Cuando sonaban las alarmas antiaéras en Berlín, sus habitantes corrían a guarecerse en los refugios, pero, aún así, nunca perdían el cáustico sentido del humor que siempre les ha caracterizado, el conocido como Berliner Schnauze.
En 1939, el jefe de la Luftwaffe, el orondo Hermann Goering, aseguró jactanciosamente que "si algún avión aliado sobrevuela el cielo alemán, podéis llamarme Meyer", siendo este un nombre muy común en Alemania, lo que significaba que su palabra pasaría a no valer nada.
Los alemanes, confinados y guarecidos en sus refugios, recordaban esta pretenciosa afirmación de Goering siempre que sufrían los bombardeos aliados sobre la ciudad. Pero los berlineses iban más allá y, recordando también la afición de Goering por la caza, pasaron a conocer a las sirenas antiaéreas como "el cuerno de caza de Meyer".