¿Dónde está mi pipa?

Una de las pipas de Stalin fue la protagonista de una anécdota que dice mucho del estado de terror que se vivía en la corte del zar rojo.

En una ocasión, Stalin perdió una pipa y le comunicó el hecho a Lavrenti Beria, el implacable jefe del Servicio Soviético de Inteligencia, para saber si alguien había dado con ella.

Al cabo de unos días, el dictador soviético llamó al siniestro Beria a su presencia y le dijo que ya no era necesario seguir buscándola, pues la acababa de encontrar debajo de su sofá.

—No puede ser —le contestó Beria—. ¡Ya he conseguido que tres personas hayan confesado el robo de su pipa!