Menú sin judías en el capitolio

Desde comienzos de siglo, en el menú diario del comedor del Senado estadounidense no ha faltado un plato que, al parecer, tiene una gran aceptación entre los representantes de la nación: la sopa de judías.

Sin embargo, tan solo hubo un día en que los senadores no pudieron degustar este plato. Fue el 14 de septiembre de 1943, cuando, debido a las estrictas normas de racionamiento, en las cocinas del Capitolio se quedaron sin existencias de esta legumbre, que llegaba puntualmente desde Michigan. Al día siguiente, esta inesperada carencia se subsanó y los políticos norteamericanos pudieron seguir teniendo la opción de elegir judías a la hora de comer.

Por su parte, la población norteamericana no gozaba de un suministro tan eficaz como el del Capitolio y debían enfrentarse contínuamente con el desabastecimiento de elementos de primera necesidad como la carne y el azúcar, o incluso la ropa y los zapatos. Aún así, estos inconvenientes no provocaron grandes molestias entre los norteamericanos, que estaban decididos a afrontar cualquier sacrificio en aras de apoyar el esfuerzo de guerra de su país. Tan solo hubo uno que sí que les afectó sobremanera: el racionamiento de gasolina. Teniendo en cuenta el culto del pueblo estadounidense al motor y a la independencia que proporciona un vehículo propio, esta fue la restricción que sería eludida en más ocasiones.