <<

[446] Kershner, Quaker Service in Modern War, pp. 43-46. <<

[447] Broué y Témime, op. cit., p. 491. <<

[448] En el diario ABC, Madrid, 20 de febrero de 1937, hizo la declaración de que la oferta le honraba, pero que había perdido a los que le eran más queridos en la ciudad y que estaba decidido en las presentes circunstancias a no abandonarla. <<

[449] Sobre la carrera de Besteiro véase el conmovedor artículo de Rodolfo Llopis en Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, diciembre, 1961. Llopis fue discrepante de Besteiro dentro del Partido Socialista durante algún tiempo. <<

[450] Mi punto de vista sobre Besteiro fue grandemente influido por conversaciones con varios de sus amigos íntimos en Madrid, y con uno de los sacerdotes vascos que lo conocieron (que casi lo idolatró), mientras estuvieron juntos en la prisión de Carmona, después de la guerra. <<

[451] Los discursos por radio de Besteiro, Domínguez y Matallana fueron publicados en El Socialista de Madrid el 7, 10 y 11 de marzo de 1939, respectivamente. Ulterior confirmación de la pasividad de Negrín puede ser hallada en el relato de J. García Pradas, Cómo terminó la guerra de España, Buenos Aires, 1940, pp. 72-76. El autor era el director de la CNT en Madrid, y fue miembro de la Junta de Casado. <<

[452] Sobre la personalidad de Negrín como primer ministro en tiempo de guerra véase especialmente Vicente Rojo, ¡Alerta los pueblos!, pp. 222-225, y Zugazagoitia, pp. 408-416, 480 <<

[453] Las frases citadas han sido tomadas de declaraciones nacionalistas publicadas por El Socialista, 28 de marzo de 1939, en su detallado relato de los esfuerzos de negociación. Este periódico, durante febrero y marzo, es una fuente indispensable para comprender el fin de la guerra. <<

[454] Zugazagoitia, pp. 580-583. <<

[455] Véase también D. Cattell, Communism and the Spanish Civil War, pp. 42-43, quien llega a la misma conclusión a través del examen de otras pruebas. <<