El 10 de julio de 1943, los Aliados desembarcaron en Sicilia, tras haber expulsado a los ejércitos del Eje del Norte de Africa. Los italianos defendieron sus playas sin demasiada convicción, pero algunos soldados resistieron en búnkers de hormigón, empleando a fondo sus ametralladoras contra los invasores.
Mientras unos soldados norteamericanos disparaban contra una de estas casamatas, un perro llamado Chips decidió acabar con la resistencia italiana por sí mismo. Así pues, ignorando la lluvia de balas, echó a correr hacia el búnker, introdujo con decisión su cabeza en la abertura a ras de tierra por la que disparaban y agarró con sus fuertes mandíbulas el brazo del servidor de la ametralladora.
El valeroso perro Chips, que se hizo acreedor a los mayores honores por el valor demostrado en combate, durante la campaña de Sicilia.
El italiano, desconcertado por esta repentina e inesperada acción, no pudo reaccionar y fue arrastrado fuera del parapeto. Sus compañeros trataron de liberarle, golpeando a Chips, momento que fue aprovechado por los soldados estadounidenses para correr hacia el búnker y encañonar a los italianos. Estos no ofrecieron resistencia y se rindieron de inmediato, mientras que el soldado que estaba siendo mordido por Chips imploraba que alguien ordenara al perro que lo soltase.
Ese mismo día, Chips logró otra hazaña, cuando atacó por sorpresa a un grupo de diez italianos. Estos, desconcertados por la irrupción de Chips, fueron rodeados por los norteamericanos, decidiendo entregarse de inmediato.
Cuando las noticias sobre las acciones de Chips llegaron a Estados Unidos, se decidió condecorar al animal con la Cruz de Servicio Distinguido, la medalla de la Estrella Plateada e incluso el Corazón Púrpura, pese a que el reglamento militar impedía otorgarlas a animales.