Dos
Entrevista de High Frontiers

La entrevista que me hizo Will Noffke apareció en High Frontiers, Nro 1, 1984. La revista ha sufrido dos cambios de nombre desde entonces y ahora se llama Mondo 2000.

WN: Me pregunto si usted podrá compartir con nosotros la experiencia que modeló su vida y su obra, su viaje a la cuenca del Amazonas.

TM: Por cierto. En realidad fueron varios viajes al Amazonas de los que participé, el primero en 1971 y el más reciente en 1981. En 1981, una expedición etnobotánica conjunta compuesta por personas de Harvard y de la Universidad de Columbia Británica fue a Iquitos en el extremo este de Perú. Mi hermano también formaba parte de esa expedición. Él es etnoquímico de la Universidad de Columbia Británica. Estábamos en busca de ayahuasca, que es un preparado alucinógeno que se toma en una zona muy amplia en las selvas de las tierras bajas de Ecuador, Colombia y Perú. También buscábamos un alucinógeno muy poco estudiado llamado ukuhey o kuricú, utilizado por los witoto, los boro y los muinanos. En ambos casos, estas drogas alucinógenas se basan en DMT o DMT en combinación con alguna otra sustancia química que potencie la experiencia. Se trata probablemente de los dos alucinógenos menos estudiados, aunque el ayahuasca es una religión tradicional importante en una zona muy extensa. Se lo utiliza para curaciones chamánicas y es muy familiar entre las clases pobres de las selvas de las tierras bajas de Perú y bien conocido por las poblaciones mestizas. El kuricú es una sustancia mucho menos conocida. La estábamos estudiando porque las teorías farmacológicas ortodoxas dicen que no debe ser oralmente activa, pero lo es. De modo que había un problema científico para resolver.

WN: ¿Algo así como descubrir una nueva realidad para la ciencia?

TM: Hay que tener un problema científico para centrar estas expediciones. Entonces lo que uno enfrenta realmente es la fenomenología de la droga —la droga tal como se la experimenta— y es algo que está muy lejos de las cuestiones farmacológicas que se dilucidan en laboratorio. Pero la experiencia de tomar estas drogas en el Amazonas, en pequeños tributarios que desembocan en el curso principal del río, entre pueblos prealfabetos que decididamente no son de clase media, y en el ambiente de las selvas continentales ecuatorianas, fue muy interesante, muy esclarecedora.

WN: ¿Cómo respondió usted a eso? Supongo que ya había experimentado con otros alucinógenos en el pasado reciente antes de hacer ese viaje, y que en verdad usted buscaba el efecto, la respuesta psicofísica en usted mismo. Pero, al parecer, se encontró con algo totalmente inesperado.

TM: Si. Desde mediados de la década del 60 nos habíamos interesado en la dimetiltriptamina. DMT, tanto por la experiencia como por el disparo rápido. Cuando se fuma DMT, se tiene la experiencia en quince o treinta segundos. El contenido de la experiencia pareció trasponer el modelo ortodoxo de lo que debe constituir la experiencia psicodélica. En otras palabras, se habló de la experiencia psicodélica en términos de expansión de la conciencia, o de explorar el contenido del inconsciente personal o colectivo, o de lograr una gran empatía con las obras de arte, y cosas por el estilo. Lo que descubrimos con las triptaminas fue que parecía haber una dimensión no anticipada que implicaba el contacto con una inteligencia extraterrena. La denomino así a falta de una descripción mejor. En la experiencia psicodélica se presentaban entelequias organizadas con información que no parecía provenir de la historia personal del individuo, ni siquiera de la experiencia humana colectiva. Luego, llegamos a pensar que este efecto era propio de los alucinógenos de triptamina. En otras palabras, no sólo la DMT y la ayahuasca y las sustancias amazónicas más exóticas, sino también la psilocibina, que probablemente sea entre estas drogas la que se ha experimentado de manera más amplia. Me resultó sorprendente que una voz pudiera dirigirse a uno en ese estado e impartir información en un diálogo. Gordon Wasson, que descubrió el hongo de psilocibina y lo llevó formalmente a la atención de la ciencia occidental, también escribió sobre este fenómeno. Lo mismo hizo Platón al discutir la importancia del Logos para la religión helenística.

Esta experiencia de una voz interior que guía con un nivel superior de conocimiento no es ajena para la historia occidental; sin embargo, la aventura intelectual de los últimos mil años hizo que una idea como esta parezca descabellada, si no psicopatológica. Entonces como modernos y como farmacólogos que exploran estos estados, mi hermano y yo dimos con este fenómeno. En los años que siguieron hemos trabajado con este fenómeno y dirigimos hacia él la atención de otros: yo diría que se ha originado un consenso de que es real. Pero aún debe surgir un consenso sobre qué es exactamente. ¿Estamos frente a un aspecto, una entidad psíquica autónoma, como dirían los jungianos, un subyo que se ha librado del control del yo? ¿O estamos frente a algo parecido a una Supermente de la especie, un tipo de entelequia colectiva? ¿O es que en realidad estamos encarando a una inteligencia extraterrena, con todo lo que eso implica? No es una pregunta fácil de responder. Ni siquiera es una pregunta fácil de abordar, porque el fenómeno no se manifiesta salvo en dosis heroicas.

WN: Existen ciertos paralelos que son muy obvios, y uno de ellos que viene a la mente es Santa Juana que escuchaba voces y obtenía orientaciones. Claro, era una chica de campo, y tal vez cultivaba hongos en el terreno del fondo. Pareciera que en toda la historia se da la audición de voces dentro de los ámbitos de la experiencia religiosa, y que siempre se lo atribuye a «dios», cualquiera sea esta imagen para el individuo que lo experimenta. Esta experiencia no deriva necesariamente de la ingestión de ninguna droga. Puede producirse por medio de algún otro aspecto de la alteración de la conciencia humana.

TM: Correcto. Siempre se produce mediante un cambio en la química interior del cuerpo y el cerebro. Pero es algo que puede ser inducido por plantas o estrés, o puede suceder simplemente que una persona o un linaje familiar tengan predilección por estos estados. Usted tiene razón, la religión tal como se la entendía en los tiempos premodernos es en esencia la respuesta de los humanos al problema de la instancia interior, pero bastante gente cree que es un fenómeno modelador de la cultura, cuando no, en verdad, un fenómeno que dirige la cultura.

Desafortunadamente, en los últimos quinientos años la religión ha sido una pirámide jerárquica en cuya cima estaban los teólogos que interpretaban el dogma. Esta interpretación era trasmitida a los fíeles por medio de una jerarquía. Creo que las jerarquías religiosas se sienten muy perturbadas con la idea de una revelación directa. De todas maneras, este fenómeno ciertamente prospera en las culturas prealfabetas de todo el mundo. Al ocupamos de esto, descubrimos que las únicas personas con las que podíamos hablar del tema o que parecían tener cierta familiaridad con esto, eran los chamanes.

Y ellos decían: «Si. Por supuesto. Es así como se obtienen la información: de los espíritus colaboradores o de los espíritus obstaculizadores de esa dimensión». Para ellos es natural la idea de inteligencias extraterrenas autónomas contactadas en la dimensión mental. Creo que probablemente lo sea. Creo que la cultura occidental ha tomado un largo desvío idiosincrático que la aleja del espíritu, y que recién ahora estamos comenzando a comprender que podemos haber perdido algo. De hecho, no representamos el pináculo de la comprensión de la naturaleza de la realidad. Tenemos mapas muy interesantes de, digamos, el núcleo del átomo o de los extremos más lejanos del universo, pero en las áreas más próximas al hogar —nuestra propia mente, nuestras propias experiencias de nosotros mismos y de los otros— creo que estas culturas primitivas, por ser fenomenológicas y por no estar restringidas por el aparato técnico o las teorías abstractas de lo que sucede, se acercan más al punto. En otras palabras, son psiquiatras tradicionales, psicoanalistas tradicionales que nos dejan muy atrás. Los antropólogos han hecho comentarios sobre la ausencia de enfermedades mentales graves en muchas culturas prealfabetas. Creo que la meditación del chamán y, por intermedio de él, el contacto con el Logos centrador, esta fuente de información o gnosis, probablemente sea la causa de esa habilidad para curar o minimizar los desarreglos psicológicos.

WN: Usted mencionó algo en relación con la religión. Creo que el cristianismo occidental ha tenido mucho éxito en establecer su jurisdicción instilando temor, duda y sospecha de todo lo que provenga de fuentes interiores. Es un criterio establecido que dice: «Si no está en las Escrituras, habrá que ignorarlo y sospechar que forma parte de una fuerza oscura». Hay una clara negación de la validez de la experiencia personal. Descubro que mucha gente considera que la experiencia psicodélica es sumamente sospechosa, sumamente peligrosa e incontrolable. ¿Cómo ve usted que la gente enfrenta este tema?

TM: Es incontrolable en la medida en que no se la comprenda bien. Estas culturas prealfabetas tienen una tradición continuada de comprensión y etnomedicina chamánica que se extiende hasta los tiempos paleolíticos y más allá. Nosotros no tenemos nada comparable. De modo que las personas de nuestra cultura que se meten en aguas profundas con estas plantas, ¿a quién recurren? ¿A quién pueden consultar que posea cierto conocimiento? En Perú, vimos personas ingenuas en cuanto al ayahuasca. Los que habían venido desde Lima para la experiencia llegaron a un lugar donde decididamente no la estaban pasando bien. Pero el chamán puede ir a ellos y soplarles encima humo de tabaco y cantar, cosas que a nosotros pueden parecemos simbólicas pero que sin embargo actúan con la misma eficacia que si la persona hubiera recibido una inyección de Demerol. De modo que el simbolismo de un hombre es la tecnología de otro. Esto se debe tener en cuenta cuando se trata con esas culturas. El modo en que nosotros vemos las cosas puede no ser el modo en que las ven aquellos que viven con ellas. A menos que uno se olvide de su idioma y entre por completo en esas culturas, siempre tendrá el punto de vista de un extranjero y un ajeno.

WN: Incluso en ese aspecto de la sociedad que podría categorizarse como Nueva Era, a falta de una expresión mejor, donde se produce una gran ruptura con la educación dogmática y se pasa a la experiencia directa, se sospecha de la experiencia psicodélica. De modo que tales cosas como trabajar con el kundalini, la hipnosis, los mantras y las actividades físicas —manipulaciones psicofísicas del inconsciente— parecen ser terreno seguro y aceptable como áreas para la investigación. Pero veo que hay un gran prejuicio contra el uso de medios químicos, incluso los medios orgánicos de los que usted habla.

TM: Creo que hay un prejuicio calvinista muy fuerte contra la libre elección. La idea de que se puede lograr una introspección espiritual sin sufrir, sin explorar el alma, sin flagelación y cosas por el estilo, resulta aborrecible para la mayoría porque creen que la visión de esas dimensiones superiores sólo puede ser concedida a los buenos, y probablemente sólo después de la muerte. A la gente le resulta alarmante pensar que podrían tomar una sustancia como la psilocibina o la DMT y tener este tipo de experiencias. Sin embargo, es un hecho de la realidad que apenas estamos comenzando a aceptar. No creo que estas cosas puedan ser un sustituto de la práctica espiritual. Por otra parte, no creo que la práctica espiritual pueda ser jamás un sustituto de estas experiencias. Recorrí la India e Indonesia y varios otros lugares, y encontré esas tradiciones que usted menciona, incluido el Tantra del kundalini, la danza del trance en Bali, bajo el control de los sacerdotes y como parte de tradiciones en las que se debe aceptar el marco mental para tener la experiencia. Son muy elusivas. La experiencia con la droga, por otra parte, no lo es. Es abrumadora. Por cierto que con las triptaminas no hay nada elusivo. Son muy convincentes. Habrá que integrar estas cosas en la cultura sin un sentimiento de culpa y pensando que señalan el camino hacia algo. Creo que Aldous Huxley las denominaba «gracias gratuitas», explicando que no eran ni necesarias ni suficientes para la salvación, pero que de todos modos eran un milagro.

WN: Usted hace hincapié en el marco y en la actitud como parte de la experiencia; que no se la debe tomar a la ligera ni usarla como recreación, y que se la debe tratar con respeto. Y que es preferible disponer de alguien que sirva de guía. Entrevistaré también a Timothy Leary. No sé muy bien cuál es la actitud de él, si es de diversión y juegos a cualquier costo, o si es sumamente seria.

TM: Creo que es un hombre que probablemente haya tenido una amplia oportunidad de cambiar de actitud. La euforia de los sesenta, la suposición por parte de intelectuales que rodeaban a Huxley y Humphrey Osmond de que todo cuanto se necesitaba hacer era presentar esto ante la gente y se transformaría la humanidad, era terriblemente ingenua. De todos modos, la gente jamás se había visto en una encrucijada cultural parecida. Oigo decir a la gente que puede haber otra oleada de experiencia psicodélica como fenómeno social. Por cierto, espero que si esto se produce, aquellos que vivimos la década del 60 hayamos procesado la experiencia y aprendido la lección. Creo que estas cosas no pueden hacerse en grupos numerosos.

La manera más fructífera de abordar la experiencia psicodélica es el ambiente casi, aunque no formalmente, de la privación sensorial. Tenderse en la oscuridad completa y en silencio y observar el revés de los párpados. Me asombra lo exótico que parece ser este consejo para los demás. Es el sentido común lo que lo llevaría a uno a hacer eso. Después de todo, se trata de observar un fenómeno mental. Para ver el fenómeno mental incontaminado por fuentes externas de información, hay que ponerse en una situación donde el fenómeno pueda manifestarse por completo. A las dosis efectivas de estas sustancias, les garantizo a todos que no será una experiencia aburrida. Tal vez sean demasiadas personas que meditan y entonces imaginan que es algo parecido a la meditación. Es la antítesis exacta de la meditación. Se trata, en verdad, de salir del cuerpo y viajar por el espacio mental, que es un área por lo menos tan extensa como el espacio exterior. La distinción entre estas dos puede ser una convención cultural. Uno viaja por un campo desplegado de información que parece tener una magnitud de años luz. Esto sólo puede realizarse si se reduce al mínimo la entrada de lo que proviene del exterior. Entonces se ve lo que vio Blake y lo que vio Meister Eckhart, lo que vio San Juan de la Cruz. Tal vez uno no sea capaz de alcanzar a través de estas cosas el grado de percepción de ellos, pero por otra parte nadie puede medir el océano, ni Meister Eckhart ni ningún otro. No es fácil medir el océano, pero nosotros podemos ser medidos por el océano, podemos enfrentarlo, estar en él.

Creo que estas sustancias tuvieron, tienen y tendrán un gran impacto en la historia humana. De hecho, quizá sean la causa de la historia humana. Estamos tan familiarizados con la doctrina de la evolución —la idea de que descendemos de los monos— que tendemos a no darnos cuenta de qué criatura extraña es el hombre. El hombre es una criatura muy extraña. Y para haber pasado en un millón de años de frotar la piedra al lanzamiento del transbordador espacial y a arrojar instrumentos fuera del sistema solar, parece descabellado sostener que las fuerzas y los hechos de la naturaleza tal como los conocemos pueden habernos permitido hacer lo que hacemos. En cambio, tengo un punto de vista muy premodeno: estamos en liga con el demiurgo. Somos los hijos de una fuerza que apenas podemos imaginar. Nos hace bajar de los árboles y atravesar las planicies de la historia hacia si misma. Este proceso lleva diez, veinte o cien mil años: un instante. El tiempo de vida de muchos individuos llega y se va, pero la naturaleza actúa desde el punto de vista de la especie, y, en esa escala, apenas ha pasado un momento desde que nada sucedía en este planeta salvo el frotado de la piedra y la farmacología. La farmacología precedió a la agricultura porque las propiedades de las plantas fueron comprendidas mucho antes de que se comprendiera el cultivo de las plantas. Las visiones trasmitidas por la psilocibina —visiones de máquinas enormes en órbita y planetas distantes y extrañas criaturas y vastos paisajes biomecanicistas— no pueden procesarse. Uno no sabe si está caminando en redondo adentro de un instrumento u organismo enorme. Casi no somos capaces de asimilar esas cosas. Sin embargo estas visiones son la imagen-guía corriente, que se libra al tiempo histórico. Así como libró el cálculo diferencial hace un par de cientos de años: así como libró todos los grandes avances de la historia humana. La historia de los avances científicos o técnicos tiene el carácter de una revelación. La gente que logra los descubrimientos importantes dice: «Me fue dado una mañana: estaba allí». Descartes inventó el cálculo diferencial mientras estaba tendido en la cama una mañana. Newton hacía otro tanto a pocos cientos de kilómetros de distancia, y ellos ni siquiera se conocían. En el curso de los milenios se ha producido un diálogo entre el yo individual y el Otro, entre el yo colectivo y el Otro. Es lo que hemos llamado Dios. Los sacerdotes han tomado el control de ello y lo cargaron con toda clase de deberes y prohibiciones, pero la verdadera experiencia religiosa no tiene que ver con eso. Tiene que ver con el diálogo con el Logos y a dónde puede llevarnos y qué puede mostrarnos. Por lo que ahora, cuando nosotros como especie estamos a punto de abandonar o destruir el planeta, el Logos reemerge con gran intensidad. No vamos a abandonar el planeta con nuestra mente no transformada. Lo que está sucediendo es una transformación general de la humanidad en una especie de criatura completamente distinta. El mono está siendo eliminado. Y la cosa que está compuesta por el lenguaje, la imagen y la imaginación, que ha residido en los monos durante tanto tiempo, está reemplazando ahora a la evolución biológica y, por medio de la cultura, está tomando las riendas de su propia forma y de su propio destino. El caos de nuestra era, que tanto nos preocupa a todos, no es para nada inusual. Es la situación normal cuando una especie se prepara para abandonar el planeta. Es el caos al final de la historia.

No hay ninguna duda al respecto. Los signos están a la vista. Los signos que no están a la vista, pero que son conocidos para los aficionados de las sustancias psicodélicas, son las transformaciones de la conciencia que son simultáneas con la transformación de la cultura técnica. Estas dos son, de hecho, expresiones una de la otra. Estos tiempos son los dolores de parto de una nueva humanidad.