Quince
Plan / Plantas / Planeta

Este ensayo apareció en el número de la primavera de 1989 de Whole Earth Review. La edición completa fue dedicada a la «inteligencia extraterrena de las plantas».

La crisis global que vivimos en la actualidad es más profunda que cualquier otra crisis previa de la historia; por ello las soluciones que diseñemos deberán ser igualmente drásticas. Propongo que adoptemos a las plantas como modelo organizacional de la vida en el siglo veintiuno, así como el computador parece ser el modelo mental/social dominante de finales del siglo veinte, y el motor a vapor fue el símbolo que rigió el siglo diecinueve.

Esto significa retroceder en el tiempo hasta encontrar los modelos que fueron efectivos hace quince mil a veinte mil años. Cuando lo hayamos hecho, nos será posible ver que las plantas son alimento, refugio, abrigo y fuentes de educación y religión.

El proceso comenzará cuando declaremos la legitimidad de lo que hemos negado durante tanto tiempo. Declaremos la legitimidad de la naturaleza. Tendremos que declarar que todas las plantas son legítimas, lo mismo que todos los animales. La noción de plantas y animales ilegítimos es molesta y ridícula.

El restablecimiento de los canales de comunicación directa con el Otro planetario, la mente detrás de la naturaleza, por medio del consumo de plantas alucinógenas es la última y mejor esperanza que tenemos para disolver los empinados muros de inflexibilidad cultural que parecen estar canalizándonos indudablemente hacia la ruina. Necesitamos un nuevo par de lentes para poder distinguir nuestro camino en el mundo. Cuando el mundo medieval modificó su cosmovisión, la sociedad europea secularizada buscó la salvación reviviendo los enfoques clásicos grecorromanos en los campos de la ley, la filosofía, la estética, el planeamiento de las ciudades y la agricultura. Nuestro dilema nos llevará más hacia atrás en el tiempo en busca de modelos y respuestas.

La solución para gran parte de los malestares modernos, incluyendo la dependencia de los productos químicos y las psicosis y neurosis reprimidas, es la exposición directa a las dimensiones auténticas de riesgo representadas por la experimentación con plantas psicodélicas. La postura en favor de las plantas psicodélicas es una postura definida en contra de las drogas. La afición a las drogas es el resultado de un comportamiento habitual, no explorado y obsesivo; estas son precisamente las tendencias de nuestra estructura psicológica que los psicodélicos mitigan. Los alucinógenos vegetales disuelven hábitos y destacan las motivaciones para que puedan ser inspeccionadas desde un punto de vista más amplio, menos egocéntrico y mejor fundado dentro del individuo mismo. Sería necio sugerir que no hay riesgos, pero es igualmente absurdo sugerir que no vale la pena correr ese riesgo. Lo que se necesita es la validación empírica de una nueva imagen guía, una metáfora capaz de servir como base para un nuevo modelo de sociedad e individuo.

La relación planta-humano ha sido desde siempre el basamento de nuestra existencia individual y grupal en el mundo. Lo que yo llamo Renacimiento Arcaico es el proceso de reanimar la percepción de las actitudes tradicionales hacia la naturaleza, incluyendo las plantas y nuestra relación con ellas. El Renacimiento Arcaico se refiere al colapso del modelo de dominación y jerarquía masculina basado en la organización animal, algo que no puede cambiarse de la noche a la mañana por medio de un giro repentino en la percepción colectiva. Antes bien, a través de un reconocimiento gradual se llegará a comprender naturalmente que el tema dominante que gobierna al Renacimiento Arcaico es la idea o el ideal de una Diosa vegetación, la Tierra misma como la tan promocionada Gaia —un hecho bien documentado por los antropólogos del siglo diecinueve, entre los que se destaca Frazer, pero que poco tiempo atrás volviera a ser reconocido por Riane Eisler, Marija Gimbutas, James Mellaart y otros—.

Cuanto más cerca esté un grupo humano de la gnosis de la mente vegetal —la colectividad galana de vida orgánica— más cercana será la conexión que tenga con el arquetipo de la Diosa y por extensión con el estilo participativo de organización social. La última vez que la corriente principal del pensamiento occidental se refrescó con la gnosis de la mente vegetal fue al final de la era helenística, antes de que los misterios eleusinos fueran finalmente suprimidos por los entusiastas bárbaros cristianos.

Mi conclusión es que el próximo paso evolutivo a dar hacia el Renacimiento Arcaico, el renacimiento de la Diosa y el fin de la historia profana son compromisos que incluyen la noción de nuestra relación renovada con la mente vegetal en emersión. Esa misma mente que nos instó a obtener el lenguaje introspectivo ahora nos ofrece los paisajes ilimitados de la imaginación. Sin este tipo de relación con las exoferomonas psicodélicas que regulan nuestra relación simbiótica con el reino vegetal, quedaremos excluidos de conocer cuál es el propósito planetario. Y conocer cuál es el propósito planetario tal vez sea nuestra mayor contribución al proceso evolutivo. Regresar al seno de la participación planetaria significa intercambiar el punto de vista del ego creado a través de la historia por un estilo más maternal e intuitivo.

Estoy convencido de que la intuición vastamente percibida de la presencia del Otro como una compañía femenina en la navegación humana de la historia puede ser rastreada hasta la inmersión en la mente vegetal, lo que proporcionó el contexto ritual donde la conciencia humana emergió a la luz de la percepción de sí misma, de la introspección y la autoarticulación: la luz de la Gran Diosa.

¿Qué significa aceptar las soluciones de las formas vegetales de vida como metáforas para manejar los asuntos del mundo humano? Dos cambios importantes derivarían de la aceptación de este supuesto:

La feminización de la cultura. La cultura se feminizaría a un nivel que todavía es necesario explorar en profundidad. Conciencia Verde significa reconocer que la verdadera división entre lo masculino y lo femenino no es una división entre hombres y mujeres sino más bien una división entre nosotros como animales conscientes —omnívoros, guerreros devastadores de tierras, expresión suprema del yang— y el manto circunglobal de vegetación: el antiguo elemento yin metastable que constituye por lejos la mayor parte de la biomasa de la tierra viviente.

Una búsqueda interna de valores. La interiorización es la característica distintiva del enfoque vegetal, en lugar de animal, de la existencia. Los animales se mueven, migran y enjambran, mientras que las plantas se arraigan en el lugar. Las plantas viven en una dimensión caracterizada por el estado sólido, lo fijo y lo perdurable. Si hay movimiento en la conciencia de las plantas seguro que se trata del movimiento de espíritu y atención en el terreno de la imaginación vegetal. Tal vez sea esto a lo que apunte en realidad la reconexión con la Diosa vegetal por medio de las plantas psicodélicas, el Renacimiento Arcaico: a que la vida del espíritu es la vida que logra acceder a los reinos visionarios inherentes a los maestros que conocen las plantas mágicas. Esta es la verdad que los chamanes saben y practican desde siempre. La percepción del lado verde de la mente fue denominada Veriditas por la visionaria del siglo doce Hildegard von Bingen.

Un nuevo paradigma capaz de ofrecer la esperanza de un camino que nos aleje de las arenas movedizas culturales habrá de proporcionar un programa realista que atienda los problemas crecientes a que se enfrenta el planeta.

Hay distintos ámbitos en los cuales el despertar de la conciencia de Veriditas puede ayudarnos a detener el Armagedón:

Destoxificación del ambiente natural. El proceso de destoxificación se realiza naturalmente a partir de la acción combinada de la atmósfera, la matriz biológica y los océanos. Este proceso que se da a escala global logró controlar incluso los desperdicios industriales urbanos, hasta que la tecnología industrial moderna se convirtió en un fenómeno realmente mundial. Las especies vegetales de datura, las plantas que en una época formaran parte de los ritos religiosos de los aborígenes de California del Sur, y otras plantas que lixivian metales pesados de la tierra y los segregan en sus tejidos celulares son ejemplos de un proceso natural que podría ayudarnos en la limpieza de nuestro ambiente. El reconocimiento de las diversas maneras en que funciona la matriz biológica de la tierra para prevenir la toxificación, el reconocimiento de que la naturaleza trabaja para conservar la vida, contribuiría en gran medida a que se pudiera lograr un consenso político en favor de la participación activa para la salvación de esa misma vida.

Relacionamiento y simbiosis. Igual que las plantas, nosotros necesitamos maximizar las cualidades de relacionamiento y simbiosis. Los métodos que se basan en plantas para modelar el mundo incluyen la percepción de la naturaleza fractal y ramificante de la acción comunitaria. Una red arbórea de relaciones simbióticas podrá ahora reemplazar al modelo de evolución que heredamos del siglo diecinueve. El modelo primitivo, aquel de la lucha encarnizada por la existencia, en el cual el sobreviviente tomaba la última posición, es un modelo basado en la observación ingenua de la conducta animal. Sin embargo, este modelo fue aplicado por extensión al reino vegetal para explicar las interacciones evolutivas que según se creía eran la causa del proceso de evolución del mundo botánico. Más adelante, algunos observadores más sofisticados (C. H. Waddington y Erich Jantsch) descubrieron no la Guerra en la Naturaleza que habían informado los darwinistas sino en cambio una situación en la cual no era la habilidad competitiva sino la habilidad para maximizar la cooperación con otras especies lo que contribuía más directamente a que un organismo fuera capaz de funcionar y de perdurar como miembro de un bioma. Las plantas interactúan entre sí a través de la maraña de raíces que las conectan con su fuente de nutrición y entre ellas mismas.

El suelo enmarañado de una selva tropical es un ambiente de gran diversidad química; la topología se asemeja a la del tejido cerebral en su complejidad. Dentro de la red de raíces interconectadas, constantemente se transmiten y se reciben señales químicas. La evolución coadaptativa y las relaciones simbióticas regulan todo este sistema con una ubicuidad que es prueba de la primacía evolutiva de estas especies cooperativas. Por ejemplo, los hongos micorriza viven en simbiosis en el exterior de las raíces de las plantas, donde equilibran y amortiguan el paso del agua cargada de minerales que se realiza a través de ellos hacia las raíces de sus huéspedes.

Sintonía fina de todo el sistema. Si se pudiera comprender el fenómeno asociado con la armonía y resonancia biológica, se podría mejorar el manejo de los sistemas a gran escala tales como la banca mundial o la producción y distribución mundial de alimentos. Los biólogos gaianos como Lovelock, Margulies y otros, han indicado con persuasión que todo el planeta se organizó a sí mismo a través de la vida microbiana y planctónica para convertirse en un régimen metastable favorable a la biología y que así se mantuvo durante más de dos mil millones de años. Basándose en las plantas, Gaia ha logrado mantener un equilibrio a través del tiempo y del espacio, a pesar del repetido bombardeo de material asteroidal que sufrió la tierra, suficiente para causar daños severos en el equilibrio planetario. No podemos menos que admirarnos, y tendríamos que esforzarnos por imitar este sentido taoístico de equilibrio homeostático multidimensional del planeta. ¿Pero cómo? Sugiero que observemos las plantas, que las observemos con más profundidad, con más atención y con la mente más abierta que nunca.

Reciclado. Igual que las plantas, nosotros necesitamos reciclarnos. A una escala cósmica nosotros no somos más móviles que las plantas. Hasta este momento de la historia hemos modelado nuestros sistemas económicos más exitosos de acuerdo con la conducta predatoria animal. Como ellos pueden moverse para ir en busca de nuevas fuentes de alimentos, potencialmente cuentan con recursos ilimitados. Las plantas son fijas. No pueden moverse con facilidad para conseguir nutrientes mejores ni cambiar de lugar si esos nutrientes contaminan o agotan el suelo. Deben reciclarse bien. El estímulo de una ética basada en las plantas, que emule el modo en que el mundo vegetal utiliza y reemplaza los recursos es una condición sine qua non para la supervivencia del planeta. Todos los modelos capitalistas presuponen que es ilimitada la cantidad de recursos explotables y de mancomunidades laborales, pero sin embargo hoy no es posible admitir ninguna de estas dos conjeturas. No conozco los métodos, pero sugiero que comencemos a volcarnos hacia el mundo vegetal para descubrir cuáles son las preguntas correctas que tenemos que formular.

Poder fotovoltaico. La valoración del poder fotovoltaico forma parte del cambio que debemos hacer para valorar la elegancia del estado sólido que poseen las plantas. Las plantas aplican soluciones fotosintéticas a los problemas de adquisición de agua. Comparado con las norias accionadas mediante agua o animales, que constituyen las metáforas primitivas de producción de energía del mundo humano, el milagro cuántico molecular de estado sólido que implica el ingreso de un fotón de luz solar en un artefacto molecular que desprenderá un electrón capaz de participar energéticamente en la vida de una célula, parece pertenecer a la ciencia ficción más extravagante. Sin embargo este es, en efecto, el principio sobre el que opera la fotosíntesis. Mientras que los primeros artefactos de estado sólido llegaron a las fronteras de la cultura humana a finales de la década de 1940, la ingeniería de estado sólido había sido el método preferido de las plantas durante alrededor de dos mil millones de años. En la actualidad, los fotovoltaicos de alto rendimiento pueden satisfacer las necesidades cotidianas de electricidad de la mayoría de la gente. Lo que ha resultado difícil es la operación de las industrias básicas con energía solar. Tal vez esta sea la manera en que la naturaleza nos dice que aspiramos a fabricar en exceso.

Una economía energética global basada en la atmósfera. El método que utiliza la vida vegetal para producir energía se llama fotosíntesis. Se puede emular este proceso mediante la creación de una economía global basada en el uso de la energía solar para obtener hidrógeno del agua del mar. La electricidad solar podría satisfacer la mayor parte de las necesidades de electricidad, pero es muy poco probable que la electricidad fotovoltaica sea capaz de satisfacer la demanda energética de la fundición de aluminio y acero y otros procesos industriales que aplican una gran intensidad de energía. Sin embargo, existe una solución: las plantas disocian el dióxido de carbono atmosférico para liberar energía y oxigeno como subproductos. Un proceso similar aunque diferente podría utilizar la electricidad solar para disociar el agua y obtener hidrógeno. Se podría recolectar y concentrar este hidrógeno para luego distribuirlo. Las plantas lograron encontrar espléndidas soluciones basadas en el material que tenían a mano: una economía de hidrógeno emularía esta misma dependencia en materiales inagotables y reciclables.

La noción es realmente simple: hace mucho tiempo que los planificadores descubrieron que el hidrógeno es el recurso ideal para abastecer una economía global. El hidrógeno es limpio: cuando se lo quema se recombina con el agua de la que derivó químicamente. El hidrógeno es abundante: un tercio de toda agua es hidrógeno. Y se podrían volver a diseñar todas las tecnologías existentes —motores de combustión interna, generadores alimentados a carbón, petróleo y energía nuclear— para que funcionaran a hidrógeno. Entonces no hablamos de tener que descartar toda la cosecha en pie de la producción de energía y de los sistemas de distribución existentes. Se podría «fraccionar» el hidrógeno a partir del agua de mar en un sitio ubicado en alguna isla remota y luego trasladarlo por medio de la tecnología que hoy se utiliza para el transporte oceánico de gas natural líquido desde el punto de producción hasta el mercado. La industria del gas natural líquido y sus excelentes informes de seguridad han hecho frente a la objeción de que el hidrógeno es altamente explosivo y de que no existen tecnologías que resulten seguras para su manejo. Los accidentes provocados por hidrógeno podrían ser destructivos en extremo, pero se trataría de explosiones comunes, localizadas, no tóxicas y sin liberación de radioactividad. Igual que la misma vida vegetal, la economía de hidrógeno sería no contaminante y se mantendría por sus propios recursos: el hidrógeno quemado se recombina con el oxígeno para volver a convertirse en agua.

Precisaríamos de un esfuerzo internacional de alcance extraordinario para comenzar a someter a prueba la demostración conceptual de la viabilidad de una economía de hidrógeno. No quedan dudas de que en un esquema tal existe la posibilidad de que surjan muchos problemas. Pero no habrá plan de producción de la cantidad suficiente de energía para satisfacer las necesidades del siglo veintiuno que no vaya a afrontar dificultades.

Nanotecnología. La era de los mecanismos moleculares promete la más radical de las visiones verdes, dado que propone que las células y los organelos cuasibiológicos construidos por el hombre reemplacen a la fabricación de productos y cultura. La nanotecnología toma en serio la noción de que las técnicas y los métodos de fabricación para la manipulación de la materia a escala microscópica pueden afectar el proceso de diseño del mundo a escala humana. En el mundo nanotecnológico, las moradas y las máquinas pueden ser «maduras» y todo lo que se fabrica está más cerca de la carne que de la piedra. La distinción entre lo que es viviente y lo que no lo es, y entre lo orgánico y lo artificial se confunde en el arrecife electrónico de la simbiosis humano-máquina contemplado por los sabios de la nanotecnología.

Preservación de la diversidad biológica. Es probable que la vida sobre este planeta y la diversidad química que ésta representa sea el único recurso de compuestos biológicamente evolucionados con que contemos hasta el día en que descubramos otro planeta que abunde en vida como la nuestra. Sin embargo, destruimos la diversidad viviente de nuestro mundo a una velocidad desconcertante. Tenemos que terminar con esto, no sólo a través de la preservación de los ecosistemas sino también a través de la preservación de la información sobre estos ecosistemas acumulada durante miles de años por personas que vivieron en sus adyacencias. Es imposible subestimar la importancia que tiene para la salud humana la preservación del conocimiento tradicional sobre las plantas curativas. Todas las drogas más importantes que han cambiado la historia provinieron de plantas y hongos vivos. La quinina hizo posible la conquista de los trópicos, la penicilina y las píldoras para el control de la natalidad volvieron a tejer la trama social del siglo veinte. Estos tres medicamentos son derivados de plantas. Junto con mi compañera Kat hemos trabajado sobre este tema por medio de la fundación de Dimensiones Botánicas, un jardín botánico situado en Hawaii que busca preservar las plantas utilizadas por el chamanismo amazónico, uno de los tantos sistemas de conocimiento que están a punto de desaparecer.

Las medidas antes esbozadas tienden a promover lo que podría llamarse un sentido de holismo gaiano, es decir, un sentido de unidad y equilibrio de la naturaleza y de nuestra posición como humanos dentro de ese equilibrio dinámico y evolutivo. Es una perspectiva basada en las plantas. Este retorno a una perspectiva del yo y del ego que ubica a estos dos aspectos en un contexto más amplio de vida y evolución planetaria es la esencia del Renacimiento Arcaico. Marshall McLuhan estaba en lo cierto cuando vio que la cultura humana planetaria, la aldea global, tendría un carácter tribal. El próximo gran paso hacia el holismo planetario es la combinación parcial del mundo tecnológicamente transformado por los humanos con la matriz arcaica de la inteligencia vegetal que es la Supermente del planeta.

Dudo en calificar de religioso a este amanecer de la percepción, pero no hay dudas de que lo es. Y entrañará la exploración total de las dimensiones reveladas por los alucinógenos vegetales, en especial de aquellos que por su estructura se relacionen con los neurotransmisores que ya están presentes y funcionan en el cerebro humano. La exploración minuciosa de los alucinógenos vegetales permitirá comprobar el nivel más arcaico y sensitivo del drama del despertar de la conciencia; fue en las relaciones simbióticas entre plantas y humanos que caracterizaron a la sociedad y la religión arcaica donde se experimentó por primera vez ese misterio sobrenatural. Y esta experiencia no nos resulta menos misteriosa hoy, a pesar del supuesto generalmente aceptado de que hemos reemplazado el simple temor de nuestros ancestros por las herramientas filosóficas y epistémicas de la mayor sofisticación y del poder analítico. Nuestra elección como cultura planetaria es muy simple: ser Verdes o morir.