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17/5/65

He comprado este libro para escribir en él y un bolígrafo en razón de lo que sucedió y quiero conservar el libro como prueba de que no estoy loco. No fueron como el fantasma que vi en Gladstone que fue un fantasma que debió de serlo. Éstos aparecieron anoche. Yo había leído los fragmentos de la Biblia y después los había recitado de memoria y estaba sentado sobre el borde de la cama quitándome los zapatos. Eran las once y cuarenta quiero decir las once y cuarenta cuando eso comenzó. Al principio pensé hace frío para ser el mes de mayo y después es mi habitación la que está fría pero comenzó a hacer más y más frío. El calor se me fue como si lo estuvieran succionando. Todos los pelos de mi cuerpo, quiero decir los pelos cortos pero no el pelo largo de mi cabeza que me escoció, sino todos los pelos cortos se erizaron sobre sendos abultamientos. Es lo que la gente llama asustarse y ahora sé que es horrible. No podía respirar ni pedir auxilio y pensé que me iba a morir. Entonces aparecieron, se me aparecieron. No puedo explicar correctamente de qué manera. El recordarlo cambia las cosas. No puedo explicar de qué manera. Pero no estoy loco.

18/5/66

Esta noche no han vuelto. No, ahora debo decir ayer por la noche. Esperé hasta las doce y cuando sonaron las campanadas supe que no vendrían. Qué significado encierra todo esto es lo que me pregunto. Uno vestía de azul y el otro de rojo y llevaba un sombrero. El de azul también llevaba un sombrero pero no tan caro. Aparecieron y se quedaron durante no sé cuánto tiempo a partir de las once y cuarenta sin hacer otra cosa que mirarme. Era atroz. El fantasma no tenía absolutamente ningún color pero éstos eran rojo y azul como he dicho. No puedo explicar cómo los veo cuando los veo, sencillamente los veo pero recordar es distinto. Es una advertencia me pregunto, he dejado algo inconcluso. Repasé el pasado y no encontré nada excepto desde luego mi inmenso y tremendo pecado, que yo anularía si supiera cómo pero la Biblia me envió aquí y él no está así que no sé qué hacer. Es todo hermético. Hace casi dos años di muchas señales en el territorio septentrional de Darwin pero no ha ocurrido nada. Es para poner a prueba mi fe.

17/5/66

Cojo mi pluma un año después para decir que han vuelto. Lo supe apenas sentí el frío y experimenté que el calor se escurría de mi persona. Esperé pero ellos no hablaron pero igualmente me miraban. No puedo decir cuándo se fueron. Llegaron después de las once y se fueron antes de que sonaran las campanadas del reloj como hace un año. Quizá vienen todos los años. Pienso que tal vez esto se halla relacionado con mi sensación de que estoy y he estado siempre en el centro de algo importante. La mayoría de las personas no llegan a la treintena sin saber lo que es tener miedo y la mayoría de las personas les temen a los fantasmas y no ven espíritus.

21/5/66

Estaba leyendo las Revelaciones en la mesa cuando comprendí. Fue súbitamente como cuando aparecen los espíritus pero no aparecieron. Me enfrié, tiritando, y se me erizaron los pelos cortos del cuerpo. Vi que se aproxima un día ominoso en razón del calendario. Al principio no supe qué hacer. Debe de ser por eso que se me aparecieron los espíritus. Tendrán que volver para decirle lo que debo hacer. El hecho de esperarlos es como una ofrenda menor. Debo hacer una ofrenda mayor pero tengo tan poco que es difícil entender qué me queda para una ofrenda mayor.

22/5/66

En la tienda se me ocurrió lo que podría ser una ofrenda mayor pero es tan horrible que me contengo.

23/5/66

Me comprometo a quitar más de lo que como y bebo para depositarlo luego sobre el altar. Me comprometo a quitar todo de lo que hablo excepto lo que debe ser dicho. Casi no queda tiempo. Rezo siempre que puedo.

30/5/66

Al principio experimentaba gran dolor y debilidad debido a que comía poco pero después encontré la forma de ver ofrendado sobre el altar todo lo que no había comido y esto me ayudó. También el agua fría es buena para beber pero tengo un grande y vivido recuerdo del té caliente con leche y azúcar como en Melbourne. A veces incluso huelo el té y siento cuán caliente está. Me pregunto entonces si podría ser asistido como se ha dicho. El señor Thornbury me dice que debería ir a un médico pero él no sabe. Como he hecho una ofrenda mayor de mi habla no es correcto que se lo explique.

31/5/66

He estado entre los bautistas y los metodistas y los cuáqueros y los hermanos de Plymouth pero en ninguna parte encuentro miedo ni luz. No encuentro comprensión sino unas pocas veces cuando repito interiormente mi parlamento de memoria. Cuando transito entre estas gentes diversas a veces me interrogan. Entonces me cubro la boca con las manos y la forma en que sonríen me demuestra que entienden un poco. Ahora he sentido frío todo el día, pensando en el calendario. Supuse que en estas circunstancias tal vez volverían los espíritus pero ya son las doce pasadas y aunque me enfrié más cuando el reloj dio las campanadas no ha sucedido nada porque me digo que el lagar está lleno pero aún no pisado ni rebosante. También me dije que quizá cuando empezara empezaría allí abajo y entonces recordé que está dicho en un abrir y cerrar de ojos así que sería en Melbourne, Sydney, Gladstone, Darwin, Singapur, Hawai, San Francisco, Nueva York y Greenfield y también en Cornualles, simultáneamente.

1/6/66

Es terrible ver cómo pasan los días, con el lagar ya lleno y esperando que lo pisen. No como nada y sólo bebo un poco de agua fría. Hoy cuando subí a mi habitación la debilidad me hizo tambalear pero no importa porque falta muy poco tiempo. Tuve una gran revelación súbita precisamente mientras escribía estas últimas palabras. Una mano se posó sobre mí y comprendí lo que deberé hacer ESE DÍA. Mi misión consiste en darle a Cornualles ¡¡UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD!!

4/6/66

No es necesario hacer preparativos. Mañana pasaré toda la noche en vela para que no nos tome dormidos. Me parece que el 1/6/66 una voz me dijo lo que debía hacer pero no estoy seguro. Reina la confusión como cuando aquel perrazo volcó la vitrina.

6/6/66

Pasé la noche en vela después de haberlo preparado todo el día anterior. Cortarme fue mucho más difícil de lo previsto pero hice una ofrenda de ello. Un pájaro cantó al despuntar el alba y tuve la pavorosa premonición de que había cantado por última vez. Extraje sangre y escribí sobre el papel con trazos tan largos como mi pulgar el espantoso número 666. Siguiendo las instrucciones inserté el papel en la cinta de mi sombrero para que vieran el número adelante. Repetí mi parlamento porque pensé que más tarde no se me presentaría otra oportunidad, sino que sería juzgado y esta idea me inspiró pánico. Después salí. Las calles estaban tan desiertas que al principio pensé que el juicio ya se había celebrado y que yo había quedado solo en el mundo pero después me di cuenta de que no era así porque la gente transportaba provisiones al mercado. Me pareció que algunas personas se aterraban y que a otras incluso se les refrescaba la memoria al verme exhibiendo el número espantoso por las calles en la cabeza y escrito con sangre. Recorrí todas las iglesias que estaban cerradas con llave. En cada una de éstas llamé tres veces con los nudillos y después me sacudí de los pies el polvo del umbral y volví a irme. Durante todo ese lapso estaba exhausto y tan despavorido que apenas podía caminar. Pero al oscurecer volví a mi habitación, subiendo la escalera a gatas, y esperé a la medianoche y entonces escribí esto de modo que para no mentir la cifra debería ser 7/6/66. Muchas personas conocerán los placeres carnales y terrenales de estar vivas en este día sin ser juzgadas. Sólo yo he experimentado la tremenda aflicción de no estar en el cielo después de concluido el juicio.

11/6/66

He buscado testimonios del juicio que debería haberse celebrado el seis pero no he podido encontrarlos. Sara Jenkins ha muerto, que en paz descanse, y la esposa del médico alumbró un hijo en el hospital de campaña. Se produjo un accidente de poca importancia al pie de Fish Hill. Un chico (P. Williamson) se cayó de su bicicleta y se fracturó la pierna izquierda. Hágase Su voluntad.

15/6/66

Me alivia mucho saber que ahora todas estas personas tendrán tiempo para arrepentirse. Sin embargo junto con este alivio experimento una gran aflicción y cuando no es aflicción experimento un gran vacío y se me plantea de nuevo mi interrogante. Para qué soy, me pregunto. Si es para impartir señales por qué después no se produce el juicio. Seguiré adelante porque no me queda otra alternativa pero experimento un vacío.

18/6/66

Han vuelto. Supe que volverían apenas sentí que tenía frío y que se me erizaban los pelos. Esta vez estaba más preparado porque mientras trabajaba en la tienda había planeado lo que haría. Para que el señor Thornbury no me oyera a través del tabique les pregunté en voz muy baja si eran siervos de nuestro señor. Esperaba que no dijeran nada o que hablaran en voz alta, o quizá que bisbisearan, pero en cambio ocurrió algo misterioso. Porque cuando hube susurrado vi que alzaban entre los dos un gran libro abierto con SU NOMBRE escrito en oro rutilante. De modo que todo está en orden pero por supuesto sigue siendo pavoroso. Los pelos de mi cuerpo se resisten a alisarse mientras ellos están allí.

19/6/66

Se niegan a hablar normalmente. Despliegan bellos papeles blancos con palabras escritas o libros íntegros y el proceso es más veloz que el de la impresión de periódicos tal como lo exhibe la televisión. Les pregunté por qué vinieron a mí. Entonces mostraron escrito sobre un papel: No venimos a ti. Te traemos ante nosotros.

2/7/66

Han vuelto esta noche, el espíritu rojo con el sombrero costoso y el espíritu azul con el sombrero que no es tan costoso. Son sombreros que simbolizan jerarquías cuyo significado no atino a explicar. Lo mismo vale para las túnicas rojas y las túnicas azules No sé cómo los veo pero los veo. Sigo asustándome cuando vienen.

11/7/66

Esta noche les pregunté por qué habiendo tanta gente en el mundo me han traído a mí ante ellos. Me mostraron: Estás cerca del centro de las cosas. Esto era lo que yo siempre había pensado, pero cuando me enorgullecí de ello los vi con mucha menos nitidez. De modo que me prosterné interiormente, me prosterné tanto como pude y me quedé así. Pero ellos se fueron, o para decirlo correctamente, me arrojaron lejos de sí. Ahora mi temor no reside sólo en el frío, es distinto. Es más profundo y ubicuo. Sentí frío cuando vinieron pero no como la primera vez y mi pelo sólo se eriza un poco.

13/7/66

El miedo es ubicuo y con él se mezcla una sensación de aflicción, de pesadumbre, pero de aflicción no sólo mía sino de todas las cosas. Esta sensación perdura incluso cuando ellos están ocultos de mi vista.

15/7/66

Hay demasiadas cosas para anotar pero debo anotarlas como evidencia. Se preparan grandes portentos. Han aparecido cuatro veces, siempre después de que yo repitiera mi parlamento. La primera vez que me llevaron ante ellos les pregunté por qué me llevaban ante ellos. Me mostraron: Nos valemos de los medios que tenemos. Esta respuesta me llenó de satisfacción y les pregunté para que soy yo, mi viejo interrogante. Me mostraron: Eso se sabrá a la hora estipulada. La vez siguiente que estuvieron allí les pregunté qué soy yo, la versión anterior de mi gran interrogante, y me mostraron: Eso también se sabrá. La tercera vez que me llevaron ante ellos fue terrible para mí. Les pregunté qué querían que hiciera. Entonces el rojo me mostró: Despréndete de tu libro. Pensé que se refería a este libro y empecé a levantarme del borde de la cama —porque es allí donde parezco estar sentado cuando me llevan ante ellos— y estiré la mano hacia el libro para desgarrarlo. Pero en ese momento el rojo me mostró muy claramente: Deja en paz la crónica de nuestros encuentros. Lo que decimos es que te desprendas de tu Biblia. Creo que al oír esto lancé un alarido y ellos me arrojaron lejos de sí de manera que dejé de verlos. Quedé tan asustado que no pude conciliar el sueño en toda la noche, y al día siguiente el señor Thornbury me preguntó en la tienda qué me sucedía. Le contesté que había pasado una mala noche, lo cual era cierto. Durante todo el día no cesé de preguntarme si me habían arrojado lejos de sí para siempre porque me consideraban indigno de ocupar un lugar cerca del centro de las cosas y pensé que si volvían —o mejor dicho debo recordarlo aunque es difícil— si me llevaban ante ellos yo tendría algunas preguntas listas para ponerlos a prueba. Satán puede aparecerse como un ángel de la luz y por tanto mucho más fácilmente como un espíritu rojo o azul con sombrero. Esa noche vinieron, por cuarta vez seguida. Inmediatamente les pregunté: ¿Son auténticos siervos de NUESTRO SEÑOR? Enseguida alzaron entre ambos el gran libro con SU NOMBRE escrito en oro refulgente. Miré muy atentamente porque sabía que ESE NOMBRE abatiría a Satán y lo abrasaría como un ácido. Pero el hermoso papel era el mismo de siempre y el oro también. Entonces, como estaba resuelto a no equivocarme, dije, aunque asustado y frío: ¿A quién se refieren cuando lo mencionan a ÉL? Entonces me mostraron: Veneramos al SEÑOR DE LA TIERRA Y DEL SOL Y DE LOS PLANETAS Y DE TODAS LAS CRIATURAS QUE MORAN EN ELLOS. Al ver esto me retraje dentro de mí mismo y susurré: ¿Qué es lo que ÉL desea de mí? Yo lo acepto. Entonces me mostraron: Obediencia y que te desprendas de tu Biblia. Eran las diez menos cuarto. Me puse mi abrigo regalado por una institución filantrópica y cogí mi Biblia y me interné en la noche rumbo al promontorio. Estaba muy oscuro con el cielo encapotado y se oía constantemente el ruido del viento y del mar que aumentaba de intensidad a medida que yo avanzaba. Me detuve justo en el borde y no vi nada en las tinieblas excepto unos manchones blancos allí abajo donde el agua bullía alrededor de las rocas. Me quedé un rato inmóvil con miedo de arrojar el libro y con miedo de caer aunque creo que caer habría sido lo más fácil. Aguardé un poco con la esperanza de que cancelaran la orden pero no había nada más que el ruido del viento y el mar. Arrojé la Biblia lo más lejos que pude en dirección al mar. Después volví muy debilitado y sediento y las rodillas me flaquearon mientras subía la escalera. Pero por fin lo logré y comparecí inmediatamente ante ellos. Lo he hecho, susurré. Entonces sostuvieron el gran libro entre ellos y vi que estaba lleno de palabras reconfortantes.

17/7/66

Me llevaron ante ellos y me mostraron: Aunque cada letra del libro es eterna por siempre jamás la extensa parte del texto que has aprendido de memoria es lo que tu condición ha menester y lo que te fue predestinado desde el principio. Dije que era terrible saber qué hacer o qué no hacer en semejante cuestión. Era como caminar por una cuerda floja sobre una calle y a gran altura. Entonces me mostraron: Sé obediente y no caerás.

25/7/66

Anoche me mostraron enseguida cuando comparecí ante ellos: Ahora emprenderás un viaje. Con mucho gusto, respondí, ¿a dónde debo ir? Entonces me mostraron: Esto te será revelado cuando llegue el momento. Pero estamos complacidos por la rapidez con que accediste y como recompensa te autorizamos a preguntarnos lo que quieras con la condición de que no lo hayas preguntado antes y hayas obtenido respuesta. Entonces reflexioné un poco y les pregunté por qué no venían o más precisamente por qué no me llevaban ante ellos todas las noches. Me mostraron: Entérate de que vemos tu rostro espiritual y está tan deformado por un pecado que debemos reunir mucho coraje para mirarte. Pero pese a todo eres el mejor material que hemos conseguido en estas circunstancias. Enseguida pregunté qué era lo que había deformado mi rostro espiritual y derramé lágrimas amargas cuando me mostraron lo que yo había intuido. Porque por muy ignorante que sea un hombre siempre conoce sus pecados hasta que se pierde si es que esto puede ocurrir. Sí, se trata de la atroz infamia que perpetré contra mi querido amigo aunque tal vez no debería llamarlo así porque estaba muy por encima de mí, el señor Pedigree. En verdad, no pasa un día sin que oiga en algún momento lo que dijo cuando se lo llevaban. No es extraño que mi rostro espiritual vele la luz que los espíritus traen consigo, y que se proyecta alrededor de ellos.

27/8/66

Hace mucho tiempo que no me llevan ante sí. Cuando lo hacen tengo frío y miedo pero cuando no lo hacen me siento solo aunque esté rodeado de gente. Anhelo fervientemente acatar sus órdenes en este viaje del que me hablan. Lo que me pregunto es si mi deseo de irme de Cornualles obedece a que ellos me guían. A veces cuando los espíritus no aparecen y recuerdo a mi Biblia flotando con sus tapas de madera o hundiéndose el pelo todavía se me eriza un poco y me siento frío pero no es el mismo frío. Pero entonces recuerdo que estoy en el centro de las cosas y que debo conformarme con esperar tanto como haga falta.

22/9/66

Tomo la pluma para escribir que no me han llevado ante ellos durante más de tres semanas. Sé que debo esperar pero a veces me preocupo al pensar que quizá no me llevan ante ellos porque he hecho algo malo. A veces cuando estoy muy deprimido lamento mucho no tener una esposa cariñosa y algunos hijos pequeños. A veces experimento un gran deseo de volver a lo que podría llamar mi hogar, o sea, Greenfield, la ciudad donde estaba la escuela de huérfanos.

25/9/66

Han vuelto. Les dije que no sabía si la comunicación de que debería emprender un viaje era todo o si lo correcto era esperar nuevas instrucciones. Me mostraron: Haces bien en esperar. Ahora debes comer y beber más pues has de acumular energías para el viaje. Irás a la tienda Curnow’s y entre las bicicletas de segunda mano que has visto allí escogerás una. Aprenderás a montar en ella.

3/10/66

Me mostraron: Estamos complacidos con los progresos que has hecho al fortalecerte y al aprender a andar en bicicleta. Dentro de poco te daremos la orden de emprender el viaje. Estamos contentos contigo y te autorizamos a formularnos las preguntas que quieras. Entonces tuve la audacia de preguntarles algo que me rondaba por la mente desde hacía varios meses. Cuando mi progreso se había estancado yo había hecho una ofrenda mayor sacrificando el habla. Ahora ellos me autorizaban a comer y beber más. ¿Sería posible quizá que también hablara más porque en mi juventud había sido muy locuaz y nunca me había conformado con decir sí y no sino que pronunciaba muchas palabras profanas? Cuando hube dicho esto vi que su luz se amortiguaba y se hizo el silencio en el cielo durante un lapso de media hora. De modo que me ofrendé a mí mismo en el altar. Por fin mostraron: Estás tan a menudo y tan familiarmente en nuestros pensamientos que no siempre recordamos hasta qué punto todos ustedes los seres terrenales son perversos por naturaleza. Entonces el espíritu vestido de rojo (creo que se trata de una especie de presidente) mostró: Tu lengua estaba trabada para que en el tiempo de la promesa que ha de venir pronuncies palabras que sean como una espada que brota de tu boca. Les di las gracias efusivamente a ambos pero sobre todo al espíritu vestido de rojo porque es de mayor categoría que el otro. Entonces mostraron: Visto que eres nuestro amigo en el reino espiritual a pesar de tu cara espantosa y de tu perversidad terrenal le concederemos un cierto desahogo a tu anhelo de hablar. Si el dolor de callar te resulta insoportable (y puesto que es un dolor espiritual sabemos que es tres veces peor que un dolor terrenal) podrás predicar un sermón a los muertos en un lugar oscuro. Pero que no te oiga ninguna persona viva. Esto me reconfortó mucho y volví a darles las gracias.

7/10/66

Para un adulto es más fácil conducir un coche que aprender a andar en bicicleta pero hoy mis rodillas y codos parecen repuestos y las contusiones se han reducido. Estoy mucho más fuerte y ya no me tambaleo como antes en la escalera o cuando transporto cajas desde el patio.

11/10/66

Vinieron y mostraron: Le pedirás un aumento al señor Thornbury y cuando te lo niegue te sacudirás de los pies el polvo de Cornualles e irás a Greenfield donde te presentarás en la oficina de empleo. No tendrás pretensiones sino que aceptarás lo que te ofrezcan.

12/10/66

El señor Thornbury me negó el aumento. Dijo que me lo merecía pero que la marcha de los negocios no le permitía concedérmelo. Me dio referencias para quien pudiera solicitarlas diciendo que había trabajado dos años para él y que era sobrio, laborioso y escrupulosamente honesto. Me duele que no sea Creyente. Me pregunto qué será de él.

19/10/66

Exeter no es un buen lugar para detenerse. Es preferible optar por una casa con cama y pensión en la campiña pero ninguna mujer sola me dejará entrar en razón de mi cara. La bicicleta está a la altura de las circunstancias. Si los espíritus no me hubieran dicho que comprara la bicicleta habría viajado en tren y habría sido más económico. Derrocho el dinero como si fuera rico. El tiempo sigue siendo bueno.

22/10/66

La campiña está muy despejada entre Salisbury y Basingstoke, con largos tramos de carretera recta. Durante todo el día vi temporales a ambos lados pero no se acercaron a mí. Interpreto esto como una señal de que el mío es un viaje bienaventurado y de que Abraham lo protege.

28/10/66

Greenfield ha cambiado mucho. Había pensado ir a la escuela de huérfanos pero desde luego mi querido amigo el señor Pedigree no estará allí porque fue despreciado y expulsado. Nadie sabrá qué se ha hecho de él. Es posible que vaya más adelante. Hay muchos edificios nuevos y multitudes de gente. Hay muchos más hombres y mujeres negros y morenos, y las mujeres usan toda clase de indumentarias pero los hombres no. ¡¡Han construido un templo pagano justo al lado del de los Adventistas del Séptimo Día!! Cuando lo vi y cuando vi la mezquita se me desgarró el alma. Experimenté un fuerte anhelo de profetizar ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas!, y sentado sobre el sillín con un pie sobre el pavimento tuve que cubrirme la boca con las dos manos para bloquear las palabras. Pero la iglesia sigue en su lugar. Entré y permanecí un rato en el mismo banco donde ocurrió aquello hace cuántos años me pregunto yo. También miré hacia el interior de Goodchild’s Rare Books pero la bola de cristal ha desaparecido y esa parte está llena de libros para niños, dos de ellos con relatos de la Biblia. La oficina de empleos estaba cerrada al día siguiente de modo que después de encontrar una cama di unas vueltas en bicicleta. A continuación volví aquí para recitar mi parlamento.

29/10/66

En la oficina de empleos el hombre tomó todas mis referencias y las leyó y quedó conforme. Dijo que creía tener un puesto para mí en una escuela. Inmediatamente experimenté una sensación muy extraña porque pensé en la escuela de huérfanos y en el señor Pedigree y en aquella triste historia, pero no. Dijo se trata de la Wandicott House School que está un poco alejada en la campiña así que espere mientras telefoneo. Llamó a la escuela y le leyó mis referencias al hombre que lo había atendido y se rieron entre ellos lo cual me sorprendió porque en mis referencias no hay nada que pueda hacer reír ni siquiera a hombres carnales. Pero entonces el hombre dijo que el tesorero quería que fuera sin tardanza para celebrar una entrevista y que llevara mis referencias. Pedaleé calle abajo por High Street y pasé por Old Bridge que cruza el canal donde hay muchas más embarcaciones que antes. Atravesé Chipwick y después subí pedaleando por un camino de herradura que forma una huella profunda bajo los árboles. (No, mentiría si dijera que subí pedaleando, lo que hice fue empujar la bicicleta con la mano). Después bajé por la otra vertiente de la colina hasta la aldea de Wandicott donde se levanta la escuela, y donde estoy ahora. Se halla a nueve kilómetros de Greenfield, con la colina en el medio. Me entrevistó el capitán O. D. S. Thomson, D. S. C., retirado de la real armada. Me preguntó cuánto pretendía ganar. Le contesté que lo indispensable para sobrevivir. Mencionó una suma y respondí que era excesiva y que me pondría en aprietos. Permaneció un rato callado y después me habló de la inflación y agregó que podría dejar el excedente en sus manos y desentenderme de él a menos que lo necesitara. Deberé estar a disposición de todos. Cuando dijo esto comprendí complacido que era precisamente lo que deseaban los espíritus y que mi misión consiste en obedecer siempre que no me ordenen hacer algo incorrecto.

30/10/66

Comparto una habitación con el jefe de jardineros pero éste es un hombre malhumorado y hosco que no quiere que use su lavabo porque hay otro junto al depósito de arneses a unos cincuenta metros de allí. No uso el lavabo a menudo desde que he renunciado a la mayor parte de mi vida terrenal.

7/11/66

Los espíritus no me han llevado ante ellos desde la noche del 11/10/66. Han descargado toda la responsabilidad sobre mis hombros. Pues me han enseñado que tengo el deber de recordar siempre que estoy cerca del centro de las cosas y que todas las cosas serán reveladas. Esta tarde la pasé remendando mis toscos pantalones (el par de recambio de sobrante del ejército) donde el sillín de la bicicleta los había desgastado.

12/11/66

La escuela no se parece a la de huérfanos. No sabía que existen escuelas como ésta. Los chicos son ricos y nobles y el número de personas que se ocupan de ellos es superior al de alumnos. Uno puede caminar más de un kilómetro sin salir de sus límites aunque parte de los campos están reservados para el pastoreo. Cualquiera pensaría que el camino particular que lleva desde la verja hasta la escuela es una carretera común y corriente pues es muy largo y está bordeado de árboles. Por supuesto no tengo ninguna relación con los alumnos sino sólo con las personas de condición más modesta. El señor Pierce que es el jefe de jardineros me tiene inquina. Creo que le divierte encomendarme faenas pesadas y también humildes pero sólo así podré aprender para qué soy. Todas las semanas dispongo de medio día libre. El señor Braithwaite dice que previo acuerdo podría disponer de algunas noches libres pero yo prefiero trabajar.

20/11/66

Ayudo a los jardineros a escardar y recoger cosas. El señor Pierce sigue malhumorado y hosco y me encarga trabajos que me ensucian pues ésa es su naturaleza. He colaborado con el señor Squires en los garajes. Tenemos nuestros propios surtidores.

22/11/66

No tengo ninguna relación con los alumnos pero a veces me hablan los maestros y la esposa del director, la señora Appleby. A ella no parece fastidiarle mi cara pero por dentro sí la fastidia y me figuro que habla del tema cuando no estoy presente.

24/11/66

Les devolví a los chicos un balón de rugby que se les había caído entre unos arbustos y no los disgusté aunque me miraron y supongo que les parecí raro pero no los disgusté.

26/11/66

Por fin reuní coraje aunque los espíritus no me lo ordenaron y pedaleé hasta la escuela de huérfanos. Miré a través de la verja y vi el lugar donde estaban las malva rosas y donde cayó S. Henderson. Todo está como entonces. Mientras miraba alguien abrió la ventana del señor Pedigree (me refiero a la de arriba que se abre sobre el tejado de plomo y por donde vi salir a S. Henderson después de haberlo seguido y esperado). Por la forma del brazo me di cuenta de que se trataba de una mujer. Quizás estaba limpiando la habitación. Por supuesto no vi a mi pobre amigo, pero en cambio sí vi al joven maestro que descubrió el cuerpo de Henderson después de su caída. Fue el señor Bell y está mucho más viejo. Yo estaba sentado sobre mi bicicleta junto al pavimento cuando el señor Bell, vestido tal como vestía entonces, con su gran bufanda, salió por la puerta del frente contigua al despacho del director y después atravesó la verja y echó a andar calle abajo por High Street. Algo me impulsó a seguirlo y lo vi entrar en Sprawson’s junto al Old Bridge. Me afligió mucho que hubiera pasado por donde yo estaba sentado en la bicicleta sin reconocerme y ésta es la pura verdad. Me parece que no ha quedado ningún vestigio de mí en Greenfield que era lo que yo había empezado a considerar mi hogar, sin suponer que mi único amigo estaba aún allí pero asociándolo aparentemente en mi cabeza con este lugar.

31/12/66

Esta noche mientras esperaba que el reloj de la iglesia de Wandicott diera las doce (y después algunos de los maestros que se han quedado durante las vacaciones harán repicar las campanas en homenaje al Año Nuevo no por devoción sino en son de juerga) leí este libro desde el principio. Empecé a escribirlo como testimonio de que los espíritus me visitan por si me creyeran loco y me encerraran en un hospital psiquiátrico como le sucedió a R. S. Jones en Gladstone pero veo que he anotado asimismo muchas otras cosas. También descubro interiormente que he escrito palabras en lugar de pronunciarlas y esto me consuela un poco. La vida espiritual es un tiempo de prueba y sin las palabras reconfortantes y sin los espíritus que me dicen que estoy en el centro de las cosas y que todo se aclarará sentiría la tentación de proceder como R. S. Jones y de complicarme peligrosamente la vida. Porque la pregunta que formulo ahora, qué soy y qué he de hacer sigue sin respuesta y yo debo resistir como si soportara un peso enorme. Repican las campanas y me gustaría poder llorar pero no parece posible.

5/2/67

Ha ocurrido algo maravilloso. Hace tanto frío que los campos de deportes están congelados y los chicos no juegan. En cambio salen a caminar por la finca. Yo estaba limpiando un rincón junto al depósito de arneses (porque el señor Pierce me encuentra trabajo aunque el aire está helado y no se pueda remover la tierra ni con un pico) cuando tres chicos pasaron por allí y se detuvieron. Es raro que los tenga cerca de mí pero se quedaron mirándome. ¡Entonces el más grande que era blanco me preguntó por qué usaba un sombrero negro! Hube de reflexionar muy rápidamente porque aunque no hablo más de lo necesario éstos eran niños que Él dijo dejad que vengan a mí etcétera. Resolví que la obediencia era también hacer lo que ellos me pedían y lo que me pedían era que les contestara. De modo que respondí que lo usaba para mantener el cabello pulcro. Esto los hizo reír y uno de ellos me dijo que me lo quitara. Me lo quité y se rieron con tantas ganas que no pude dejar de sonreír y vi que no les molestaba en absoluto mi cara zurcida pero que pensaban que alguien me había jugado una mala pasada. Para ellos era un payaso. De modo que levanté el cabello de la parte calva y les mostré la oreja deforme y ellos se mostraron muy interesados y ni remotamente asustados u horrorizados. Después de que se hubieron ido me sentí más dichoso de lo que me había sentido nunca. Volví a encasquetarme el sombrero y seguí limpiando el rincón pero pensé que si al menos pudiera reconciliarme con mi amigo el señor Pedigree preferiría vivir entre niños y en esa misma escuela antes que en cualquier otro sitio. Me pregunto si es posible que aquello para lo que soy tenga alguna relación con los niños.

13/4/67

Ayudé a los operarios a quitar los postes de la cancha de rugby. No trabajaban con el debido esmero. Uno de ellos les contaba a los otros que el señor Pierce se llena los bolsillos vendiendo clandestinamente los productos de la huerta que deberían utilizarse en la escuela. También me hablaron de algunos de los padres de algunos de los chicos pero no tardaron en desentenderse de mí cuando descubrieron que apenas les contestaba. Dijeron que dos de los hombres que patrullaban la finca eran detectives lo mismo que uno de los jardineros y yo me pregunto cuál pues seguramente no puede ser el señor Pierce. Pero me digo que esto no es nada de mi incumbencia. Estoy muy preocupado pues me pregunto si debo comunicarle al capitán Thomson D. S. C., retirado de la armada real, lo que pasa con el señor Pierce y los productos de la huerta.

20/4/67

Estoy muy constipado y la fiebre hacía que todos los objetos se movieran y bailaran. Pero cuando estaba repitiendo mi parlamento los espíritus volvieron tal como habían sido siempre, el rojo y el azul. Me mostraron: Estamos complacidos de que obedezcas al señor Pierce aunque éste sea una mala persona. Será castigado por ello. Sin embargo para consolarte te autorizamos a preguntar lo que quieras y si es lícito te contestaremos. Les pregunté lo que me había preocupado de cuando en cuando durante mucho tiempo, o sea por qué había habido tan pocos efectos visibles en Cornualles cuando yo había paseado por las calles el número ominoso escrito en sangre. Me mostraron: El juicio no es tan sencillo como tú crees. El número hizo mucho bien no sólo en la ciudad sino también en lugares tan apartados como Camborne y Launceston. Continúa preguntando. Entonces reflexioné y pregunté si mi rostro espiritual había mejorado o si seguía pareciéndoles feo. Entonces me mostraron: Sigue pareciéndonos espantoso pero lo toleramos de buen grado por consideración a ti. Continúa preguntando. Entonces dije, casi sin darme cuenta de lo que hacía: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Para qué soy? ¿Se trata de algo relacionado con los niños? Entonces me mostraron: Se trata de un niño. Y cuando paseaste ese número ominoso por las calles un espíritu que es de color negro con un toque de púrpura como los pensamientos que el señor Pierce plantó debajo del fresno fue abatido y derrotado y el niño nació sano de cuerpo y alma y con un cociente intelectual de ciento veinte. Continúa preguntando. Al oír esto grité: ¿Qué soy? ¿Soy humano? Y oí que el señor Pierce se daba vuelta en la cama con un ronquido sonoro y los espíritus me apartaron de ellos aunque con delicadeza. Me parece que quizás esta noche no necesito dormir.

22/4/67

Creo que debían de ser casi las tres de la mañana cuando súbitamente sudé torrentes y torrentes y experimenté al fin y al cabo una gran necesidad de dormir. De manera que dormí y al día siguiente me resultó difícil ejecutar el trabajo que el señor Pierce me impuso, pero me regocija pensar que aquello para lo que soy tiene relación con estos chiquillos aunque el señor Pierce pretenda mantenerme alejado de ellos. Ciento veinte era el cociente intelectual de Jesús de Nazaret.

2/5/67

Hoy fui a Greenfield en mi medio día libre. La señora Appleby, la esposa del director que me habla a menudo, me pidió que le comprara algunas cosas ¡y me resultó muy extraño oírle decir: Las encontrarás en Frankley’s! De modo que entré en la tienda. Después miré hacia el interior de Goodchild’s Rare Books y me afligió un poco que la bola de cristal ya no estuviera allí, supongo que la vendieron si no tal vez yo la habría comprado. Sólo que mientras miraba el escaparate también salieron dos niñitas de Sprawson’s donde hacía mucho tiempo había llevado los atizadores de fuego y miraron los libros infantiles del escaparate. Eran hermosas como ángeles y tuve la precaución de volver mi mitad deforme hacia el otro lado. Volvieron a entrar en Sprawson’s y la puerta de la tienda estaba abierta así que le oí decir a una mujer allí dentro que las chiquillas Stanhope lo eran todo la una para la otra. Monté en mi bicicleta y me alejé pedaleando pero no pude dejar de desear que ellas fueran aquéllas para quienes yo soy. No quiero decir que las mirara como miré a la señorita Lucinda o a las hijas del señor Hanrahan, pues creo que todo eso pertenece al pasado y se ha borrado de mi mente como si nunca hubiera estado allí. Es muy extraño que todos los acontecimientos del 20/4/67 se me antojen nebulosos de modo que no puedo recordar claramente si la palabra escrita en el libro era niño o niños. Quizá no es con los chicos de esta escuela con quienes tengo relación sino con las niñitas, Stanhope es como se llaman o como se llama una de ellas pero me gustaría que fuesen las dos. Mientras espero la hora de descubrir para qué soy no las perderé de vista durante mis medio días libres. La próxima vez que me convoquen los espíritus les preguntaré por las chiquillas. Una es morena y la otra rubia. Las incorporo a la lista de aquéllos por quienes rezo.

9/5/67

Los espíritus no me han llevado ante ellos. Hoy en mi medio día libre fui nuevamente a Greenfield por si podía ver a las niñitas pero no aparecieron. Es posible que no las vea a menudo pero por supuesto se hará la voluntad de Dios. Miré su casa. Es una casa grande pero una firma de abogados ocupa una parte y hay un apartamento.

13/5/67

Los espíritus han vuelto. Inmediatamente les pregunté por las niñitas y me mostraron: Será lo que será. Entonces pensé súbitamente asustado que quizá corría el peligro de pecar al preferir a estas niñitas a todo lo demás. No esperaron que les susurrara esto sino que me mostraron enseguida: Tienes razón. No vayas a Greenfield si no te envían. Pensé que me trataban con un poco de severidad. Me apartaron rápidamente de ellos. De modo que estoy una vez más en situación de acometer una empresa difícil. Debo resignarme a mi suerte y a conversar de vez en cuando con los chicos y a confiar en que los espíritus buenos (ángeles) velen por las niñitas como en verdad lo hacen. Y como lo son todo la una para la otra no me necesitan.