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En el libro de Kilgore Trout los consumidores de mantequilla de cacahuete de la Tierra se estaban preparando para conquistar a los consumidores de mantequilla de shazz. Para aquel entonces los terrícolas no sólo habían destruido Virginia Occidental y el Sureste Asiático. Lo habían destruido todo. Así que ya estaban listos para volver a ser colonizadores o pioneros en otra parte.

Estudiaron a los consumidores de mantequilla de shazz por medios electrónicos y lograron determinar que eran demasiado numerosos, orgullosos e ingeniosos como para dejarse colonizar.

Así que los terrícolas se infiltraron en la agencia de publicidad que llevaba la cuenta de la mantequilla de shazz y jodieron las estadísticas obtenidas con los resultados de los anuncios, manipulándolas. Hicieron que pareciera que se habían obtenido unas medias tan altas que todos los seres de aquel planeta empezaron a sentirse inferiores a la media en todos los aspectos.

Y, entonces, las naves espaciales blindadas de los terrícolas llegaron y descubrieron el planeta. Como los nativos se sentían fatal al creer que estaban por debajo de la media, sólo hubo pequeños grupos de resistencia simbólica por aquí y por allá. Y, entonces, empezó la colonización.

Trout preguntó al feliz representante de diversos productos manufacturados qué se sentía conduciendo una Galaxia, que era como se llamaba su coche. Pero el conductor no le oyó y Trout no insistió. Era un juego de palabras tonto porque, en realidad, Trout estaba preguntando simultáneamente qué se sentía al conducir aquel coche y qué se sentía al conducir algo que significaba lo mismo que la Vía Láctea, que tenía un diámetro de cien mil años luz y un grosor de diez mil años luz, daba un giro cada doscientos millones de años y contenía cien mil millones de estrellas.

Y, después, Trout se dio cuenta de que el extintor que llevaba el Galaxia era de una marca que se llamaba de la siguiente manera:

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Por lo que Trout sabía, en una lengua muerta que ya nadie hablaba, esa palabra quería decir altísimo. Y también era la palabra que gritaba un escalador de montañas de ficción en un poema muy famoso, en el momento en que desaparecía en medio de una ventisca de nieve. Y también era el nombre comercial de unas virutas de madera que se utilizaban para proteger objetos frágiles dentro de sus envoltorios.

—¿A quién se le habrá ocurrido eso de llamar Excelsior a un extintor? —le preguntó Trout al conductor.

El conductor se encogió de hombros.

—A alguien le habrá gustado cómo suena —contestó.

Trout miró hacia fuera, al campo, que se veía difuso por la gran velocidad a la que iban. Vio una señal que decía así:

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O sea que cada vez estaba mucho más cerca de Dwayne Hoover. Y, como si el Creador del Universo o algún otro poder sobrenatural le estuvieran preparando para ese encuentro, Trout sintió la urgencia de echar un vistazo a un libro suyo, Ahora ya puede contarse. Ese era el libro que muy pronto convertiría a Dwayne en un maníaco homicida.

El argumento del libro era el siguiente: La vida era un experimento que estaba llevando a cabo el Creador, que quería probar un nuevo tipo de criatura porque estaba pensando en introducirla en el Universo. Se trataba de una criatura con la capacidad de decidir por sí misma. Todas las demás criaturas que había en el Universo eran robots absolutamente programados.

El libro estaba escrito como si se tratase de una carta muy larga del Creador del Universo a su criatura experimental. El Creador felicitaba a su criatura y lamentaba todos los inconvenientes por los que había tenido que pasar y le invitaba a un banquete que iba a dar en su honor en el Salón Imperio del Hotel Waldorf Astoria de la ciudad de Nueva York, donde cantaría y bailaría un robot negro, que se llamaba Sammy Davis Júnior.

Después del banquete, la criatura experimental no fue eliminada sino que fue trasladada a un planeta virgen. Mientras se hallaba inconsciente se le rasparon y extrajeron unas células de las palmas de las manos. Fue una operación completamente indolora.

Y, después, se echaron las células a un mar espeso que había en aquel planeta virgen. Y, con el paso de millones de años, aquellas células fueron evolucionando hacia formas de vida más complicadas. Pero, fuera cual fuese la forma que adoptasen, eran criaturas con libre albedrío.

Trout no le había puesto a la criatura experimental un nombre propio. Lo llamó simplemente El Hombre.

En el planeta virgen al que le trasladaron, El Hombre se llamó Adán y el mar se llamó Eva.

El Hombre iba con frecuencia a pasear a la orilla del mar. Algunas veces se metía en su Eva, pero era demasiado espeso como para bañarse, nadar y sentirse tonificado. Después de meterse en su Eva se sentía cansado, somnoliento y pegajoso, así que solía zambullirse en una poza de un arroyo de agua helada que brotaba de una montaña.

Y en el momento de zambullirse en el agua helada gritaba, y volvía a gritar cuando ascendía a la superficie para respirar. A veces se hacía sangre en las espinillas al subir gateando por las rocas para salir del agua y le entraba la risa.

Jadeaba y se reía de nuevo y pensaba en alguna cosa asombrosa que poder gritar. El Creador nunca sabía lo que iba a gritar porque no tenía control sobre él. Era el propio Hombre el que tenía que decidir qué iba a hacer a continuación… y por qué.

Un día, después de darse un chapuzón, El Hombre gritó: «¡Queso!».

En otra ocasión gritó: «¿No preferiría, en realidad, conducir un Buick?».

El único animal grande que había en aquel planeta virgen era un ángel que visitaba a El Hombre de vez en cuando. Era un mensajero del Creador del Universo y llevaba a cabo investigaciones para Él. Había adoptado la forma de un oso macho de color canela de cuatrocientos kilos de peso. Pero también era un robot y, según Kilgore Trout, el Creador también lo era.

El oso estaba intentando averiguar por qué hacía El Hombre lo que hacía, y le preguntaba, por ejemplo: «¿Por qué has gritado “Queso”?».

Y El Hombre contestaba burlándose: «Porque me apetecía, máquina boba».

He aquí como era, al final del libro de Kilgore Trout, la tumba de El Hombre depositado en aquel planeta virgen:

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