La conferencia comenzó al día siguiente de su llegada.
Hubo una gran inauguración, con la presencia de cuatro altos jerarcas de los servicios de inteligencia. Un oficial mayor de pelo cano hacía las veces de anfitrión. Por lo que se dijo en las presentaciones, el hombre canoso era el jefe de la sección de investigación. Sin embargo, muchos comentaron en privado que, en realidad, era el primer secretario y el asesor militar del oficial XX. Pero a Rong Jinzhen no le preocupaban los cargos. Sólo pensaba en lo que había dicho el director:
—Tenemos que descifrar NEGRO; la seguridad de nuestro país depende de ello. Estamos hablando de criptografía, pero no todos los intentos de descifrar un código tienen el mismo objetivo ni la misma importancia. Algunos códigos se descifran para asegurar la victoria en el campo de batalla; otros, para demostrar la superioridad militar; otros, para garantizar la seguridad del líder de la nación; y otros más, por motivos diplomáticos. Algunos incluso se descifran únicamente para satisfacer el orgullo profesional de los criptógrafos. Hay muchas razones más para ocuparse de descifrar un código, y, sin embargo, de todas esas numerosas razones, no suele haber ninguna que tenga que ver con la seguridad de la nación en su conjunto. Pero ahora he de decirles con sinceridad que este nuevo y avanzadísimo código utilizado por el país X está amenazando la integridad misma de nuestra nación. Hay una sola manera de superar la precaria situación en que nos encontramos, y no es otra que descifrar NEGRO lo antes posible. Hay quien dice que un punto de apoyo basta para mover el mundo. Descifrar NEGRO será nuestro punto de apoyo. Si reconocemos que actualmente la seguridad de nuestra nación se encuentra en una situación crítica y que estamos soportando una presión enorme, entonces el desciframiento de NEGRO será la clave para luchar contra esa amenaza.
El solemne y a la vez emotivo discurso inaugural pronunciado por el prestigioso oficial mayor suscitó un estallido de aplausos. Cuando volvió a hablar, su cabellera plateada pareció moverse al mismo tiempo que sus gestos, como si también estuviera hablando.
Por la tarde, les llegó el turno a los profesionales. Le habían pedido a Rong Jinzhen que fuera el primero en dirigirse a sus colegas; le daban una hora para presentar sus progresos en el desciframiento de NEGRO. Por desgracia, no había hecho ningún progreso digno de mención. Más tarde, en el camino de regreso a la Unidad 701, lamentaría haber hecho público en la conferencia su profundo desconcierto. A lo largo de los días siguientes, pasó incontables horas escuchando las opiniones de otros criptógrafos y los dos discursos finales de la ceremonia de clausura. Tenía la impresión de que la conferencia, en su conjunto, había sido más un debate informal que un simposio de investigación desarrollado con cierto rigor. Las discusiones le habían parecido frívolas y superficiales, y las conferencias habían sido una sucesión de consignas estereotipadas, expresadas en lenguaje florido, con muy poca sustancia. Los debates no habían sido interesantes ni había habido espacio para una reflexión fría y reposada. De principio a fin, la conferencia había sido una vasta calma chicha donde el barco de Rong Jinzhen había quedado varado. La tranquilidad y la monotonía habían sido sofocantes.
Se podría decir tal vez que en el fondo Rong Jinzhen despreciaba el simposio y a todos sus participantes. Pero sabía que ese sentimiento estaba fuera de lugar y que, además, era inútil. Se daba cuenta de que NEGRO era un cáncer que le corroía el cuerpo. Llevaba años intentando descifrarlo, pero ni siquiera había logrado acercarse a la meta. La muerte seguía sus pasos y era para él una amenaza siniestra. Los que habían intentado ayudarlo no eran genios ni sabios, sino únicamente charlatanes. Pensar que pudieran encontrar una cura para su cáncer, pensar que pudieran salvarlo, era un absurdo, un sueño, un total sinsentido.
[Transcripción de la entrevista al director Zheng]
Solitario y cansado, Rong Jinzhen pasaba el día sumido en sus pensamientos, o quizá deberíamos decir que se perdía en sus fantasías. Todas las noches intentaba deliberadamente soñar. Según he podido entender, ponía todo su empeño en soñar, por varias razones. La primera era cierta lucidez que, en su opinión, acompañaba a algunos de sus sueños, como había podido comprobar en ocasiones anteriores (de hecho, se rumoreaba que había descubierto el procedimiento para descifrar PÚRPURA durante un sueño). La segunda razón era su sospecha de que el creador de NEGRO era un monstruo dotado de una inteligencia completamente ajena a la raza humana, lo que le hacía pensar que sólo en sueños podría acercarse a comprenderlo.
Cuando se le ocurrió esa idea por primera vez, se animó mucho; para él, fue como vislumbrar una solución. Oí decir que se estaba ejercitando para soñar todas las noches. Soñar se había convertido en una de sus responsabilidades. Sin embargo, el excesivo esfuerzo de voluntad no hizo más que llevarlo al borde del colapso mental. Bastaba mirarlo para advertir que constantemente lo asaltaban todo tipo de sueños, en interminable sucesión. Eran sueños desordenados, sin ninguna coherencia, que le alteraban la pauta normal del descanso nocturno. Para restablecer la normalidad de sus noches, su única salida era desmantelar la maraña de sueños donde había quedado enredado. Empezó a cultivar la costumbre de leer novelas y dar largos paseos antes de irse a dormir. La lectura lo tranquilizaba y le hacía olvidar las tensiones del día, y los paseos lo cansaban físicamente. Los resultados fueron positivos. Según él mismo afirmaba, leer y pasear antes de irse a dormir eran sus dos somníferos.
Aun así, Rong Jinzhen siguió soñando mucho. Había trasladado a los sueños todas sus experiencias de este mundo. En cierto sentido, su existencia se desarrollaba en dos mundos: uno real y otro onírico. Suele decirse que todo lo de la tierra se encuentra también en el mar, pero no todo lo del mar se encuentra también en la tierra. La situación de Rong Jinzhen era parecida. No todo lo que había en sus sueños existía necesariamente en la vida real, pero todo lo que existía en el mundo real podía encontrarse en sus sueños. Supongo que podríamos decir que para él todo poseía una dualidad; por un lado, estaba la realidad (la de las cosas, la del mundo en que vivía), y por otro, el sueño, la virtualidad, el caos. En general, sólo aceptamos las pruebas que nos ofrece el mundo real. Pero Rong Jinzhen siempre estaba atento a esa dualidad: la realidad y el sueño, y sólo él conocía el segundo elemento. No hace falta decir que su mundo onírico era más absurdo e incoherente que la realidad…
[Continuará]
Algo más tranquilo, se dio cuenta de que esperar que otras personas le ofrecieran consejo para descifrar NEGRO y que lo pusieran en el camino correcto era un sinsentido propio de sus sueños, un absurdo dentro de otro absurdo. Para consolarse, empezó a repetirse:
—No cuentes con nadie más que contigo mismo; no esperes ayuda. Nadie puede enseñarte el camino. Es imposible, imposible…
Se lo decía para sus adentros, convencido de que quizá ese mantra lo hiciera olvidar la decepción de la conferencia.
De hecho, la repetición de esas palabras lo hizo sentirse mejor. Fue un ejercicio beneficioso para él, porque lo ayudó a encontrar diversos motivos de consuelo, cuatro para ser exactos:
1. Asistir a la conferencia le había permitido observar que el jefe de los servicios de inteligencia daba enorme importancia a los progresos realizados en el desciframiento de NEGRO y a lo que sucediera a partir de entonces. Ese interés era un motivo de tensión para Rong Jinzhen, pero también lo alentaba y lo animaba a redoblar sus esfuerzos para descifrar el código.
2. En la conferencia había podido comprobar que casi todos en su profesión lo trataban con especial deferencia, actitud que se reflejaba tanto en su forma de hablar como en sus actos (se notaba, por ejemplo, cuando le estrechaban la mano con excesivo entusiasmo, o cuando flexionaban la cintura para saludarlo en lugar de hacerle un simple gesto con la cabeza, o cuando sonreían amablemente cada vez que él hablaba, y otros detalles semejantes). Rong Jinzhen había descubierto que, en el mundo de los servicios secretos, él era una celebridad admirada por todos. Antes había notado algunos signos en ese sentido, pero no estaba seguro. Desde que lo sabía con certeza, no podía evitar cierta alegría.
3. En la primera recepción de la conferencia, en un arranque repentino, el jerarca de pelo blanco había prometido proporcionarle a Rong Jinzhen una supercomputadora increíblemente avanzada, capaz de realizar más de cuarenta mil cálculos por segundo. Disponer de una ayuda semejante habría sido para Rong Jinzhen como contar con un ayudante de primera categoría internacional.
4. Antes de marcharse, había comprado en una librería de la capital dos libros que durante mucho tiempo había deseado leer. Uno de ellos era El enigma, traducción al chino de La escritura de los dioses, obra del famoso criptoanalista Klaus Johannes.
¿Cuándo se considera que un viaje ha sido provechoso?
Rong Jinzhen podía darse por satisfecho gracias a esas cuatro ventajas, que le permitían emprender felizmente el camino de regreso a la Unidad 701. Estaba convencido de que no se producirían incidentes durante el viaje en tren y de que no habría peligrosos desconocidos ocultos entre las sombras. Vasili no encontró dificultades para reservarle una litera en un coche cama. Una vez en el tren, Rong Jinzhen se sintió a gusto, en abierto contraste con su estado de ánimo seis días antes.
Por un lado, se alegraba de marcharse de la capital. Otra de las razones de su felicidad era que la noche anterior, antes de salir, la ciudad había recibido su primera nevada, casi como para despedirlo a él, que era un hombre del sur. La nieve había caído intensamente, hasta cubrir el suelo con un manto blanco que iluminaba la oscuridad. En ese escenario invernal, Rong Jinzhen esperaba la partida del tren. La silenciosa nevada y el olor a humedad que saturaba el aire le llenaron el corazón de paz. Fue como una espléndida ensoñación.
Un comienzo tan perfecto habría satisfecho incluso al más irritable de los viajeros. Rong Jinzhen estaba convencido de que el viaje de regreso sería tranquilo y apacible.
Pero no fue así.