En la estrategia general de los Aliados, los desembarcos ocuparon un lugar preeminente, tanto en el teatro del Pacífico como en el frente europeo. Pero antes de lanzar una operación anfibia era necesario conocer al detalle todos los accidentes geográficos de la costa, así como las defensas con las que se iban a encontrar las tropas, si se quería contar con probabilidades de éxito.
Además del reconocimiento aéreo, los norteamericanos recurrieron a sus submarinos para que tomasen fotografías de los objetivos desde el mismo punto de visión que tendrían en su momento los soldados que llevarían a cabo el desembarco.
Sin embargo, pronto se hizo evidente que el material fotográfico con el que contaba la Marina no era el más adecuado para cumplir esta misión. Al ser tomadas a larga distancia, las imágenes aparecían desenfocadas y no se advertían los pequeños detalles, por lo que resultaron ser de muy poca utilidad para las tropas, que llegaban a las playas sin saber exactamente lo que se iban a encontrar.
Los expertos en fotografía consultados para encontrar remedio a este problema coincidieron en que era necesario contar con una cámara muy sofisticada que tan solo se fabricaba en Alemania, la Primaflex. Estas cámaras eran difíciles de conseguir, puesto que se fabricaban muy pocas unidades y eran para uso casi exclusivamente militar. Naturalmente, no era posible realizar un pedido a la industria germana, por lo que se comenzaron a idear arriesgadas misiones destinadas a infiltrarse en Alemania para conseguir alguna de estas valiosas cámaras.
Pero a alguien se le ocurrió un camino mucho más directo y sencillo. Se publicó un discreto anuncio en varios periódicos norteamericanos en el que un supuesto particular buscaba comprar una cámara de esta marca, estando dispuesto a pagar una fuerte suma por ella. Al poco tiempo, un aficionado a la fotografía respondió a este anuncio asegurando que disponía de una Primaflex, comprada antes de la guerra en un viaje a Alemania.
El plan había dado resultado. La Marina pudo obtener así su deseada Primaflex y los Aliados contaron de este modo con una herramienta imprescindible para planificar con éxito sus desembarcos.