Según relató el soldado de la RAF J. E. Jonhson en sus memorias (Wing Leader, 1958), un compañero de su unidad protagonizó un incidente tan absurdo como doloroso.
Tras el Día-D, las tropas británicas fueron avanzando por territorio normando. Este terreno, ondulado y tachonado por grandes setos, era ideal para plantear una defensa a ultranza. Las granjas y pueblos en ruinas se convertían también en peligrosas atalayas desde las que disparaban los francotiradores germanos.
Una unidad de la RAF estaba encargada de poner a punto los aeródromos en los sectores recién liberados, pero debía enfrentarse a estas acciones aisladas de los soldados alemanes que habían quedado tras las líneas aliadas.
Una mañana, una patrulla debía inspeccionar una fortificación en la que se temía que hubiera algún francotirador. Un soldado entró con cautela en una estancia para inspeccionarla y halló varios uniformes de la Wehrmacht, que habían sido abandonados por los alemanes en su precipitada huida. Al soldado británico no se le ocurrió mejor idea que disfrazarse de soldado teutón con uno de aquellos uniformes y salir por la puerta, al tiempo que llamaba a sus compañeros.
Por desgracia para él, sus compatriotas no le reconocieron de inmediato y reaccionaron de un modo previsible para todos menos para el pobre soldado; acribillándolo a balazos. Cuando se dieron cuenta que se trataba de un compañero ya era demasiado tarde.
Accidentes de este tipo, debidos a la juventud y a la inexperiencia de los soldados, eran muy habituales. Está documentado otro suceso muy similar, en este caso en el frente oriental, en enero de 1945.
Un soldado soviético del 6º Ejército blindado de guardias se disfrazó un día con un abrigo y un casco alemanes. Entró corriendo en el cobertizo en el que estaban resguardados sus compañeros, agitando un subfusil Schmeisser y gritando: Hände hoch! (arriba las manos).
Uno de sus compañeros disparó instintivamente el arma que tenía ese momento en sus manos y el soldado disfrazado murió en el acto, pagando muy caro su deseo de provocar la hilaridad de sus camaradas.