El gato Nelson

Durante las largas y tensas jornadas en las que estuvo al frente de su país, Churchill contó siempre con la compañía inseparable de un gato negro llamado Nelson, bautizado así en homenaje al célebre almirante británico.

Un gélido día invernal de 1943, uno de sus colaboradores encontró al primer ministro en cama, restableciéndose de una neumonía, con el gato extendido a sus pies.

El comentario de Churchill fue:

"¡Ya lo ve usted! Nelson también contribuye al esfuerzo de guerra y al ahorro de combutible; me sirve de brasero".