Las dos páginas siguientes están arrancadas.

Eran los mismos dibujos del embarcadero y la tirolina, pero pasados a limpio y rigurosamente acotados.

Para Yacine, que los había mandado a la redacción de la revista Ciencias y Vida junior para la sección «Concurso de innovaciones».

—Mira… —le dijo una noche, trepando hasta su regazo.

—Oh, no —gimió Samuel—, otra vez con eso, qué pesado… Hace dos años que nos da la vara con esa historia…

Y como Charles, como de costumbre, no entendía nada, intervino Kate.

—Todos los meses se precipita sobre esa página para saber qué pequeño genio a la fuerza menos listo que él se ha llevado los mil euros…

—Mil euros… —repitió el eco— y siempre es una birria lo que inventan… Mira, Charles, hay que enviar —le cogió la revista de las manos— «el prototipo de un invento original, útil, ingenioso o incluso divertido. Remitir un dossier con los esquemas y una descripción precisa…». Es exactamente lo que tú has hecho, ¿no crees? ¿Entonces? ¿Qué me dices? ¿Quieres mandarlo?

Habían mandado, pues, las páginas, y ya desde el día siguiente y hasta el final de las vacaciones, Yacine y Hideous se precipitarían corriendo cada vez que vieran llegar al cartero.

El resto del tiempo, se preguntaban lo que harían con tanto dinero…

—¡Pues págale una operación de cirugía estética a tu chucho! —se burlaban los celosos.