Mi primera historia de Viudos Negros, The Acquisitive Chuckle, fue escrita en 1971 y publicada en la edición de enero de 1972 del Ellery Queen’s Mystery Magazine. Yo la había concebido como una obra aislada; pero Frederic Dannay (uno de los dos autores que constituían Ellery Queen) pensó que podía ser una buena serie. Así pues continué y, hasta ahora, he escrito no menos de sesenta de estas historias y las he reunido en colecciones, doce relatos en cada una. Ésta, por tanto, Puzzles of the Black Widowers (Los enigmas de los viudos negros) es la quinta colección.
Pero, entre la primera narración y la sexagésima han pasado diecisiete años y esto significa que ha habido cambios. Por ejemplo, creo que tengo, por lo menos, tres o cuatro años más que hace diecisiete años, aunque puede que esto se deba tan sólo a mi pesimismo innato, que no puedo evitar. Un cambio mucho más serio es que Fred Dannay murió en 1982, una pérdida para todos aquellos que pertenecen al campo de la narrativa de misterio.
Otros cambios han afectado al club en el cual está basada esta serie. He explicado en colecciones anteriores que existe en la realidad una organización llamada los Trap-Door Spiders que tiene ya más de cuarenta años y que se parece mucho a los Viudos Negros. En realidad, he configurado a estos últimos, basándome en los primeros, aunque de un modo muy libre.
Utilicé seis Spiders como modelos para mis Viudos Negros, escogiéndolos más o menos al azar y asegurándome de que no les importaba. Describí de ellos tan sólo el aspecto físico de mis personajes y alguna de las características de su trato (como la firmeza de opiniones de Emmanuel Rubin, la impaciencia de Thomas Trumbull, la pedantería ocasional, pero encantadora, de Geoffrey Avalon, etc.).
Para dejar constancia, aquí están los nombres de las personas auténticas que se encuentran detrás de mis Viudos Negros:
Lester del Rey: Emmanuel Rubin.
L. Sprague de Camp: Geoffrey Avalon.
Don Bensen: Roger Halsted.
Lin Carter: Mario Gonzalo.
Gilbert Cant: Thomas Trumbull.
John D. Clark: James Drake.
Los Trap-Door Spiders todavía existen después de diecisiete años, y el club sigue fuerte; aunque, como es natural, ha habido cambios entre sus miembros. Algunos de los antiguos socios han muerto, y han sido elegidos otros nuevos.
En la realidad, y para mi desgracia, tres de aquellos a los que hice cargar con los alter ego de los Viudos Negros han pasado al banquete perpetuo del cielo. Son Gilbert Cant, que murió en 1982; y Lin Carter y John D. Clark, fallecidos ambos en 1988.
Sin embargo, sus réplicas continúan siendo Viudos Negros, y lo serán mientras yo mismo continúe ocupando mi cuerpo, que va envejeciendo. Tampoco nadie se hará mayor o se pondrá enfermo o se volverá achacoso. Dentro de las historias de los Viudos Negros, el tiempo no existirá y los enigmas continuarán de forma indefinida.
Podría añadir, una vez más, que Henry no está calcado de nadie, sino que es mi propia creación (aunque más de una persona se ha preguntado si yo tenía en la cabeza al «Jeeves» de P. G. Wodehouse, puesto que idolatro a este autor. Quién sabe, puede que lo tenga), Henry tampoco envejecerá y, no teman, nunca será confundido, sino que continuará resolviendo cada enigma que surja mientras yo viva.