Caveat

Gran parte de la ciencia de esta novela sigue siendo controvertida. La ciencia normalmente nace con elucubraciones, pero con el tiempo debe recibir confirmación por medio de la investigación, las pruebas empíricas y el consenso científico. Sin embargo, todas las elucubraciones presentadas aquí están apoyadas, en mayor o menor medida, por textos de investigación publicados en respetables revistas científicas. Me he preocupado de solicitar algunas críticas científicas y he corregido allí donde los expertos me sugerían que me estaba pasando de la raya.

No dudo que siga habiendo errores, pero son responsabilidad mía, no responsabilidad de los científicos u otros lectores amables que detallo en los agradecimientos.

Las elucubraciones teológicas que presento también están basadas en pruebas empíricas, personales y recogidas de gran cantidad de textos clave. Pero esas pruebas son muy difíciles, hasta lo asombroso y lo extraordinario, de presentar científicamente, ya que necesariamente son anecdóticas.

Eso no hace que la verdad sea menos evidente para los testigos; simplemente sitúa ese tipo de experiencia vital en la misma categoría que otros sucesos humanos, como el amor, el pensamiento abstracto y creativo, y la inspiración artística.

Todas esas experiencias son personales y anecdóticas, y sin embargo casi universales; la ciencia actual no comprende ni cuantifica con facilidad ninguna de ellas.

En respuesta a la pregunta evidente sobre evolución, ¿defiendo la aleatoriedad neo—darwinista o el diseño teístico externo? La respuesta debe ser: ninguna de las dos. ¿Apoyo los puntos de vista creacionistas o fundamentalistas sobre nuestros orígenes? En absoluto.

Mi punto de vista es que la vida en la Tierra está constituida por múltiples capas de redes neuronales, todas interaccionando para resolver problemas y lograr así ganar recursos y seguir existiendo. Todas las cosas vivas resuelven problemas planteados por el ambiente, y todas se han adaptado para intentar, con éxito variable, resolver esos problemas. La mente humana no es más que una variedad de ese proceso natural, y no necesariamente la más sutil o sofisticada. Véase mi novela Vitales.

También distingo entre personalidad consciente de sí misma y la mente. La autoconsciencia humana es un fenómeno psicosocial resultado de la retroalimentación al modelar el comportamiento de los vecinos, y, casi por casualidad, modelar el comportamiento personal para asegurar el ajuste con las actividades sociales. Un resultado de esa capacidad es la capacidad de escribir novelas.

El yo no es una ilusión; es real. Pero no es unitario, no es primario, y no siempre está al mando.

Parece aparentemente que Dios no microadministra ni la historia humana ni la naturaleza. La libertad evolutiva es tan importante como la libertad humana individual. ¿Interfiere Dios de alguna forma? Aparte de mi afirmación, que comparten muchos otros, de que la presencia de algo que podríamos llamar Dios se deja conocer —indudablemente, una forma de interferencia— no lo sé.

Mientras Kaye experimenta su epifanía, es consciente de que su «comunicador» no le habla sólo a ella, sino a otras mentes dentro y fuera de ella. La epifanía no se restringe a nuestros yoes conscientes, ni siquiera a los seres humanos.

Imaginen una epifanía que tocase nuestros subconscientes, nuestras otras mentes internas —el sistema inmunológico— o que surgiese de nosotros para tocar un bosque, o el océano… o las vastas «mentes» distribuidas de cualquier sistema ecológico.

Si la única aproximación honrada para comprender tanto a la naturaleza como a Dios es la humildad, entonces eso nos debería ayudar a sentirnos humildes.