Diapositivas para "el día después"

Entre 1943 y 1945, los nazis inmortalizaron en 40.000 diapositivas los tesoros artísticos del Reich y de la Europa ocupada, especialmente Austria, Checoslovaquia, Polonia y Rusia. Este ambicioso plan fue ordenado por Hitler, con el fin de garantizar la reconstrucción de las obras de arte destruidas durante la guerra, una vez finalizada esta.


Una de las diapositivas que debía de servir para orientar la reconstrucción de los monumentos destruidos por los bombardeos. Aquí un detalle de la Frauenkirche de Dresde.


Otra de las diapositivas mencionadas Este también es un detalle de la Frauenkirche de Dresde.

En la primavera de 1943, el Führer encargó a Goebbels, su fiel ministro de Propaganda, que formara un equipo de fotógrafos, asesorado por profesores universitarios, químicos e historiadores, para que realizaran un inventario gráfico de todo aquello que por su relevancia artística o histórica fuera digno de una especial protección.

La orden vino motivada por los continuos bombardeos de que era objeto el territorio del Reich por parte de la aviación aliada. Las obras de arte comenzaban a desaparecer entre los escombros y el único testimonio que quedaba eran fotografías en blanco y negro, que no permitían una posterior reproducción fidedigna. Así pues, el nuevo ejército de fotógrafos contaría con material de gran calidad para que quedasen fielmente reflejados todos los detalles. De todos modos, las restricciones impuestas por la guerra forzaron el empleo de la diapositiva Agfacolor-Neu, que estaba en el mercado desde 1936 y que, por tanto, no representaba la tecnología más avanzada.

La única limitación era la obligación de trabajar con discreción a la hora de tomar fotografías del exterior de los edificios; se temía que la población interpretase que estaba próxima su desaparición en un bombardeo, lo que podía crear alarma y alimentar el derrotismo. Aquellos fotógrafos reunirían un exhaustivo catálogo de frescos, murales, estucos, altares, monasterios, castillos y otros edificios monumentales.

Las bombas que cayeron sobre territorio alemán y los incendios destruirían un sesenta por ciento de la obra documentada fotográficamente. Entre estos tesoros destruidos figuran los valiosísimos frescos del desván de la Frauenkirche de Dresden, que se perdieron en febrero de 1945.

Tampoco queda hoy día nada de numerosos techos y retablos policromados de iglesias rurales de Prusia Oriental —territorio perteneciente en la actualidad a Polonia y Rusia—, cuyo único testimonio de su antiguo esplendor son las fotografías tomadas por los alemanes.

Se calcula que esta colosal operación de salvaguarda del patrimonio artístico, realizada en secreto, costó varios millones de reichsmark. La calidad de este trabajo se demuestra con los emolumentos que recibieron los fotógrafos, puesto que recibían 35 reichmark (unos 300 euros) por cada fotografía. Aunque el objetivo era inmortalizar unos 2.000 elementos artísticos, solo pudieron ser catalogados 480. La labor de los fotógrafos se desarrollaría hasta abril de 1945, cuando la caída del Tercer Reich era inminente.

El Instituto Central de Historia de Arte, en Múnich, y el Archivo de Fotografía de Marburg han sido los encargados de custodiar estas imágenes desde el final de la contienda[6].