Bienvenidos a La nueva conciencia psicodélica. Hace veinticinco años comencé a comprender que la exploración de lo «Totalmente Otro» se relacionaba con el chamanismo. Me dejé guiar por esa percepción y me inicié en el consumo de alucinógenos vegetales como medio de sondear la dimensión misteriosa a la cual ésta, la más antigua de las religiones de la humanidad, siempre ha afirmado que era capaz de acceder. De todas las técnicas utilizadas por el chamán para inducir el éxtasis y el viaje visionario —el ayuno, el tamborileo prolongado, el control de la respiración y los grandes esfuerzos— ahora estoy seguro de que el uso de las plantas alucinógenas es la más eficaz, confiable y poderosa. Creo que la exploración racional del enigma del Otro es posible, y que el enfoque chamánico de las plantas alucinógenas, en especial de aquellas que contienen psilocibina y dimetiltriptamina (DMT), tienen una importancia fundamental para el logro de ese fin.
Estos ensayos, conversaciones y entrevistas, si bien a veces se alejan mucho, siempre regresan al lema del Otro y su misteriosa interpenetración en nuestras vidas. Es esto lo que me interesa comunicar: tanto la proximidad como la lejanía de ámbitos inexplorados de riesgo y belleza llenos de promesas. Mi esperanza es que estos artículos transmitan una sensación de alegría y de excitación, de descubrimiento y de la verdadera profundidad de las aguas oscuras de misterio sobre las cuales el mundo alegre de lo cotidiano no es más que un corcho que flota en un océano inexplorado.
Tengo aguda conciencia, como la tendrán muchos de mis lectores, de los aspectos surreales, proféticos e incluso grandiosos de muchas de estas ideas. Llegué a formarme las opiniones aquí expresadas en base a toda una vida de experiencias peculiares. Estas experiencias se produjeron al filo de la realidad sancionada, y en ausencia de esas experiencias no habría ninguna base para mis opiniones heréticas. Pero he descubierto que el universo del chamanismo psicodélico es un corpus delicti para quienes buscan pruebas de que no todo es color de rosa en el mundo soleado del materialismo y del racionalismo científico.
Además de optar por reprimir las extrañas habilidades del chamán y el potencial psíquico del contacto con el Otro, la tradición occidental tiene un prejuicio incorporado contra la autoexperimentación con alucinógenos. Una de las consecuencias de esto es que no se ha escrito lo suficiente sobre la fenomenología de las experiencias personales con los alucinógenos visionarios. Las excepciones son notables y divertidas. Fitz Hugh Ludlow y Aldous Huxley vienen a la mente, y ambos parecen ejemplificar dos reglas que operan en tales situaciones: cada uno apareció temprano en la ola de interés que acompañó al «descubrimiento» del hashish y luego de la mescalina por parte de la literatura burguesa, y cada uno fue ingenuo en términos de presuposiciones médicas o farmacológicas. De manera similar, William Burroughs y Allen Ginsberg cronican en The Yagé Letters los efectos de la mezcla alucinógena sudamericana yagé, o ayahuasca. Estas primeras descripciones de los efectos de los alucinógenos son como los relatos exagerados y románticos que los exploradores europeos llevaban de vuelta a sus hogares desde el Nuevo Mundo. Los ámbitos de la fantasía aventurera sólo gradualmente cedieron lugar a los continentes explorados que conocemos.
La nueva conciencia psicodélica es mi anotador de explorador, mi diario de viaje a través del tiempo y el espacio ideológico. Se extiende desde la estepa prehistórica de África hasta el mundo inimaginable que está más allá del objeto trascendental al final de la historia. Es también una exhibición de las nuevas corrientes de pensamiento: nuestra evolución no puede ser más rápida que la evolución de nuestro lenguaje.
La nueva conciencia psicodélica ofrece tónicos para el lenguaje y nueva salud para nuestros mejores memes antiguos. Levanten el borde de la carpa y entren adonde hay luz y acción. Que toque la orquesta. Los payasos enanos del hiperespacio ya están haciendo prestidigitación en la arena central. ¡Pronto! ¡Pronto!
Trence McKenna
Occidental, California