Cómo despertar a un volcán

La isla de Nueva Bretaña, cercana a Nueva Guinea, poseía un gran valor estratégico tanto para los japoneses como para los australianos, que temían que fuera utilizada por las tropas niponas para atacar a su país.

La guarnición australiana que se encontraba en la localidad de Rabaul fue derrotada por los japoneses, que se apoderaron de la isla el 23 de enero de 1942. Rabaul se convirtió en una fortaleza inexpugnable, en la que se construyeron unos quinientos kilómetros de túneles —cavados por nativos y prisioneros indios capturados en Singapur—, así como cinco aeródromos, un puerto y una base de submarinos. Desde allí se enviarían suministros a toda la región, incluyendo el apoyo a las tropas que combatían en Bouganville, Guadalcanal o el Mar del Coral. Además, los quince hospitales subterráneos con los que contaban los japoneses en Rabaul servían para atender a los heridos que llegaban desde estos lugares. El más grande era uno que tenía cuatro kilómetros de largo y podía atender a 2.500 pacientes. En total, unos 200.000 japoneses estaban destinados en Rabaul, protegiendo este valioso enclave.


El volcán Tavurvur, en Nueva Guinea. Los aliados intentaron forzar su erupción arrojando bombas en su interior, para que ésta destruyese la base japonesa que había en sus proximidades.

En ese mismo año, el volcán Tavurvur, situado en la cercana isla de Matupi, entraría en erupción, provocando graves inconvenientes a las tropas de ocupación niponas. Esa noticia estimuló la imaginación de los norteamericanos, que vieron en el Tavurvur un inesperado aliado. Pero era necesario despertarlo para que los daños ocasionados a los japoneses fueran aún mayores.

Para ello se ideó un insólito plan. Se decidió lanzar dos bombas de gran potencia en el interior de la boca del volcán, para provocar una nueva y más potente erupción. Los artefactos empleados en la misión serían las Earthquake Bombs (Bombas Terremoto) utilizadas por los británicos para destruir los resistentes diques de contención de los embalses del Ruhr, en Alemania.

Así pues, dos de estas bombas fueron lanzadas sobre el volcán. Sin embargo, los aviadores norteamericanos no estuvieron muy acertados, puesto que no solo no acertaron con la boca del volcán, sino que ni tan siquiera hicieron explosión, al caer sobre la gruesa capa de arena de la ladera, quedando allí enterradas. Vista la poca puntería exhibida en la misión, se optó por cancelar el plan y no se intentó de nuevo.

En 1970, las dos bombas fueron localizadas. La Armada australiana fue la encargada de detonarlas.