La toma de la isla de Iwo Jima por parte de los marines norteamericanos supuso un golpe contundente a la moral de los japoneses. Por primera vez en tres mil años, un enemigo invadía territorio nipón. Con la conquista de este islote volcánico de ominosas arenas negras, los bombarderos estadounidense tenían ya a su alcance todas las ciudades japonesas. La derrota de Japón se había decidido en esa isla.
Pero la batalla por Iwo Jima pasaría a la historia por la famosa fotografía que los marines portagonizaron en la cumbre del monte Suribachi. Allí, el fotógrafo Joe Rosenthal (1911-2006) tomó la célebre instantánea en la mañana del 23 de febrero de 1945. Pese a que el público norteamericano creyó que la imagen recogía el momento en el que la montaña era conquistada, en realidad la escena no era más que el cambio de la bandera que poco antes había sido izada, de menor tamaño, y cuya fotografía no obtuvo ningún tipo de reconocimiento.
Pero lo que los norteamericanos desconocían por completo es que la primera ceremonia que se llevó a cabo en la cima del Suribachi no había sido precisamente la colocación de la bandera de las barras y estrellas. Tras el rápido asceso de una patrulla de cuatro hombres a la cumbre, a las nueve de la mañana, trepando por rocas y raíces, un destacamento de cuarenta soldados inició la penosa subida al Suribachi, triscando por caminos convertidos en masas de escombros humeantes. En cuarenta minutos llegaron a la cima.
La famosa bandera norteamericana izada sobre el monte Suribachi, en Iwo Jima. Lo que el público estadounidense desconocía era que antes se había llevado a cabo en la cima una ceremonia un tanto especial…
Eran las diez de la mañana, cuando un marine llamado Robert Leader, contemplando la isla desde la cumbre de la montaña, tuvo una repentina idea, que comunicó a uno de sus compañeros: "Voy a mearme en ella", les dijo.
La ocurrencia tuvo éxito y en pocos segundos ya había un nutrido grupo de marines orinando en la cima del Suribachi. Uno de ellos realizó una solemne proclama, que fue aplaudida por todos:
"Proclamamos este jodido volcán propiedad del gobierno de los Estados Unidos de América".
Solo después de que los soldados hubieran dado por terminada esta ceremonia se inició la búsqueda del poste que debía izar la primera de las dos banderas que ondearían ese día en el monte recién conquistado.
Quién sabe cuál hubiera sido la reacción del pueblo norteamericano si en lugar de la famosa instantánea se hubiera publicado la imagen de esa impagable escena…