Un ahorro temerario

Las autoridades militares británicas llevaron a cabo todo tipo de acciones dedicadas a reducir gastos. Una de las propuestas más polémicas, pero que finalmente se llevó a cabo, fue el ahorro de unas veinte libras esterlinas en cada paracaidista; simplemente se decidió ¡suprimir el paracaídas de reserva!

Las tropas aerotransportadas británicas contemplaban con envidia a sus aliados norteamericanos, que sí contaban con ese segundo paracaídas. Pero los ingleses no pudieron, al menos, conformarse con el hecho de que no tuvieran que cargar con el peso de este paracaídas secundario; el hueco fue completado con material de combate adicional.