El primer día de la operación Market Garden, el 17 de septiembre de 1944, los planeadores de la mítica división 101ª Aerotransportada estadounidense aterrizaron cerca de la ciudad holandesa de Eindhoven.
En ella figuraba adscrito un periodista también norteamericano, Walter Cronkite, que escribía crónicas para la agencia de noticias United Press. Era la primera ocasión en la que el reportero volaba a bordo de un planeador, por lo que se sintió desagradablemente sorprendido al comprobar el modo como estos artefactos tomaban tierra. Su planeador tocó el suelo y a partir de ahí se fue arrastrando un buen trecho a lo largo de la tierra, hasta quedar empotrado contra unos árboles.
A consecuencia del fuerte impacto, todos los integrantes de la tripulación perdieron su casco, pese a tenerlo bien ajustado. Cronkite tomó el primero que pudo alcanzar y, aferrando fuertemente su máquina de escribir portátil Olivetti, salió del aparato.
Para no ser un blanco fácil, Cronkite comenzó a gatear hacia un canal que era el punto de reunión establecido. Al mirar hacia atrás, comprobó con sorpresa que una columna de soldados le seguía gateando también, pero no le concedió importancia a este hecho. Al cabo de un rato, observó que todos los soldados continuaban avanzando detrás suyo, deteniéndose en el mismo momento que lo hacía él.
Cuando llegó al canal, orgulloso de que los soldados le hubieran seguido en su avance, y creyendo que el motivo era que habían advertido en él innatas dotes de liderazgo, un oficial le dio la oportuna explicación, aún a riesgo de desilusionarle. En la confusión del brusco aterrizaje, Cronkite se había equivocado de casco y se había puesto uno que pertenecía a un teniente; los dos galones pintados en la parte posterior del casco eran la razón de que lo siguiesen.