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Puller se apeó de su Malibu y entró en la biblioteca del condado. Era una estructura de ladrillo anaranjado, de una sola planta, totalmente carente de gusto arquitectónico y que no había envejecido bien. Al entrar hizo unas cuantas preguntas al empleado del mostrador y este le indicó cómo obtener lo que necesitaba. Aunque había varios ordenadores, terminó recurriendo al antiguo método de buscar a mano entre los periódicos. Abarcó el periodo que le pareció pertinente y lo que descubrió fue nada, lo cual, por sí mismo, ya era significativo.

Cuando ya se marchaba, le sonó el teléfono. Era Kristen Craig, la técnica forense del USACIL, en Georgia.

—Puller, tengo unos cuantos datos preliminares para ti.

Se sentó dentro del coche, con el aire funcionando, y fue anotando lo que le decía Kristen.

—Hemos realizado un análisis súper rápido de las muestras de ADN que nos enviaste. Al observar la lista de exclusiones, encontramos un conjunto sin identificar. Lo hemos subido al Sistema de Indexado Combinado de ADN del FBI, y puede que hallemos alguna coincidencia.

—¿Qué más?

—Hemos identificado el material de revestimiento encontrado en el cadáver del coronel Reynolds. Corresponde a un calibre doce.

—¿Algún otro detalle más? ¿El fabricante?

—No, lo siento.

—Vale, continúa.

—El médico de ahí que hizo la autopsia era muy bueno. Esencialmente, nuestros chicos han validado todo lo que hizo él. No tenemos aquí los cadáveres, pero ese tipo sabía lo que hacía.

—De acuerdo. —Estaba bien que hubieran validado la autopsia, pero lo que Puller quería en realidad era alguna información que lo ayudara a resolver el caso.

—No obstante, hemos encontrado una cosa extraña en la bala del calibre veintidós que nos enviaste.

—¿El qué?

—Bueno, he solicitado la confirmación de tres personas distintas, porque no es algo que uno espere encontrar en una bala disparada a la cabeza de una persona.

—No me tengas en suspense, Kristen.

—Era pan de oro. En Virginia Occidental lo que hay es carbón, no oro, ¿no es cierto?

A Puller le vinieron al pensamiento los Trent y su mansión.

—Bueno, para algunas personas de aquí, ambos son una misma cosa. ¿Pero pan de oro?

—Eso es lo que es. Un fragmento casi microscópico, pero hemos confirmado que es eso. No sé qué podrá significar.

—¿Has encontrado algo en el análisis del suelo que te envié?

—El análisis del suelo no ha revelado nada que llame la atención. Los niveles de uranio son normales, en concreto tratándose de una región carbonífera. No había nada más que fuera digno de mención. Si han matado a alguien por culpa de ese análisis, no tengo la menor idea de por qué ha podido ser.

—Pues ya somos dos. ¿Qué me dices del material del laboratorio de metanfetamina?

—Eso sí que es interesante. ¿Estás seguro de que era solo un laboratorio de metanfetamina?

—Era lo que parecía, contenía todas las cosas que normalmente se asocian con un laboratorio así.

—Ya, pero también contenía una sustancia que no se encuentra normalmente.

—¿Cuál?

—Carburo de tungsteno.

—¿En dónde has encontrado eso?

—En varios de los frascos, en los tubos y en algunos serpentines. Y en cantidad suficiente para no confundirlo con unas leves trazas residuales.

—Entonces, ¿cabe la posibilidad de que procediera de las manos de Treadwell o de Bitner?

—Puede ser. Hemos encontrado huellas de Treadwell en el equipo.

—De manera que no lo pusieron allí intencionadamente —dijo Puller—. Bueno es saberlo.

—¿Pensabas que pudiera haberlo puesto alguien?

—No. Pero me gusta que me confirmen mis ideas, como a todo el mundo. Así que carburo de tungsteno. Si no me equivoco, se utiliza para fabricar herramientas industriales, como abrasivo, en el sector de la joyería…

—Exacto. Es más duro y más denso que el acero o que el titanio.

—Treadwell tenía un anillo. A lo mejor era de tungsteno, y le transmitió partículas a la piel.

—No. Hemos examinado el anillo.

—Trabajaba en una tienda de productos químicos. Y tenía una Harley.

—Eso tampoco explica necesariamente la presencia de tungsteno.

—¿Algo más?

—¿No tienes bastante? —replicó Kristen.

—No me has dado ninguna respuesta.

—Yo solo proporciono datos. Las respuestas tienes que buscarlas tú, amigo mío.

Kristen colgó y Puller guardó lentamente el teléfono.

El carburo de tungsteno tenía otro uso que él, por ser militar, conocía bien. Se empleaba con mucha frecuencia en la munición antiblindaje, en particular en aquellos casos en los que el material utilizado, el uranio empobrecido, no estaba disponible.

Pero si Treadwell estaba fabricando dicha munición, desde luego en su casa no había ninguna otra prueba de ello. Para producirla hacía falta espacio y un equipo especializado. Y dinero. Y muchos de los componentes necesarios para fabricar munición empleando uranio empobrecido eran vigilados muy de cerca por el gobierno. ¿Cómo podía gestionar algo así un motero pueblerino que trabajaba en una tienda de productos químicos de una remota localidad de Virginia Occidental? Y si Treadwell había conseguido semejante logro, ¿por qué lo habían asesinado? Tal vez las personas para las que fabricaba aquello descubrieron que le había entrado miedo y que ahora estaba trabajando con el gobierno a través de Reynolds.

Iba a tener que preguntar en la tienda en que trabajaba Treadwell, para averiguar si habían echado en falta cierta cantidad de carburo de tungsteno o si incluso la habían llevado ellos. Y si era aquello lo que había sucedido, el caso podría adquirir un significado totalmente distinto. Reflexionó sobre la relación que podía tener todo ello con lo que le había contado Mason. Si los objetivos eran el gaseoducto y el reactor, aquel tipo de munición podría emplearse para perforar el primero y quizá también el segundo, lo cual indicaba que Treadwell estaba aliado con yihadistas. ¿Cómo era posible algo así? ¿Cómo podía ser que una gente así estuviera actuando en una región como aquella sin que lo supiera nadie?

Luego empezó a pensar en el gaseoducto. Era propiedad de una empresa canadiense pero lo gestionaba Trent. ¿Estaría Trent trabajando con terroristas? ¿Le estarían pagando para que los ayudase a llevar a cabo aquella misión? ¿Pero por qué iba a hacer algo así un magnate del carbón que había alcanzado un éxito fabuloso? La explosión de un reactor nuclear podía volver radiactivas todas sus minas.

Separó el Malibu del bordillo. Le quedaban menos de tres días para descubrir la verdad. Sabía que tenía todo en contra, sin embargo se había puesto el uniforme para servir a su país, e iba a servirlo. Aunque ello le costara la vida.

También podía ser que a Trent le pagasen más de lo que valía su negocio. Y aquello podría explicar las amenazas de muerte, y que estuviera tan nervioso. A lo mejor había tenido una discusión con sus «socios comerciales».